Capítulo 18
Había pasado ya una semana desde aquella noche, Aioria había roto su promesa y no había vuelvo para hablar con aquella joven, su orgullo podía más y decidió dejarlo así, como cosa de una noche, sabía en su interior que le estaba haciendo daño pero esperaba que ella hubiera entendido el mensaje, el no quería nada más con ella, o eso era lo que él quería creer, sin embargo allí se encontraba de nuevo pensando en ella, recordando y sonriendo —¡Dios! -dice frustrado mientras se jala un poco el cabello, ¿Por qué no puede sacarla de su mente? Sin embargo su voz lo saca de sus pensamientos, ¿Estaba enloqueciendo?
—¡Aioria! -dice de nuevo la joven mientras corre para alcanzarlo, ella por su parte se había negado a creer las palabras de su amiga, tenía esperanzas y no iba a dejar que nada ni nadie se las arrancarán de esa forma tan cruel, le dió muchas vueltas al asunto, derramó muchas lágrimas y batallo con ella misma mucho tiempo pero siempre llegaba a la misma conclusión, ella le amaba, le amaba con locura y esperaba con todas sus fuerzas que el le amara igual, pasaron varios días hasta que tomara valor de salir y buscarlo, en el fondo de su corazón tenía miedo, de que todo fuera una ilusión y sabía que había el riesgo de terminar herida de nuevo pero debía arriesgarse, si no lo hacía viviría en incertidumbre toda su vida, no podía permitir eso, así que al ver al rubio a lo lejos decide enfrentar sus temores y sus miedos e ir a buscarle, lanzarse en ese abismo del que no sabe si podrá salir después.
El joven se detiene y voltea a verla, involuntariamente una sonrisa aparece en sus labios y sus mejillas se tornan de un suave color rosa
—Hola ______ -dice suavemente, le alegra verla aunque el mismo se ha negado a buscarla, al ver su dulce rostro se da cuenta cuánto la ha extrañado, su corazón palpita con fuerza y su cuerpo parece ser atraído por una fuerza impalpable, sus piernas se mueven sin su permiso y se encuentra en segundos a escasos centímetros de ella, ver sus ojos sorprendidos mientras lo observan expectante, esas mejillas sonrojadas y esos cabellos largos que se mueven con el viento, es hermosa...
—H...hola Aioria -dice ella sonriendo sonrojada al máximo por la cercanía de aquel chico dueño de su corazón.
—Me hace tan feliz verte -dice el rubio mientras acaricia su mejilla suavemente.
—yo...yo también me alegro de verte -dice sonriendo tropezandose con sus palabras, era una completa idiota cuando estaba con el, parecía una chiquilla enamorada, y acaso, ¿eso no era exactamente lo que ella era?
El rubio sonríe ampliamente al ver el efecto que él tenía en ella, sin dudarlo o sin pensarlo mucho se acerca y besa sus labios en un dulce toque, tan sutil que pareciera que un chocolate se derrite en sus labios, ella sin dudarlo tampoco lo abraza por el cuello y se apega a el tanto como en físicamente posible, y a pesar de haber compartido ya varios besos, las mariposas en su estómago parecen revolotear cada vez más fuerte ante estas muestras de afecto.
Pasan los segundos y ella no quiere que ese momento termine jamás pero sus pulmones opinan lo contrario y termina separándose de sus labios tomando algunos respiros agitados, sus mejillas ahora aún más sonrojadas y sus labios tallados ahora en una sonrisa hacen perfecto juego con el mismo estado de las facciones del caballero de leo.
Ella lo observa y sonrie, no quería dañar el momento pero debía preguntar, una vocecilla en su cabeza no la dejaba en paz y quería acallarla a como diera lugar.
—Aioria...¿Por qué no habías ido a buscarme antes? -pregunta en un susurro, esto toma por sorpresa al ojiverde y frunce un poco sus labios pensando que decirle.
—he estado algo ocupado...-miente, Y peor aún, ella sabe que lo hace, pero decide ignorarlo, está enceguecida por ese hechizo de amor que el tenía sobre ella en ese momento y estaba completa a su merced.
—Esta bien no hay problema -dice ella sonriendo —pero ahora...¿Estás ocupado? Quería ver...si tal vez -ella se balancea en sus pies dudando si decirle o no, se muerde un poco el labio mientras lo observa —si tal vez ¿querías ir conmigo al pueblo? A dar un paseo? -pregunta la joven con una amplia sonrisa.
Aioria lo piensa un poco, en el pueblo todos saben que su novia es Marín, y si lo ven con ella podrían decirle algo, como si no fuera chismosa la gente en los pueblos, bufa un poco en su mente.
—No...lo siento -dice dedicándole una pequeña sonrisa tratando de suavizar su fría respuesta.
—oh...ahm bueno está bien...perdón por molestarte igual -dice ella bajando su mirada, ocultando la tristeza que ahora acarreaban sus ojos marrones.
El ojiverde se siente algo mal de verla así, suspira y va con ella para atraparla en un abrazo —Vamos mejor a otro lado ¿Si? -dice el joven susurrando en su cabello para luego tomarla en sus brazos y comenzar a caminar.
Ella se sonroja pero deja que la lleve mientras ella tiene sus brazos firmemente enredados en su cuello, no le importa mucho a donde la lleva, solo le importa que en ese momento está con el.
Aioria camina en silencio y con una suave sonrisa en sus facciones, le encantaba como se sentía tenerla en sus brazos, por un momento deseo siempre tenerla así pero ese pensamiento se fue rápidamente, a los pocos minutos llegaron a aquel lago escondido entre los densos árboles del bosque, era el lugar donde habían compartido tantas cosas, ella observa feliz aquel paisaje y baja de sus brazos para correr por el lugar, da unos pequeños saltos para luego tirarse en el prado con una sonrisa en su rostro.
Aioria niega con su cabeza soltando una pequeña carcajada al verla, camina y se sienta a su lado en el prado.
—pense que este lugar tal vez te gustaría más que el pueblo -dice con una sonrisa ladina a lo que ella voltea a verlo y se sienta para recostarse en su hombro.
—Me conoces bien -dice ella mientras cierra sus ojos respirando el suave aroma que la naturaleza le brindaba, el se queda observándola, aunque el paisaje es hermoso, no se compara con la belleza de ella...
Aioria la había llevado allí con una sola intención, quería hacerla suya de nuevo, al fin y al cabo es hombre y tiene necesidades y sabía que ella no se iba a negar, sin embargo, después de un tiempo se vio sumido en una conversación tan cómoda y tan sincera, que el simple hecho de estar allí con ella, llenaba su corazón completamente, no necesitaba nada más, hablaban como lo hacían siempre, cuando eran amigos, casi hermanos, ella reía tanto hasta tocar su estómago por el dolor que sentía allí y el simplemente seguía hablándole y bromeando, habían momentos de silencio, pero no era un silencio incómodo, era un silencio reconfortante, de esos que te hacen sentir tranquila y en paz, ella tenía su cabeza recostada en sus piernas mientras el acariciaba sus suaves y largos cabellos, el sol se había puesto hacia ya algunas horas y ahora la luna y las estrellas adornaban el firmamento, la joven observaba el cielo y sonríe para luego ver los ojos de el chico de sus sueños.
—Te amo...te amo tanto -dice ella sinceramente, quería que el lo supiera y que estuviera seguro de eso, y si tenía que repetirlo un millón de veces, pues un millón de veces lo haría
El sonríe mientras baja su torso para besar sus labios suavemente —yo también te amo -dice naturalmente, las palabras salen de su boca sin pensarlo y cuando se da cuenta lo ha dicho sin ningún reparo.
La joven siente que el corazón se le va a salir del pecho, es la primera vez que lo escucha decir esas palabras, sus ojos se ponen cristalinos con lágrimas que amenazan a salir pero se contiene y en vez de eso, se levanta y se lanza en sus brazos atrapando sus labios en un apasionado beso, el naturalmente responde poniendo sus manos en la cintura de ella haciendo que se siente en su regazo mientras continua aquel gesto.
—Creo...creo que debo volver a casa...tengo que hacer guardia nocturna -dice ella susurrando en los labios de el mientras su pecho toca el suyo a medida que sus agitadas respiraciones se mezclan en uno solo.
El besa sus labios una última vez para luego separarse y besar su nariz tiernamente —esta bien hermosa, ve con cuidado ¿Si? -dice sonriendole a lo que ella asiente y se pone de pie, el hace lo mismo para luego tomar su mano entrecruzando sus dedos.
Ese pequeño gesto hace que ella se sienta más segura ahora, no tiene dudas, no duda de él ni de sus intenciones, cree firmemente que es sincero y que por fin todo encaja como debió haber sido desde hace mucho tiempo atrás.
El por su parte camina pensativo, empieza a darse cuenta que no vale la pena negar la realidad, eso que el sentía no era amor de amigo, ni cariño amistoso, el sentía amor, sentía deseo, sentía pasión...sentía algo que jamás había sentido por nadie, el la amaba.
Caminaron por algunos minutos hasta el punto donde debían separar caminos, el se despide besando sus labios una vez más dejándola hecha un manojo de risillas y mejillas sonrojadas, era adorable.
Ella camina hasta su cabaña sin ocultar ahora su amplia sonrisa y se prepara para sus labores nocturnas.
El caballero de leo camina hasta su templo pero lo que se encuentra allí lo deja algo débil de las piernas, es su novia, se encuentra envuelta en una sábana de su cama, sentada mientras lo observa con ojos llenos de deseo.
—Amor...te extrañe tanto -dice la peliroja en un tono tan sensual e invitante que el joven se encuentra caminando hacia ella sin pensar en nada más y rápidamente atrapa sus labios en los suyos mientras la recuesta de nuevo en aquella cama donde la ha hecho suya tantas veces, en ese momento es su cuerpo el que actúa, no su cabeza y ahora lejos están esos sentimientos de amor por esa chiquilla enamorada que dejó hace tan solo algunos minutos.
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Creo que ya me estoy pasando de novelera con esto jajajajajja
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