MI ÁNGEL GUARDIÁN
Es increíble pensar que todo está conectado. Por años vamos creando nuestro presente en el pasado, pero no somos capaces de darnos cuenta de que es verdad: todo está conectado. Hoy me siento más grande, no de tamaño sino de mente. Pienso en mi pasado sin que este afecte a mi presente tranquilo y en abundante paz. El camino que he recorrido hasta este momento es largo, pero en definitiva satisfactorio, y si me pongo a pensar en cómo llegué a este momento, lo entiendo; jamás me habría imaginado que mi estado presente empezó a nacer hace casi 5 años, o quizás antes. Empezaré por todo.
Vivía mis días sin mayor desgano y atemorizado por todo. Me movía como pez en cardumen en esta sociedad; era uno más y a la vez uno menos, pero no lo sabía. Seguía órdenes y reglas por temor a alguna represalia, como si fuera un animal, y bueno, en definitiva me consideraba uno. Jamás me sentí más que un cerdo o una vaca; ni siquiera la noticia más terrorífica sobre un asesino en serie que escapó de la cárcel cercana a mi casa podía sacarme de mis casillas.
Era fome en verdad; si debo definir ese tipo de vida en una palabra, esa es "fome", y el miedo me consumía. Jamás opinaba por el miedo al qué dirán; jamás me animaba a hablarle a esa chica por miedo al rechazo. No fue sino hasta ese día que, por fin, algo llamó mi atención. Dentro de mis días que parecían todos iguales, como si cada día muriera y repitiese el mismo día indefinidamente, y no había salida a esto definitivamente, por el momento.
—¡No puede ser! —exclamé para mis adentros.
El número 5 fue, durante una semana entera, un número que no dejó de aparecer en todo momento. A donde viese, estaba ese número, en mi reloj, en cada momento del día en que decidiese ver la hora, hasta en las patentes de autos que veía en la calle. La casualidad existe, pero por una o dos semanas enteras no es algo normal; por lo menos en mi vida, no.
—Esto no es normal —me dije, sintiéndome un poco fuera de mí.
Por primera vez salí de mis casillas; no quería quedarme con la duda. Yo no tenía la respuesta, pero en mi computadora podría encontrarla. Una página, al parecer un blog de conversación, alguien llamaba a estos sucesos como: mensajes de nuestros ángeles guardianes, ya que no estamos haciendo algo bien y quieren que hagamos un cambio por nuestro bien. Solo pude reír ante este hecho por haber llegado a tal respuesta que para mí no tenía sentido; no tenía certeza alguna sobre la existencia de esos ángeles.
Jamás me cuestioné la existencia o no de estos ángeles; me llamaba más la atención el resto del mensaje. Quizás definitivamente necesitaba un cambio en mi vida, pero no lo sabía.
—¿Por qué no hacer algo distinto? —me dije en voz alta, como si hablara con un amigo.
Intenté ver aspectos de mi vida que quisiera cambiar y, sorpresivamente, no venían ideas a mi cabeza. Era como si no supiese quién era yo y tampoco me importaba ser algo o alguien. No era capaz de entender mi mente entre tanto ruido; es una especie de licuadora llena de ideas dispersas que no tienes idea de cómo llegaron ahí. Pero sabía que algo había que cambiar y tenía que ser en ese momento y no en otro.
Y bueno, me di cuenta de que había hecho durante mi vida un sinfín de estupideces y, bueno, hacer una más, ¿por qué no?
Nunca le tomé el peso a este hecho; había lanzado el primer dardo en una revolución interna que me llenaría de paz.
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