Capítulo 1
Talay era un chico que estaba centrado en su trabajo, en lo que tenía que hacer, se movía en la oficina como pez en el agua, acostumbraba a llegar media hora antes para tener todo listo para cuando su jefe llegara, para él era importante que todo estuviera en perfecto orden, como asistente personal de Perth Nakhun futuro presidente de la empresa, se encargaba de supervisar que los proyectos que necesitaba revisar estuvieran sobre su escritorio en orden de prioridad y todo saliera a la perfección.
Su jefe era una persona exigente, le gustaba que todo se encontrara impoluto, por lo que no se permitía tener ningún error y entendía perfectamente la razón de aquello, él era el heredero pero no por eso tenía las cosas en bandeja de plata, todo lo que hacía era supervisado al milímetro por su propio padre, parecía que siempre estaba esperando algún error para echárselo en cara y eso se había extendido a el mismo que tenía que revisar hasta tres veces lo que hacía para asegurarse que todo estuviera bien, quizás no fuera despedido porque era bueno en su trabajo, pero su sueldo si se vería afectado con alguna penalización.
Aun podía recordar cómo había sido aquel primer día de trabajo, sus nervios estaban a flor de piel, más cuando se enteró de quien sería su jefe, no esperaba trabajar tan rápido con alguien tan importante, el nombre de Perth Nakhun era bien conocido en la sociedad tailandesa en especial de la población femenina que lo perseguía queriendo formar parte de su vida, esperanzas que se vieron rotas cuando el joven heredero había dicho que le gustaban los hombres, otra de las razones por la que su padre lo vigilaba como halcón, para nadie era un secreto que al hombre no le había gustado aquella confesión.
A las ocho en punto, tal y como sucedía todos los días, las puertas del ascensor se abrieron dando paso a la imponente figura de quien era su jefe, regresándolo a la realidad y olvidándose de lo que antes estaba recordando.
—Buenos días, señor Nakhun—. Saludo como siempre en su tono educado —En su agenda de hoy está la reunión de lanzamiento para el nuevo producto que saldrá al mercado al final del mes...— Comenzó a enumerar todos los puntos que tenía en su agenda para ese día.
Y así comenzaba un nuevo exigente día de trabajo, que paso volando gracias a la cantidad de pendientes que tenían y por eso antes de que pudiera darse cuenta ya se estaba despidiendo de su jefe al terminar la jornada laboral, a veces era demasiado agotador estar en frente de él y no dar señales de lo nervioso que lo colocaba a veces cuando tenían que reducir su espacio personal por algún motivo, el hombre era guapo y su traicionero cuerpo lo sabía, reaccionaba de forma automática cuando lo tenía cerca, alborotando su corazón.
Pero sabía que esos pensamientos debían desaparecer de su cabeza, no tenía ningún tipo de oportunidad, no después de ver a los chicos que se paseaban de su brazo en los eventos a los cuales debía asistir, era ridículo que se llegara a fijar en su persona, él solo era su asistente y tenía que colocar los pies en el suelo y no ilusionarse con algo que sabía no sucedería.
Una vez fuera de la empresa suspiro y emprendió rumbo a uno de sus lugares favoritos, la cafetería de su amigo Poy, le encantaba sentarse en una de las mesas con vistas hacia la calle y disfrutar del olor del café que reinaba en el ambiente, además de degustar los deliciosos postres de Cooper el novio de su amigo.
—Gracias Poy—. Le sonrió a su amigo mientras recibía su orden de siempre —Me encanta terminar un día agotador de esta manera, esto hace que me relaje—. Siguió hablando mientras probaba su pastel.
—No es nada, ya sabes que me encanta que vengas todos los días—. Sonrió feliz —Deberías dejar que te invitara de vez en cuando—. Le sugirió sabiendo que su amigo se iba a negar, nunca dejaba de pagar la cuenta antes de irse, Talay decía que ese era su negocio y como tal debía cobrarle por lo consumido como a todos los clientes.
Tal y como lo había imaginado esa fue su respuesta, así que solo le sonrió y comenzaron una conversación acerca de los nuevos dulces que estaba haciendo Cooper para ofrecerle a los nuevos clientes, hasta que el nombrado se unió a ellos aprovechando la baja clientela para conversar como todos los días hasta que llegaba la hora de irse a su casa.
Al día siguiente Talay cumplió con su rutina como un reloj, tal como siempre lo hacía y por eso había llegado el momento de volver al café de su amigo y tener el break de la tarde antes de volver a su apartamento, era tan puntual en sus rutinas que ya sus amigos no se sorprendían por ello, siempre había sido asi desde que estuvieron juntos en la escuela secundaria, lo cual en algunas ocasiones había sido objeto de bromas, pero con el tiempo se fueron acostumbrando que simplemente el chico era asi.
Pero esa rutina irrompible que tenía estaba a punto de tener una variación, entro a la misma hora de todos los días, se dirigió a la misma mesa que siempre ocupaba, pero al llegar allí se dio cuenta que ya había alguien en ella, si la chaqueta negra colocada en el respaldo de la silla era una indicación de ello, suspiro algo derrotado porque ese día no podría apreciar ese paisaje que tanto le gustaba, cuando estaba dispuesto a irse alguien golpeo contra su cuerpo al girarse.
Como si se tratara de una película romántica todo transcurrió en cámara lenta, estaba a punto de caerse, pero su contacto con el suelo nunca llego porque unos brazos lo sujetaron de la cintura impidiendo que ocurriera lo inevitable, al mirar la persona que lo había sujetado no pudo evitar perderse en esa oscura mirada, se sentía como hipnotizado por esos ojos que ahora lo observaban, cosa que solo le había pasado una vez con su jefe.
Desvió la mirada algo avergonzado por quedarse mirándolo fijamente , pero su traicionero corazón no dejaba de latir como loco dentro de su pecho, de verdad se sentía dentro de una película romántica en esos momentos, una de esas que tanto le gustaba mirar en la soledad de su habitación solo para pasar el tiempo.
— ¿Te encuentras bien?—, pregunto el hombre algo preocupado.
—Si estoy bien—, susurro bajando su rostro algo apenado, por la escrutadora mirada que ahora lo recorría de arriba abajo,
Y es que el extraño no pudo evitar analizarlo, tomando cada uno de los detalles de su físico, de su piel, tenía mucho tiempo que no conocía a alguien que le llamara tanto la atención como lo estaba haciendo ese chico en esos momentos, todo lo que veía le gustaba, en especial esa mirada brillante y algo sorprendida de su rostro.
También le causaba bastante ternura la manera tímida con la que lo miraba, era la primera vez que pasaba algo asi, por lo general las mujeres y los chicos se le lanzaban encima, pero ese chico en particular provocaba un sentimiento extraño en su pecho, había logrado que su corazón se acelerara y volviera a sentir y ya llevaba un tiempo pensando que no lo haría otra vez después de aquella decepción amorosa que había tenido, pero ese chico había cambiado todo en tan solo unos instantes.
¿Que debía hacer ahora?, ¿que debía decirle?, todo eso pasaba por la cabeza de aquel extraño que en tan solo unos instantes se había quedado prendado por la belleza del otro, porque si, a él le gustaban los hombres y ese chico que estaba delante de él había llamado por completo su atención, sus amigos siempre le decían que sabría cuando llegaría el momento de dar vuelta a la página y al parecer este por fin aparecía en su vida en medio de aquella cafetería.
Aquel encuentro podría ser tomado como una mera casualidad, estaba en ellos volver a verse, deseo que se notaba en sus miradas, el deseo de saber más de la otra persona, pero ninguno sabía por dónde comenzar, ninguno era bueno rompiendo el hielo al conocer personas nuevas, pero tomando todo el valor posible aquel extraño por fin extendió su mano y se presentó:
—Yoon Phusanu—. Estrecho la mano del otro que se sonrojo un poco — ¿Cuál es tu nombre?
—Me llamo Talay Sanguandikul—, respondió en voz baja, nunca le había pasado una cosa asi y no sabía cómo reaccionar.
— ¿Quieres tomar un café conmigo?—, pregunto Yoon apartando la silla.
¿Cómo podía decirle que no?, después de todo le estaba ofreciendo compartir su mesa favorita con vistas al exterior, asi que solo asintió y acepto la invitación, aquel extraño siendo todo un caballero le pregunto lo que quería y se dispuso a ordenar por él cosa que no hacía falta, todos allí sabían que era lo que quería Talay, era una rutina que nunca cambiaba, asi que sin que pudiera formar palabra alguna ya uno de los meseros estaba llevando su tasa de café y el pastel del día para el deleite del chico, que se le ilumino la mirada al ver su recompensa diaria delante de él.
Cooper y Poy habian visto toda la interacción desde su lugar de privilegio en la barra del lugar, estaban felices de ver a su amigo interactuando con otra persona que no fueran ellos o su jefe, era tiempo de que él también se diera una oportunidad en el amor, no todo en la vida era trabajar y tener una rutina que seguir como reloj.
La charla entre Yoon y Talay era muy amena, lo cual era una sorpresa para ambos hombres, no estaban acostumbrados a ello, si tenían algo en común era que les costaba hablar con nuevas personas; en el caso de Talay la única excepción a la regla había sido su jefe, pero él estaba prohibido, no podía enamorarse ni entablar una amistad con él, aunque muchas veces sus pensamientos se desviaron en direcciones nada apropiadas para el horario todo público teniéndolo como protagonista.
—Eres muy interesante—, dijo riendo Yoon; sonido que acelero un poco el corazón de Talay haciendo que todo lo que había estado pensando de su jefe desapareciera como por arte de magia de su mente —Si no te molesta, me gustaría tener tu número telefónico—. Prosiguió el hombre ahora con una sonrisa más suave —Tal vez podamos encontrarnos otra tarde para tomar un café... Claro, si tu asi también lo quieres.
Y como no tenía nada que perder el otro chico accedió, además hubiera sido inútil negarse a la proposición porque todo el mundo sabía dónde encontrarlo después del trabajo, simplemente tenía que volver al café y lo encontraría sentado en la misma mesa de siempre contemplando el paisaje, mientras disfrutaba de una deliciosa taza de café y un pedazo de pastel del día, al igual que la compañía del otro no le había molestado, era fácil de tratar y su sonrisa lo había cautivado desde que lo había visto.
Después de aquel inesperado encuentro pasaron algunos días; días en los cuales se frecuentaron constantemente, conociéndose cada vez, dándose cuenta que tenían gustos similares en las películas, juegos y una pequeña predilección por todo lo que tenía que ver con el mundo del anime y coleccionar figuras de acción, se habian contado tantas cosas en tan poco tiempo que sentían que se conocían desde hace mucho.
La verdad es que Talay en cada encuentro que tenía con Yoon, iba sintiendo cosas que nunca había experimentado con nadie, se sentía especial, importante para otra persona; cosa que no era ajena para el otro hombre que ahora lo acompañaba en su breve recorrido por aquella calles rumbo a su apartamento, habian cenado en un pequeño restaurante y estaban dando por terminada su salida por ese día, pero sentía que las cosas no debían terminar asi como asi, tenía que dar un paso al frente y volver las cosas oficiales, ya era tiempo de ello.
— ¿Sucede algo?—, pregunto Talay algo curioso al ver a su acompañante algo pensativo y callado en toda la noche —Desde que estábamos en el restaurantes has estado algo...
No pudo continuar hablando porque fue jalado sin previo aviso por el otro, hasta sentir como unos labios se posaban en los suyos, en un beso tierno pero apasionado, era tan repentino, pero no inesperado, aquello se venía gestando desde el momento que se conocieron y esa noche por fin estaban declarando lo que ambos sentían, y con cada movimiento de sus labios sentían que aquello era correcto, que pertenecían a los brazos del otro.
Se separaron por la falta de aire y se quedaron mirando, no tenían nada que decir los dos sabían que aquello simplemente tenía que pasar, sin embargo Yoon decidió hacer todo de la manera más formal posible
— ¿Quieres ser mi novio?—. Y como toda respuesta lo que recibió fue un nuevo beso, que sellaba el comienzo de aquella relación.
Unos días después Talay y siguiendo con su rutina normal, se presentó a trabajar como siempre, el único cambio en su mañana fue encontrarse a su jefe ya en la oficina, por primera vez desde que estaba trabajando allí, este había llegado antes, recomponiéndose de la sorpresa lo saludo y comenzó con su labor tal como siempre lo hacía.
—Me entere que estas saliendo con Yoon Phusanu, solo quiero que sepas que él trabaja para la competencia, espero que de tus labios no salga ninguna información acerca de mi empresa—, dijo Perth de la nada dejando más perplejo al otro que no entendía nada.
—No se preocupe señor Nakhun, no tengo porque compartir información de mi trabajo con nadie.
El hombre no dijo nada y solo le dio la espalda para irse a su oficina y continuar como si nada hubiera pasado, él era asi, un hombre de pocas palabras que siempre iba directo al grano, asi que Talay solo se encogió de hombros y siguió en lo suyo sin darle mucha importancia aquello ¿y cómo no iba hacerlo?, si después de ese día su vida cambio por completo, su relación con Yoon fue creciendo cada vez más hasta el punto de que se habian mudado juntos, había sido difícil la búsqueda de un departamento perfecto para ellos, pero lo habian encontrado.
Por eso ahora era muy gratificante regresar a casa y encontrar a alguien esperando por ti, como aquella vez que su jefe le había dado la tarde libre y se había ido a casa para recibir a su novio, quien feliz le dio un beso en los labios y se sentó en la mesa a desgastar los alimentos que con tanto cariño le había preparado, definitivamente estaban viviendo la etapa de la luna de miel.
Cosa que no tardo mucho tiempo en cambiar, todo comenzó con el ascenso en el trabajo de Yoon y su traslado a otra sucursal, en donde a este al principio todo fue de maravillas hasta que un día apareció él, no creía lo que sus ojos veían, pero la mano de su compañero de trabajo le indico que no era así, él de verdad estaba allí y se veía más guapo que nunca, todos los recuerdos que creía haber enterrado estaban volviendo con toda su fuerza, frente a él estaba el hombre que le había roto el corazón.
Ajeno a todo aquello Talay estaba completamente feliz, tanto que a veces tarareaba una canción tonta de amor en la oficina, estaba completamente enamorado y eso lo hacía notar en cada una de sus acciones, aunque ese día su jefe no estaba de humor para ver a su asistente con una sonrisa de oreja a oreja, tenía una resaca y solo quería tranquilidad, cosa que no dudo en hacerle saber y este enseguida salió en búsqueda de unas pastillas para su dolor de cabeza.
Cuando el chico se hubo marchado de la oficina, el pelinegro se dejó caer en su silla y suspirar con fuerza, su mal humor tenia nombre y apellido, Yoon Phusanu, desde que su asistente se había hecho su novio estaba un poco amargado, pues el frio jefe Nakhun estaba enamorado de su empleado y había sido paciente con aquello porque tenía un código que seguir, no salir con las personas que trabajaban para él y ahora se arrepentía de esa decisión como nunca.
Porque la distancia que una vez había tenido entre ellos, había desaparecido con el comienzo de su nueva relación, Talay se mostraba menos frio en su trato, tanto que no temía acercarse como en el principio de su relación laboral, era como si ahora tuviera una seguridad que antes no tenía, o simplemente aquella atracción que una vez había sentido de su parte hubiera desaparecido, pero solo él tenía la culpa de aquello y por eso de vez en cuando ahogaba sus penas en el alcohol para luego ir a trabajar como si nada, tal y como lo haría ese día.
Después de una jornada laboral la pareja llego a casa, siendo el primero en hacerlo Talay que aunque un poco cansado estaba feliz como siempre después de haberse hecho novio de Yoon, el cual también había llegado algo agotado pero no por las mimas razones que el otro, su cansancio era mental, porque estuvo todo el día ideando estrategias para evitar un encuentro con su ex.
Por ello, cuando llego a casa lo primero que hizo fue ir abrazar a su novio, quien se dejó hacer sin ningún tipo de oposición, pero lo que comenzó como un abrazo inocente fue cambiando conforme pasaban los minutos, porque Yoon lo apretó fuertemente contra su cuerpo, para luego repartir besos a lo largo de su cuello, Talay solo respondía con pequeños suspiros y gemidos a lo que su novio le estaba haciendo, le encantaba que tomara la iniciativa y se dejara llevar por la pasión tal y como lo estaban haciendo ahora, en donde entre besos y caricias terminaron sobre el sofá de la sala ya sin sus camisas de trabajo.
—Te quiero—. Le dijo Yoon separándose de sus labios y mirándolo a los ojos —Talay, Talay, mi guapo Talay—. Se acercó nuevamente para besarlo y asi darle rienda suelta a la pasión en medio de la sala de su pequeño apartamento, convirtiendo aquel encuentro en algo idílico para ambos, bueno para Talay, quien si no hubiera estado tan metido en la bruma del deseo se hubiera dado cuenta que su novio le dijo "Te quiero" y no "Te amo", como tantas veces lo había hecho anteriormente.
Asi no se hubiese extrañado que con el transcurrir de los meses, lo que antes era pura felicidad y alegría, ya no lo era tanto, ese fuego que había estado en la mirada de Yoon cuando se conocieron se había ido apagando y para ese momento el chico no entendía la razón, en un principio pensó que era por la carga de trabajo que estaba teniendo en su nuevo puesto de trabajo, eran nuevas responsabilidades y se había esforzado mucho por aquello, asi que solo hizo silencio, no dijo nada y dejo que la rutina los consumiera.
Pero si pensaba que estaba ocultando muy bien sus problemas, no era asi, su jefe, que estaba atento a cada uno de sus movimientos había notado que su asistente ya no sonreía como antes, sus ojos estaban apagados y una que otra vez lo escuchaba suspirar en su escritorio, eso sin contar que estaba un poco distraído, sin embargo, no podía reclamarle nada porque su trabajo seguía siendo impecable como siempre, lo que le dejaba como única opción que hubiera pasado algo con su novio y se moría por saberlo, por lo cual, una tarde cansado de estarle dando vueltas al asunto no se contuvo e hizo la pregunta al verlo algo disperso mientras discutían los cambios que iban hacer al nuevo proyecto que iban a lanzar.
— ¿Te pasa algo?
— ¿Qué?—, replico con una pregunta el chico porque lo había agarrado con la guardia baja.
—Pregunte, ¿te pasa algo?
—No, no me pasa nada... Perdón si le di esa impresión, será mejor que sigamos revisando los ajustes que tenemos que hacer—, respondió rápidamente reprendiéndose mentalmente por dejar ver parte de sus pensamientos en su rostro, tenía que ser profesional y su vida amorosa dejarla en su casa, sería muy vergonzoso si de repente se sentara a contarle sus problemas de pareja a su jefe.
—Si usted lo dice, le creeré—, dijo Perth entrecerrando un poco los ojos porque no creía nada de lo que estaba diciendo su asistente, pero dejo las cosas como estaban y siguió revisando los documentos, como si esa pequeña interacción no hubiera pasado.
Dejando al otro aliviado por no presionarlo hablar, solo esperaba que su novio dejara de estar tan ocupado con el trabajo pronto y las cosas volvieran a ser como antes, él era paciente, podía esperar el tiempo que fuera necesario; no obstante, nada mejoro, en su lugar las cosas fueron empeorando, ya no salían, por no decir que ahora parecían unos extraños conviviendo en un mismo espacio y compartiendo una misma cama, no podían decir que no lo había intentado, claro que lo había hecho, en más de una ocasión le había preparado alguna sorpresa a su novio que solo había terminado en fracaso.
Siempre había una excusa para no salir, para no cenar juntos, incluso para no hacer el amor, sin contar con todas las reuniones y horas extras que ahora Yoon le dedicaba al trabajo, dejándolo solo en un apartamento vacío, lo extrañaba cada vez más, sentía como un vacío se iba formando en su corazón, sobre todo cuando parecía no tener tiempo para estar en pareja, su mente parecía que no estaba en el mismo lugar que él, haciéndolo sentir solo incluso en su presencia, las bromas habian desparecido, al igual que las largas conversaciones en las que ambos se contaban como había sido su día, ¿qué estaba pasando con ellos?, esa era la pregunta que se hacía Talay cada día desde que todo aquello había comenzado.
Lo peor es que se hacía el ciego ante la situación, Cooper su amigo había intentado sacarle algo de información en vano, no se atrevía a decirle nada de lo que estaba pasando en su relación con Yoon, conocía lo impulsivo que podía ser a veces y por querer defenderlo se podía meter en algún problema, sobre todo porque este ya le había advertido que su amado novio podría tener una aventura, se había cerrado a esa idea, no quería creer que el hombre que amaba le pudiera hacer aquello, pero las mentiras le hacían desconfiar cada vez más, y por más que trataba de creer en cada una de sus palabras ya no podía seguir negándolo, debía enfrentar sus problemas y decidir lo que quería hacer con aquella relación que ya no daba para más.
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