El primer día en el laboratorio de la universidad de Harvard de Kytzia fue prácticamente entero dedicado a mostrarle las instalaciones que no había visto aún como estudiante, los laboratorios de seguridad más alta, donde trabajaría ella y todos los mecanismos de seguridad que había que pasar para llegar allí, así como el trabajo que tendría que realizar en ellos y cómo se trabajaba en un laboratorio de esa seguridad.

Kytzia escuchaba todo lo que le decía Ethan atentamente. Él sería su supervisor los primeros días. Le resultaba difícil de creer que aquel hombre fuese a ser su mentor, por el amor de Dios, él era el ganador de un premio Nobel y aquello fascinaba sobremanera a Kytzia, aunque era una mujer muy ambiciosa y el reto que se había puesto era hacerlo tan bien, que superase a su mentor. Al fin y al cabo, el dicho de "el aprendiz supera a su maestro" no se decía porque sí.

Miraba asombrada a su alrededor. A pesar del incómodo traje que llevaba, puesto que en ese nivel era obligatorio el uso de trajes de seguridad que tenían una leve sobrepresión para que, si el traje se rasgase en algún momento, los agentes infecciosos no pudieran penetrar en él, estaba fascinada. Aquel laboratorio era una maravilla, era algo que no todo el mundo era capaz de ver en su vida, tenía un material exclusivo, era necesario pasar por una lluvia esterilizante para entrar y para salir, estaba aislado del resto de laboratorios de la universidad y era increíblemente completo, era el máximo exponente de la tecnología aplicada a la biomedicina del mundo.

Algunos bots rulaban por el lugar. Aquellos bots controlaban el estado médico de los trabajadores del lugar, el aire para que el ambiente fuese idóneo, el buen funcionamiento de todos los objetos que se encontraban allí y, lo más importante de todo, controlaban las fugas de microorganismos para asegurar que ninguno salía de donde debía estar.

Allí, los mejores científicos del país trabajaban manipulando el virus del Ébola, el virus de la viruela, el virus de la fiebre de Lassa y otros muchos virus potencialmente mortales y con una tasa de infección y expansión altísima. Aquellos eran los virus que interesaban para el estudio puesto que su alta tasa de contaminación ayudaba a que todas las personas pudieran tenerlo rápido y, si conseguían controlar su patogenicidad y no causaban enfermedades a los humanos, serían los candidatos perfectos para aquel proyecto.

Ethan la miró y sonrió. Veía en ella aquello que él había tenido al empezar allí: ganas. Eso era lo más importante, ganas de aprender, ganas de superarse, ganas de trabajar, ganas de cambiar el mundo.

—Kytzia...

—Kyt, por favor, Kytzia es formal y ya no soy tu alumna, soy tu compañera —le interrumpió la joven. En su voz se notaba perfectamente la emoción apenas contenida que tenía.

—De acuerdo, Kyt —concedió Ethan aun sonriendo y la llevó delante de una gran campana de seguridad, donde había varios microscopios electrónicos de tamaño reducido, logro conseguido a lo largo del siglo anterior, micropipetas y otros utensilios útiles para trabajar con aquello tan pequeño que iba a ser su día a día—. Este es tu puesto de trabajo. En ese microscopio de ahí, en ese cultivo que tenemos, está el virus con el que trabajarás tú. Como sabes, es un virus que procede del antiguo virus de la viruela, el virus D1093 como yo mismo lo bauticé. Tiene una serie de cambios respecto a la viruela original, principalmente, hemos observado que ha perdido parte de la patogenicidad, al menos eso parece.

Ethan se mantuvo pensativo un rato. Los científicos que trabajaban con él decían aquello pero él no estaba seguro. El virus de la viruela era un virus muy mutable y su patogenicidad estaba en varias partes de su cadena, no sólo en una. Él creía que era bastante patogénico y más mortal de lo que era el original pero aquello no lo había probado. Dejaría que Kytzia se encargase de determinar si era así o no lo era, confiaba plenamente en las capacidades de la joven rusa.

—Además de eso, ¿qué más cambios tiene? Si sólo fuera ese, no habría cambiado de nombre, sería un virus de la viruela atenuado.

—Perspicaz, señorita —sonrió Ethan complacido, cada palabra de ella le confirmaba más que era Kytzia quien debía trabajar con él—. Además de la patogenicidad, está modificada su capacidad de expansión. Si el virus de la viruela ya era excesivamente contagioso, este nuevo virus lo es aún más. Como bien sabes, se trata, no sólo de quitar su letalidad, sino de aumentar el contagio para que pueda expandirse fácilmente a un bajo coste para nosotros. Antes, sólo se podía contagiar por medio de contacto directo, nunca por aire. Este virus hemos conseguido que se transmita también por aire, que es el máximo exponente de difusión de una partícula, se extiende mucho más fácilmente.

La joven asintió con la cabeza mientras se acercaba a la pantalla que le mostraba el virus. Ese virus era muy diferente al que ella había conocido como "virus de la viruela", se notaba ya a simple vista. Curiosa, tocó alguno de los botones del microscopio para verlo más de cerca. Era fascinante lo que habían conseguido. Era terriblemente complicado manejar virus, pero aquel habían conseguido modificarlo de maneras que aún era incapaz de comprender del todo.

Ethan depositó un dossier a su lado, las investigaciones y modificaciones que se le había hecho a aquel virus y la observó con detenimiento.

—Tendrás que leer todo esto antes de ponerte a trabajar. Tu trabajo consistirá, fundamentalmente por el momento, en comprobar que realmente este virus es inocuo, modificarlo para que no lo sea en el caso de que aún falte algo y modificar ciertas cadenas de su ADN, combinándolas con las de otras especies de microorganismos, para conseguir que se transmita lo más rápido posible y no muera en el intento —Ethan la miró, hablando despacio para que ella entendiese bien su cometido.

La mirada de Kytzia subió desde la pantalla del microscopio al hombre que la acompañaba, asintiendo con la cabeza. Cogió el dossier que él había dejado y lo miró por encima, un vistazo rápido le bastó para saber que aquello traería mucho trabajo para ella. Estaba trabajando con algo que había estudiado pero nunca había visto, nunca había practicado, tendría que centrarse mucho en ello, no podía cometer ningún error. Primero porque podría suponer un peligro para el mundo y segundo porque ella quería ser la mejor en aquello.

—Para que todo esto sea totalmente fiable y no haya nada extraño, sólo trabajaremos con este virus tú y yo y tendremos reuniones diarias para comentar nuestros resultados. Ambos tenemos que estar informados constantemente de los avances para que esto funcione, ¿entendido?

La joven abrió los ojos desmesuradamente, ¿de verdad confiaba tanto en ella como para dejarla tocar el trabajo de su vida? Sólo ellos dos iban a trabajar en aquel virus y eso era muy importante de cara al futuro de su carrera. Si conseguían aquello, era fácil que recibiesen el premio que ella ansiaba.

Kytzia asintió con la cabeza entusiasmada.

—Bien, esto es todo por hoy. Vete a casa y estudia, Kytzia, mañana empezará el verdadero trabajo.

Con una sonrisa en la cara y el dossier fuertemente abrazado sobre su pecho, ella se dirigió a la salida del laboratorio.

—Kytzia, una cosa más —gritó Ethan antes de que se retirase—, sobra decirlo pero es evidente que nadie puede saber nada que concierna a esta investigación.

Ella asintió de nuevo, aquello ya lo sabía y siguió su camino hasta la puerta. Cuando estaba fuera, se dio cuenta de que el profesor salía detrás de ella y ambos sonrieron.

—Te llevaré a casa. Temo por la seguridad de ese dossier.

Rieron suavemente y se dirigieron al coche de él. Si Kytzia tenía claro algo era que aquel era un gran trabajo y que iba a ser tremendamente interesante, pero también divertido.

Bueno, aquí tenemos un nuevo capítulo, presentando el trabajo y el virus con el que van a trabajar. ¿Qué os ha parecido? ¿Os gusta? En multimedia os dejo una foto del virus de la viruela original, el que se conoce a día de hoy. ¡Espero vuestros votos y comentarios!