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9

Gracias.

Suga había observado todo a una distancia considerable. Estaba inmóvil, lo que había visto lo había dejado en shock.

Jungkook, un vampiro que había estado conviviendo con ellos haciéndose pasar por un humano. Les había mentido a todos y Jimin lo sabía.

Aún desconcertado dio unos pasos al frente al ver a Jungkook con el castaño inconsciente en sus brazos. Dispuesto a ayudarlos corrió hacia ellos haciéndose presente entre el pelinegro, quien alzó la mirada sorprendido y aliviado. Tenía los ojos cristalina y la nariz roja.

—¡Suga! —gritó con la voz casi quebrada—. Mordieron a Jimin, necesito que me ayudes...

Se acercó cauteloso hacia el. No parecía alguien peligroso y protegía a Jimin como si realmente le importara, pero Suga no podía bajar la guardia y ponerse en peligro a él, ni al castaño.

—Aléjate de él —sentenció Suga sacando sus cuchillos y poniéndose en guardia.

Jungkook alzó las cejas perplejo, no entendía su repentina expresión de miedo y repulsión hacia el.

—¿Que haces? —sollozo Jeon—. Déjate de tonterías y ayuda-

—¿Quien más sabe? —interrumpió.

—¿Que? —perplejo.

—¿Quien más sabe que eres un vampiro?

El pelinegro trago grueso y soltó una risa con nerviosismo.
—No... No se de que me hablas.

—Deja de fingir, Jungkook. Te vi.

—¿Me viste?

—Te vi morder a Jimin —confesó sin apartar la vista de el.

—No seas ridículo —fingió reír. Se puso de pie y cargó al castaño en sus brazos. Jimin no solo lucia ligero, también lo era—. No lo mordí.

—¿No? Entonces, ¿que fue lo que vi?

Jungkook maldijo en su interior. Estaba pasando lo que no quería que sucediera: que alguien más se enterara. Namjoon fue muy claro con el al decirle que si alguien llegase a enterarse de lo que él era, no solo sería malo para el, sino también para Jimin.

—Yo... -

—Olvídalo —suspiro Suga cansado—. Se lo que vi. Y se lo que eres.

Se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la base, Jungkook lo siguió con facilidad hasta estar a su lado.

—¿Dirás algo? —preguntó preocupado—. Si lo haces tendré que matarte.

Suga rio por lo bajo sorprendido por la honestidad de Jeon.
—No.

—Gracias.

—No agradezcas. Lo hago por el —miro a Jimin—, no por ti. Si Seokjin y los ancianos se enteran, la carga repercutiría en Jimin.

Las cejas de Jungkook se fruncieron.
—El... ¿te gusta?

—Tal vez —sonrió descaradamente y eso le molesto a Jeon.

—Pero... ¿te gusta como amigo o como algo más que un amigo?

—Tal vez ambos.

Jeon permaneció en silencio. La simple idea de que a Suga le gustará Jimin le molestaba, solo imaginarlos hablando le hacía pensar que se casarían y terminarían juntos. Arrugo la nariz negando. Esa idea sonaba horrible.

El camino a la base fue tranquilo, el sol ya comenzaba a asomarse en el horizonte y Jungkook tuvo que volver a ponerse las gafas.

—El sol me lastima —explicó, aunque a Suga ni siquiera le interesó aquello.

En cuanto llegaron a la base el pelinegro sintió un gran alivio. Jimin aún no despertaba y eso le preocupaba.

Suga se detuvo frente a Jeon con los brazos cruzados, poniendo una barrera entre ambos.
—¿Tengo que preocuparme de ti?

—No, ¿por que lo harías? Ya no soy un niño.

—Pero eres un vampiro —murmuró entre dientes—. Y eso ya es malo. Los vampiros son seres irracionales, rencorosos, vengativos y la peor parte: adictos a la sangre humana. ¡¿Y que crees?! ¡Yo soy humano! Y todos los que están dentro de esa base también.

—Me haces parecer un monstruo —dijo dolido con un puchero—. El beber sangre es algo que no controlamos, y aunque no lo creas, ninguno de ustedes me parece apetecible su aroma —confesó, aunque Jimin era la excepción.

—¿Nuestro... aroma?

—Si. Su olor corporal es agrio.

—No entiendo de lo que hablas.

—¡Ni yo! ¿Okey? —se exaltó.

Jungkook estaba irritado últimamente. Había tantas cosas de él mismo que todavía no sabía y eso le molestaba. Quería saber porque veía esas memorias al beber sangre, quería saber porque el aroma del castaño era el único que le gustaba y lo más importante, quería saber porque sintió una opresión en el pecho al ver a Jimin indefenso y débil. Quería obtener respuestas.

—Solo entremos, ¿quieres? —pasó a su lado golpeando el hombro del chico.

Suga soltó el aire que había estado reteniendo.

—De alguna manera extraña me agradas, pero te advierto que si llegas a lastimar a alguien, será lo ultimo que hagas.

—¿Es amenaza? —pregunto incrédulo—. Eso sonó como amenaza.

—No, es advertencia.

***

La luz blanca del laboratorio cegó por completo a Jimin cuando este abrió los ojos. Se encontró aturdido y adolorido de casi todo el cuerpo. Incluso sentía que había dormido por semanas, la espalda le dolía y ni hablar del dolor punzante del cuello.

—¿Ya está despierto? —escuchó a lo lejos la irritante voz de Jungkook.

—Creo que si —aquella voz era de Namjoon; quien tuvo que ser llevado a la base de emergencia—. Parece drogado.

—Fue mordido más de una vez, tiene sentido.

—Si es cierto.

Jungkook hizo una mueca preocupado.
—¿Crees que tenga hambre? Debería de traerle algo de comer.

—No —negó Namjoon acomodándose las gafas—. Cuando despierte lo más seguro es que tenga sed.

—Tendrá hambre.

—Que no. Tendrá sed —repitió con firmeza—. Un humano puede sobrevivir más días sin comida que sin agua, ¿que no fuiste a la escuela?

—Lo hice. Hace cien años.

—¿Como es que eres tan viejo y tan tonto?

Jeon lo volteo a ver indignado, dándole una mirada de arriba a abajo.
—¿Como eres tan inteligente y no sabes algo básico como atarte las agujetas?

—Mocoso.

El castaño cerró los ojos mientras suspiraba, no estaba muy de buenas y el escuchar a un par de tontos hablar a su lado sobre temas sin sentido empeoraba las cosas.

—¡Cállense! —grito haciendo evidente que había despertado—. Me duele la cabeza y ustedes no dejan de parlotear tonterías.

Ambos habían estado han sumergidos en su platica que no notaron cuando Jimin despertó, y si fuerte grito los sobresalto.

—¡Jungkook, tráeme comida! Y tu, Namjoon, tráeme un vaso de agua, por favor.

Se miraron entre sí, perplejos. No se quejaron únicamente porque Jimin realmente luce mal. Se dieron media vuelta en dirección a la salida.

—A mi no me dijo por favor —murmuro el pelinegro en un puchero—. Que grosero.

Jimin escucho la risita de Namjoon antes de que estos desaparecieran de la sala de enfermería.

Su mente estaba dispersa, tenía lagunas mentales y no lograba recordar con claridad qué pasó aquella noche. Jungkook lo mordió, estaba seguro y la mordida en su brazo lo confirmaba.

Un dolor punzante en su cabeza le hizo cerrar lo ojos. Había recuerdos rondando por si cabeza pero no estaba seguro si eran reales o simples ideas por querer llenar los espacios vacíos.

Había una en específico que le causaba conflicto. Recordaba frases vagas, pero una en específico se clavó en su memoria, algo que aquel vampiro había dicho:

"Al final serás tú quien termine con su vida".

En su interior no había alguna posibilidad de que Jungkook lo llegara a lastimar.

El chillido de la puerta dio a saberle que ya habían regresado. Su castaña mirada fue en dirección a la puerta en donde Jungkook entró con una charola en mano. Los ojos del pelinegro estaban puestos en el vaso de agua evitando derramarla.

No parecía alguien peligroso, incluso lucia ingenuo e inocente tratando de no derramar el agua.

—¿En donde está Namjoon? —indago al no ver al mayor.

El pelinegro dejó la comida a los pies del castaño y suspiro aliviado, eso había sido una tortura para el.

—Tenía cosas que hacer —sonrió inocente.

—Ajá —encarnó una ceja al ver que estaba mintiendo.

Jimin había notado el hábito de Jungkook de desviar la mirada hacia un lado cuando mentía, pero el pelinegro se negaba a confesar que le había rogado a Namjoon para dejarlo a solas con el.

—¿Y Namjoon? —insistió—. Tengo cosas que discutir con él.

—¿Como te sientes?

Ladeo la cabeza—. Eres bueno cambiando el tema. Y considerando las mordidas sobre mi brazo y cuello, me siento mal —se acomodo el cabello echándolo hacia atrás—. Necesito hablar con Namjoon. Dile que venga.

—Puedes hablar conmigo —infló sus mejillas.

Sus brillantes ojos se iluminaron cuando el castaño no pudo contener una risita, y su corazón dio un vuelco cuando cubrió su boca con su pequeña mano.

—¿Hablar contigo? —lo miro—. ¿Sobre que?

—Sobre... —pensó en sus palabras—... tus cosas favoritas.

—Bien —aceptó sin más, y eso, para Jungkook, fue una sorpresa.

El pelinegro se sentó a los pies de la cama con demasiada emoción. Fue cuidadoso al tratar de no lastimar al castaño y junto sus piernas formando una mariposa. Estaba feliz y su grande sonrisa lo confirmaba.

—¿Cual es tu color favorito? —los ojos le brillaban.

—No tengo —respondió cortante.

—¡Vamos! —hizo un puchero—. ¡Todos tienen color favorito! Por ejemplo, a mi me gusta el negro.

—No te pregunté.

—Eres cruel —cruzó sus brazos molesto.

—Amarillo —murmuró por lo bajo, pero Jungkook al tener un súper oído, fue capaz de escuchar.

—¿Por que?

—Porque si. Siguiente pregunta.

—¿Comida favorita?

La mirada del castaño se ensombreció, sus ojos miraron un punto fijo y una débil sonrisa melancólica adorno su rostro. El recuerdo de su madre preparando su comida favorita le vino a la mente.

—El pastel de carne que preparaba mi madre en mis cumpleaños.

Jungkook nunca fue bueno consolando a las personas, normalmente hacía comentarios fuera de lugar o desviaba el tema al no saber que decir o hacer, pero con Jimin quería ser diferente, quería hacerlo sentir mejor.

—¿A que sabía? —la emoción se notaba en su voz, aunque después se dio cuenta de lo estupida que fue su pregunta.

Sin embargo, el castaño se metió tanto en aquel recuerdo que respondió de forma seria:

—Ella siempre se pasaba de sal, y a pesar de eso, lograba hacer que la comida supiera deliciosa —era impresionante que el teniendo seis años recordara eso—. Sabía que amaba el queso, así que le ponía más queso a la que sería mi ración —una leve sonrisa apareció en su rostro—. Yo... yo no supe de eso hasta que crecí. Ella... —su mirada se cristalizó, y no le importó cuando una lágrima resbaló por su mejilla—. Ella siempre dejaba de comer con tal de que yo no lo hiciera. Yo... Yo no logré darle las gracias por eso —lágrimas caían al recordar aquello—. Yo no logré salvarla.

Jungkook fue atraído hacia Jimin como un imán. Su cuerpo se movió con rapidez hacia el pequeño castaño y sus brazos lo envolvieron pegándolo a su pecho, protegiéndolo.

—Eras solo un niño, Jimishi —acaricio su cabello.

—Yo... debí sal-salvarla.
Su sollozo se había vuelto más fuerte, le era imposible hablar bien y el pecho le dolía. Era un sentimiento que había estado reprimiendo durante años, y sinceramente, no creía poder hacerlo por más tiempo.

El remordimiento carcomía a Jungkook, sabía que no debió de tocar un punto tan débil para el. No sabía que decir, ni que hacer. Su falta de experiencia en estos temas era notoria.

—¿Sabes que es lo más cruel cuando alguien que amas muere? —pregunto aún contra el pecho de Jungkook, pero este negó al no tener ninguna idea—. Que olvidas el sonido de su voz. Olvidas como sonaba su risa. Como se veía su rostro. Como era su aroma. Olvidas las cosas que parecían simples y absurdas, pero que ahora, te hubiera gustado haber prestado más atención.

Jungkook no entendió aquello, pero prefirió guardar silencio.

—Como sea —se aparto con brusquedad al notar lo patético que se veía llorando sobre el hombro de un vampiro. Se limpió las lágrimas antes de incorporarse—. Creo... Creo que aún tengo anestesia en mi sistema. No suelo llorar así. Y nada más dices algo sobre esto y yo -

Jimin fue interrumpido cuando las manos frías de Jungkook tomaron su rostro, ahuecándolo con dulzura.

—No tienes que darme explicaciones. Es bueno para ti desahogarte.

—¡Te dije que es la anestesia! —quiso apartarse, pero Jungkook no lo dejó.

—No es eso, lo sabes. Y yo lo sé —sonrío mirando sus ojos—. ¿Sabes como lo sé, Jimin? Yo veo algo que tus ojos no ven.

Parpadeo perplejo. Se sentía confundido, quería seguir sintiendo las manos del pelinegro sobre su rostro; era reconfortante para él, pero no quería ver lo vulnerable que en realidad era.

—¿Que es? —salió débil de sus labios.

—Lo destruido que estás por dentro —respondió mientras su mirada caía en los labios carnosos de Jimin, para después volver a sus ojos—. No seas duro contigo.

Su mirada cayó en una lágrima que resbaló por la mejilla de Jimin, y cegado por lo que ya comenzaba a sentir inclinó su rostro hacia el castaño y besó con suavidad su mejilla, justo en donde aquella lágrima había pasado. Se aparto lamiendo sus labios, quienes sabían a sal.

El castaño estaba perplejo. Con lentitud llevo su mano hacia donde había sido besado. Sentía como su rostro comenzaba a enrojecerse y como el calor subía por todo su cuerpo. No entendía la sensación de náuseas en el estomago y como se controlaba para no sonreír como un idiota.

"Es la anestesia". Aseguró el evitando mirar a aquel chico que hace poco lo había besado.

Del otro lado de la puerta, Namjoon había observando todo.

Estaba sorprendido por cómo Jungkook ni siquiera tuvo que rogarle para que se abriera con el. Y ese beso... Desde ese momento supo que aquellos dos chicos rotos habían formando un lazo que ni siquiera la muerte sería capaz de romper.

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