6
—No te odio a ti. Odio lo que eres.
Jungkook había perdido la facilidad para conversar, le era difícil mantener una conversación. Desde que fue transformado en vampiro dejo básicamente de relacionarse con personas de forma normal, ya que lo único que quería de ellas era alimentarse.
A veces se encontraba deseando poder conocer más como el para así sentirse menos solo, pero lamentablemente había un obstáculo. Como en todo, hay jerarquías. Hay dos clases de vampiros: los puros y los mestizos. Los puros son aquellos que nacieron siendo vampiros. Y los mestizos son humanos que fueron transformados en vampiros. Pero el ecosistema siempre busca una forma de equilibrio, y eso es mediante una cadena; los puros cazan a los mestizos, y los humanos a ambos. Por mucho tiempo los mestizos se han mantenido ocultos por temor a ser asesinados. Jungkook no entendía en donde pertenecía si no era con ninguno de ellos.
Su vida se había vuelto solitaria y monótona
—Seokjin probablemente te pregunté de donde eres... —pensó Namjoon rascándose su barbilla pensativo—, dirás que eres de un pequeño pueblo en Canadá.
—Pero soy de Busan —el pelinegro aclaro mirándolo atentamente.
Para el, Namjoon era una persona muy inteligente, incluso, no sabía porque, pero lo admiraba en secreto.
—¿Busan? —encarnó una ceja el mayor—. ¿Eres de corea?
—Si. Y también de Italia.
Namjoon lo miro por un momento, esto era confuso.
—No puedes ser de dos países diferentes, Kook.
Jungkook sonrió como un niño pequeño cuando escuchó el diminutivo en el que lo llamó, y supo que le gustaba como sonaba eso.
—Mi padre era de Busan, Corea. Y mi madre de Italia, se conocieron en Corea —explicó el pelinegro, revolviendo la mente del mayor—. Nací en Corea, y después nos fuimos a la ciudad natal de mi madre.
—Entonces eres de Corea —aclaro Nam—. Pero pasaste la mayor parte de tu vida en Italia.
—Creo que si... —esto se había vuelto confuso para Jungkook.
—Evita mencionar eso, solo irritarás a Seokjin.
—Pero, entonces, ¿le digo que soy de Corea o de Italia?
—De un pequeño pueblo de Canadá —repitió el mayor.
—Pero soy de Corea.
—¡Ya te escuché! —se exaltó el mayor, mirando con reproche al pelinegro. Si seguía así le sacaría canas verdes—. Pero lo que dices es confuso y solo alargarás el interrogatorio, aparte, sería demasiado raro que siendo de Italia hayas terminado tan al este. No puedes darte a notar tanto, tienes que ser más discreto.
—Con este collar no luzco discreto —se quejó.
—Ni con ese corte —se burló Nam, haciendo notar sus hoyuelos.
Jungkook se toco el cabello desconcertado, Jimin le había dicho que estaba seguro de lo que hacía, fue mentira.
El pelinegro veía como Namjoon estaba concentrado en un pequeño aparato en su escritorio, llevaba casi tres días haciendo eso. Solo veía como movía cables y apretaba algunos tornillos con ayuda de una lupa y un desarmador. Jungkook no sabía que hacía; aunque lucia genial haciendo. Namjoon se puso de pie y le mostró lo que acaba de construir, orgulloso.
—Este es un prototipo mejorado del collar que llevas en el cuello —explicó, tomando la muñeca del joven. Aseguró la nueva pulsera con un código que solo el sabía —. No creas que porque es pequeño no puede causarte dolor. Tiene la misma función que el collar, así que no intentes nada.
El mayor prosiguió a quitarle el collar que cubría el cuello del pelinegro.
—¿Estas listo? —quiso saber Namjoon, quitándose la bata.
Jungkook asintió dudoso. No estaba listo, de hecho, el prefería no ir con ese tal Seokjin, pero el mayor dijo que entre menos sospechoso pareciera, mejor.
—Solo trata de que tus respuestas sean cortas, pero no evasivas —lo aconsejo Nam.
El pelinegro asintió y ambos salieron del laboratorio. Estaban nerviosos por lo que pudiera pasar, y Nam algo ansioso por cómo resultaría todo. Solo rezaba que Jungkook no metiera la pata. Ambos caminaron por el largo pasillo en dirección a la oficina de Jin.
Jungkook observo todo con curiosidad, desde las paredes sin ninguna ventana hasta las personas que pasaban a su lado. Por un momento volvió a sentirse normal al ver que no parecían tenerle miedo. Y eso lo hizo feliz por milésimas de segundos.
—¿Que tenía que responder si me preguntaba mi edad? —cuestionó Jungkook frente a la puerta de la oficina de Jin.
—Dieciocho años —aclaro, sintiéndose curioso por cuál sería su edad verdadera—. Solo actúa normal y no llames demasiado su atención.
Con eso el pelinegro tocó la puerta y entró cuando escuchó la voz de Seokjin al otro lado invitándolo a pasar. De repente, la boca se le había secado y las piernas le temblaban. ¿Estaba nervioso? Si, aunque no sabia porque.
Seokjin estaba sentado el frente de su escritorio, revisando papeles que el pelinegro supuso eran importantes.
—Jeon —le sonrió, invitándolo a sentarse—. Siéntate, por favor.
—Gracias.
—¿Como has estado? —volvió su vista a los papeles en su escritorio—. Tardaste mucho en venir.
—Eh... si —balbuceó. Trago grueso cuando el aroma de Jin golpeó su rostro, provocando que salivara. El pelinegro siempre tenia hambre, pero podía controlarla, aunque últimamente sus ansias por beber sangre habían crecido—. Me había sentido mal.
—Entiendo, el mundo de ahora es difícil, ¿cierto?
—Supongo...
Las palmas le sudaban y podía sentir como su corazón golpeaba con fuerza su pecho, inquietándolo.
—No quiero quitarte tanto tiempo —dijo Jin, prestándole ahora toda su atención—. Así que te haré unas rápidas preguntas, espero y seas honesto.
—S-si.
—¿De donde eres? —Seokjin no perdió el tiempo y soltó la primera pregunta.
Trago grueso—. De un pequeño pueblo en Canadá.
Seokjin entrecerró los ojos, era desconfiado con las personas que apenas conocía—. ¿Que pueblo?
"Demonios. Demonios". Namjoon no lo había preparado para esto.
Jungkook siempre fue malo en matemáticas, pero para su suerte Geografía era una de sus materias preferidas. Busco información en su oxidado cerebro hasta que pudo recordar un nombre.
—De Ottawa —mintió. No estaba seguro si aquel pueblo pertenecía al país de Canadá, pero si el no lo sabía, menos Jin—. Es un pueblo pequeño —añadió al ver que el mayor no parecía confiar en el.
—Entiendo, y dime, ¿como terminaste aquí?
"No titubees al responder"; le había dicho Namjoon. Y eso hizo:
—Mi familia y yo escuchamos de un refugio al sur de donde nos encontrábamos, así que decidimos emprender el viaje, ya que nuestros suministros no dudarían un mes más —respiró antes de seguir—. Hace una semana fuimos emboscados por un grupo de vampiros. Yo... yo fui el único que sobrevivió.
Claro que todo lo que había dicho era una mentira. Se preguntaba cómo reaccionaría si supiera que en realidad lleva viviendo ciento dieciocho años.
—¿Solo tú sobreviviste? —parecía sorprendido.
—Si.
—¿Y eso como pasó?
"Hay preguntas que si puedes evadir. Usa aquellas en las que suele ser difícil explicar lo qué pasó y evade el tema", recordó las palabras de Nam.
—Preferiría no hablar sobre eso —aparto la mirada, fingiendo que realmente le dolía.
—Lo siento, se que debe de ser difícil —Seokjin hubiera preferido que contestara a su pregunta, pero le daría tiempo para que se recuperara—. ¿Recuerdas el lugar en el que tu familia y tú fueron emboscados?
—Todo pasó muy rápido, solo se que fue un poco al norte de donde estamos. Es puro bosque, así que es difícil para mi decirle donde exactamente.
—¿Recuerdas cuantos vampiros eran con exactitud?
—No.
—¿Eran mestizos o puros ? —insistió.
—No lo se...
Jungkook estaba comenzando a estresarse. Había tanta información en su cerebro y no alcanzaba a procesarla cuando Seokjin ya preguntaba otra cosa.
El mayor pudo notar la inquietud en el pelinegro, y la sensación de culpa lo invadió. Suspiro antes de darse por vencido.
—Es todo por hoy —Jungkook soltó el aire aliviado, se levantó con rapidez, pero Seokjin añadió:—. Antes de irte agrégate a esta lista. Nombre, edad y fecha de nacimiento.
Jungkook se regresó con lentitud, tratando de recordar cómo escribir su nombre y que fecha de nacimiento poner, porque en definitiva no pondría 1904. Las manos le temblaron cuando tomó el bolígrafo, al escribir le costo trabajo y se sintió avergonzado de su letra.
-Jeon Jungkook F.
-Edad: dieciocho años.
-Fecha de nacimiento: 4/ Julio/ 1904.
Abrió los ojos al darse cuenta de su equivocación y rayo el año de su nacimiento corrigiéndolo:
-Fecha de nacimiento: 4/ Julio/ 2004.
—Listo —dejó la pluma el terminar, aliviado—. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarlo? —preguntó antes de salir.
—En realidad si —pensó Seokjin—. Dentro de un mes habrá una misión, creo que deberías enlistarte y vengar la muerte de tu familia.
Jungkook lo pensó y llegó a la conclusión de que para ese entonces probablemente el ya no estaría aquí. Así que acepto:
—Lo haré.
Seokjin sonrío—. Bien. Le dire a Jules que te busque el día de mañana para tu primer entrenamiento. Es todo.
El pelinegro salió de ahí antes de que se le ocurriera otra cosa al mayor. Al salir se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración y las orejas le ardían. Sus grandes ojos escanearon el pasillo en busca de Namjoon, pero este no estaba. Tal vez se aburrió de esperar.
Decidido emprendió el camino de regreso, no era difícil regresar gracias a su buen olfato.
Su único obstáculo fue el aroma dulce del castaño que golpeó su rostro como una suave brisa de aire.
Cegado por el aroma comenzó a caminar en la dirección que su olfato lo llevaba.
...
Jimin había olvidado lo duro que eran los entrenamientos de Jules, o tal vez su condición física ya no era la misma. Las piernas le temblaban y eso que apenas había recorrido dos veces la cancha. El pecho le ardía y el sudor sobre su frente comenzaba a entrarle en los ojos.
Trotó agitado siguiéndole el paso a Suga frente a él, quien parecía apunto de colapsar. El era bueno con los cuchillos, pero el ejercicio no era uno de sus puntos fuertes.
Suga desaceleró el paso hasta quedar a un lado del castaño.
—¿Estás libre hoy? —le preguntó Suga trotando a su lado.
La bandana sobre su frente evitaba que el sudor entrase en sus ojos.
—Si. Pero si es para ti no.
—¡Por favor! Solo quiero alguien con quien beber —chillo, frunciendo su rostro—. Deja por un momento tu actitud idiota y emborráchate conmigo.
Aquello parecía tentador. El castaño no recordaba la última vez que se embriagó, o tal vez, fue hace un año. A Namjoon se le ocurrió la gran idea de hacer una pequeña fiesta para Jimin cuando esté cumplió la mayoría de edad. Mala idea. Darle alcohol a un adolescente con problemas psicológicos daba mucho que pensar. Termino vomitando sobre la taza y llorando por algo que no recordaba.
—Estoy ocupado —dijo jadeante.
Suga pensó que estaba mintiendo, pero Jimin realmente hablaba enserio. Había pasado una semana desde la ultima vez que vio a Namjoon y supo algo del pelinegro. Estaba tan ocupado con los entrenamientos que casi olvida qué hay un vampiro suelto en el campamento, por no hablar que últimamente se ha estado sintiendo cansado sin razón alguna.
—Como quieras —suspiro Suga rendido—. Búscame si cambias de idea.
Con eso aceleró el paso.
Cuando el calentamiento terminó comenzó el verdadero terror. Jules sabía como entrenarlos para que fueran eficaces, así que comenzó desde cero con todos. Trato de abarcar todas las armas posibles, desde cuchillos, Katanas, arco, espadas, lanzas, dagas y entre otras menos conocidas. Jules sabía que no había tiempo que perder, debía entrenarlos rápido y ser claro. Debían salir siendo expertos si querían salir vivos.
A Jimin lo emparejaron con Hela, una de las mejores tiradoras de lanzas, que si bien parecía delicada y tierna, sus golpes precisos y rápidos lo asombraron.
—¡Primera cosa que deben de saber! —Jules grito frente al grupo. Se movía de un lado a otro para que todos escucharan—. ¡Nunca deben apartar la mirada de su enemigo! ¡Y menos con los vampiros! Esos infelices son rápidos.
A pesar de que el castaño era el mejor arquero prestó atención a las indicaciones de Jules, para así poder mejorar aún más. El siempre se exigía demasiado hasta el punto de colapsar, y si no lo hacía solía ser duro con el mismo. Había días en los que no comía como era debido por pasar horas entrenando.
Esta era la cuestión para el: "solo los mejores sobreviven". Y el quería ser el mejor.
Aunque su propósito por vivir es diferente al de los demás.
Jimin tenía tantas cosas en la cabeza que ni siquiera noto cuando Jules dio la orden de atacar a su compañero de enfrente. Solo sintió como unas pequeñas, pero rápidas piernas se envolvieran alrededor de su cuello haciéndolo caer. El agarre de las piernas de Hela se hizo más fuerte, impidiéndole el paso de oxígeno a sus pulmones y lastimándole la herida que aún no sanaba. El castaño golpeó con insistencia los muslos de Hela, pero esta solo apretó más el agarre, haciéndole literalmente una llave con ayuda de sus piernas y brazos.
Al castaño le sorprendió si fuerza, y hubiera estado impresionado sino estuviera apunto de morir asfixiado.
—¡Hela! ¡Por el amor de Dios, ya suéltalo! —la reprendió Jules con las manos sobre sus caderas, negando.
Hela lo soltó y Jimin pudo sentir el aire inundar sus pulmones. Tosió varias veces hasta que se recuperó por completo. El castaño se puso en pie y pasó sus dedos por su cabello, frustrado. El cuello ya comenzaba a dolerle, pero sabía que si se quejaba Jules lo mandaría a descansar, y no quería eso. Necesitaba mejorar aún más.
—¡En sus posiciones! —el entrenador dio la orden.
Jimin y la chica se pusieron en guardia. El entrenador hizo sonar su silbato y con eso los duelos comenzaron. El castaño sabía que debía ser cuidadoso con Hela, ya que ella es buena en peleas de cuerpo a cuerpo, mientras que el es mejor con el arco o armas que conllevan distancia. Jimin siempre ha estado en contra de golpear a una mujer, incluso si solo es un duelo no lo soporta.
Hela fue la primera en lanzar un golpe hacia el rostro de Jimin, quien se cubrió y aprovechó que la chiva había bajado la guardia para darle un ligero toque en el lado derecho de su rostro.
—Es una pelea, Jimin. No me molestare si me golpeas de verdad —bufo Hela propinándole una patada en las costillas que hizo que el castaño se doblará de dolor.
Una sonrisa ladina apareció en el rostro del castaño, aceptando su desafío.
Dio un paso atrás, giró el lado derecho de su torso hacía atrás y se impulsó al frente, pateando el hombro de Hela. La la fuerte y rápida patada de Jimin logro desestabilizarla un poco haciéndola perder la guardia y dándole acceso a Jimin para poder golpear su barbilla.
El castaño creía que con ese golpe sería suficiente, pero Hela logró estabilizarse con rapidez y comenzó a atacarlo esta vez con más rapidez. La chica es pequeña lo que me da mayor ventaja.
El castaño ya comenzaba a agotarse. Los oídos le zumbaban y el sudor cayendo de su frente le entraba en los ojos, quitándole visibilidad. Agregándole a eso el constante dolor del cuello, iba a perder si no actuaba rápido.
Junto todas sus fuerzas y cuando vio que Hela lanzaría otro golpe, el castaño se agachó, tomó a la chica de la cintura y impulsó todo su cuerpo al frente para hacerla caer. Ambos cayeron en un golpe seco. El castaño quedó encima de Hela; jadeante y cubierto de sudor. Sentía que en cualquier momento el corazón se le saldría del pecho.
—Muévete —gruñó Hela, empujándolo de los hombros hacia un lado y poniéndose de pie para marcharse.
Jimin se recostó sobre el pasto seco de las canchas con el rostro hacia el cielo. El brillante sol le lastimaba la vista, pero lo hacía sentir feliz de alguna forma rara. Cerró los ojos para disfrutar aún más la sensación de paz, pero algo, o alguien cubrió el sol sobre el.
—¿Que haces?
La paz se esfumó al oír aquella vocecita.
Desinteresado abrió un ojo. La alta figura del pelinegro lo cubría del sol, y su silueta brillaba por el contraste de los rayos de sol. El castaño abrió el otro ojo para verlo mejor, su ceño se frunció en total confusión.
Jungkook llevaba una sudadera negra con el gorro puesto y unas gafas del mismo color para no ser lastimado por el sol. Definitivamente no pasaba desapercibido con ese aspecto. Jimin ni siquiera entendía de donde había sacado esas gafas, pero sabía que Namjoon tenía algo que ver.
—Metamorfosis —respondió el castaño—. Ahora quítate de mi vista. Me tapas el sol.
Jungkook frunció el ceño—. Creo que te refieres a fotosíntesis —lo corrigió.
"Ahora no solo es vampiro, sino también inteligente", pensó Jimin. Pasar tanto tiempo encerrado con Namjoon en esas cuatro paredes lo estaba volviendo como el.
—Es lo mismo.
—Técnicamente no lo es —negó el pelinegro, sentándose a un lado de Jimin—. La metamorfosis es un cambio o transformación en determinada especie. Y la fotosíntesis es un proceso químico que tiene lugar en plantas con clorofila, y que gracias a la luz permite transformar un sustrato inorgánico en materia orgánica rica en energía. Son cosas totalmente distintas, Jimi-shi.
Jimin parpadeo, perplejo—. ¿Que libro te tragaste? —el castaño miró de golpe a Jungkook y le soltó un golpe en el hombro al darse cuenta de algo—. Y no me llames así.
—¡Oye!
—Tu te lo buscaste.
De pronto el silencio se hizo presente, o así le pareció a ambos chicos, pese a que el entrenador gritaba. Jimin se relajo y dejo de sentirse incómodo ante la presencia del pelinegro, tal vez comenzaba a acostumbrarse.
Para Jungkook era agradable estar cerca del castaño aún a pesar de que este era malo con él la mayor parte del tiempo. El pelinegro estiró sus piernas y recargó su peso sobre las palmas de sus manos. Una grande sonrisa adornaba su rostro, y eso llamó la atención de Jimin, quien lo miro.
—¿Por que llevas gafas? Luces ridículo.
Jungkook las levanto solo un poco para que el chico pudiera ver sus ojos sonrientes—. Me las dio Namjoon. Soy sensible a la luz.
—Quítatelas —habló el castaño, y no era una recomendación, sino una orden—. Llamaras la atención.
—Pero... la luz me lástima.
El castaño suspiro, irritado. Giró su rostro hacia el pelinegro y dijo en tono seco:
—Ya nadie usa gafas de sol. Y usarlas solo hace notar el monstruo que eres.
La sonrisa del rostro de Jungkook desaprecio, escuchar eso dolía, más porque el no eligió ser un vampiro. No tuvo elección. Y no deseaba serlo. El castaño ni siquiera noto la expresión de Jungkook, solo estiró su brazo hasta alcanzar los lentes y se los quitó, doblándolos y guardándolos en su chaqueta.
—Así está mejor —asintió—. Presume tus bonitos ojos.
Jungkook tuvo que mirar hacia otra parte para que el castaño no notara lo rojo que se acababa de poner. Una sonrisita de emoción apareció en su rostro. ¿El cree... que mis ojos son bonitos?, se pregunto tratando de contener su sonrisa.
—¡JIMIN! —el grito del entrenador esfumó la paz que se había hecho—. ¡LEVANTA TU TRASERO Y VUELE AQUÍ!
El castaño levantó la mano en el aire e hizo la seña de "me gusta". Entre quejidos se puso de pie seguido de Jungkook.
—Vuelve con Namjoon —lo corrió, sacudiéndoselos los pantalones—. Yo no cuidaré de ti.
—Yo puedo cuidarme solo. Y quiero ver el entrenamiento.
—¿Para que? Hay cosas más interesantes que ver a un par de adolescentes quejándose y sudando.
Jungkook entrecerró los ojos por la luz, pero su sonrisa seguía ahí—. A partir de mañana me uniré a ustedes.
—¡¿Que?! —Park se detuvo de golpe, mirándolo horrorizado.
—Seokjin me pidió que lo hiciera.
—¡¿Y no se te ocurrió negarte?! —rio incrédulo—. Eres increíblemente tonto.
—Es que no se decir que no.
—No te soporto —Jimin lo miro de arriba a abajo.
El pelinegro sonrío—. Tendrás que acostumbrarte.
Jimin maldijo en su interior mientras se alejaba del pelinegro. Todo lo que estaba pasando era culpa de Namjoon, afuerzas quería un estupido vampiro. ¿Y lo peor? Jimin se había visto involucrado a base de chantajes. Ahora no solo tenía que lidiar con sus problemas personales, sino también debía mantener vigilado a ese vampiro con complejo de adolescente.
—Mi vida es un desastre —susurro para si.
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