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2

—Desearás estar muerto.
—Soy un vampiro. Ya lo estoy.

Wow. Eres increíble, Park —Namjoon estaba maravillado con aquel vampiro. Rodeaba la cama en la que estaba, asombrado. Los ojos cafés le brillaban de la emoción y no paraba de sonreír—. Su anatomía es igual a la nuestra.

—¿Estás bien, Jimin? Si. Estoy bien, Namjoon. No te preocupes —ironizó el castaño, haciendo una mueca de dolor al hablar. El cuello lo estaba matando.

—Que bien —sonrío el mayor, dirigiendo su mirada hacia Suga—. ¿Tú estás bien?

Suga hizo una mueca, tocándose el hombro lastimado—. Me duele el hombro, pero no es nada.

—Tengo un ungüento para eso, espera —dijo Namjoon, desapareciendo por la puerta del laboratorio.

Jimin suspiro—. Increíble. Yo casi muero y no me ofrece nada —murmuró, cerrando los ojos y recargando su espalda contra el respaldó de la silla, relajándose.

Curioso el castaño abrió los ojos, y posó la mirada sobre el cuerpo sin vida del vampiro. Desearía que así se quedara, pero el sabe que en cuanto su sistema se recupere, volverá a la vida. Su mirada hacia el vampiro era de odio puro, odiaba a cada uno de ellos. Observo a detalle al vampiro, el castaño noto que probablemente tenga dieciocho, (o fue convertido a esa edad, más bien), pero por su fuerza Jimin asume que tiene mucho siendo vampiro. Su cabello negro casi como el de un cuervo hace contraste con su blanca piel y acentúa sus fuertes rasgos.

Jimin frunció el ceño, y aún adolorido se inclinó hacia el cuerpo del chupa sangre, miro con confusión su ceja y su labio inferior. ¿Eso es una perforación? Se preguntó así mismo al ver el aro de metal en la esquina de sus labios y en una de sus cejas. Hizo una mueca de asco al ver la sangre seca en sus labios. Su sangre.

Namjoon le había quitado la ropa al vampiro en cuanto Jimin se lo entregó, ya que debía ser descontaminado antes de ingresarlo a la fortaleza. Su cuerpo lucia delgado, pero marcado, únicamente una sábana blanca lo cubría de la cadera hacia abajo, y uno de sus brazos estaba lleno de tatuajes que a Jimin no le interesaban en absoluto.

Suga observo a Jimin, y sonrío al ver como este no apartaba la vista del vampiro; su mirada detonaba el odio hacia ellos, pero aún así Jimin no dejaba de verlo, lo que le pareció curioso. ¿Que tanto miras, Jimin? Se preguntó Suga así mismo, mirando al vampiro. Suga pensó que el vampiro era demasiado atractivo, tal vez por eso Jimin no podía dejar de verlo. Después de todo, la belleza de los vampiros es la forma para atraer a su víctima.

—¿En donde aprendiste a romper cuellos? —indago Suga, sobándose así mismo el hombro adolorido.

—¿Que clase de pregunta es esa? —Jimin suspiro, mirándolo.

—Lo siento —se disculpó Suga avergonzado—. Solo que... la forma en la que le rompiste el cuello fue tan increíble —la palabra increíble se quedaba corta a lo que realmente había pasado por su mente en ese momento. Lo que realmente pensó en ese instante fue en lo atractivo que lucia, pero no lo diría. Para él, Jimin aún era algo cerrado a ciertos temas...

Jimin aparto la mirada de el con el ceño fruncido. Estaba comenzado a creer que estaba siendo demasiado duro con el.

—¿Como está tu hombro? —el castaño preguntó, intentando no sonar preocupado—. Note que te estaba molestando mucho antes de salir a la misión.

—Que observador eres. Me lo lastimé hace un mes en un entrenamiento —confesó, moviendo el brazo hacia atrás tratando de aliviar un poco el dolor.

—Ah —Jimin asintió, incómodo.

"¿Ah? ¿Solo eso dirá?". Se preguntó Suga; se sentó en la esquina de la cama en la que el vampiro reposaba, importándole un bledo estar tan cerca de un chupa sangre.

—¿No te disculparás? —Suga levanto ambas cejas, mientras apretaba los labios.

Jimin ladeo un segundo su cabeza, confundió—. Ya lo hice.

Suga se preguntó en qué momento lo había hecho, y abrió la boca para preguntar, pero un escándalo proveniente de la parte de atrás del laboratorio alertó a ambos, provocando que se pusieran de pie (con evidente esfuerzo), y corrieran hacia el ruido. Namjoon, a quien Jimin solía llamar "Huracán" por su habilidad para destruir todo, estaba tirado con botes de metal a su alrededor. Jimin miro con una mueca de desagrado al mayor, y noto que los estantes estaban derribados.

—Namjoon, ¿como demonios hiciste todo esto? —Jimin quiso saber, recargándose en una de las paredes; cruzando sus brazos.

—Ni siquiera me preguntes —se quejo, arreglándose sus gafas, las cuales por suerte siempre salían ilesas.

Namjoon miro a su alrededor hasta que sus ojos cafés dieron con el castaño, extendió su mano esperando ser ayudado, pero Jimin se dio media vuelta en dirección opuesta, ignorándolo. El mayor disimilo muy bien que fue ignorado mirando la palma de su mano.

Suga sonrío abiertamente, burlándose del mayor.

—¿Tienes el ungüento? —preguntó el chico con impaciencia—. Tengo cosas que hacer.

Namjoon extendió una mano con la que sostenía el ungüento, ofreciéndoselo.

—Emborracharte no es tener cosas que hacer, Suga —intervino Jimin desde el otro lado del laboratorio.

El chico se sorprendió un poco, incluso se emocionó al escuchar su nombre por primera vez salir de la boca de Jimin. Normalmente solía llamarlo de todo, excepto por su nombre.

—¡Calla, enano! —gritó desde el otro lado, arrebatándole el ungüento a Namjoon, para después salir corriendo de laboratorio.

—¡Oye! —le grito el castaño, molesto. 1.73 no es ser enano. Trato de consolarse así mismo—. ¿Quien se cree ese idiota? Mido lo mismo que el. Uno setenta y tres no es ser enano, tengo una estatura promedio —Namjoon salió de entre la parte de atrás sobándose el trasero—. ¿Tú crees que soy enano?

El mayor lo miro de arriba a abajo, pensando si sería correcto decirle la verdad o no. Lo que menos quería era recibir un golpe del pequeño Jimin.

—Yo mido uno ochenta, ¿por que me preguntas cosas tan obvias? —se rascó la cien, agotado.

—Me siento traicionado, profesor Kim —Jimin se tocó el pecho, dolido.

Namjoon ignoro lo que el castaño le acababa de decir, ya que noto movimiento en la mano del vampiro. Con rapidez se acercó hacia el, mirando la herida que le había causado Jimin con el veneno. Su cuerpo tenía dificultad para regenerarse, y eso Namjoon lo pudo notar, los tejidos se regeneraban con lentitud y esfuerzo. Pero aún así le resultaba increíble.

—Es fascinante —murmuró, maravillado.

—Tienes un grave problema, Namjoon —dijo el castaño, poniéndose de pie—. Me voy. Tú puedes quedarte y seguir babeando por esa basura —señaló al vampiro.

Jimin se dio la vuelta dispuesto a irse; ya no tenía nada que hacer ahí, y sinceramente estaba agotado y adolorido, pero Namjoon hablo sin apartar la mirada del chupa sangre:

—Supe que te mordió, ¿debería preocuparme?

Jimin se detuvo en la entrada—. Claro que no. Sabes que una mordedura no nos transforma.

El mayor sabia eso, pero aún así le preocupaba que hubiera algo que aún ellos no supieran. Los vampiros son seres complejos; por lo que Namjoon ha investigado, su sistema funciona tal como lo hace el de un simple mortal, con la única excepción que lo hace el triple de rápido. Su curación es rápida, al igual que su digestión. Si bien sus sentidos son más agudos y están mejorados, por alguna razón eso los hace un poco más vulnerables. Por ejemplo; cuando un ser humano esta en la fase de transformación de humano- vampiro, o metamorfosis; como Namjoon la denominó, es una agonía, ya que, según lo que ha investigado, una transformación es demasiado dolorosa, incluso puede matar al portador si el virus no es compatible con su sistema.

También hay otra cuestión con el sol, si bien se creía que el sol les causaba quemaduras, eso es una falacia. El sol no es capaz de esa reacción en ellos, pero si los daña de cierta manera. Su vista es más sensible a la luz del día, por eso prefieren lugares oscuros o con poca luz.

—Lo se —suspiro Namjoon, preocupado—. Pero no está de más que te hagamos estudios y tomemos precauciones.

Jimin apretó los labios al mirarlo, el dolor punzante en su cuello hacia que fuera incapaz de moverlo aunque fuera milímetros sin sentir dolor. Y ni hablar de su espalda, la arrastrada que le dio ese chupa sangre de seguro le dejara moretones.

—Estoy bien, Namjoon. Deja de preocuparte —bufo, molesto.

El mayor se acomodo sus gafas, mirando con preocupación a su amigo. Él más que nadie sabía que no iba a hacer cambiar de opinión al castaño. Jimin es más terco que una mula, según él.

Namjoon vio como el castaño salió del laboratorio, dejándolo con el chupa sangre, quien poco a poco iba recuperándose. El mayor siempre ha sido sensible, incluso se compadece de los vampiros, así que no pudo evitar no sentir pena por aquel chico sobre la cama, quien para el lucía como un adolescente. Pero ya no lo era.

—Lo siento —se disculpó Namjoon en un susurro por lo que estaba apunto de hacerle.

...

Todo pasa demasiado rápido. Aquellos recuerdos se impregnan a su memoria como si fueran suyos. Todo lo ve a través de los ojos del castaño es una pareja siendo devorados por un chupa sangre. La mujer, quien debe de ser su madre, yace en el piso; su mirada se posa en el pequeño castaño y una lágrima recorre su mejilla hasta caer en la alfombra blanca, ahora sucia por la sangre...

Sudor frió bajo por la sien del vampiro, mientras se retuerce de dolor, y gemidos a causa de aquel veneno escapan de su garganta. Las memorias de aquel chico castaño lo atormentan, toda su vida pasan por delante de él dándole fuertes dolores de cabeza.

El precio por beber sangre.

El vampiro despertó jadeante y confundido. Sus negros ojos se cerraron de golpe al sentir la fuerte luz blanca en su rostro. Trato de cubrirse aquella luz con una de sus manos, pero una gruesa cadena rodea su muñeca. Con frustración dejó caer su mano en la cama; quería abrir los ojos y ver en donde se encontraba, pero su vista estaba más sensible de lo normal. Quiso incorporarse, pero un dolor en su abdomen se expandió hasta su pecho, haciéndolo gruñir de dolor.

Veo que ya despertaste —anunció Namjoon, entrando al laboratorio con un cubrebocas y unos goggles.

El pelinegro supo de donde provenía la voz; giró el rostro aún con los ojos cerrados hacia la entrada.

Aquello le fascinó al mayor: sus sentidos son exactos. Escribió en la pequeña libreta que siempre carga. Ladeo la cabeza curioso al ver que el chupa sangre no abría los ojos. Nota dos: es sensible a la luz. Agregó, retirándose los guantes de látex manchados con la sangre del vampiro.

El pelinegro pudo oler su propia sangre mezclada con aquel chico de anteojos; aún seguía aturdido y la boca la sentía seca. Por no hablar de lo hambriento que estaba.

—¿Po... podrías... apagar eso? —preguntó el pelinegro con dificultad, refiriéndose a la lámpara sobre su rostro.

El mayor sabía el problema del habla en los vampiros. Al convertirte en un chupa sangre, dejan de comunicarse como normalmente lo hacemos, es por eso que muchos que son transformados olvidan cómo hablar, ya que entre ellos nunca más lo hacen.

Namjoon se acercó con torpeza hacia el vampiro, su mano toco la perilla de la lámpara, estaba dispuesto a apagarla, pero prefirió no hacerlo.

—Lo siento —el mayor se disculpó arrastrando una silla para poder estar a su lado—. Se que la luz te incomoda, pero es una manera de controlarte.

El pelinegro sacudió su cuerpo enfurecido, tratando de romper las cadenas, pero era imposible, estas estaban recubiertas con veneno.

—Solo te harás daño —Namjoon dijo, acomodándose las gafas.

—¿En donde —el vampiro hizo una pausa; tragando grueso—... en donde estoy?

—Estas a salvo —trató de tranquilizarlo Nam al ver su respiración acelerada—. Prometo liberarte.

—¿A cambio de que? —gruñó el pelinegro, tratando de mantener la calma.

Incluso el vampiro sabía que todo tenía un precio. Ya nada volvería a ser gratis nunca; ni siquiera los favores.

—Ser mi experimento —respondió el mayor. Aquella palabra sonaba fea para el, pero no encontró otra manera de llamarlo—. Déjame experimentar contigo.

El vampiro rio burlón, suspirando.

—Ya lo hiciste —respondió el pelinegro. Desde que despertó supo que algo estaba mal, su cuerpo le dolía y sentía el estomago como si le hubieran revuelto todos sus intestinos—. Así que aceptar o no, no es una opción para mi.

Nam anotó más cosas en su pequeña libreta, detallando cada cosa que notaba extraordinaria en el vampiro.

—Mordiste a mi amigo —dijo el mayor, casi en un reproche—. Creo que estamos a mano.

Una memoria fugaz atravesó los ojos del pelinegro; un pequeño niño presenciando el asesinato de sus padres. Odiaba eso. Odiaba no poder beber sangre a gusto.

—¿En donde... en donde está el? —sin saber cómo, el vampiro se encontró preguntado por aquel chico castaño.

Namjoon se vio ligeramente curioso por su repentina pregunta, se inclinó interesado hacia el frente, prestándole aún más atención.

—¿Él? —frunció el ceño—. ¿Quien? —quiso saber.

—Al que mordí.

—Ah —Nam brincó en su asiento, aún más curioso—, ¿te refieres a Park Jimin? ¿Que quieres con él?

Namjoon estaba preparado psicológicamente para todo, pero lo que el pelinegro dijo lo dejó con la boca abierta:

—Su sangre... no termine de beberme su sangre.

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