Dedicatoria #3: Si recuerdan que es un enemies to lover ¿no? Una fuerza interior me decía que teníamos que vivirlo, la culpa me susurraba que era demasiado tarde.

Apuesto a que no sabías lo mucho que revolucionaba en mí verte vestido de negro, suena gracioso, pero nunca me había sucedido con ningún otro. Sin querer me hiciste un hueco en tu mundo: imbecilandia.

Yo no quería besarte, no, mis impulsos siempre acaban en extremos, es mejor no darme el mando; mientras yo me reservo el control de mis ganas, tú podrías sorprenderme con algo cliché.

¿Por qué no? Algo que viene de ti siempre terminaría fascinándome.

No entiendo cuál es tu problema castigándome con tu falta de amabilidad, un caballero nunca deja con desazón a su dama, o a una cualquiera, lo que yo fuera para ti.

Si en un mundo donde atreverse es similar a lanzar bengalas, conocerías un lado muy distinto de mí. Pero en mi mundo, en ese dónde reinas tú, donde estoy abrumada de tantas sensaciones y emociones, no me apetece actuar, solo requiero que tomes el dominio de la situación y al menos, seas creativo.

Mis intenciones hacia ti siempre estuvieron ensombrecidas por las ansias de saber a qué tanto podías hacerme llegar, con tanto poder que posees, mandarías sobre cada uno de mis próximos movimientos a tu antojo.

Me conozco, solo que no puedo aliviar tus penas revelando todo lo que a mis pensamientos sobre ti les concierne. Sería no ser yo.

Podría hacer y deshacer como si fuera la chica que está más prendada de ti, pero eso sería no ser yo. Ser yo va más allá de acciones, ser yo es todo aquello de lo que no fuiste capaz de plantarle cara.

Ser yo es aquella pieza intimidante que le da igual lo que piensen los demás. Ser yo me impidió comprenderte, ser yo nos hizo tan diferentes. Ser yo pudo con todo, excepto evitar que me fijara en ti.

Creerás que ser loca es una condición inherente de mi personalidad. Pero hay niveles, una loca te buscaría sin descansar, y al final no obtendría nada.

Mi batalla interna fue garantizarme que no valdrías la pena, y equivocarme. Equivocarme como si fuera la primera vez. Me cuestioné demasiadas veces porque no podía comprender lo que sentía por ti.

Busqué por todas partes el origen catastrófico de esto, así podría presumir el final. Lo supe inmediatamente, conecté con el día, la hora, el momento justo, cuando elegí que fueras tú.

Ignoré todas las advertencias, hice caso omiso a mis presentimientos. "Solo si alguien viene y se me mete entre ceja y ceja...", eras tú, no pretendía evitarlo, pasaría.

Fingiría que fue por accidente. Que siempre tropecé por accidente.

Provocar cosas no era mi mayor fuerte. Solo podía burlarme de mi karma, era tan lindo, tan él, no podía compararlo a aquellas primeras veces, a él solo quería abrazarlo.

Deseé que asimilaras que por ti no siento gran cosa, por ti siento, vivo, soy, pudiera seguir otorgándole pasos de mi existencia a tu nombre, ¿pero para qué? No harás nada productivo con ello.

Sé que dejé de hablar en pasado, pero la mente no distingue entre fantasía y realidad, ni yo tampoco.

Pudiera delirar y de mi boca también saldría tu nombre, mis más oscuras intenciones tienen de propósito tu nombre. No debías saberlo así, sería poco arriesgado de mi parte.

No hago las cosas solo porque sí; yo piso fuerte, sobre todo cuando pienso irme.

No hay nada que hacía tanto ruido en mi interior como el vivo, y muy cruel: arrepentimiento. Jamás miro hacia atrás, pero a ti hasta desde las sombras te observo y no, no he querido dejarlo atrás.

Un destello de lo poco que quería podía traerme de vuelta a esa ilusión. Tus idioteces sobresalían cuando todas las circunstancias daban señales de que serían probables de existir. De algún día llegar a "ser".

La opción de silenciarte me tentaba, me desesperaba tener que lidiar contigo, no podía ni conmigo misma. Y era tu culpa.

Imperturbable, yo iba por la vida diciendo que lo era, que nada alteraría mi estado impasible. No existía para estar ocupándome de retos predecibles.

Pero tú llegaste a desafiarme, mi ego se volvió imponente. Pero creció mi necesidad de ser atendida por el mismo que me condenó.

Lo que no puedo poner en palabras es lo más difícil de esfumar cuando tengo vivo tu recuerdo.

Tú, solo tú, insignificante imbécil, cautivaste todo en mí, representaste exactamente lo que quería en este momento.

El no tenerte me convirtió en una persona muy molesta, somos culpables. Pero yo más.

Perdón, perdón por enamorarme de alguien que no tenía idea de que yo jamás me había enamorado. Y que quizá, por eso, jamás entenderás porque fui como fui, sintiendo todo esto por ti. 

NOTA DE AUTORA:

5/5

No creo que los haya dejado sin estabilidad emocional... Conmigo como víctima es más que suficiente.

¿Fue triste o esperanzador este desenlace?

¿Qué creen que viene después de esta dedicatoria?

¿Sabían que aún no olvido su respuesta de la primera y última vez que le confesé lo que pensaba?

Vivir de un extremo a otro fue agotador, demandaba la paciencia con la que lamentablemente no había nacido.

Recuerdo cuando le dije que él siempre cumplía mis expectativas, solo que de él siempre iba a esperar lo peor.

¿Creen que hay historia detrás de la crueldad de mis palabras, o no hay justificación?

Consejo: Lo peor de mentirles a todos es mantener esa mentira frente a quienes quieres.