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Cap. 8

Edad: 17 años 

💕Si o si💕

El sol invernal me  molestaba, habia corrido las cortina de mi habitación y eso logro despertarme. Estaba tan frio que ni la luz me convenció para salir de mi cama, estaba cómoda, entre las tibias sabanas y esponjosa almohada que mamá me habia comprado la semana pasada. Era una paz, tranquilidad amortiguadora.

Hasta que Carlitos y Lily entraron corriendo y se pusieron a saltar sobre mi cama.

¡Es el día, Es el día! -Gritaban, Carlitos se tiro encima de mi y me desatapó. Busque las mantas con  mi mano, pero las habia apartado hasta dejarlas al borde de la cama. Genial, ahora debía levantarme.

-¿De hablan Chiquis? -Les pregunte irritada. Los ojos azules de Lily brillaban de felicidad, algo la tenía muy emocionada. Algo que yo no podía recordar. 

-¡Es el día! -Repitieron. Con un movimiento rápido los bote de la cama. Se quejaron un buen rato mientras yo intentaba volver a conciliar el sueño. Hasta que al fin se callaron.

-Ahora que estan calmados y no estan aplastándome, Me dirás que bendito día estan hablando 

-¡Es el cumpleaños de Lincoln-Exclamaron al unismo, ambos tenían muchas cosas en común, pero algo en Lily me daba mala espina. 

¡Claro! Era el cumpleaños del anciano. Lo había olvidado por completo. O al menos eso intente. 

-¿Y por eso me despiertas? -Le gruñí ,Carlitos y Lily ya tenían Catorce años y seguían siendo bastante infantiles. Rita los cuidaba como si su vida dependiera de ello, porque no podía ver mucho a sus demás hijos.

-Si, es que ya es un adulto, ¡Ahora es un hombre! -grito otra vez. Iba a dejarme sorda antes de que cumpliera 18. 

-¿Y que se supone que era antes? -Los tres miramos hacia la puerta, donde se apoyaba Lincoln en el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho. Iba en pijamas igual que los pequeños. Tenia el cabello despeinado y se notaba a lo lejos que recién habia despertado. 

-Eras un hada -Le dedique una sonrisa burlona y él me devolvió una mirada asesina. Tuve una larga discusión con él después de que me regalara a Lalo II, le explique que todos esos años creía que el hada de las galletas me las dejaba frente a mi puerta cada vez que me sentía mal.

Le dije que era un acto dulce de su parte, pero que no lo hiciera más hasta que se me pasará el enojo por lo de mi mascota, que si quería pedir perdón una simples galletas no bastarían. No rechisto y me hizo caso, como todas las cosas que le pedí después de ese día. 

-Lo importante es que ahora soy un hombre... 

-Y mi chofer -Agregue rapidamente. Carlitos y Lily estallaron en carcajadas. 

Cuándo Lincoln fue a dar su examen de conducir, se pudo tan nervioso que termino por atropellar a las ancianas de maniquí que colocaban en la pista, pincho un neumático y vivió su primer choque en el que destrozo toda la parte delantera del auto. Seguía siendo el mismo desastre como conductor que a los quince años.
El auto que papá le regalo para sus 16 seguirá estacionado en el porche una temporada más. 

-Al menos tengo un auto -Me dijo. Entro a mi habitación y se sentó sobre la cama- Y un pijama decente. 

Observe mi pijama, un pantalón abrigador con puntos y una camiseta muy grande. Por las noches hacía frio y en las tiendas no vendían nada más normal que esto. Era mejor que el pijama de Barbie. 

-Pero yo tengo licencia -Duro golpe para Loud. Pude ver como se le distorsionaba la sonrisa burlona- Ahora ambos -señale a los pequeños-Largo, Tu, anciano, quédate. Lily y Carlitos se quejaban mientras salían, todo los años les hacia lo mismo; Ellos me despertaban para el cumpleaños de Lincoln, él llegaba y yo lo echaba. 

-¿Cuál es mi regalo esta año? -Me pregunto. Era la misma rutina año tras año, pero como Lincoln no parecía molestarle ni aburrirle, yo continuaba haciéndolo. 

-Como ahora eres un "Hombre" -pus énfasis en la ultima palabra para que se notara el sarcasmo- Mi regalo será algo que te dará más responsabilidades. 

-Y el echo de que trabaje en una pastelería todas las tardes, que este por graduarme y por conseguir una beca en una de las mejores universidades de Estado Unidos no tiene nada de importante -Recalco. Lo hice callar con un golpe en la cabeza, odiaba cuándo se ponía así. Solo tenía que recibir el regalo y ya. 

-Si no quieres el regalo, esta bien. Se lo puedo dar a Lily.

-Es broma, quiero ver que me darás - Me dijo en un tono de disculpa. Me habia tomado de las mano, acariciando mis dedos. Era una manía que tenia, cada vez que se sentía culpable o me hacia enojar, me agarraba de la mano y me provocaba cosquilleos su suave roce. A veces fingía que era molesto que lo hiciera, pero la mayoría de estas lo dejaba, era agradable. 

-Si me sueltas podré entregártelo -Le dije. 

Él aparto su mano y me dejo ir hasta mi armario. 

Era cruel haberlo escondido allí, pero si lo sacaba, Lincoln lo hubiera encontrado. Saque la caja roja con punto dorados con un enorme lazo en la tapa. A los lados tenía algunos agujeros para que no se muriera asfixiado. 

-¡Taran! -Exclame, entregándole la caja. 

Lincoln sonrió y la abrió. Su rostro de ilumino como las luces de navidad. 

-Es hermoso... -Susurro. Lo saco de la caja y lo sostuvo con una mano, era tan pequeño y adorable que nadie se resistiría a su encanto- ¿Cómo se llama? 

-Es tu gato, tu decides -Lincoln miro al pequeño gato y le acaricio con el pulgar la cabeza. Era diminuto e indefenso, de un gris poco peculiar. 

-Podría llamarlo... ¿Ronnie?

-¡Es macho! -Casi grite. Lincoln me miro con una sonrisa burlona y siguió 

-Lo llamare, Cliff, Gracias, es hermoso -me dijo. Me beso la mejilla y me paso el brazo libre sobre los hombros. 

-Bueno, aprovecha que hoy es tregua porque ya veras mañana si te pones así de sentimental conmigo -el rio más fuerte

Era una tradición entre los dos, que cada año, en nuestro cumpleaños, habría una tregua. No podíamos discutir, ni pelearnos, ni siquiera insultarnos. Si estaba permitido bromear, pero no enojarnos. Lincoln aprovechaba esta oportunidad al máximo, se ponía muy cariñoso y empalagoso. Casi romántico. No estaba mal lo que hacia, pero prefería que los demás no lo viesen cuándo se ponía en ese plan. él se acostó en mi cama con Cliff y empezaron a jugar. Cliff apenas se movía, pero Lincoln no le importaba. Lo trataba como un bebe. Busque algo de ropa para cambiarme ese horrible pijama. Lincoln me siguió  con la mirada hasta que me encerré en el baño para darme una ducha y vestirme. Desde la "Borrachera" que tuvimos en la escuela de verano, Lincoln empezó a tomarse alguna confianzas. Fue de poco, sin darme cuenta hasta que termine por acostumbrarme. Como por ejemplo, el hecho de que entrase a mi habitación como si fuera suya y se quedara todo el tiempo que quisiera haciendo cualquier cosa. Al principio me pareció impertinente, inaceptable. Después me chantajeó con que podía ayudarme con las tareas atrasadas y así mi cuarto se convirtió en el suyo. 

Salí de la tina con el cabello mojado, me puse una bata y abrí un poco la puerta para ver si Lincoln seguía allí. 

-Pssst, pon calefacción, se me congela el trasero aquí adentro -le dije

-No tenias que ser tan explicita. 

-Menos bla bla bla y Muévete -Dejo al gato recostado sobre mi almohada y fue hasta el pasillo donde estaba el control de calefacción. Se activaba a las ocho de la mañana pero desde hace una semana que se habia averiado y habia que encenderlo manualmente. 

A unos segundo sentí como la temperatura de ambiente cambiaba a una más cálida, me relaje y cerré la puerta para poder vestirme. 

Este año no habría nada espectacular para el cumpleaños de Lincoln, una pequeña cena y listo. Por lo tanto me vestí con la misma ropa de todos los días; un pantalón abrigador, zapatillas y una polera. Lo importante era no conseguir un refriado.

-Al fin sales, asesino se estaba aburriendo. -Me dijo Lincoln cuándo salí del baño 

-¿Asesino? -inquirí 

- Si creí que Asesino era más apropiado que Cliff -Le lance lo más cercano que tuve en la cabeza y me tire arriba de él con un salto. 

-Será mejor que lo cambies o sufrirás las consecuencias -Le amenace 

-¡TREGUA! -Grito, entonces me calme, iba a salirme, pero él me lo impidió- ¿Alguna vez te dijeron que te vez muy linda cuándo amenazas? -Sentí mis mejillas arder y me solté de su agarre, él rio y me saco la lengua. Jugamos unos minutos con Cliff hasta que no llamarón para desayunar. 

Lincoln no se había vestido, así que cuándo bajo en pijama y se encontró con su clase allí, casi se desmaya. Había globos y serpentina en la entrada del comedor, con una torre de regalos. Atrás de los amigos de Lincoln vi a Chloe y Alex, corrí a abrazarlos antes de que Lincoln acaparara toda su atención. También pude ver a Sid y a Clyde, quienes se habían hecho pareja una semanas antes, ambos tenían muchas cosas en común y se gustaban, claro al principio fue algo raro porque todo éramos amigos y el echo que dos se hayan hecho pareja era raro, pero aceptamos su relación, definitivamente ambos estaban hecho el uno para el otro.

-Esto de que le cumpleaños de Lincoln haya caído un día sábado resulto divertido -Me dijo Chloe. Me había ondulado el cabello y le caía por los hombros con cada movimiento. 

-No esta mal, al menos no tengo que cargar los regalos que le dan las chicas de la escuela -le dije

El año pasado, un total de 47 chicas le regalaron algo. Eran distintas edades, desde niñas de diez años hasta las de dieciocho, Y la pobre persona que tuvo que cargar con esos regalos fui yo. Algunos eran ridículos, como un peine, calcetines, camisas, etc. Pero otros eran simplemente encantadores, como un dibujo con lapicera negra o celeccion de pulseras. Sin embargo, hubo a pesar de negarme, Lincoln me los dio. Le dije que estaba mal regalar algo a otra persona que te daba, pero dijo que nadie lo sabría. Eran dos libros viejo, desgastados pero aun así perfectos, Uno era de Alicia en el pis de las maravillas y Peter Pan. Salte, grite y lo abrace de la emoción cuándo me lo dio, después de que mis padres botarán todas mis cosas a la basura, incluyendo mis dos cuentos preferidos, no me habia comprado nada con respecto a ellos por el miedo a que sucediera de nuevo. 

-¿Que le regalaste?  Tal vez un beso -Y  ahí estaba Alex con sus insinuaciones. Chloe al menos sabría que entre los dos no pasaría nada y comprendieron que no era divertido molestarme cuándo comencé a emparejarlas con Ron y Noah una vez que me vinieron a visitar. Quedaron enganchadas con ellos, Los miraban y conversaban sin acordarse de mi. A Lincoln no le agrado mucho esa visita, aún se sentía amenazado por Noah, por Ron no porque el ya tenia Novia.

¡Los regalos! -Exclamo alguien. Lincoln entre la multitud pude ver a Cristina, la muy víbora convenció a Lincoln y se hicieron amigos. No dije nada al respecto, si el quería tener esa clase de amistades yo no era quien para detenerlo. Aunque seguía sin gustarme la idea de que esa tonta pisara el suelo de mi casa, Mientras antes se fuera mejor. 

-¡Es un... gorro! -Gritaron a coro cuándo Lincoln rasgo la envoltura. Se lo coloco enseguida y continuo abriendo regalos. 

-¡Ahora el mío! -Dijo Cristina de repente. Me molestaba tan solo escucharla. Cristina le entrego una pequeña caja plateada. Lincoln la destapo y como si nada los colores comenzaron a encender se en sus mejilla, Luego toda su cara... ¡Incluso su cuello! 

-Gra... Gracias, Cristina -Le dijo con dificultad- 

A todos nos entro la curiosidad. Nos acercamos hasta rodearlos, impacientes por saber que le había dado. 

-¿Que es Lincoln? -Pregunto Clyde abrazando de la cintura a Sid. 

-Algo, pero no puedo mostrárselos -nos dijo, aun con la cara roja. 

-No seas así, anciano -Le dije, y haciendo uso de nuestra confianza de tregua le quite de las manos la caja y vi lo que habia adentro. 

Hubiese preferido no hacerlo, pero ya era demasiado tarde cuándo me arrepentí. 

-¿Como se te ocurre Cristina? -Le grite cuándo salí de la impresión. Ella rio y se encogió de hombros, no le importaba la vergüenza que sentía Lincoln en esos mementos.

-Ya esta  grande, ¿No?, En algún momento tendrá que ocurrir, si es que ya no sucedió. Y estar seguros nunca esta de más -Dijo con un deje divertido en la voz. Eran preservativos, una caja LLENA de preservativos. 

Esa chica estaba demente. 

La iba a golpear pero Clyde me sujeto del brazo y me detuvo. 

-No vale la pena, Ronnie -Susurro al oído. Me tranquilicé mientras abrían el resto de regalos, sin quitarle la vista encima de Cristina. 

Cuándo al fin se marcharon, mis amigos prometieron volver mañana para ir al parque de diversiones, llagarían Linka, Ron y Noah para celebrar el cumpleaños de Lincoln así tendríamos un día de diversión

-Si yo fuera tú, no hablaría nunca más en mi vida con Cristina -Regañe a Lincoln mientras nos sentábamos en el comedor. La mesa estaba servida, habia café, chocolate caliente, galletas, pasteles y tostadas. 

Comimos en silencio hasta que Lincoln habló... 

-En realidad... Yo le pedí eso.... -Escupí todo el chocolate que estaba bebiendo en la mesa. 
¿Qué el habia hecho que? 

-¿Ah? 

-Bueno, lo necesitare, ¿no? -me dijo como si nada. Yo estaba ahogándome con el propio aire que respiraba. 

-Así que el pequeño Lincoln es un pervertido -le dije más como un reproche que como una broma. Me acaricio otra vez la mano, pero la aparte antes de que surgiera efecto. Me miro sorprendido, estaba quebrando la tregua y no me importaba, no podía hablar de esas cosas como si fuera lo más normal del mundo-*En realidad, lo era, pero tampoco quería darle la razón*

-No sé porque te pones así, solo son condones, nada del otro mundo -me respondió. Controle las ganas que tenía de zarandearlo, no me incomodaba que hable de esas cosas, ya estábamos grandes. Lo que en realidad me enojaba era el hecho de que se los había pedido a Cristina. 

-De todas formas , no has estado con una chica desde los quince, y eso que fue tu primera novia, ¿Para que los necesitas ahora pequeño pervertido? 

-Los guardo para una chica especial, pronto estaremos juntos y quiero estar preparado -y ahí fue cuándo los celos aparecieron. 

Odiaba admitir que aún sentía "cosas" por Lincoln. Era estúpido porque el único trato que teníamos  era el de hermanos, eso parecíamos. Sin embargo, esa oleada de rabia que se acumulaba en mi pecho no era casualidad, él solo imaginar que Lincoln pensaba acostarse con otra me revolvía el estomago y me quitaba el apetito. 

-Eres repugnante -le bramé y me levante furiosa. Deje la comida a medio comer, pero no me importaba, Lincoln había hecho que todo me supiera asqueroso. 

-¿Que dije ahora? -escuche que decía 

Me encerré en mi cuarto y no o salí de allí hasta que Rita toco para decirme que la abuela había llegado. Demore en baja porque intente verme decente. 

Abajo todos conversaban alrededor de la chimenea, habíamos dejado las luces dé navidad puestas e iluminaban la estancia de modo que se viera mágica. Ignoré olímpicamente a Lincoln y me senté al lado de la abuela. Le di un enorme abrazo y me comí a escondidas las galletas que me trajo. A la hora del almuerzo llegaron Bobby y Lori con una maletas ya que se quedarían el fin de semana, Rita no paraba de sonreír y abrazarlos. 

El día transcurrió tranquilo, Salvo el hecho que Bobby y Lori estaban un poco "cariñosos". Por la tarde aparecieron las hermanas de Lincoln con las visitas completas, solo faltaba la cena que tenían preparada para la noche y al fin acabaría la tregua. Las ganas de gritarle a Lincoln eran incontrolables.
Fui lo más educada que pude con todos, evitando dirigirle la palabra a Lincoln. La abuela se dio cuenta y me pregunto el porque estaba así. 

-Porque es un idiota- Le conteste

-No deberían estar enojados, en especial hoy -quise decirle el verdadero motivo de mi enojo a la abuelo, pero si de los decía los más seguro era que le de un infarto. - Él se disculpara, tenlo por hecho. No resiste más de dos horas sin verte a los ojos y escuchar tu voz 

Quise saber que tan cursi sonaba eso, pero era verdad. Él siempre se disculpaba primero. 

-Esta bien, ahí veré si lo perdono- Sin embargo, no lo hizo. Nos llamarón para cenar y el anciano no me hablaba, ni siquiera me miro o se acerco. Como cuándo éramos niños y nos ignorábamos el uno al otro. Pero si el creía que caería en su trampa, estaba equivocado. Conocía su plan. Hacerme sentir culpable, que yo correría hasta sus brazos para pedirle perdón, lo que el no sabia era que yo no me humillaría. Mamá me habia comprado un vestido para la cena, considerando que hacia frio a demonios, no me pareció apropiado. Más tuve que usarlo o de lo contrarío me dejarían sin cenar. 

Era un vestido morado, que me llegaba a hasta los pies, no era muy ajustado solo en la parte del torso, tenía un pequeño escote en el pecho *Lo cuál odie* y me puse zapatillas abajo del vestido, Me habían obligado a ponérmelo, al menos debía lucir un poco como yo. 

La mesa del comedor estaba esplendida, un pastel de chocolate con crema de tres pisos decorada el centro de esta, había platos con pollo asado, papas doradas, langosta hervida, pato a la naranja y caldo de crema de verduras. Cuándo entre al comedor vi a todas las hermanas de Lincoln, llevaban vestido diferentes, pero por alguna extraña razón, el mío era más elegante.

-¡Ronnie, te ves preciosa! -Me dijo Lori, quien se estaba comportando extrañamente cariñosa y amable conmigo. Sin embargo, odiaba tanto este vestido como la conversación que tuvimos Lincoln y yo en el desayuno.

Cuándo estábamos por sentarnos, Lincoln bajó. 

Luchaba conmigo misma para no mirarlo, pero perdí. Quede sin asiento al verlo, vestía un traje blanco y un gracioso corbatín en el cuello de la camisa. Parecía tonta enamorada mirándolo. 

-Parece que te quedo bien, Lincoln, Una "chica" no deja de mirarte -Dijo una de las rubias, quién vestía un vestido verde acuoso. Reacciones de inmediato y aparte la vista. Podía sentir una mirada intensa en mí, El vestido hacia su parte, Llamar la atención.

-Ahora que Lincoln es un hombre, al fin nos dirá que va a estudiar. Sabemos que postulo para la universidad, pero no nos ha dado otra pista -Dijo mi padre mientras bebía su vino. Ya habíamos terminado el platillo principal e íbamos por el postre 

-Es una sorpresa -Comento él. También bebía vino y los efectos parecían hacerse notar. Lincoln ebrio era una amenaza para todos. 

-Bueno, mientras que hagas lo que te haga feliz, te apoyaremos, hermanito -Dijo un de sus hermanas, supongo, la verdad no me interesaba mucho conocerlas.

Cantamos el cumpleaños feliz y servimos el pastel que por cierto, estaba delicioso. Cuándo acabamos de comer, mis padre, Rita y la abuela se pusieron de pies con una copa en la mano. 

-Lincoln, eres el tercer hombre de esta casa, después de mi y Bobby -Pude ver como Carlitos bajaba la cabeza, me acerque a él y me puse a su lado y tome su mano- Es un orgullo haberte visto crecer y que estas por cumplir todos tus objetivos. Eres como un hijo para nosotros -dijo dándole la mano a mi madre- Amamos a nuestros hijos, pero tu ya tienes un lugar en nuestros corazones. Es un honor verte ahora y ver que serás un hombre de bien...

De repente, la abuela comenzó a soltar lagrimas rebeldes que se empeño a secar con una servilleta. Todos sonreían como nunca, mientras que Rita pareciera que iba a llorar.

-... Y por todo el cariño que te tenemos Lincoln -Continuo mi padre, con su radiante traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión- Queremos que formes oficialmente parte de esta familia, te daremos nuestro regalo, pero antes... 

-Déjennos contarles una historia. Hace unos años, habían dos familia, ambas se odiaban por razones que desconocemos, esas familia éramos nosotros, Los Loud's y Los Santiago -Todos nos quedamos con la boca abierta, ¿Cómo nunca lo sospeche? Por eso la abuela era un poco grosera con ellos cuándo llegaron- Hoy hemos decidido terminar con esa enemistad de una vez por todas, y de eso también se trata nuestro regalo -Siguió mi Madre, ¿Qué le regalarían? ¿Certificado de nacimiento? 

-Y por todo el cariño que te tenemos Lincoln...  -siguió mi padre, la curiosidad me mataba- ... Nuestro regalo, es la mano de nuestra hija, Ronalda. 

Rita no resistió más y dejo escapar las lagrimas, mamá dio un grito de sorpresa igual que las otras diez chicas más. Pero quedo sordo al grito que di yo. 

¿Yo? ¿Comprometida? ¿Con Lincoln? ¿Con el chico que me crie, que crecí y que odio? Tenia que estar bromeando, ¡Esto tenia que ser una maldita broma! 

Yo no me podía casar, aún no cumplía la mayoría de edad. Además me quedaba un año de escuela todavía -debido a que repetí un año-, no iría a clases con un anillo de casada. No siquiera sabia si eso era legal.

-¡¿Estan locos o que?! -Les grite cuándo dejaron de celebrar. Todos voltearon a mirarme, debía tener la cara deformada por la ira y la sorpresa. -Ustedes no pueden regalarme como si fuera un... objeto. Soy una persona, un ser humano, no un estúpido ganado que se puede dar al mejor pastor. 

 Descargue mi rabia en cada palabra, como si fuera veneno. La fiesta habia terminado, esto teníamos que discutirlo ahora mismo. 

-¡Ronalda, no tienes ningún derecho de hablarnos así! - mamá también estaba enojada, la única vez que me habia peleado con ellos fue cuando Lincoln atropello a Lalo.

-¡Claro que lo tengo, o acaso se olvidaron que YO también pienso! ¡No soy estúpida como ustedes creen! -le grite de vuekta. 

-¡Basta! Yo hablare con Ronnie -todos miraron a Lincoln, que se habia levantado y se acercaba a mí. Me agarro con fuerza de un brazo y me arrastro hasta otra habitación. Ni siquiera me habia dado cuenta que nos dirigíamos a la cocina. Lincoln echó a todos los cocineros y nos dejaron solos. No podía mirarlo a los ojos. Si lo hacía me golpearía a mi misma.  

-Ronnie, mírame a los ojos, necesito que lo hagas para que escuches todo lo que tengo que decirte. -me afirmo de los brazos, de modo que no pudiera escapar. Levante con lentitud la cabeza, controlándome para no matarlo.

-Dilo rápido antes de que te asesine. 

Respiro hondo y antes de abrir la boca para decirme algo, Me beso. Me atrapo desprevenida, no pude hacer nada para negarme, ya que aún me tenía sujeta de los hombros. Cuándo se separo no podía parpadear ni cerrar los ojos. Lincoln me miro de nuevo y se relamió los labios para volver a hablar. 

 -Ronnie Anne, esto es importante y necesito que pongas mucha atención: Yo te amo, siempre lo he hecho, desde el primer día en que te vi, a los ocho años. ¿Sabes lo doloroso que fue verte y tenerte cerca todos estos años sin poder decírtelo? Sabía que tu me odiabas, me lo dejabas claro todos los días. Te juro que intente ser distante y olvidarte, pero no pude. Te amo demasiado como para sacarte de mi cabeza con tanta facilidad. 

Sus palabras entran y salían por mis oídos, solo algunas frases vagas se quedaban en mi cabeza. 

Él me amaba- 

De pronto un tacto comenzó a quemarme. No podía seguir estando a su lado, no podía pensar con claridad en todas las cosas, los recuerdos, las risas y los enojos que vivimos junto en la misma casa, se revolvía frente a mi ojos. Podía ver a un pequeño Lincoln de ocho años destrozado por la muerte de su padre, a otro disfrazado de romeo, a otro ebrio en medio del bosque cuidándome. Él siempre estuvo ahí, cuidándome y dispuesto a hacer todo lo que yo le pidiera y solo por el insignificante echo de que me amaba.
Ni cuenta me habia dado. 

El juego de los besos con Lincoln ahora me parecía una tortura, cuánto habrá sufrido cuándo se lo dijimos. Y cuándo nos besamos en la audición, tal vez al principio fue falso, pero después lo sentimos y nos gusto. 

-Lincoln, suéltame. -le dije en un intento por controlar mi voz. Casi no salió, fue como un susurro.

-¡No! Aún no termino -me grite. Me obligo a observarlo de nuevo, a no apartar la mirada de sus ojos azules cristalinos. 

-Lincoln, por favor... 

-¡Escúchame! Si quieres puedes golpearme, puedes gritarme o amenazarme de muerte, pero primero tienes que escuchar todo lo que tengo que decirte -Asentí con la cabeza, segura de que si volvía a sacar mi voz, rompería a llorar. - Cuándo cumplí 16, tu padre me regalo el auto que tenemos en la cochera. Le dije que no lo quería, que los que de verdad quería estaba fuera de mi alcance, entonces... le dije que te amaba más que a mi propia vida -dejó libre mis hombros pero afirmo mi rostro y lo acerco al suyo, casi rozando nuestros labios- Le pedí tu mano a los 16, ¿Puedes creer eso? Era tan joven y ya sabía con quien quería pasar el resto de mi vida -Me volvió a besar mientras que reunía el valor para seguir hablando, el beso, yo no hice nada salvo aceptarlo. De todas formas estaba demasiado conmocionada como para reaccionar de otra manera.- Odio hacer esto, pero tu serás mis esposa quieras o no, al final te enamorare, quiero que me ames de la misma forma que yo lo hago. Quiero tener hijos contigo. Quiero besarte por el resto de mi vida, poder mirarte cada mañana cuándo despiertes. Tal vez en este momento pienses en todas las maneras existentes de asesinar a una persona, pero quiero que imagines una vida juntos -Cerré los ojos, pero no imagine lo que él me pidió. No podía, las cosas estaban sucediendo demasiado rápido como para pensar. 

-¿Ya acabaste? -le pregunte con frialdad. Puede que él me amara, pero eso no era una razón justificada para casarme con él. Iba a obligarme , eso no era amor.

-Casi... 

-Que pena, porque yo si -con todas mis fuerzas me solté de su agarre, le di una patada y salí lo más rápido que me dejo el estúpido vestido hacia mi habitación. 

Fuera de la cocina, todos estaban reunidos con la cara de preocupación en el rostro. Cuándo me vieron salir, escuche exclamaciones. 

-¡Ronalda, ven aquí, tenemos que hablar! -me grito mi madre.

-¡Por favor, hija! -dijo mi padre. Pero no les hice caso. Corrí hasta encerrarme y dejar a todo el mundo fuera de mi vida, No quería oír más, la voz de Lincoln retumbaba en mis oídos

"Yo te amo, siempre lo eh hecho" 

¿Por qué no podía dejar de pensar en eso? 

Todos los sentimientos reprimidos amenazaban con salir. Si, era verdad, me gustaba Lincoln, pero no como para casarme con él, ¿Qué tenía en la cabeza? 

Entonces recordé nuestra "boda" de mentiras que tuvimos en el bosque, dicen por ahí que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. 

¿Qué se supone que tenía que hacer ahora? Lincoln estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible por convertirme en su esposa y él que yo no quisiera no era un obstáculo para él. Porque al final él siempre conseguía todo lo que se planeaba. 

Escuche que alguien tocaba la puerta, pero no la abrí. Me tapé entera con la manta de mi cama y me oculte debajo de está. 

-¿Ronnie?, ¿Quieres hablar? -Era Carlitos. Abrió la puerta y se sentó a mi lado, descubrió mi cabeza- ¿Necesitas un abrazo? 

Asentí y se colocó dentro de mi cama. Acaricio mi cabello hasta que me quede dormida, era increíble que un niño de tres años menor que yo me consolara. 

 Cuándo desperté, las cortinas estaban cerradas y seguía siendo de noche. Carlitos dormía a mi lado como un oso invernando, no quise molestarlo así que me levante lo más precavida posible. 

No había llorado, era un verdadero logró para mí. Me quite el vestido y me puse mi pijama para volver a acostarme. Entonces me di cuenta que estaba helado... la calefacción se habia apagado... otra vez. No tenia intención de salir, podía dormir así, pero Carlitos no o se enfermaría. Abrí la puerta para encender el sistema, cuándo vi una canasta llena de galletas frente a mi puerta. No resultaría esta vez, era peor que cuándo murió mi mascota. La patee estrellándola contra la pared, las galletas se desparramaron por el suelo dejando todo sucio.
Pero en medio de ellas, había una cajita de terciopelo rojo salió volando. Venía con una nota, así que la recogí y la leí: 

¿Te quieres casar conmigo?
Si o si

Abrí la cajita y dentro descansaba un anillos de compromiso.

Luche contra las lagrimas si o si. 

Lincoln salió de su escondite, el mismo florero de todos estos años. Aún vestía el traje, aunque ahora no se veia muy radiante por la oscuridad.

-¿Que dices? -me pregunto con la voz ronca, con miedo de mi respuesta. 
No tenía otra opción, él me dijo que haría todo lo necesario para que fuera su esposa, así que no habia muchas alternativas. 

-Si...- le dije- Ahora, enciende la calefacción o Carlitos morirá congelado. 

Él asintió y fue hasta el comando del sistema, la activo y en seguida el calor volvió al lugar. 

-Listo, ¿alguna otra cosa? -inquirió cuándo regreso a mi lado. 

-No -le respondí cortante- Buenas noches. 

Y antes de que me dijera otra cosa, cerré la puerta tras mi espalda y por primera vez en mi vida... Me puse a llorar. Ahora estaba comprometida y la idea... no me agradaba. 











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