13•
Obviando la conversación y procurando concentrarse en lo que realmente le interesaba, Jimin llevó una mano a su entrepierna y apretó, un jadeo abandonando su garganta ante el torturador toque, y sus ojos cerrándose voluntariamente cuando supo que no podría contenerse por más tiempo. Mordiendo el interior de su labio con seducción, él acercó su rostro a la pelvis de Jungkook, y sintiendo el calor que desprendía la entera anatomía del pelinegro, escuchó el escandaloso latido de su corazón. Definitivamente, él lo haría.
— Es hora de devolverle el favor, señor Jungkook. — Y sin esperar que el pelinegro siquiera dijera algo a cambio, abrió su boca e introdujo todo lo que le fue posible del miembro contrario. El cuerpo de Jungkook contrayéndose casi al instante, y las pestañas negras rizando sobre las mejillas vecinas.
Esponjando su lengua, comenzó un ligero vaivén. Los pequeños gemidos abandonando la boca rosa y el rostro por completo fruncido en una mueca rebosada de placer. Las caderas del pelinegro tomando vida propia cuando la humedad abrasante se apoderó de él, y sus dedos enterrándose prontamente en aquel azabache cabello que tanto le gustaba.
De una manera amaestrada, los labios de Jimin se ceñían de la otra piel, mojándolo provocativamente y paseando la punta de su lengua de un lado a otro; acompañando fugazmente a sus rápidos movimientos recientemente adquiridos. Hacía diez años en los que Jimin no estaba ni cerca de hacer una mamada, pero al parecer, y debido a los excitantes jadeos que Jungkook dejaba salir, no había perdido su talento.
Rozando intencionalmente sus dientes por sobre la sensible piel, Jungkook jaló el negro cabello. Sus ojos cerrándose fuertemente ante la impresión y el delicioso escalofrío que recorrió por completo su espina dorsal. Aquello estaba resultando ser muchísimo mejor de lo que pudo haber fantaseado a lo largo de todo aquel tiempo, y aún le resultaba increíble el hecho de tener a su amor imposible allí, de rodillas frente a él, chupándolo como siempre soñó. Podría estarse felicitando a sí mismo porque, de una vez por todas, había logrado su cometido, pero lo cierto era que su raciocinio estaba extinguido en aquel crucial momento, y se encontraba imposibilitado a pensar certeramente.
Un raciocinio que acompaña fielmente al del rubio profesor, el cual había aislado definitivamente todos y cada uno de las cuestiones que, anteriormente, no le dejaron desinhibirse de la manera que ahora se encontraba haciéndolo. Sintiéndose más duro que nunca y con unas ganas tremendas de, después de tanto tiempo, volver a ser follado.
Porque no podía evitarlo. Él deseaba que Jungkook le recordase lo que era tener buen sexo con un, por supuesto, buen hombre.
Dejándose llevar por todos sus sucios pensamientos, Jimin no tomó en cuenta el momento en que Jungkook lo cogió por sus brazos, incorporándolo para seguidamente besarlo desenfrenadamente. Un beso en su totalidad húmedo, el cual le hizo recapacitar cuando los descarados dientes del pelinegro lo mordieron con sagacidad, rodando sobre sí y recostando el delgado cuerpo del escritorio; ocupando su puesto anterior.
— Eres magnífico — susurró Jungkook, su boca ansiosa y besando cada centímetro de piel que se presentaba frente a ella. Las mejillas del azabache coloreándose inmediatamente por el cumplido, viéndose sofocado por el insoportable calor imposibilitado a mermar, y sus dedos tornándose extrañamente fríos ante la iniciativa— . Eres jodidamente magnífico y caliente; y te quiero sólo para mí.
Desde luego, aquellas palabras eran irremediablemente ciertas, dichas en un contexto que, quizá, el joven profesor no comprendió adecuadamente. Los ojos de Jungkook se encontraban cerrados, expresando todos y cada uno de sus sentimientos mordaces con los besos repartidos en la tersa piel del rubio, chupeteando su cuello de manera sañosa y paseando sus manos por la cinturilla del estorboso pantalón. Cuando este fue quitado de su cuerpo, Jimin reconoció que, ahora y después de todo, no había absolutamente marcha atrás.
Hurgando en sus propios pantalones caídos, Jungkook encontró la reserva que habría llevado aquel día. Una milimétrica botella de lubricante junto con contados condones, por si acaso, la sesión decidía alargarse a más de un polvo.
Al los ojos mieles divisar los objetos, su dueño soltó inmediatamente una leve carcajada, negando con la cabeza mientras escondía su sonrojo en el cuello del pelinegro. Sus cuerpos calientes y excitantemente transpirados juntándose, y los ojos del azabache poniéndose blancos al tan sólo imaginar las sensaciones que, en breves, estaría provocándole aquel sexy chico.
»— Ahora voy a follarlo, profesor Jimin — con voz llevada por la lujuria, Jungkook mordió sus labios, el rubio siguiéndolo de inmediato cuando, con toscos movimientos, el pelinegro lo recostó de espaldas sobre el escritorio. Una preciosa visión de aquel cuerpo en su totalidad desnudo, y no pensando en las posibilidades de que pudieran descubrirlos en cualquier deplorable momento. Cerró sus orbes por escasos segundos, agradeciendo internamente a quienquiera que le echó una mano con su sueño, y sin perder más tiempo, separó las piernas del mayor; una visión increíblemente erótica, haciéndolo gotear irremediablemente— . Voy a follarte tan jodidamente fuerte que olvidarás tu nombre y gritarás el mío.
Tras escuchar aquella motivadora frase, Jimin disparó sus cejas hacia arriba. Sabía que, en unos segundos más, comenzaría a arder plenamente en el infierno, pero si aquél estaba gobernado por Jungkook, realmente preferiría permanecer en él. Aquellas palabras rellenas de lascivia habían terminado por despertar aquellas sensaciones que, y aunque lo creía imposible, se encontraban dormidas. Y sin poder seguir esperando un milisegundo más para ser abordado, intentó actuar un lloriqueo que lo hiciese resultar vencedor en aquella pronta pelea.
Las manos del pelinegro moviéndose con plena rapidez y tosquedad, abarrotando sus dedos del viscoso lubricante bajo la atenta y miel mirada del rubio ansioso; sintiendo ridículas mariposas en su estómago y viéndose incapacitado a detener el vergonzoso aleteo de éstas. Relamiendo sus labios al fijar bien su mirada en el punto clave, Jungkook tomó una inspiración profunda, y es que simplemente no podía dejar de pensar de más. Por fin lo haría, obviamente, no necesitaba seguir perdiendo tiempo.
Guiando sus descarados dedos a la entrada del mayor, sintió el estremecimiento de éste cuando el líquido viscoso hizo contacto con su sensible e íntimo lugar, soltando un suspiro turbado y cerrando sus ojos; deseando poder disfrutar todas y cada una de aquellas magníficas sensaciones que pronto estarían transportándolo a un lugar indefinible, y que sólo serían patrocinadas por una única y caliente persona...
— Uh, Jungkook — gimió Jimin , sus ojos poniéndose blancos bajo sus párpados al momento en que el menor acarició circularmente sobre su entrada. Aquella que habría estado en un largo descanso, lleno de una abstinencia torturadora. Cuando percibió un descaminado dedo abrirse paso en su interior, no evitó arquear la espalda de una teatral manera— . Joder.
— Uhm..., — jadeó Jungkook, separando sus labios ante la preciosa imagen que sus ojos observaban. Sentía ganas de echarse a llorar, a la vez, de follar fuertemente a Jimin como, por supuesto, lo estaría haciendo en algunos minutos— . Estoy muy caliente.
— Ah — siseó el rubio, una deliberada sonrisilla abarcando sus hinchados labios cuando Jungkook se movió en su interior, jugueteando con su dedo y estrellándose contra sus estrechas paredes. Casi había olvidado lo bien que se sentía ser follado, y desde luego, aún no llegaba la mejor parte— . Vamos, Kook..., te quiero a ti.
Y sin poder contenerse ante aquella terrible petición, Jungkook logró perder por completo la cordura.
Introduciendo los dígitos restantes de una manera descuidada, ocasionó que el rostro del profesor se encogiera en una mueca dolorosa; sin embargo, completamente excitable. Sus dedos moviéndose dentro de su cuerpo, estirándolo de una manera conveniente que le hacía querer gritar; por supuesto, escuchando los bien afinados gemidos de Jimin , los cuales estaban por llevarlo al patético borde.
Evitando correrse de una manera vergonzosamente precoz, Jungkook abandonó el interior del rubio. El rostro de éste mostrándose relajado y su mano cogiendo rápidamente su polla, la cual masturbó con delicadeza, jadeando bajo ante la acosadora mirada del pelinegro. Sin perder tiempo valioso, Jungkook rasgó la envoltura de un condón, poniéndoselo con demasiada prisa para cuando cogió una vez más la botella de lubricante; bañando su propio pene con él y sonriendo idiotamente ante el placentero toque.
— ¿Estás preparado, precioso? — Cuestionó, un tono por completo cautivante que logró llamar la atención del ojimiel, quien sin reparo alguno, asintió— . Prometo hacerte sentir malditamente bien, bebé.
Y cogiéndolo como si de una marioneta se tratase, Jungkook lo levantó de su lugar, poniéndolo de espaldas a su cuerpo y contra el escritorio. Una magnífica mirada de su pequeño culo aupado y el cabello brilloso cayendo alrededor de su cuello. Precioso.
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