Dear Sinner
Junkyu POV
La religión nos dice, que hay pecado en nuestro amor, que al morirnos nos iremos al infierno, que no tenemos merecido el cielo. Suelo escuchar estas palabras desde siempre, me empiezo a preocupar, porque parece que estas no me asienten. Es que soy yo, Kim Junkyu, la representación de lo que los creyentes llaman pecado, un ser naturalmente repudiado en cualquier religión.
Mi familia está orgullosa, de arrastrarme diariamente hasta la iglesia. Si supieran que no vengo por el maldito sermón, sino que vengo solo para verte a ti. Te observo incansablemente mientras me lo permitas, ya que otras veces el que mira eres tú. Estoy seguro de que debería acercarme lo suficiente, podríamos seguir fingiendo que somos hermanos, seguro sabrías a lo que me refiero con estas palabras.
Esta vez decido jugar fuerte para obtener, porque sé que tienes muy poca paciencia y terminaras viniendo hacia mí. Me quedo en mi lugar, fingiendo que no te he estado viendo todo el tiempo. Eso solo me hace un completo descarado, pero sé que te encanto de esa forma. Estas que no paras de darme largas miradas, mientras conversas con alguna chica, de la cual solo finges interés. Desearía poder decirles que eres solo mío, mío y de nadie más.
Estas frente a mí, a la primera oportunidad que logras conseguir. Sé que quieres hacerme pecar, justo en este mismo lugar, en estos precisos instantes. La forma en como tu mirada, recorre mi cuerpo con decoro. Incluso tu manera de hablar está invitándome sublimemente. En un tiempo record, ya nos hemos inventado una conversación falsa. Conversación que incluye una excusa, para largarnos del lugar. Nos escabullimos en los viejos salones de catequismo y terminamos trancándolos con ayuda de una silla.
Estamos solos otra vez, a merced de nuestro deseo. Te veo a los ojos mientras te acercas, no dices nada como de costumbre y solo te abalanzas sobre mi cuello. Tal lobo hambriento me devoras y yo que soy tu oveja favorita del rebaño. Exiges que me comporte de manera sumisa ante tus movimientos, algo que aún no he aprendido a hacer. Me gano un par de correctivos de tu parte, no me lo negare a mí mismo, los estoy disfrutando locamente.
Ambos sabemos que el tiempo corre rápidamente, especialmente cuando nuestros cuerpos están consumándose. La sola idea de que puedan encontrarnos, ya sea por los sonidos que emanan nuestras bocas o el eco de la mesa en la que lo estamos haciendo, solo vuelve todo mucho más excitante. Estar contigo es una combinación extraña, de la que me estoy volviendo adicto. Traes el cielo en tus palabras y el infierno en tus actos.
El pecado está a punto de consumarse entre nosotros, estamos a punto de volver a merecer el infierno. En nuestras mentes se siente como una bendición, casi como si estuviésemos a punto de tocar el cielo. Veo la luz de tus ojos, mientras ambos nos perdemos en el más profundo éxtasis, que solo nuestra juventud puede proporcionarnos. Estamos completamente bien con esto, lo sé de ante mano, debido a nuestros rostros de satisfacción.
Me temo que llego a ser muy sincero a través de mi mirada y puedes llegar a leer lo que no soy capaz de decirte. Acabas de leerme entre mis líneas de guía, en un mensaje desesperado debido al momento. Me toca bajar la mirada, para que dejes de leerme hasta el alma. Con esos ojos que, son los únicos con ese poder. Apresuro a componer todo el desastre que hemos hecho, como hacemos siempre, pero esta vez se siente diferente. Creo que te has dado cuenta, que no es solo el momento para mí, sino mucho más que eso. Me he expuesto a mí mismo y temo que reacciones como el resto.
El resto de los chicos los cuales, solo han sabido usarme y solo saben pedir que cierre mi condenada boca. Esos chicos que, solo me han querido por como luzco y nunca han sido capaces de preguntarme algo sobre mí. Ya sé que no eres como el resto de esos chicos, pero no puedo evitar dudar, no puedo evitar no saber qué va a pasar contigo. Secretamente me empiezo a preocupar, tu no dices nada por un tiempo, hasta que ambos estamos como nuevos.
Me hago el que nada ha pasado, he fingido demencia muchas veces y no me preocupa hacerlo una vez más. Tu terminas por tomar mi mano antes de que me vaya, yo me volteo sintiendo como mi cuerpo tiembla. Te atreves a preguntarme que anda mal conmigo, en un tono sorpresivamente aterciopelado. Mi corazón revolotea por tu empatía, mas no me hago ilusiones o me dejo llevar por la emoción. De ninguna manera me dejare llevar por tu mirada, para confesarme. He venido escapando de este sentimiento desde hace poco, pero ya era demasiado tarde, cuando me entere que me había enamorado.
Tu nombre vaga por mi mente, en busca de una oración que lo siga. Algo que me zafe de que intentes leerme otra vez, termino mirando a todos lados, solo para atrasar las cosas. Maldigo en un murmullo, llamando tu atención. Mis labios me pican, por gritarlo a los cuatro vientos. Decirte que te amo, me liberaría de mil formas. Mas no es la forma, en la que deseo que pase. En realidad, no quiero atarme a nadie, más que a mí mismo, no estoy dispuesto a depender de nadie.
Entre mis constantes pensamientos, olvido tu presencia, pero tu mano aprieta la mía. En señal de que estas desesperado por mi respuesta, respuesta que jamás te diría en mis cabales. Lo preguntas una vez más, pero esta vez, sí decido mirarte. A ver si puedes leerme tan bien como dices y logras saber la cruda verdad que te tengo. La verdad de que, he venido fingiendo que no quiero abrazarte, después de estar contigo. O de que se me antoja que nuestros besos, tengan más amor en ellos.
Entonces me llego a preguntar, si me amas. Declaro que es la primera vez, que surca mi mente. Empiezo a sentir pánico, de solo pensar en la posible respuesta. Ardes en llamas conmigo, cada que estamos juntos, pero vuelves al hielo, cuando todo termina. Me temo que, me auto respondido, de la manera más pesimista, pero siempre he pensado así. Un par de corazones rotos, me han dejado sin creencia en el amor. Volver a sentir como mi corazón se acelera por una persona, sigue sintiéndose desagradable.
Se me revuelve el estómago, he intento salir sin responderte, pero logras decir algo antes de que me vaya, algo que me deja petrificado. Esa frase que me confirma que, en todo este tiempo juntos, has aprendido a leerme, como me temía que algún día lograrías. Sin tener la menor idea que responder, mi garganta se cierra por completo. De repente caminas hacia mí y me tomas la cara de la forma más delicada. Desvió la vista hasta mas no poder, mi semblante es duro como una roca. Me he traicionado a mí mismo, no debí seguir enredándome contigo. Mas no podía evitar caer, en cada debilidad de mi ser.
Buscas mi mirada, mientras te la complemento a regañadientes, sabes que estoy enojado, debido a mis gestos. Conoces cada uno de mis gestos, desde los más fuertes, hasta los más suaves. Me pides que te hable acerca de mis sentimientos, pero creo que ya es demasiado tarde. Debiste haberlo preguntado hace mucho tiempo, así talvez, las cosas serían diferentes entre nosotros.
Es la gota que derramo el vaso, estoy tan acorralado en tus brazos. Que no me queda más salida, que drenar mi frustración en ti. Lo siento Haruto, ya no podemos seguir siendo amigos. Hay que ser sinceros, nosotros nunca fuimos amigos y nunca lo seremos. Los amigos no pecan de la manera, en como pecamos. Los amigos no merecen ir al infierno, como nosotros lo merecemos.
Termino confesándotelo todo, absolutamente todo. Sorpresivamente me escuchas, eso es algo nuevo de mis amantes, que escuchen mis sentimientos. Te digo que no soy capaz de lidiar, con este amor que te tengo. Que no soportare cuando seas tú, el que se aleje. Que preferiría ser yo, el primero es soltar la cuerda. Y que es mejor, dejarte ir. Sé que no te lo estas tomando bien, nada más con ver la expresión en tu rostro. Me trasmite toda la frustración del mundo y no sé cómo hacer que esto cese.
Insistes en que esto puede seguir, que te gusto lo suficiente. Eso solo me hiere más, esperaba que me amaras, que ilusión de mi parte. Talvez podría quedarme un poco más, hacer que llegases a amarme, pero ya he tratado tantas veces, ya he callado más de lo que debería. Al menos fuiste el mejor del resto, ni siquiera quiero recordar el resto.
Me libro de tus protectores brazos, me esfumo de tu comprensiva vista, me voy de ese pecaminoso lugar. Tratando de contener mis lágrimas, que denuncian el sufrimiento de mi corazón, que parece haber sido roto una vez más. Todo por querer seguir amando, en esta maldita oscuridad.
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