Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

OCTAVO CAPÍTULO: OBSTÁCULOS

Con poca determinación y cansada; Yūgen se reincorporó al espacio que ocupaba el equipo y se acercó a sus hermanos, dudó un poco en participar. Se quedó de pie, al final; decidió sentarse al lado de Tobirama y en ese momento se detuvo el diálogo pasivo-agresivo que mantenían los hermanos y Yūgen aprovechó el silencio para intervenir: —Hashirama-sama, deberíamos irnos. Ahora.

Hashirama quedó pensativo. Por unos minutos tuvo una expresión graciosa —o eso pensaba Yūgen—, para luego volver a sí mismo y ver a sus hermanos con completa seriedad. En su interior, se encontraba sorprendido por la intervención de Yūgen —a quien no le importaba mayormente las decisiones tomadas y sólo seguía instrucciones—, pues la determinación que emanaba le hacía saber que no aceptaría una negativa como respuesta.

—Miyaki-san necesita descansar unas horas más, Yūgen. Tú también, aún estás lastimada. Tengo personas lesionadas. Si nos atacan sería muy problemático. En la mañana, el rescatarte, nos enfrentamos a un grupo enorme de Uchihas, como ayer al desplegarnos.

Un dolor en el pecho se hizo presente en el cuerpo de Yūgen, aún no sabía nada de lo había ocurrido en la mañana —no quería saberlo en realidad— pero comenzó a sentirse ansiosa por las imágenes difusas que pasaban por su mente. Decidió ignorarlo y responderle a su hermano.

—Entre más tiempo pasemos aquí, las probabilidades de ser atacados aumentarán —Tobirama se integró a la conversación.

—Eso es completamente cierto. Hashirama-sama, Miyaki puede ser llevada por Tobirama...san, no olvide que también están esperando las provisiones. No podemos seguir perdiendo el tiempo —agregó Yūgen, algo aturdida por la intervención de su hermano.

—No tengo ningún problema en llevarla —añadió el albino, apoyándola.

Hashirama lo sabía. Él más que nadie, en ese lugar, conocía en qué posición se encontraban, sabía que debían seguir adelante porque las lesiones físicas de Yūgen no eran letales y Miyaki le comunicó que era capaz de emprender camino, pero lo cierto era que Yūgen lucía enferma; la piel un poco pálida, ojeras pronunciadas, labios resecos y mirada pérdida, también estaba el hecho de a Miyaki le bajaba y subía la temperatura, estaba inestable por mucho que quisiera afirmar sentirse mejor, la palidez que se manifestaba en sus labios por minutos no lo podía ocultar. Hashirama sabía que sólo necesitaba que ellas fueran capaz de correr a velocidad y saltar pero no quería arriesgarse, no quería tener probabilidades altas de ser emboscado estando en movimiento —sería incluso más problemático que ahora— con sus camaradas convalecientes porque evitar tener bajas o heridas mayores era la prioridad de Hashirama.

— ¿Hashirama... sama?

Suspirando, Hashirama, con mucho pesar, preguntó: — ¿Esto es por un presentimiento tuyo, Yūgen?

Unos ojos brillantes, acompañados de una enorme sonrisa le dieron la respuesta al mayor antes de que su hermana hablara.

—Confío en ti, Yūgen —dicho eso, Hashirama se levantó— llama a los demás, daré instrucciones sobre lo que haremos.

Con un asentimiento, Yūgen fue en busca de los otros Senjus.

Una vez reunidos, las órdenes que dio eran de movilizarse, descansar y desplegarse como estaba inicialmente planeado. Asintieron, todos estaban de acuerdo y empezaron a organizar las cosas que llevaban para partir, sin perder el tiempo. Tobirama estaba satisfecho, no quería pasar ni un segunda más en ese lugar pero ¿Y Yūgen? ¿Cómo se sentía su hermana al respecto? Le daba curiosidad, pero en el camino le preguntaría.

En otro lugar, una joven recibe una pequeña nota con una dirección y luego de leerla se deshace de esta. Comprendió lo que significaba. Tendría que movilizarse.

Y mientras que otros se preparaban para sus movimientos, el pequeño equipo de los hermanos Senju avanzaba con rapidez; Yūgen se comía la cabeza, más intranquila que antes, con muchas dudas en su mente que formaban telarañas en esta, la preocupación y el mal presentimiento creciendo, la sensación de peso era mayor a pesar de que llevase menos carga que los demás, no estaba segura de qué hacer, sólo se movía entre las ramas pese al espantoso estado de su cuerpo. Una se rompió a penas Yūgen la pisó, por consecuencia ella cayó y sus hermanos se detuvieron

— ¿Estas bien? —los dos Senjus preguntaron, acercándose a ellas, preocupados, no estabas seguros de que Yūgen se encontrara realmente en un buen estado.

Odiando la atención recibida, Yūgen se levanta rápidamente sin aceptar la ayuda ofrecida por sus hermanos, sintiéndose un poco tonta y humillada. Ella pudo evitar esa caída si estuviera más concentrada.

Todos la miraban con cuidado; ignoró las miradas y siguió su curso, así mismo, los demás le copiaron. Yūgen era consciente del dolor de su compañera, pudo percibirlo en todo el trayecto; no pudo evitar sentirse culpable así que se refugiaba en su pensamiento de que algo pasaría.

Aceleraron el paso y lograron llegar al punto donde tendrían que separarse; antes de eso, descansaron juntos un poco, por el bienestar de la que fue mayormente herida.

Era extraño para Yūgen, esa emboscada parecía haber lastimado profundamente a sus compañeros, incluso después de recibir ayuda médica de Hashirama —quien al llegar siguió atendiendo a Miyaki, él necesitaba que ninguno fuese una carga para su hermana—; por otro lado, Yūgen se concentró en percibir su ambiente, siendo de las mejores kunoichis sensoriales, estaba alerta, temerosa de lo que pueda ocurrir.

Finalmente, Tobirama y Hashirama partieron. Dejaron a Yūgen junto a los otros tres shinobis, quienes también se movilizaron apenas ellos se marcharon. Tensa por estar al mando, Yūgen sólo se movía entre los árboles y estaba al frente para guiar el camino.

Pocos minutos pasaron cuando Yūgen se detuvo abruptamente y dijo algo que, para los shinobis, no tuvo sentido en el momento: —llévalos a partir de aquí.

Hasta que una mujer de rasgos finos que conocían perfectamente hizo presencia y les ordenó tomarse de las manos, Yūgen procedió a aplicar un jutsu que los enterró bajo tierra y los movilizó velozmente de esta manera; su misión era que ellos llegarán con las provisiones que necesitaban en el campamento en iba a cumplir con su tarea. De esta manera, los llevo hasta donde su jutsu tuvo alcance y los soltó, ahora estaban en manos de su amiga, quien los seguía en secreto, posiblemente bajo órdenes de uno de sus hermanos.

Y todo fue justo a tiempo.

Porque a quién iban a enfrentar, era Madara.

Madara Uchiha.

Figuraba como una hormiga, desde la lejanía, con cinco jóvenes más; quizás no pasaban de los quince años, todos la miraban ferozmente, quizás creían que sería un blanco fácil a estar sola.

Yūgen recibió un ataque extravagante y tradicional de los Uchihas, bolas de fuego; contraatacó con algo aún más ostentoso y difícil, dada la ubicación geográfica, desató una inmensa ola. El desgaste de chakra fue significativo, pero las caras de sus oponentes valían la pena.

De repente, sus oponentes lucían un poco asustados —a excepción de Madara— a lo que Yūgen decidió atacarlos a la distancia, necesitaba saber si protegerlos era su prioridad.

Lanzó en un movimiento, casi imperceptible, unos kunais hilados, esparcidos al rededor y con avidez, dio su primer golpe

Doton: Tsuchi Jishin

El jutsu dejó a los Uchihas desestabilizados, tambaleándose por el radical movimiento que se producía en la tierra, rozando sin querer los hilos altamente tensados que goteaban un sedante especial.

Yūgen vio el primer error de los novatos, no activar el Sharingan.

Y recordando el poderoso kekkei genkai de los Uchihas, descalzó sus zapatos y cerró sus ojos para luego colocarse su protector como venda; el mismísimo Madara Uchiha era la distracción más placentera que Yūgen podía tener y también la misma que podía asesinarla en el acto.

No había forma que consciente le hiciera algo a ese hombre, pues apenas lo vio, se sintió algo cohibida y ese peso extra la estaba ralentizando en movimiento.

Así que clavo una cuchilla a lo largo de su brazo, dejando perplejos a los enemigos por un segundo

Lo siguiente fueron invocaciones bestiales y técnicas del elemento hielo empleadas por la Senju. Yūgen sabía muy bien que los Uchihas tenían ciertas restricciones y a eso le sacaría ventaja.

Madara estaba algo asombrado, extasiado por lo extravagante que se volvió la lucha repentinamente y de las acciones de su única oponente, sobretodo el hecho de que no abría los ojos y la elección de sus movimientos; al mismo tiempo, decepcionado de los jóvenes Shinobis que le acompañaban por no haber percibido los hilos hasta que les cortaron por el sismo ocasionado por la Senju. Madara pensó que eran unos completos inútiles, sin duda alguna serían devueltos después de esta batalla.

Porque lucharía. Él quería probar un poco más de esa kunoichi, quería divertirse con ella pues era una mujer formidable, aunque eran sus primeros encuentros, no actuaba como una novata.

Sin mostrar piedad, Madara atacó a su contrincante, plenamente consciente que los mocosos que trajo estaban perdiendo algo de sangre y se encontraban desmayados en el suelo. Él pensaba lo peor, pensaba en veneno así que debía ser rápido.

Era la primera vez que no atacaba para matar, quería disfrutar de la pelea, aunque eso no significaba que fuera a ser blando con ella en la batalla; atacaría con fiereza, después de todo, él quería dejarle saber quién era.

Y así ocurrió el intercambio de jutsus, choques repentinos de espadas y golpes momentáneos, se movían enérgicamente, incluso en un momento Yūgen —ya hastiada de la poca ventaja que tenía en el terreno al estar rodeados de árboles— cortó una docena que los rodeaba y dejó sólo lo suficiente para que el corte no lastimara a los Uchihas que estaban sedados en el suelo; así era más fácil para ella moverse, estaban siento un estorbo para su desempeño.

Esa acción no pasó desapercibida por Madara, quien saltó alto y vio cómo los árboles salieron disparados alrededor. Apenas había transcurrido unos minutos pero ellos se sentían como si llevaran toda una tarde luchando, el azabache estaba disfrutando de acorralar a la Senju a pesar del gran desgaste enérgico que estaba teniendo para ello

— ¡Sí sabes moverte, Senju! —masculló antes de atacarla nuevamente. Yūgen lo evitó pero quedó cerca y, en un movimiento rápido, antes que ella se apartara; cortó la venda que llevaba puesta en los ojos— No te atraparé en un genjutsu, así que pelea como debe ser.

Yūgen estaba lejos de él en ese momento, sentía cómo su cara ardía ante las palabras de Madara y en posición de defensa, habló firme: —Es difícil concentrarme si te veo.

Sintió algo de calor repentino en el aire y por instinto aplicó un jutsu de naturaleza agua para acabar con la bola de fuego que le lanzó Madara. Entre el humo que se formó, Madara atacó a Yūgen, hiriendo su abdomen exitosamente.

Yūgen tomó las manos de Madara cuando intentó sacar la espada, pero ella se acercó a él a través de ese agarre; clavándose a sí misma a la katana del Uchiha y susurró: —puedes llevártelos, no esperaba lastimarlos tanto con el hilo, sólo están sedados.

Rápidamente cortó la hoja de la katana de Madara cubriendo su mano con chakra y se alejó.

Madara, estaba sereno, en el fondo admiraba como esa mujer se atrevió a tomarlo de la mano y a no perder la compostura en la pelea ni demostrar un ápice de dolor pese a estar atravesada por una espada, haberse auto-infligido más daño sólo para decirle eso le pareció peculiar. Sonrío con mucha satisfacción, algo estaba creciendo dentro de sí y le preguntó: — ¿Puedes continuar?

Tosiendo sangre, Yūgen sonrío antes de responderle con un contundente "Sí".

El ritmo cambio un poco, lo cual fue encantador para Madara; quién quería ver qué más ofrecería la Senju. No podía evitar querer seguir peleando con ella, era diferente a los demás.

La pelea se tornó a largo alcance y destructiva; las técnicas que empleaban ambos arrasaban y llevaban mucho chakra, Yūgen no dejaba que Madara se acercara y éste cada vez era más rápido en aplicar técnicas para que la fémina dejase la guardia baja en algún momento pero no ocurría, Yūgen hacía todo lo posible para evitar moverse bruscamente, no tenía tiempo para tratar su herida, así que no podía empeorarla, aunque eso la estaba desgastando aún más de lo esperado. Ella no sabía qué tan bien Madara dominaba los elementos y estaba siendo una pesadilla para ella.

Agotada, realizó de nuevo unas invocaciones, necesitaba distraer por un momento a Madara —quien parecía más motivado a pelear con cada ataque que le propiciaba— para poder hacer algo consigo misma y su herida.

Las bestias de sus contratos de sangre fueron útiles al cien pues consiguió arrancarse la hoja sin ocasionarse más daño y cuando Madara acabó con la última invocación, la lanzó con velocidad y se la asestó en el brazo, sin tocar ningún nervio.

La hoja, estaba caliente y por eso consiguió atravesar la armadura rojiza que cubría a Madara, él pensó que fue una movida agradable y la retó: — ¡Necesitas más para escapar de mí!

Si bien en ese momento no quería matarla, no le gustaba la idea de simplemente dejarla ir, ella tenía que hacer algo más increíble para detenerlo.

— ¡Antes de lanzarla, mezclé la sangre con veneno y sedante! —le confesó la menor, tapando su herida con su mano. Madara se percató que estaba curándose y asintió viendo eso, pensó "¿médico también?" Sin dudas, no era una novata.

Madara salió del éxtasis de la pelea, la adrenalina disminuyó un poco y se empezó a sentir afectado por el anterior ataque de la chica.

—Mírame —ordenó Madara, quién se sintió asquerosamente complacido por la obediencia de la menor— la próxima vez que luchemos, quizás no sobrevivas. Dime cuál es tu nombre.

Yūgen dudó, lo miraba con dolor. Suspiró y respondió: —Yūgen.

—Dilo completo.

—Yūgen Senju.

—Madara Uchiha, Yūgen. Espero ver más de ti —Madara le dio la espalda, algo extrañado por la mirada que le había dedicado la Senju al verlo— Espero que des todo. Sé un poco de ti con esta pelea, la próxima vez; no dudaré en matarte si te restringes cómo hoy, me gusta tu manera, no me decepciones y muéstrame todo después.

—Tú también. —Madara caminó hacia los chicos mientras Yūgen hablaba— Tú también activa tu Sharingan, también muéstrame todo de ti, Madara. Quiero ver todos tus colores...

Esto último fue un susurro, uno que igual Madara alcanzó a escuchar mientras tomaba a los mocosos en sus brazos.

—Lo haré —Respondió, antes de partir con los ninjas de su clan antes de caer abatido por el veneno.

Cuando Madara desapareció de la vista de Yūgen, está cayó de rodillas al suelo y liberó más chakra para seguir tratando la herida; había perdido sangre y quería, aunque sea, detener el sangrado. Sabía que se desmayaría pronto pues no contaba con que justamente pelearía con él y su cuerpo se sentiría tan pensado, no contaba con tener que usar tantos jutsus y depender de sus sentidos para moverse.

No esperaba que él fuera un obstáculo en el camino.

En cuestión de minutos, empezó a sentir entumecimiento, el cuerpo frío y náuseas. Ya no estaba arrodillada, sino tirada en la grama, no pudo seguir tratando su herida, no sentía los brazos.

—Que mierda... —fue lo último que balbuceó Yūgen antes de perder la consciencia.

.

.

.

.


[Espero estés teniendo un buen día, estás últimas semanas he retomado la historia, viendo el motivo por el cual no hubo más avances: esta pelea. Escribirla fue tan difícil que me tomó dos años completar esto pero finalmente lo logré. En la noche reviso esta parte, acabo de terminarla y me emociona tanto que decidí subirla sin revisar! Estaré más activa! Gracias por leer, apoyar y querer este proyecto que tanto aprecio; Dear Madara. Con mucho amor, Alby<3]

editado<3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro