Tōka estaba alarmada por la cantidad de sangre que rodeaba a la Senju y se agradecía a sí misma por haber traído y su amigo, Ise; quién rápidamente se acercó a tratar la herida de su amiga.

—Mierda —fue lo único capaz de articular el castaño.

—¿Qué tan mal está?

—Terrible, no podremos movernos con ella así.

Enseguida, Tōka tomó posición, debía protegerlos si no podían desplazarse

Era prioridad salvar la vida de Yūgen. Su prioridad.

En otra parte, ya Tobirama estaba asentado. Tenía mucho papeleo y cosas que cubrir; tuvo un enfrentamiento en el camino pero al final salió vencedor de la batalla, llegando a tiempo para colocar en orden el campamento. El clan senju quería expandir sus terrenos y se encontraban viendo cómo y en qué direccion.

Algo apartado de los demás, leía los informes que habían escrito a diario para el seguimiento de la zona y en eso, se le suma un senju muy particular.

—¿Necesitas algo, Kaname? —preguntó Tobirama por cortesía, pero sin quitar su enfoque de los papeles.

—Estoy aquí para traerle comida y bebida, Tobirama-sama —declaró para luego sentarse al lado del peliplata quién seguía sin mirarlo.

Tobirama agradeció, siguió en lo suyo y estuvieron en silencio por varios minutos o lo suficiente para que el rubio no lo soportara y finalmente hiciera la pregunta que Tobirama suponía que haría en cualquier momento.

—¿Cómo ha estado Yūgen, Tobirama-sama?

Kaname observó como el peliplata suspiraba y dejaba de lado los papeles para tomar la comida que había traído para él y, antes de comer el primer bocado, respondió: —Esta bien, cómo siempre. Debería estar aquí mañana, con su equipo. Tienen una misión juntos.

La respuesta de Tobirama hizo inmensamente feliz a Kaname, había pasado un largo tiempo desde que todos estuvieron juntos y aunque el motivo fuera una misión, se sentía completamente motivado para lo que fuera.

—Gracias, Tobirama-sama.

—¿Por qué me agradeces?

—Por está misión. Con ellos.

El rubio recibió un asentimiento como respuesta, empezó a desarrollar una amena conversación con su superior mientras éste comía, charlaron parte de la noche y se pusieron al día mientras Tobirama leía sus reportes, regalando respuestas precisas.

Mientras la noche iba bien para los Senjus, unos jóvenes Uchihas temblaban del miedo. Pues fueron humillados delante de su líder y, al mismo tiempo, humillaron a su líder; Uchiha Madara, quién estaba delante de ellos. El azabache se miraba algo mal anímicamente, pero la energía que emanaba era brutal y apabullante para los menores.

—De pie.

La severa voz de Madara era escalofriante para los jóvenes shinobis. Quienes vieron que detrás del líder, se encontraban sus respectivos familiares.

—Van a pelear contra mí, inútiles.

La ira era palpable en las palabras de Madara, clavándose en el espíritu de los chicos, quienes asintieron con miedo viendo a sus familiares mirarles con decepción y hastío; no era para menos, todos eran hijos de grandes shinobis dentro del clan, habían sido entrenados dentro de los muros del clan con mucho recelo y en su momento de brillar y demostrar cuan buenos fueron entrenados terminan fallando drásticamente delante de Madara. Los padres de estos chicos eran quienes estaban más consternados, habían defendido fielmente las crianzas de sus hijos y daban todo de sí para satisfacer al líder, quien se mostraba enojado. Ellos querían rogar por las vidas de sus hijos, quienes habían sido un fracaso rotundo en batalla, pero no tenían la valentía para ello, pues en parte también decepcionaron al líder con el mediocre desempeño de sus descendientes.

El terror no abandonaría en la larga noche a los jóvenes shinobis.

Tampoco a los más experimentados.

Y es que Ise Senju ya había tratado la herida de su amiga con completo, pero una fiebre se había apoderado de ella. Miyaki, la joven que anteriormente estuvo con Yūgen, le contó a Ise que ella también estuvo con fiebre hace poco y que ellos habían tenido un enfrentamiento con unos Uchihas mientras que Yūgen pasaba por algo.

Ise y Tōka mostraron interés a cada detalle que mencionaba la fémina, entre ella y Yūgen había una diferencia inmensa pero si era como ella contaba, la pareja llegó a la conclusión de que quizás su amiga estaba sufriendo algún efecto secundario de su momento en aquel bosque.

Pasaron la noche atendiendo a Yūgen y monitoreando a Miyaki, teniendo a todos los shinobis bajo alerta y sin descanso. Al sol alzarse y dar paso al nuevo día, Yūgen seguía con una temperatura fluctuante; Tōka ordenó descansos alternados, necesitaba que estuvieran en óptimas condiciones si su amiga seguiría así. Ella y Miyaki prepararon alimentos energéticos y nutritivos para todos.

—¿Aún nada? —Tōka preguntó, entrando a la tienda donde Ise chequeaba a su amiga.

—Ya lleva una hora y media con temperatura estable pero no reacciona a nada.

—Tendré que notificarle a Tobirama de ella no despertar en la próxima hora. —Tōka le angustiaba la idea de tener que decirle al albino que su hermana estaba en cama por una pelea.

Así fue, Tōka envío una nota, mediante una invocación, para Tobirama. El sol había empezado a descender para ese entonces y al anochecer, Ise y Tōka recibieron al rubio y al peliplata.

—Acabo de ver a todos con los que mi hermana estuvo ayer y tuvo que llegar aquí. Puedes decirme ¿Cómo todos están ilesos pero ella está ahí? —interrogó a la castaña mientras se acercaba a su hermana y se arrodillaba a su lado—. Hablame de su estado, Ise.

—Sus heridas ya sanaron, las traté en dónde la encontramos debido a la gravedad de las mismas. No nos fuimos porque ella no ha despertado, ha pasado ya la fiebre y cómo no presenta anomalías física, descartamos que este envenenada y que quizás sea algún efecto por el acontecimiento de aquella mañana en la que se enfrentaron ustedes a un grupo de Uchihas.

—Tobirama-sama. —Tōka hizo una reverencia- Al Yūgen dirigir, en cierto punto se detuvo y me traslado junto a los demás hasta cierto punto. Desconozco la cantidad de enemigos pero debieron ser varios.

Una mirada gélida atravesó a Tōka Senju.

—Sé que hace años te ordené directamente seguir las palabras de mi hermana. Aún así, por sobretodo, protegerla es principal.

—Tengo eso muy claro, señor, pero quedó de manos atadas si ella me ordena algo que nos separe.

—Esta conversación no acaba aquí, Tōka. —mirando a Yūgen, Tobirama hizo una declaración: —Oficialmente, Yūgen queda fuera de batalla.

Los tres amigos de la afectada, le miraron.

—¡No haga eso! Ella en serio no lo perdonará. ¿Quiere arruinar de nuevo su relación? —Espetó Kaname.

—Señor, antes de tomar una decisión así, deje que Yūgen despierte y hable. Debemos escuchar cómo fueron los hechos —añadió Ise.

Tobirama miró a Tōka y le hizo un ademan de que lo siguiera.

Una vez, ellos dos solos, Tobirama le ordenó que le dijese todo.

—Algo que encontré, fueron hilos, de ella. Lo raro es que olían a sedante y había poca sangre. Alguien más debió ser herido con la misma hoja que ella, pues solo hallé la empuñadura más no la otra parte.

Eso inquietó a Tobirama.

¿Con quién peleó su hermana?

—Dame la empuñadura.

Tōka entregó el objeto y Tobirama se heló.

Conocía ese mango, y a quién le pertenecía esa katana. Apretó su mano.

—Peleó con Madara Uchiha.

Tōka perdió un poco la compostura, no sabía que decir y solo hizo una reverencia, disculpándose por dejar a Yūgen sóla.

—Algo aquí no concuerda Tōka.

—¿Señor?

—Mi hermana está viva y el también. Estoy seguro que ella podría hacerle frente a ese bastardo... Pero no viste cuerpo enemigo y ella usó cedantes. No puedes decir nada de esto, ¿Entendido?

—Sí, señor.

Tobirama dejó sola a Tōka para encaminarse a estar con su hermana, estaba sumamente preocupado. Por su estado y comportamiento. Llevaba semanas vigilando su comportamiento y estaba rara.

No sabía que mierda le ocurría a ella y sea lo que sea, no le gustaba.

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[Hola, hola. Son las 1:30am y los viejos hábitos no desaparecen. Mañana edito bien el capítulo pero aquí les dejo la parte 9 de DM! Porque en lugar de hacer las 4 tareas, escribí el capítulo. Con amor, Alby 🫶🏽]