DECIMOTERCER CAPÍTULO: UN LARGO CAMINO
Con Yūgen fuera de escena, Madara se sintió repentinamente aburrido; recibiendo halagos y reverencias junto a su hermano. Luego de un largo rato coincidió con Hashirama de nuevo, quién lucía agotado; Izuna les dió espacio y se apartó, dejándoles solos para que conversaran.
Hashirama inició rápidamente la conversación, atacando con preguntas.
—¿Qué fue eso con Yūgen?
—¿A qué te refieres?
—Tobirama me informó que estuvieron juntos antes de que ella vomitara. Además de ese comentario del matrimonio.
—Le mostré dónde hablamos de este sueño.
—¿Y el matrimonio?
La cara de Hashirama era graciosa, Madara apreciaba la expectativa que había en la cara de su amigo, curioso por ver qué pasaba, decidió responderle en broma: —Me encantaría casarme con ella.
Hashirama deprimió.
A estas alturas, Madara no comprendía cómo carajos hacía su amigo para emitir esas vibras tan apagadas y verse tan patético cuando algo le golpeaba emocionalmente.
—¡Carajo, compórtate, nos miran!
—Quieres... tú... mi hermana.
Se puso peor.
—¡Estoy jodiendo! Sólo quería ver tu reacción, ¿Qué tan mal partido soy para que actúes así?
Hashirama se estaba recomponiendo y le respondió: —No estoy listo para dejarla ir de casa.
Madara enarcó la ceja: —Algún día lo hará, más ahora que no hay guerra.
Su amigo lo miró dolido, cómo si una daga lo apuñalara, haciéndole pensar que no había cambiado en absoluto, sin embargo no dijo nada; se quedó a su lado y está vez fue él quien preguntó.
—¿Por qué no me contaste de ella?
Parecía algo difícil de responder para Hashirama, o eso dió a entender por su cara, y Madara se sintió aún más curioso; Yūgen y él quedaron en comer para hablar de ello, pero era algo que le pesaba un poco y que quería saber.
—Madara, no es el lugar indicado para hablar de ello... —con una mueca en la cara y ojos suplicantes, Hashirama optó por no responder la pregunta de su amigo y el entendió.
Definitivamente, Yūgen Senju era un misterio.
Así transcurrió la noche y, entrada la madrugada, la gente fue partiendo de a poco; primeramente las ancianas que ofrecieron comida, con ayuda de jóvenes y seguidos de padres con bebés y niños, todos agotados por la larga celebración del día. Los líderes atendieron a todos, dejando el lugar completamente limpio e iluminado por las luces colgantes. Al final, cuando quedaron completamente solos; decidieron tomar junto a Izuna.
—¿Yūgen-san estará bien? —preguntó Izuna cuando se sentaron, era más un pensamiento que se le escapó. Al darse cuenta, se sonrojó un poco.
Hashirama, quién destapaba el sake, sonrió antes de contestar: —Claro que sí, Izuna, el vino de serpiente no es venenoso. Tobirama cuidará de ella toda la noche, hará todo lo posible para que se mejore si sigue mal.
Izuna asintió, le pidió la botella a Hashirama y sirvió la bebida de los tres.
—Realmente no imaginaba que esto ocurriría —confesó Madara.
—Estoy de acuerdo, si bien siempre fue mi mayor sueño; nos encontramos en un punto tan lejano él uno del otro que... wow, aún no puedo creerlo —Hashirama hizo una pausa y miró a los hermanos Uchiha—. Gracias por hacerlo realidad, hemos creado una nueva etapa y se siente como un mundo completamente diferente.
Izuna vio de primera mano, una mirada distinta en Hashirama; una mirada similar a la que Yūgen le dedicó al apuñalarla con un kunai mientras lo curaba.
Izuna carraspeó, incómodo, sentía que su orgullo se iría a la mierda pero debía decirlo.
—Lamento haber apuñalado en ese momento a Yūgen.
Madara colocó una mano en su hombro y Hashirama le sonrió.
—Necesitabas más que esa puñalada para matar a mi hermana delante de mí, Izuna. Además, a ella no le importó, parecía importarle más que siguieras respirando que otra cosa.
—¿Y si no hubiéramos accedido? —preguntó Madara, captando la atención de ambos— ella me tomó por sorpresa, realmente la dejé porque jamás esperé algo así pero... pudimos traicionarlos.
—Que bueno que no, quién sabe qué hubiera hecho Yūgen, ha sido impredecible incluso antes de ese momento.
Hashirama estaba algo consternado en el fondo, agradecido con su hermana pero sin dudas, le comía la cabeza. Por otro lado, esas palabras generaron una duda en Madara «¿Por qué el diría eso de su hermana?, ¿Qué insinuaba Hashirama?» se preguntaba el azabache.
Siguieron bebiendo toda la noche, Izuna escuchó atentamente las historias que contaban, entre risas y regaños, los hombres más poderosos jamás conocidos.
Al amanecer, los tres fueron despertados por una preocupada Yūgen, acompañada de Tobirama, quién los miraba con desaprobación.
—Traje comida y bebida. —la Senju agitó la mano que cargaba una caja envuelta con una tela enorme.
—Espero que hayan descansado porque hay mucho que hacer —añadió Tobirama mientras ayudaba a su hermana a servir la comida.
—Yūgen-san, ¿Se siente mejor? —pregunto Izuna dormitado, su cabeza daba vueltas.
—Sí, Tobirama cuidó de mí toda la noche —Sonrió—, gracias por preguntar, Izuna. ¡Ah! Y por favor, me gustaría que entre nosotros solo fuera Yūgen, las formalidades son algo incómodas para mí.
—Disculpa las molestias, Yūgen, no tenías por qué. —esta vez, habló Madara con un tono apenado.
—¡Nada de eso! Para mí no es ningúna molestia.
Hashirama seguía con la cabeza en la mesa y una mirada perdida, enormes ojeras y un ánimo terrible.
—¿Estás bien? —preguntó la rizada a su hermano, Tobirama se acercó y le extendió algo de sopa y agua.
Hashirama negó y recibió lo que su hermano le dió.
Algo llamó la atención de Madara, había una sensación familiar en la comida; miró rápidamente a Yūgen, ella tomó asiento e igualmente Tobirama.
—Bien, ya la mesa está servida, ¡Disfruten!
Después de eso, todos probaron la comida de la joven y no tardó en ser alagada por los Uchiha.
—Es exquisito —Mencionó Madara
—Nunca había comido una carne tan buena como está, Yūgen, gracias por esto —declaró Izuna y su hermano asintió, comiendo en silencio.
—La mejor sopa de miso la haces tú, Yū —afirmó Hashirama luego de beber toda su taza.
Tobirama le sonrió y ella de vuelta a él.
—Gracias por sus cumplidos.
—¿Sésamo en el arroz? —preguntó Madara.
—¡Sí! Lo aprendí lejos de aquí, lo hace ver más vistoso y me gustó —Respondió elocuente la menor de los Senju.
—Mhmmm, ya veo. —El azabache sonrió y fue lo último que se dijo.
Después de comer, se despidieron, agradecieron nuevamente por la atención brindada. Quedaron en verse despues, la aldea no se construiría sola.
Madara tenía muchas ideas en su cabeza y llegando a casa le habló a su hermano.
—Izuna.
—¿Ah?
—¿Crees que esa mujer regrese?
—¿Ahora que no hay motivos para atacar a personas que estén rondando en nuestro territorio? Quizás. No olvidemos que la rechazaste. Además, quién sabe si se atreva.
Madara sonrió.
—Tienes razón.
Ya dentro de casa, Ruka los esperaba con un festín en mesa. Los hermanos no pudieron negarse, comieron con ella y luego se fueron a tomar un baño, el día sería largo.
Y también los siguientes que venían.
Yūgen y sus hermanos, por su parte, también llegaron comiendo más. Haruka había traído un sinfín de platillos del clan Uchiha que vio que Yūgen disfrutó el día anterior; contenta, Yūgen se sentó a picar de todo, ella no entendía como había comida más sabrosa que la de la abuela. Sus hermanos se sentaron y probaron una que otra cosa, realmente estaban disfrutando de cómo su hermana disgustaba todo.
—¿Trajo todo sola? —preguntó bajito Hashirama.
—Para nada, los amigos de Yūgen cargaron con todo.
Haruka prosiguió a relatar cómo, la noche anterior, el equipo de Yūgen fue ocupado por ella para llevarse un sin fin de platillos mientras socializaba con otras señoras como ella, alabó la comida de cada una y todas estaban encantadas de darles algo para llevar a casa. Les dió a Tōka, Kaname e Ise té y galletas como recompensa al llegar a la casa, también la ayudaron a organizar y limpiar. Al final, los jóvenes decidieron irse cada uno a casa.
Hashirama le prestó atención a Haruka, riéndose, se podía imaginar las caras de los amigos de su hermana.
Tobirama estaba limpiando las comisuras de Yūgen que estaban embarradas por aderezo y ella le pestañeaba, esa escena capturó y derritió el corazón del mayor, haciendo que su lado más dulce saliera a flote.
—Los amo.
Luego de eso, Yūgen y Tobirama se quedaron estáticos, recibiendo el abrazo de Hashirama.
—Nosotros también te amamos —respondió Yūgen.
Luego de la comida, cada uno se fue por su lado; Hashirama se aseó y recogió documentos de su estudio, Tobirama organizó su habitación y tomó unos papeles en los cuales habían unas cuantas ideas para implementar en la futura aldea y Yūgen acomodó sus cosas regadas en el tocador, tomó otro baño por lo caluroso del día; encontró la horquilla que Madara le obsequió y quiso usarla, quería recoger su cabello con ella pero eso la delataría y no era algo que pudiera permitirse. La guardó, triste, buscando otra cosa para su cabello.
Ya renovada y arreglada, con ropa cómoda, Yūgen bajó y se encontró con sus hermanos, quienes estaban dispuestos a salir hasta que la vieron.
—Yū, ¿A dónde vas? —preguntó el mayor
—Con ustedes ¿Ocurre algo?
—¿Deberíamos ir por ropa? —se cuestionó Hashirama.
Tobirama al ver la mirada confusa de su hermana, le explicó.
—Estas usando lo mismo que yo, bueno, similar. Incluso nuestro atuendo tradicional se vería mejor en ti.
—¡Vamos por unos kimonos y yukatas! ¿Te parece? —Sugirió Hashirama.
Yūgen se quedó callada por un instante. Luego respondió: —No.
Lo cierto es que el kimono era muy trabajoso de usar, muy ostentoso. Había dejado ese estilo hace años, al poco tiempo que llegó a los dominios del clan Senju, pues ella y su hermana no parecían encajar con el lugar. Su madre las crió en una tierra donde nunca presenciaron la guerra, siempre se veían lindas y arregladas pero al llegar al clan Senju vieron una gran diferencia y poco a poco dejaron sus elaboradas ropas. En algún punto, Yūgen empezó a vestir las mismas ropas de sus hermanos porque eran más flexibles para moverse y Haruka las confeccionó a su medida para luego replicar el patrón en otras telas y así crear su propio armario.
—¿Por qué no? De niña lo usabas. Te quedan bellísimos. —Hashirama no entendía la negativa de su hermana.
—Esto es más cómodo, los kimonos me hacen sentir asfixiada, además hace un calor infernal, llevar uno sería cocinarme en vida y un yukata... nop, mangas largas y más abajo de la rodilla, cerrado... un rotundo no. Cualquier cosa de más de dos piezas me parece molesto para el día a día.
—¡Oh! Ya sé. —hashirama dejó solos a sus hermanos, quienes se miraron fijamente; Yūgen le hizo muecas a Tobirama y el sólo le sonreía. Hashirama regresó a los minutos con un haori beige y una sombrilla del mismo color— Ayer una mujer del clan Uchiha regalaba prendas y accesorios similares, creí que te gustaría.
—¡Gracias! —Yūgen recibió el regalo de su hermano y se lo colocó, le parecía muy lindo— ¿Que tal?
Ambos hermanos asintieron en aprobación y salieron juntos. Yūgen iba entre ellos y los tenía agarrados del brazo, al salir del dominio del clan Senju, Hashirama se separó para buscar a Madara y Yūgen acompañó a Tobirama en busca de respuesta de otros clanes para formar parte de la aldea.
El sol en su punto más alto iluminaba por completo la tierra, sin nubes alrededor; un hermoso día para cualquiera y una tortura para Yūgen, quién vivía rodeada de enormes árboles que brindaban sombras por doquier. Tobirama abrió la sombrilla, su hermana siempre cumplía sus tareas al atardecer o ya entrada la noche, siempre odio la lucha en el día y era raro verla agobiada. Por ello la sostenía de la cintura. Llevaban horas caminando, kilómetros, traían consigo respuestas positivas y otras en espera; Yūgen estaba muy emocionada en el fondo aunque no pudiera expresarlo físicamente.
—El verano es una mierda —manifestó con desdén, tenía su cabeza apoyada en el hombro de su hermano y sus brazos estaban enlazados, Yūgen se movía porque Tobirama lo hacía. El calor era tal que podía sentir sus ondas— qué bueno que Hashirama me dió la sombrilla, estaría muerta ahora.
—Mmmm, creo que más adelante podría usar el hiraishin —declaró Tobirama.
—¡Cierto!, ¿¡Por qué no recordé eso antes!?, ¡Hazlo ya! —demando Yūgen.
—Mi chakra no es suficiente, aún estamos muy lejos
—Para eso estoy yo.
Tobirama sintió cómo el desbordante chakra de su hermana lo recorría, se sintió impresionado por un segundo debido a la gran cantidad que le estaba traspasando. Fue más que suficiente para que llegaran. Quedó aún más sorprendido al ver que no estaba agotada al reaparecer en lo que sería la aldea.
—¡Gracias al cielo! —Expresó Yūgen— Iré por Hashirama y Madara, espera en la sede.
Tomó la sombrilla y despidió a su hermano, se encaminó directo hacia los nombrados. Mientras ella se alejaba, su hermano seguía mirándole inquisitivamente; repleto de curiosidad, reunió chakra y activó su técnica sensorial para saber el flujo de chakra de su hermana, se encontró con que era inferior incluso al de Hashirama pero que fluía con rapidez por todo su cuerpo, sin embargo se iba reduciendo hasta llegar a un punto que era muy mínimo. Aún así, los puntos de energía lucían llenos. El asumió que su hermana detectó su acción porque se detuvo y se giró para mirarlo; sin inmutarse, desató el chakra.
Era la tercera vez en el día que su hermana lo dejaba sin palabras. ¿Cómo podía hacer eso? Hace un momento, estuvo con flujo apenas visible pero ahora las cantidades de chakra que la recorrían eran inmensas. Se detuvo abruptamente y continuó su camino, dejando a su hermano anonadado.
¿En qué momento ella consiguió eso?
Yūgen se encontraba algo lejos, hace rato que sabía en dónde estaba Madara, pero estaba divagando en su mente y caminaba en círculos. Se cuestionaba si debió mostrarle algo cómo eso a su hermano, al final concluyó que ya no importaba y se concentró en su objetivo: ir al sitio dónde su hermano estaba en compañía del Uchiha. Caminó la empinada montaña hasta el tope de la misma y se encontró con una escena única.
Madara estaba riéndose a carcajadas.
Se quedó inmóvil, viéndolo, hasta que ellos notaron su presencia. Yūgen le sonrió al líder de los Uchiha y éste hizo lo mismo. Se acercó y abrazó a su hermano para luego quedarse abrazada a él y compartir las nuevas noticias: —¡El clan Sarutobi y Shimura quieren unirse a la aldea!
—¿¡Qué!? —exclamaron al unísono.
Yūgen sólo asintió.
—¡Eso es excelente! —manifestó el Uchiha sonriendo— seguro tuviste algo que ver.
—Mh-mmm, pienso lo mismo. ¿No prometiste nada raro? —añadió Hashirama.
—¿Eh?, ¡Claro que no! Tobirama nos espera allá —señaló el edificio recién construido y ambos líderes asintieron.
Emprendieron camino los tres, una vibra amena rodeaba a los tres individuos y en algún punto Yūgen, quién iba en el medio de los dos, quedó atrás por dispersarse. Al regresar a la realidad, empezó a correr y gritó: —¡Esperen!
Al alcanzarlos, seguía en el medio de ambos y por inercia tomó el antebrazo de ambos para enlazar los suyos. Miró a Madara al darse cuenta de lo que hizo, esperando respuesta y consiguió una sonrisa en modo de aprobación que la hizo internamente felíz.
—¿Viste algo interesante que te quedaste detrás de nosotros? —preguntó su hermano.
—Nop, solo me distraje viendo las hojas moverse.
—¿Qué piensas de "Aldea Oculta entre las Hojas" cómo nombre? —preguntó Madara.
Yūgen se fijó en la hoja que traía Madara en la otra mano antes de responder.
—Me gusta, creo que combina con el lugar, está completamente rodeada de árboles ¿Lo escogiste tú? ¡Es genial!
Una mirada victoriosa fue dirigida a Hashirama acompañada de un asentimiento. El moreno se entristeció y Yūgen soltó una carcajada suave al ver cómo interactuaban.
El agradable viaje terminó al estar ya en la oficina, Yūgen soltó el brazo de Hashirama para que entrara primero pero mantuvo su agarré con el azabache y entraron juntos. Una clara mirada desaprobatoria les fue dirigida por parte de Tobirama y Yūgen le respondió con una desconcertada, los ojos de su hermano se dirigieron a su brazo y entendió; miró al azabache, quién mantenía el agarre presionando un poco hacía su costado y al sentir la mirada de Yūgen, la vio. Ella levantó un poco las comisuras de sus labios y se inclinó un poco hacía él. Ambos estaban cómodos y aparentemente también disfrutaban de molestar un poco al albino.
Hashirama estaba muy entretenido con la situación pero decidió cortar la tensión y habló: —¿Qué consiguieron? Yūgen nos contó sobre el clan Shimura y Sarutobi.
Tobirama se enfocó en su hermano mayor para responder: —El señor feudal de la nación del fuego estará aquí en dos semanas.
—¡Eso! —Musitó Yūgen, pues sabía que olvidaba algo.
Yūgen y Madara se separaron y se sentaron todos, leyendo los pergaminos que habían traído los hermanos Senju y comentando el contenido de ellos. Así transcurrió la tarde hasta que llegó el crepúsculo y Yūgen sugirió ir a casa por algo de comer, sin respuesta de Tobirama, Hashirama y Madara estuvieron de acuerdo; se levantaron para encaminarse, Tobirama también los siguió y se mantuvo al lado de su hermana. En el camino se encontraron a Izuna, a quién también invitaron a los dominios del clan Senju.
—¡Bienvenidos!
Yūgen escucho a Haruka, se escuchaba de la cocina. La anciana apareció en la entrada, sonriente y con una bandeja en mano, se sorprendió al ver los rostros no conocidos pero también les sonrió.
—Adelante, pasen. —se hizo a un lado y todos entraron. La menor de los Senju arrastró a Tobirama junto con ella a la cocina para ayudar a Haruka quien se carcajeó al verla traer a su hermano del brazo.
—¿Qué necesitas, abuela?
—Tengo todo preparado, corazón, pero pueden llevar la comida.
Yūgen liberó a Tobirama y tomaron las bandejas y ollas que desprendían un fuerte aroma, provocaban que el estómago de la joven se ahuecara. Con la mesa ya servida, todos estaban dispuestos a comer, menos Yūgen que esperaba por la mujer. Tobirama se dió cuenta y le hizo una negación con la cabeza; los hermanos Uchiha agradecieron la invitación y luego de eso, los cinco devoraron la comida. Haruka apareció en eso con bebidas y todos dieron las gracias, Yūgen palmeó el sitio a su lado para que ella se sentara pero se negó y recibió un puchero como respuesta.
—Gracias por la invitación —manifestó Madara al terminar su plato, ya saciado. Estaba algo incómodo pues sabía que no era del agrado de Tobirama. Izuna asintió a lo dicho por su hermano, aún le costaba hablar delante de los Senju.
Yūgen les sonrió mientras masticaba el arroz y el pescado, no había mejor forma de describir un buen día para ella que este, dónde comía junto a Madara e Izuna en la misma mesa.
Hashirama al terminar de comer buscó algo de licor, Yūgen hizo una mueca al verlo y fue por alguna infusión; desocupó la mesa con Tobirama, quién solo quería alejarse un poco de los Uchiha. El albino notó que su hermana lucía contenta, por alguna razón, estuvo sonriente todo el tiempo, lo cuál llamó su atención y aunque no preguntó nada; muchas ideas del por qué se formaban en su cabeza.
La noche transcurrió entre chistes, juegos de mesa y alcohol, miradas intensas iban y venían por parte de Yūgen y Madara mientras los demás reían o bebían; Tobirama notó cada una de ellas, desde que se le metió en la cabeza la idea de que su hermana y el Uchiha tenían algo, parecía que hacían cosas a propósito para alimentar esa idea. No era como que si su hermana realmente quisiera demostrar el interés que sentía por Madara pero era imposible para ella no mirarlo y que se desbordaran sus sentimientos a través de sus ojos, estaba completamente desinhibida gracias al alcohol.
El azabache estaba completamente entretenido captando las miradas de Yūgen y manteniéndola fugazmente cada que ocurría, le gustaba también cómo Tobirama lo destruía, estaba seguro que si esos ojos rojos pudieran matarlo, ya estaría enterrado. Ambos hermanos poseían el mismo color de ojos pero lo miraban completamente diferente y era un entretenimiento adicional a la situación que se desarrollaba en la sala.
Yūgen estaba ya dormitada en su asiento y antes de desplomarse, le regaló una última mirada a Madara, desgarradoramente dulce e intensa que fue acompañada por una sonrisa y un susurro inaudible para todos. Fue tomada entre los brazos de Tobirama y el la llevó a su habitación para luego reincorporarse a la mesa. Hashirama vociferó que su hermana tenía un gran aguante al sake e Izuna, quién hipaba, asintió bebiendo su copa. Ahora quién estaba delante de Madara era Tobirama, él se sirvió un trago y lo bebió antes de hablar y dejar el silencio la sala con su acusación.
—Estás en una relación secreta con mi hermana, ¿Cierto?
.
.
.
.
.
.
.
[No había subido esto porque tenía que revisar un detalle en otro capítulo pero no quiero que piensen que desaparecí again, por eso aquí la actualización<3 espero que hayan disfrutado de ella, ¡Besos!
—alby]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro