Las cartas de Alex eran sus posesiones más preciadas en todo el mundo. Eran seis en total, dirigidas a cinco personas diferentes.

El primero a Eli Moskowitz, el chico de enfrente. Eli era dulce y tímido, y siempre sacaba las arañas afuera para ella, aunque las odiaba más que ella. Eli Moskowitz fue el primer chico que realmente le importó, tal vez incluso amó. Era demasiado joven para señalar en ese momento, pero lo amaba entonces por lo que sabía que era el amor.

El segundo fue para Demetri. Demetri y Alex tenían un intercambio, donde él la ayudaría con ciencia y ella lo ayudaría con inglés. Hicieron este trato al comienzo del séptimo grado, cuando las únicas personas que tenían aparte de ellos eran Sam y Eli. Alex se había enamorado y perdido el interés por Demetri rápidamente, pero él seguía siendo importante para ella. Por supuesto que todavía era importante para ella.

El tercero fue para Miguel Díaz. Sabía exactamente cuáles eran sus bocadillos favoritos y siempre se los traía cuando lloraba, frotando su espalda suavemente y recordándole que iba a estar bien. Se había enamorado de Miguel lentamente, pero había algo en él que era diferente. No era como ningún otro chico que ella hubiera conocido antes.

El cuarto fue para Hawk. Un día, Eli se presentó en la escuela con una cresta y un tatuaje en la espalda, insistiendo en que era una persona diferente. Al principio, su exceso de confianza y sus tendencias machistas la desanimaron, pero le encantaba cómo era capaz de defenderse a sí mismo. Ella siempre había sido la que se enfrentaba a Kyler y su pandilla de idiotas, pero un día Kyler la llamó perra y Hawk lo derribó en medio de la cafetería. El corazón prácticamente se le salió del pecho cuando él se giró y le guiñó un ojo, antes de alejarse con una nueva arrogancia en su paso.

El quinto fue para Samantha LaRusso, la chica más hermosa que había visto en toda su vida. Alex básicamente procesó toda su crisis de sexualidad a través de esa carta, y al final se dio cuenta de que le gustaban las chicas, específicamente Sam. Sam la hizo olvidar a Hawk, solo por un tiempo.

El sexto fue para Robby Keene, el chico malo del parque de patinaje. Su hermano pequeño, Finn, siempre la obligaba a ir allí, y se podría decir que Alex y Robby tuvieron una aventura. Se había enamorado de él en el segundo en que le guiñó un ojo, enseñándole a andar en patineta mientras Finn ponía los ojos en blanco en el fondo. La había besado una vez, y luego desapareció para siempre.

Cada una de las cartas fue cuidadosamente sellada con cinta washi y escrita con su letra más pulcra en su papel más bonito. Eran lo más privado de toda su vida, algo que nadie podía ver jamás.

Hasta que un día, cuando Miguel se le acercó durante la clase de gimnasia. "¿Oye, Ali? Te agradezco que digas todas estas cosas, pero nunca va a suceder". Levantó la carta, con una mirada incómoda en su rostro.

La cara de Alex cayó, sus ojos prácticamente se salieron de su cráneo. No había forma. Si Miguel hubiera conseguido uno, entonces eso significaba que...