Es domingo, no quiero afrontar el día de hoy, pero simplemente no puedo faltar a la iglesia, mucho menos por un drama con un chico ¿Qué excusa les daría a mis padres? Jamás les contaría lo que ha estado pasando, ellos están bien en la ignorancia, así que básicamente he estado lidiando esto sola, estos días han sido demasiado raros para mí, luego de salir con Luke y sus amigos, me vino a dejar a casa, ni siquiera quise hablar en el camino, bastó con una despedida. Tengo que admitir que las palabras que dijo Ashton siguen repitiéndose en mi cabeza, como atormentándome, tiene razón. No debería seguir cayendo en el juego de Luke si no voy a tener algo con él, ¿Acaso quiero tener algo? Dios, qué lío.
Le lanzo una mirada rápida a mi celular que está reposando en una esquina de mi cama y me muerdo el labio inferior al recordar los mensajes que me mandó el viernes, todos preguntando si pensaba hablarle.
No quiero afrontarlo. Pero hoy es el día que probablemente eso suceda, no puedo huir de él ahí, sería sospechoso, digo, ¿Por qué evitaría a Luke, el buen hijo del Pastor Hemmings?
— ¡Juliette! —escucho el grito de mi madre desde afuera, avisando que es hora de irnos. Tomo mis cosas y salgo.
En el camino finjo que todo está bien, les sonrío a ambos y trato de prestarle atención a la música que ha puesto papá, pero mi cabeza está hecha un desastre.
Los Clifford llegaron más temprano que nosotros, por lo que Michael ya está sentado en una de las sillas de en medio, él al verme me saluda, le devuelvo el saludo a la distancia con cierta pena porque, sí, a Michael también lo he estado evitando. Quizás porque sé que él diría cosas sobre Luke sin saber y eso me haría molestar, evito eso.
Así que tomo lugar lejos, evitando su mirada confundida. Mis padres se fueron a hablar con los Hemmings, y por primera vez desde que entré, me enfoco en buscar al rubio engreído, pero no lo encuentro sentado en la primera fila, mucho menos cerca de sus padres ni hablando con algunos del círculo de los miércoles. Mi mirada se dirige a sus padres, la Sra. Hemmings sonríe a algo que le dice mi padre, el pastor Hemmings escucha atento en silencio, su postura un tanto rígida.
Tal vez esté afuera y no lo vi al entrar.
—Juliette, hola —la voz aguda de Mónica me hace sacudir mis pensamientos para ponerle atención a ella, su rostro me muestra una sonrisa, señala a mi lado y asiento, invitándola a sentar—. ¿Cómo estás?
Ah, Mónica, siempre preocupándose por todos, siempre dulce, siempre caritativa.
—Bien —respondo evasivamente, por las puertas de cristal entran ya varias personas, veo la hora, el culto no tarda por comenzar y Luke sigue sin aparecer—. ¿Y tú?
—Bien, gracias a Dios.
Hago un mohín parecido a una sonrisa. Me cruzo de brazos, sin saber qué decir, pero por supuesto que es ella quien sigue la conversación, y con un tema que era obvio que traería a colisión en algún momento.
— ¿Dónde está Luke? ¿No vino? —cuestiona, su mirada va hacia adelante, pero para mi decepción, él sigue sin aparecer.
—Creo que no, qué raro, siempre viene con sus padres —me encuentro diciendo, lo último más para mí que para Mónica.
—Ya sé, bueno, hablando de Luke…
Aquí viene.
Le veo expectante, no de mala manera, solo sabiendo que tendré que aparentar y ocultar lo que sé, lo cual me hace sentir mal, por eso evito el tema si puedo, pero sé que Mónica no lo dejará y ya es mejor salir de esto.
— ¿Son algo serio? Las demás y yo nos sorprendimos bastantes cuando él le pidió a tu padre permiso para llevarte a una cita.
Reprimo una risa al término “Algo serio” por alguna razón me causa risa pensar en una idea futura donde Luke y yo seamos una pareja, es descabellado de siquiera pensarlo, jamás sucedería.
—Todos dicen que se ven adorables juntos —continua diciendo y eso me baja el humor automáticamente, frunzo el ceño, tratando de dirigir sus palabras. ¿Todos? Oh no.
Entonces caigo en cuenta de que es probable que toda la iglesia y los del círculo de amistad sepan o supongan que Luke y yo somos algo... Oh.
Mónica me ve curiosa, me obligo a quitar mi expresión afligida y le sonrío a medias.
—Aun no somos oficial —digo, las palabras me dejan un sabor raro en la boca.
—Estoy segura que pronto sí —sonríe anchamente, emocionada. Yo solo asiento—. Debe de ser un total encanto, ¿No?
—Eh, bueno, sí —dudo, ¿Luke un encanto? No es la palabra que ocuparía, pero termino asintiendo—. Un buen muchacho, amable y caballeroso.
Mónica parece fascinada y satisfecha y me alegra que sea así, no quiero tener que seguir con esta farsa.
El culto da su inicio con la música de bienvenida, Mónica se levanta, se despide de mí rápido y se dirige a donde estaba sentada antes, a los lejos observo a mis padres venir hacia mí con tranquilidad.
Mi mirada va hacia adelante. No hay señal de Luke y honestamente no sé si sentirme aliviada o preocupada.
***
—Juliette, linda —escucho la voz de mi madre al otro lado de la puerta, a los instantes es abierta, aparto la mirada de mi celular y le veo expectante—. Oh, no te has cambiado desde que venimos.
Me encojo de hombros. A penas venimos de la iglesia vine a encerrarme y a estar en mi celular en Instagram. Luke me siguió ayer y me avergüenza admitir que pasé demasiado tiempo viendo cada publicación en su perfil, las últimas eran de él en la universidad, con gente que no conozco y Ashton. Saber que conoció a Ashton en la universidad se me hace tan raro, quiero decir, ¿Cómo llegaron siquiera a congeniar? Pero Ashton vive por esta zona también, es una coincidencia que le llevo dando vueltas.
—Juliette —dice mi madre, llamando mi atención, esta vez bloqueo mi celular por completo y me levanto de la silla de mi escritorio.
—Perdón, ¿Qué sucede?
—Te dije que te arreglaras, los Hemmings nos invitaron a cenar a su casa, sabes que el aniversario de la iglesia se acera y la hermana Liz y yo tratamos de ponernos de acuerdo en ciertos preparativos…
Dejo de escuchar lo que dice porque mi cerebro se ha quedado atrapado ante el hecho de que iremos donde Luke. Sigo pensando en su ausencia en la iglesia.
—Solo me peino y cepillo mis dientes —contesto bajito caminando hacia mi cómoda, dándole la espalda a mi mamá, le escucho decir que no tarde mientras sale de mi habitación.
Cuando salimos de casa, trato de que mis nervios no se noten, mis padres van hablando en los asientos de adelante del auto mientras contesto algunas veces cuando se dirigen hacia mí. La casa de los Hemmings no es lejos, es una residencial de clase alta, donde las casas podrían confundirse a no ser de los números en las puertas y el color de los buzones. Lo cierto es que el jardín es precioso y logra resaltar entre los demás hogares.
Papá toca el timbre, yo me escondo detrás de él como si tuviese 5 años y cuando el pastor Hemmings es el que abre la puerta, me obligo a salir de mi caparazón lleno de nervios.
— ¿Cómo le va, pastor Hemmings? —me acerco para estrechar su mano. Nos ha invitado a pasar y todos nos reunimos en la entrada, sobre la bonita y probablemente costosa alfombra.
—Muy bien, ¿tú cómo estás?
—Bien, gracias a Dios —respondo y por primera vez decir aquello se me hace raro. Sonrío a medias.
La Sra. Hemmings igual me saluda y nos conduce hacia la sala. Escucho cómo de inmediato los adultos comienzan a hablar de lo suyo, mi mirada vaga por toda la estancia, observando las fotos sobre la chimenea de ladrillo, todas son familiares y una grande de Luke con su toga de cuando salió de la escuela, recuerdo esa época, Luke solía llevar copete, ahora se lo ha dejado crecer un poco.
Empiezo a creer que Luke no está en casa cuando de la nada oigo pasos desde las escaleras de madera, la atención de todos va hacia él.
Luke va vestido tan simple que me extraña verle así, estoy acostumbrada a sus pantalones caquis y camisas de abotonar manga largas. Ahora lleva unos pantalones negros de tela lisa y una camisa básica blanca, está presentable, pero no a como antes.
No puedo evitar ignorar cómo su madre le da una miradita de advertencia y eso me hace fruncir el ceño. Entonces Luke sonríe anchamente hacia mis padres, mostrando al muchacho educado y amable, pero sé que hay algo mal con él.
Sus ojos se dirigen a los míos luego de saludar a mis papás, sé que debería acercarme, así que lo hago con delicadeza y le doy mi mano. No hay apretón coqueto ni nada por el estilo a como esperaría que hiciera, me ha saludado justo como a mi madre: con seriedad.
Luke está serio y al igual que yo, se suma en aburrimiento cuando nuestros padres continúan hablando antes de dirigirnos todos al comedor. Hay algo diferente con él y quisiera saber qué es.
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voten y comenten, les tkm, gracias por siempre esperar unu
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