O4
Sus manos sudaban, pero él intentaba que no se notara. Su corazón latía emocionado, mientras veía al castaño comprar algunas boletas. TaeHyung le miró un momento, y él sonrió mientras un suave carmín se pintaba en sus mejillas.
Volviendo su atención a lo que le rodeaba, JungKook veía con ojos brillantes el parque de diversiones, las diferentes estructuras llamativas, se sentía un niño pequeño, y le encantaba.
Había sido idea de Kim ir allí, pues pensaba que así se conocerían mejor, en un lugar en donde el estar aburrido es un tanto prohibido y podrían distraerse de muchas cosas, solo entre ellos dos.
JungKook no era romántico, para nada, pero... estaba dudando al momento en donde un sentimiento bonito llenó su corazón, quedó embobado con la sonrisa rectangular que TaeHyung le dio al momento de ingresar por fin al parque.
Él de verdad quería ver ese hermoso rostro todos los días.
Tan solo siendo las seis de la tarde, a ambos chicos les esperaba un día realmente divertido, relajado y... ¿Quién sabe? Tal vez hasta romántico y bonito.
—Tenía años sin venir a uno. —sonrió Tae, mirando encantado a los niños correteando y personas, en mayoría jóvenes, jugar en las instalaciones del lugar.
JungKook solo atinó a admirar la hermosura del castaño, sin darse cuenta de a dónde este último lo estaba llevando, no le importaba, de todas formas.
Kim se detuvo frente a la primera "aventura" que tendrían en ese día. Miró al rubio, quien sonrojado sonrió.
—Nos subiremos acá primero, ¿Te parece? —preguntó, señalando el imponente barco pirata. Se veía divertido.
JungKook por fin despegó la mirada del otro, y observó la atracción.
Oh.
Joder.
Tragó pesado. ¿TaeHyung se quería subir a esa monstruosidad? Ah, le iba a dar algo.
Sin pensar, se aferró del brazo contrario, comenzando a sudar frío. No le gustaban las alturas, le daban miedo, el tan solo estar arriba y mirar hacia abajo era su perdición.
JungKook sintió los brazos de TaeHyung apresarlo en un cálido abrazo.
¿Se podría mirar más patético?
—Hey, está bien si te da miedo —Tae habló bajito—. Si quieres, podemos ir a otro, no hay problema.
Pero Jeon negó, sintiendo un poco de culpa en su interior.
—No... no quiero arruinar el día. —murmuró, apoyando su cabeza en el pecho del menor.
—No lo dañarás, JungKook. Está bien tener miedo, no te preocupes, además, esta cita es tuya y mía, por eso debemos estar de acuerdo los dos, no solamente uno.
Jeon lo pensó un poco más, mordió su labio inferior mientras se adentraba en su lógica.
Se permitió relajarse un poco.
—Bien... —dijo luego de un rato, llamando la atención del castaño— Subamos al barco.
—¿Estás seguro? Sabes que si no quieres estará bie-
—Sí quiero —interrumpió—, solo es mi estúpido miedo a las alturas, no me gusta estar arriba y mirar hacia abajo. —confesó chiquito.
—Tu miedo no es estúpido —TaeHyung sonrió enternecido—. Y si no quieres mirar, mírame a mí, tal vez te haga sentir mejor.
El mayor se sonrojó y, separándose del abrazo suavemente, sonrió bonito, mirando con ojitos brillosos a TaeHyung.
—Supongo que sí.
Y así, con un último suspiro para tranquilizarse de parte de JungKook, se subieron a la instalación.
Dicho y hecho, JungKook no separó su vista de TaeHyung, aunque eso no evitaba que sonriera en grande y soltara carcajadas cuando el chico se aferraba a él cuando el barco se movía. Realmente lo terminó disfrutando.
Pasando un día bastante divertido y cálido, pasando las horas y subiendo a más atracciones mientras se detenían de vez en cuando a comer chucherías o simplemente a relajarse en el bonito lago que tenía el parque.
Dando las nueve de la noche, la luna brillando en todo su esplendor, TaeHyung dirigió al pelinegro hacia su último destino por ese día.
La gran rueda de la fortuna.
—¿Ahora qué toca? —preguntó JungKook, mientras terminaba su helado de vainilla.
—Nuestra última atracción —TaeHyung paró su andar frente a la estructura, miró sonriente a Jeon—. La rueda de la fortuna.
Sin esperar respuestas, el menor entregó las dos últimas boletas, y arrastró al rubio hacia la cabina. Sentándose y viendo cómo la rueda comenzaba a moverse lentamente, JungKook miró a su compañero, quien parecía un poco nervioso.
—¿TaeHyung? —llamó suavemente. El nombrado le sonrió tranquilo, pasando su brazo por el cuello de su mayor, atrayéndolo hacia él.
JungKook sonrió chiquito al estar apoyado del pecho del castaño. El helado había sido terminado, y ahora ambos jóvenes se encontraban en un bonito y cómodo silencio dentro de aquella cabina.
Al pasar unos cuantos minutos, por las grandes ventanas del pequeño espacio, se vio la alumbrada ciudad desde lo más alto de la atracción. Por primera vez, a JungKook se le hizo hermoso ver todo desde arriba, escuchando y sintiendo la suave respiración de TaeHyung, todo se le hacía tan mágico.
No quiero que termine.
Suspiró, cerrando sus ojitos y acurrucándose en el pecho del menor.
Cuando la tranquila atracción dio por finalizado su recorrido, ambos chicos caminaron hacia la salida.
—¿Quieres que te acompañe a casa? —TaeHyung fue el primero en romper el, aún, cómodo silencio.
—Estaré bien, SeokJinie Hyung dijo que vendría a buscarme. —JungKook sonrió. Los dos deteniéndose en las puertas del parque.
Kim asintió comprendiendo.
—Yo... ¿Debería llamarte Hyung? —preguntó avergonzado, puesto que, aunque sabía que JungKook seguramente era mayor que él, no se había detenido a pensar en que debía hacerlo.
El azabache rió bajito, viendo el carmín adornando las bonitas mejillas de TaeHyung.
—Solo si quieres, bonito. —le guiñó en un intento de ser coqueto, riendo cuando Kim bajó la cabeza, asintiendo suave.
Viendo un conocido carro aparcado a unos metros. JungKook supo que debía despedirse.
—Ya Hyung vino a recogerme —informó, un poco triste—. ¿Deberíamos despedirnos?
El castaño abrazó sorpresivamente al mayor, quien correspondió pocos minutos después.
—La pasé genial hoy, JungKook. Me encantaría repetirlo. —susurró, haciendo sonrojar al azabache.
—Se repetirá, tenlo por seguro.
Con una bonita sonrisa decorando sus rostros. Se separaron.
—Hasta luego, Tae.
Despidiéndose y no esperando una respuesta, JungKook se dirigió hasta el carro de su Hyung. Cuando iba a unos cuantos metros de la misma, un pequeño llamado y unos brazos dándole la vuelta cautivaron su atención.
—JungKook. —el azabache no pudo responderle, TaeHyung le dio un pequeño y rápido beso en la mejilla, para luego salir corriendo mientras se despedía moviendo la mano.
Jeon, procesando lo que había pasado, sonrió como bobo y colocó su mano en la mejilla besada.
Cuando llegó al departamento, subió rápidamente a su habitación.
Agarrando su diario, lo abrió y, con un bolígrafo de color negro, comenzó a escribir todo lo que sintió y vivió ese día. Lo feliz que estaba y lo enamorado que se encontraba.
Viendo la bonita y decorada lista que había tenido planeado comenzar. Con una sonrisa colocó el primer requisito para su futuro esposo.
1. Llévame a una cita.
Cuando terminó de escribir, frunció un poco el ceño, sintiendo que algo faltaba. Recordó el día que había tenido, así que... prefirió añadirle algo más.
1. Llévame a una cita, hazme sentir bonito, especial y querido. Te aseguro que, con eso, estaré muy feliz. <3
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