Capítulo 1: ¿Lista?
Broadway. La calle más famosa del mundo. La meca del teatro moderno. La que reúne en sus escenarios a la élite de los artistas. La que ha visto estrellas elevarse y caer. La que en sus marquesinas albergó nombres de leyendas. Toda luces, gente, fachadas de teatros, taquillas de boletos, anuncios de funciones, pósters publicitarios, arte callejero. Risas, música, aplausos, ovaciones, abucheos, drama. Y mucho caos.
Esa era Broadway.
Aunque ya llevara una semana allí, no lograba acostumbrarse, y pensó que esa ciudad jamás sería su hogar.
A Shane más bien le encantaba la idea, se paseaba por las calles con un entusiasmo casi infantil, haciendo que las personas voltearan a verlos con extrañeza. Su hermano era bueno para los cambios, ella no. Y ella no soportaba las miradas de la gente, lo cual resultaba irónico y contradictorio.
Si lo pensaba bien, Nueva York no era tan diferente a Londres.
El caos del tráfico era casi igual, el ruido de la gran ciudad, un viejo sistema de metro, sus edificios, rascacielos y casas amontonadas entre sí, las luces de una metrópoli, la cercanía del río... Nueva York no era tan diferente a Londres. Pero al mismo tiempo eran todo lo opuesto. A veces cerraba los ojos e intentaba imaginar que seguía en Inglaterra, y de inmediato le invadía la sensación de que todo estaba terriblemente mal.
—Ya te acostumbraras, Gaby —solía decirle su abuela.
De cualquier manera no tenía opción; era un viaje sin retorno, sin esperanzas de volver a casa. Cuando se despidió de sus amigos, de su novio Zack y de los otros compañeros actores, también se despedía de sí misma, de todo lo que tenía algún significado para ella.
—No seas tan dramática, Gabe —le había dicho Shane cuando ella se lo comentó.
Y fue justamente Shane quien oyó hablar de esa compañía, el que la convenció de que no necesariamente tenía que retirarse del teatro, el que envió las solicitudes, y quien la sacó de casa para terminar en esta estación de metro mal iluminada de camino a Broadway.
Esperaban junto con un grupo de gente amontonada, todos con prisa de abordar un vagón y salir de allí. Todo el mundo en Nueva York siempre tenía prisa, siempre estaban apretujados, siempre siguiendo la corriente.
—Como vacas en un corral—murmuró Gabrielle para sí.
—¿Podrías dejar la amargura para otro momento? No le causarás una buena impresión a los de la compañía—la reprendió Shane, que había escuchado sus palabras.
—No necesito causarle buena impresión a nadie. Sólo estoy aquí porque literalmente me arrastraste—respondió ella, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Sigo sin entender por qué no te parece buena idea. ¡Esto es Nueva York, Gabe! ¡Broadway! Es a donde cualquiera quisiera llegar.
—Nunca dije que me parecía mala idea.
—¿Entonces qué es?
Gabrielle suspiró antes de responder.
—Simplemente...no puedo hacerme a la idea de todo esto. No puedo, Shane. Pensar que ya estoy haciendo mi vida aquí, que apenas llevo una semana y ya estoy desechando a todos los de la Academia, que pronto me olvidaré de ellos...
—Creo que todo eso depende de ti. De olvidarlos o no, me refiero. Pero no puedes quedarte estancada.
—Lo sé—dijo, apoyando la cabeza en su hombro.
El metro llegó unos segundos más tarde. Entraron y se sentaron enseguida en los primeros puestos vacíos que encontraron; por su experiencia en Londres sabían lo valiosos que eran. El vagón se llenó y rápidamente se puso en marcha.
—¿Cómo crees que sea?—preguntó Shane con la voz llena de entusiasmo.
—¿Igual que los teatros de casa? No creo que haya mucha diferencia.
—Ya deja de decirle casa, Gabe. Este es nuestro hogar ahora, te guste o no. Y apuesto a que son muy diferentes los teatros americanos.
—Ya veremos, Shane.
En menos de un santiamén ya estaban en la estación de Broadway. Salieron del metro rodeados de un tropel de gente. En cuanto llegaron fuera de la estación, ninguno pudo no sorprenderse.
Los hermanos avanzaron lentamente, los ojos brillantes y la boca abierta, mirando todo a su alrededor, sin poder creer aún que estaban allí.
La primera impresión no pudo ser más que asombrosa. La segunda, más bien intimidante. Esta no era la Academia de teatro en Londres, donde les enseñaban las posiciones básicas de ballet e iban de paseo a ver Billy Elliot por enésima vez. Esto era algo que ninguno había visto antes. Ahora estaban en las ligas mayores.
Avanzaron por la calle abarrotada de gente, buscando el teatro de la compañía "Fame Stars". Ahora Gabrielle no sabía que esperar, se sentía casi tan ansiosa como Shane, y tal vez cien veces más nerviosa; había fingido indiferencia por este asunto como por una semana, desde que llegaron a la ciudad, pero la realidad era que ser parte de una compañía de Broadway no podía ser menos que extraordinario.
En menos tiempo de lo que pensaron ya se encontraban frente a "Fame Stars", un teatro bastante moderno que en realidad no se encontraba en Broadway, si no en la calle 43 con la octava Avenida, y que resultó ser muy conocido por las personas que frecuentaban la zona.
Ambos hermanos se detuvieron un momento en la entrada. Sin poder explicar cómo, sabían que aquel paso, para bien o para mal, iba a ser importante. Que al abrir esa puerta, sus vidas habrían de cambiar. Shane miró a Gabe, y ella le devolvió la mirada.
El azul en los ojos de él tenía un brillo especial, el asombro, la alegría y los nervios entremezclados.
¿Lista?
Los ojos café de ella reflejaban más que nerviosismo, miedo. No solo por lo que se encontraría adelante, sino por lo que dejaría atrás.
¿Y tú?
Y sin necesidad de decir algo más de lo que estaba escrito en sus ojos, los hermanos entraron.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro