Carta número 34
Narra Emily.
Apenas salir de clases, corrí hacia la casa de Juan.
Toqué el timbre. Abrió y me miró.
- ¿Qué?
- ¿Por qué haz escrito eso?
- ¿Por qué? No hay porqué.
Lo mire mal.
- Dejame en paz Emily. No quiero nada contigo.
Cerró la puerta. Pero sabía que se quedó tras esta.
- Yo... También te amo. Y quiero ser tu novia.
- Demasiado tarde.
- El sabado que viene te estaré esperando en la puerta del colegio...
Me di la vuelta y me fui.
Escribí una carta para él. La cual decía esto:
"Querido Juan:
Me destrozaron tus palabras. Y tienes razón, me fui a la mismísima mierda con ello.
Te amo. Maldita sea Juan Luis, te amo. ¿Y sabes que es lo peor? Saber que seré infeliz con Raúl porque tu no escuchas...
Me enamore de ti. Asi como tu llevas toda tu vida enamorado de mi. Nos conocemos poco y la verdad es que me demostraste la gran persona que eres y más allá de ti.
Quiero ir al baile contigo. Ya tengo mi ropa. Sólo... Sólo ve. No me interesa que estés en pijama o en traje, sólo que estés ahí y sentir tu perfume.
Si no vas... Sólo seguiré. Pero recordaré cada maldito segundo a tu lado. ¿Y sabes qué? Mi primer beso, NUESTRO primer beso, nunca lo eliminaré de mi mente.
Sólo eso. Si no vas ese día, entenderé tu situación y dejaré de molestarte. Y si lo haces... Espero que aclaremos las cosas.
Te amo, mucho.
Emily"
Se la envíe. No recibí respuesta de su parte, pero en fin.
Llegó el sábado del baile de graduación.
El vestido azul brillaba a la luz de la luna. Estaba en la puerta, esperándolo.
Él... Nunca llegó.
Se hizo de madrugada, y yo como una imbécil esperándolo en la entrada.
Decidi volver a casa. Pero antes pase por la suya. Lo vi, sentado en la baranda de su balcón, mirando a la mismisima nada.
- Tendría que haber ido...
Repetía. Me puse justo delante de él y solloce. Miró en mi dirección.
- Emily...
- Creí que no ibas a partirme el corazón... -Me senté en la vereda- Creí que irías vestido de Azul, como la primera vez que hablamos... Pero no, no lo haz hecho. Sólo pensaste en herirme.
- Emily no ha sido así...
- Ya entendí que no me quieres en tu vida... Lo entiendo.
Saqué de mi bolso un pequeño paquete. Lo dejé en su puerta.
- Lo siento... Adiós.
Me di la vuelta y me fui.
Apenas llegar a casa, me acosté a llorar.
Soy una idiota. Perdí todo por una estupidez y... Y no se si podré seguir sin él.
Me miré delante del espejo. Estaba destrozada.
Decidí llorar hasta dormir. No valía la pena un intento de suicidio o algo así. De alguna forma tendría que salir adelante, con o sin él.
Esto se acabó. Es el final.
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