Narra Emily.

Lloré todo el día, noche y semana.

Lunes, nuevamente en el colegio.

Raúl se acercó a mi y sonrió.

- Estáis mas guapa hoy eh.

Rodé los ojos y seguí caminando. Vi que Juan Luis miraba desde su casillero.

- ¿Que pasa?

Me abrazó. Me solté de inmediato.

- Nada, Raúl. Nada.

Entré al salón y me senté en el fondo. Lo que nunca.

Saqué una hoja de papel y escribí.

"Querido chico de las cartas:
Me alegra que te hayas incorporado nuevamente... Señal de que estás mejor.
Ya no estarás sólo en el fondo. Ahora seré como tú.
Emily"

Dejé la carta sobre su mesa.

Saqué otra hoja y me dediqué a dibujar cosas sin sentido.

Cero ganas de nada. Sinceramente.

Leyó la carta y me miró. Anotó algo en el dorso y la devolvió.

"Si, ya veo. Por cierto, no hace falta ni escribir cartas. Me haces daño."

Rompí la carta y la tiré a la basura.

A la mierda todo esto. Me voy.

Tomé mi mochila y salí del salón. Corrí a la salida y me escapé.

Dios... ¿Por qué él? Maldita sea.