—¡Young!

Estaba sentada sola en la orilla en el inmenso césped, mirando al Gran Lago. Es un día bastante cálido, considerando que estamos a mediados de octubre y el aire es brillante y seco. Podría ser relajante si no tuviera tanto trabajo. Mis libros están esparcidos a mi alrededor como las paredes de una celda. Aún así, por muy estresada que esté, es una mejor opción que estar en la biblioteca.

—¡Hey, Young!

Detrás de mi, cerca de la escuela, Draco se había separado de su pequeña pandilla con la que estaba para correr hacia mi. Mi expresión de confusión en mi rostro de hace más grande cuando noto que se sentó a mi lado.

Él extendió su mano y la miré fijamente.

—Estoy pidiendo tregua.

—¿Tregua?—ahora lo miraba a él fijamente.—Tú nunca pedirías tregua.

—No sabía que eras una experta en mi persona.—sonrió.

—Pero ¿por qué?...—fruncí el ceño mientras intentaba asimilarlo.—¿Cuál es el truco?

—No hay ningún truco.—dijo Draco agradablemente.—¿Pero no sería la vida mucho mejor si estuviéramos en buenos términos?

Su sarcasmo me confundió un poco.

—No entiendo.—dije.—No es como si estuviéramos en una gran guerra de bromas o algo así. Harry y Ron han peleado contigo todo el tiempo y jamás les has dicho algo así.

Draco entrecerró los ojos.—A pesar de lo que piensas, Potter y Weasley no interfieren en mi vida personal. Tú sí, y personalmente, creo que sería mejor para ambos ser civilizados.

Miré mi libro con recelo.—Bien. Pero no te daré la mano, probablemente escupiste en ella o algo así.

—¿Por qué haría eso?

No respondí, y por el rabillo del ojo noté que me observaba con curiosidad.

—¿Pasa algo, Young?

—Es que sigues aquí.

—Sabes, creo que si nos llamamos por nuestros nombres, esto funcionará mejor.—dijo pensativo.—¿Cómo te gustaría que te llamara?

—¿Estamos siendo civilizados o mejores amigos?

—Creo que Isobel es un poco formal, ¿no crees? ¿Qué tal Izzy?

Lo mire por primera vez con sorpresa.—Malfoy, ¿de dónde ha salido todo esto?—pregunté asombrada.—Me estás asustando.—el rubio me ignoró de nuevo.

Él cruzó sus piernas y entrecerró los ojos dramáticamente.—¿Iz? ¿Izzo?

Suprimí una sonrisa.—Ninguno.

—¿Entonces como quieres que te llame?—preguntó frustrado.

—No quiero que me llames de ninguna manera.

—¿Bel?

—No.

—¿Bella?

—Definitivamente no.

Draco hizo una especie de sonido raro fuerte. Exageradamente jadeó burlonamente.—Belly.

Puse los ojos en blanco.—Malfoy, no me llamarás por ese ridículo apodo...

—Como prefecto, te llamaré como yo quiera.—dijo con alegría.—Hasta luego, Belly.

Se alejó dando grande zancadas. Lo observé todo el camino, increíblemente sorprendida.

Pasó una semana en lo que intentaba alejarme de Draco, ya que cada vez que me lo topaba, me llenaba de preguntas: ¿Cómo estás? ¿Estás comiendo bien? ¿Has tomado agua? ¿Duermes bien? ¿Estás cumpliendo con tus tareas?. Sus preguntas me estresan, y a decir verdad, tal vez porque nunca averigüé a qué está jugando exactamente y desde dónde ha conseguido sacar esta falsa y excesiva nitidez.

Después de eso, Noviembre pasó volando junto con una serie de reglas más estrictas y trabajo más duro. También intenté evitar a Draco, que sigue siendo exageradamente cortes. La mayoría de las noches la he pasado junto al fuego caliente de la sala común de Gryffindor, envuelta en mantas, tratando desesperadamente de hacer los deberes antes de su vencimiento. También habíamos pasado por más reuniones del E.D, que prefiero antes de realizar cualquier otra tarea. Sin embargo, debido a esto, no significa que tengamos demasiado tiempo libre como los profesores piensan. La presión que tienen sobre nosotros me pone irracionalmente nerviosa.

En esta noche en particular, donde estoy acompañada por Harry, Ron, Hermione y Neville, quién ha estado estudiando el mismo ensayo de Herbología desde hace una hora, de pronto, alzó la mirada.

—¡Isobel, acabo de recordar!—dijo seriamente.—¿Por qué Malfoy te estaba molestando antes?

Me puse roja, sintiendo que los ojos de los demás sobre mi.

—¿Lo hacía?

—¡Sí, duramente el almuerzo!—dijo Neville.—Estabas en la mesa y él se acercó a ti. Te habría ayudado, pero tenía Pociones y no encontraba mi libro.

Hermione continuó mirándome curiosamente.—¿Estaba siendo grosero contigo?—preguntó.—No suele acercarse a la gente por su cuenta. Crabbe y Goyle suelen estar alrededor de él para vigilarlo.

—No pasó nada.—aclaré con indiferencia. Trato de recordarme mentalmente que mi corazón no debe acelerarse, no tengo nada que esconder.—Solo estaba siendo Draco Malfoy. Neville, eso fue muy amable de tu parte. No tienes de que preocuparte.

Mientras intento descartar la conversación y trato de continuar con mi tarea, se que ellos (especialmente Hermione) están formando sus propias ideas y teorías sobre mi relación con Draco. Y por mucho que odie admitirlo, no puede dejar de sentir qué tal vez, solo tal vez, pueden llegar a tener razón.

***

nota de la traductora;

Ya va a comenzar lo bueno ;)

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