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✵━━━━ 009. Capítulo nueve.

A Percy ya le había quedado bastante claro una cosa y es que sin importar a dónde fuera, la imagen de Jules Morgenstern lo perseguiría a todas partes, como un recuerdo fantasmagórico que lo atormentaba y pesar de eso, lo deseaba. Percy no solo estaba enamorándose cada vez más de Jules, sino que estaba comenzado a desearlo de una forma que nunca pensó que sucedería, porque él no era esa clase de persona, solo era un chiquillo de catorce años que maduró demasiado rápido, no un adolescente hormonal de diecisiete incapaz de controlarse.

Y, aun así, deseaba a Jules de una manera más profunda, sentimental y físicamente, pero jamás tendría el coraje suficiente para confesárselo. No cuando todos ─incluyéndolo─ esperaban algo completamente distinto de él. Todo el mundo tenía el pensamiento arcaico y supuestamente lógico de que Percy Weasley seguiría la vida tradicional planteada desde los tiempos antiguos, pero el destino y las estrellas le habían jugado una mala pasada y sus sentimientos y sus deseos más ocultos, reprimidos en su interior, se deslizaban de a poco, poniendo como objeto de todo su afecto a una persona que no debería ser de su interés.

Al ingenuo chico de los gatos.

A Jules Morgenstern.

O solo Jules.

Un chico.

¿La vida era tan cruel? ¿Se estaban burlando de él? Percy genuinamente creía que alguien estaba moviendo los hilos de su vida, riéndose con crueldad y morbo de su miseria como si fuese una broma esotérica, un chiste interno entre la entidad a cargo de su vida y su creador.

Y ahora lo que le faltaba. La gente aseguraba con vehemencia y entusiasmo que él, el chico menos interesado en el romance escolar tradicional estaba involucrado afectuosamente con la perfecta y brillante Penélope Clearwater, quien, por cierto, no era un chico y, en definitiva, no era Jules.

── Es una broma, ¿no? ¿Quién mierda les dijo que yo estaba saliendo con Clearwater? ── el pelirrojo estaba ardiendo en cólera, enfadadísimo con Oliver Wood y sus dos hermanos menores.

── Todo el mundo dice eso ── Fred respondió a su hermano como sí fuese obvio, algo tácito que todos, incluyendo a Percy, sabían.

Pero ninguno de los dos involucrados tenía algo que ver con los rumores, todo había sido un malentendido o una trampa tejida por cualquiera que quisiera el mal para Percy o aún peor, para Jules.

── ¿Es una broma? ¡Yo no soy novio de Penélope Clearwater! ¡Eso es absurdo! ── gritó enfurecido, ardiendo en cólera ── ¿Saben qué? Tendré que hacer una nota en el maldito periódico escolar, voy a tener que decirles a todos que estoy enamorado de...

Pero las palabras no le brotaron, su garganta se atascó entre sus cuerdas vocales y su amígdala se ensanchó al ver a la persona que era objeto de su deseo y su amor.

Jules Morgenstern.

Tan precioso como siempre.

── Continua ── le apremió George, con burla ──, ya casi lo confesabas, Perce.

── Sí, no tengas pelos en la lengua hermano, adelante ── le siguió Fred, pero Percy no podía emitir palabra alguna.

No cuando Jules estaba allí.

── Hola ── saludó el chico, dignándose a mirar a Percy, quién no sé sentía merecedor de su atención desde que había ocultado todo el asunto del gato ── ¿Podemos hablar?

── Depende ── soltó Oliver con determinación, confiado de que Jules venía a hablar justamente con él, hasta que se dio cuenta de que eso no era así ──, ah mierda, se lo estabas diciendo a Percy.

Jules se río con suavidad, pero sus ojos jamás abandonaron el rostro lleno de desconcierto y dudas de Percy Weasley. Mierda, que lo deseaba, y estaba cayendo ante sus encantos de una manera que no era normal, demasiado rápido.

Estaba tan por las nubes, que la caída iba a ser desastrosa.

── ¿Qué? ── el pelirrojo miró con cierta confusión al chico que tenía delante ── ¿Quieres hablar conmigo?

Jules asintió como si no llevara días ignorándolo y negando su amistad con tanta vehemencia, como si sus respuestas en los últimos días no hubiesen sido solo monosílabos tajantes y fríos. No tenía ni el más mínimo sentido.

── ¿Te importaría que vayamos a un lugar más privado? ── los gemelos silbaron con burla al oír eso, recibiendo cada uno, un golpe en la nuca de parte de Percy.

El pasillo no estaba tan abarrotado, no había necesidad alguna de ir y escabullirse por los rincones como las ratas y Percy no iba a caminar más de dos metros solo para hablar con él después de ser ignorado con tanta injusticia en las últimas veinticuatro horas.

Así que, con pesar, doliéndole el corazón, tomó una de las decisiones más difíciles en toda su vida y vaya que había tenido varias de esas para ser solo un adolescente de catorce años inseguro.

── Bueno mira Jules, no creo que debamos hablar de nada tú y yo realmente── la voz incluso le tembló de lo rasposa y cruda que le salió, pero estaba tan convencido de que esto era lo correcto, que ya no dio marcha atrás con su discurso ──. Nosotros dos no tenemos nada de qué hablar, tú tomaste tu decisión y a mí no me afectó en lo absoluto que hayas optado por alejarte y mantenido a tu maldito gato lejos de mí porque ni siquiera sé por qué me encariñé con él o contigo en primer lugar.

Y aunque Percy sabía que estaba siendo un mentiroso, esa era la mejor de las decisiones, era lo que debía de hacer porque estar con Jules Morgenstern no era su destino, ni mucho menos el de Jules era terminar el resto de sus días con un chico como Percival.

── ¿De qué estás hablando? Yo no... ¿estás bien de la cabeza? ── Jules ahora estaba igual de confundido que Percy en un principio ── ¿Por qué me estás diciendo estas cosas como si ya no quisieras ser mi amigo?

── Porque así es Jules, de eso se trata. Ya no quiero que seamos amigos ── su voz trémula pudo haber delatado todo su teatro, pero no lo hizo ──, porque no quiero que anden circulando estúpidos rumores de mierda sobre ti y de mí. Es absurdo cuando a mí me gusta Penélope Clearwater.

Los gemelos e incluso Oliver quedaron en completo silencio con la inesperada y falsa confesión de Percy ante Jules. Los tres sabían muy bien que eso no era ni la cuarta parte de la verdad. Hacia menos de treinta minutos él mismo estaba encolerizado por haber descubierto que las personas estaban entusiasmadas con su supuesto romance con la muchacha.

Percy la estimaba, pero no estaba enamorado de ella.

── ¿Hay rumores sobre nosotros dos? No tenía ni idea, lo juro ── confesó el castaño, sorprendido por las declaraciones de Percy ──. Todo este tiempo creí que los rumores eran los de ti y Penélope, pero ahora veo que son verdad y no una simple mentira como quise creer. Lo siento... no sé ni por qué te estaba buscando para hablar, pero creo que debería irme ahora.

── Sí, lo mejor es que te vayas ── sopesó el pelirrojo, tronándose el cuello para evitar de alguna forma, morirse de los nervios allí mismo.

El Slytherin asintió, y dio marcha atrás con una media vuelta, mientras que Percy quedó atrás junto a sus hermanos, admirando a Jules como si esa fuera a ser la última vez que lo hiciera.

── ¿Qué mierda acabas de hacer? ── le recriminó Oliver ── ¡A ti te gusta él, no Penélope!

Percy suspiró, resignado.
── Era lo mejor Oliver, créeme que sí.

── No, no era lo mejor para ninguno de los dos. Jules merecía saber la verdad, merece saber la verdad y tú debes dejar de ser un bastardo cobarde.

── ¿Me llamaste bastardo? ── dijo Percy, dolido por las palabras duras de su mejor amigo.

── ¡Es lo que eres! ── le apoyaron los gemelos al unísono.

Quizás ellos tenían razón.

Pero ya era un poco tarde para eso.

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