✵━━━━ 005. capítulo cinco.
Jules no estaba seguro de seguir el consejo que le había dado Marcus Flint, no porque no le pareciera efectivo, era simplemente que él no sabría darse cuenta de cuando estaría listo para confesar sus sentimientos por Percy Weasley. Por favor, estaban hablando de uno de los chicos más inteligentes y arrogantes de todo Hogwarts, del que podría fácilmente ser prefecto en el curso entrante, claro que decirle cómo se sentía con respecto a él sería complicado, Percy podría rechazarlo solo por no estar a su altura. Oh, no existían personas más ciegas que Jules Morgenstern y Percy Weasley.
── Caos, ¿crees que sea buena idea decirle la verdad a Percy? ── le preguntó al gato anaranjado que se hallaba en su regazo. Era lunes, tenía doble clase de Pociones con Gryffindor y luego un descanso de aproximadamente treinta minutos antes de su clase de Herbología. El gato no maulló ──. Tomaré eso como un no.
── ¿Ahora te has vuelto un demente o por qué le estás hablando a un gato? ── ese era Dian Rowle, el chico desconocido de la otra vez.
Dian: Sshh. Farley no puede saber que estoy aquí.
── Ah, es que a veces simplemente me aburro y mis gatos me ayudan, deberías intentarlo.
Dian soltó una risa sin gracia y cogió a un gato, Pericles. Menos mal Zarina aun no entraba a Hogwarts, posiblemente mataría a cualquier persona que tomara a su gato persa. Zarina Morgenstern era la hermana menor de Jules y estaba a un año de asistir a la escuela; esperaba quedar en Slytherin como su hermano. Dian por su parte miró al gato y le sonrió, era una sonrisa tan genuina que Jules quedó un poco desconcertado.
── A ver, gatito, ¿crees que sea buena idea decirle a Adrian Pucey lo increíble que es? ── meow, meow ──. Tomaré eso como un prepárate para recibir un golpe en la cara. Gracias, Morgenstern, es tan terapéutico hablar con tus felinos.
── No hay necesidad de sarcasmo, Dian. Pero ¿Adrian Pucey? ¿Es en serio, Rowle?
── Ah, el sarcasmo es uno de mis pocos métodos de autodefensa, Jules. Ahora la cuestión es, ¿Percy Weasley? ¿Es en serio, Morgenstern? ── se burló Dian. Tal vez podían llevarse bien, quizás no era tan mala idea hablar con el chico.
Dian Rowle no era malo, no completamente, era un rebelde sin causa a los ojos de Gemma, a los de Jules era solo un niño oculto bajo una imagen de chico problemático que merece un poco de amor y atención. Todos tenían una opinión distinta sobre Dian, incluso Adrian Pucey la tenía, y no era precisamente una positiva.
── Supongo que me gusta lo que es diferente.
── Y a mí lo que siempre es inalcanzable. Adrian me odia, ni siquiera sé por qué y nunca me ha dado razones claras de su injustificado odio hacia mi persona. Sé que soy irritante, pero ¿al punto de llamarme con adjetivos despectivos?
── A veces la gente no sabe demostrar lo que siente de la manera correcta o tal vez es un antipático que no sabe tratar a las personas bien. No te merece ── no iba a darle tantas esperanzas. Los habían criado para pensar que las personas que actuaban como imbéciles gustaban de ellos y no era así, no siempre.
── No creo que yo le guste, menos en esta época de mierda. Solo conozco a tres personas abiertas de mente, Farley, Flint y tú ── habló luego de unos minutos, acariciaba a Pericles con tanta confianza que Jules comenzó a pensar que ya conocía a sus gatos de antes ──. Sabes, creo que Weasley tampoco te merece, ni siquiera se da cuenta de que lo quieres, bueno igual no es como que le hayas dado muchos indicios de eso.
Y tenía razón, Jules jamás le dijo algo que le hiciera creer a Percy que podían ser algo más. No era solamente culpa del pelirrojo. ¿Cómo se iría a quejar si nunca lanzó indirectas? No había mucha lógica de todas formas, era algo obvio que existía algo entre ambos por todas esas tardes bajo ese árbol que habían compartido desde el mes anterior. Se rumoreaban cosas erróneas sobre ellos dos, porque todo lo que decían siempre provenía de un cuento muy mal contado, con páginas rotas y palabras inexistentes.
── ¿Rowle? ¿Qué haces acá? No, mejor no me digas. ¿Te está molestando, Jules? ── Gemma miraba expectante a ambos chicos.
── Ah, hola Farley. No creo que saber eso sea de tu incumbencia y no, no estoy molestando a tu amigo ── soltó al felino con delicadeza ──. Yo ya me iba, un gusto Morgenstern. ¡Adiós, Farley bonita!
Y se marchó.
Gemma lo detestaba, su simple e insignificante presencia irritaba a la muchacha. Además, sospechaba que Dian tenía algo que ver con la desaparición de Caos, podían ser suposiciones estúpidas y erróneas, pero no descartaba que fuese cierto.
── No puedo creer que hayas convivido con el enemigo.
── Dian no es tan malo, deberías tratar de entenderlo y ver por qué actúa así.
── Jules, deja de ser tan bueno con las personas, no llegaras a nada si entregas tu confianza así de rápido. Que no se te olvide que es uno de los principales sospechosos de lo que pasó con Caos ── Gemma Farley era la definición de desconfianza, podrías ir a un diccionario y allí saldría su fotografía pegada con goma de mascar. Nada le daba buena espina y dudaba de absolutamente todo.
No se tragaba el cuento de que realmente Dian Rowle era una buena persona. No existía ningún Rowle que no haya sido arrastrado por las llamas del infierno por su sed de venganza y poder. O eso era lo que decían, a menos que en algún mundo paralelo exista, aunque sea una sola persona de la familia de Dian que tuviese un corazón noble y limpio de maldad, pero los mundos paralelos no existen. ¿Verdad?
── Y tú eres demasiado desconfiada. No creo que él haya sido capaz de sacar a Caos y entregárselo a Oliver Wood.
── Yo sí creo que lo haya hecho, no podemos ni fiarnos de nuestra sombra.
── Ah, perfecto. ¿Quieres que desconfíe de ti también?
Gemma abrió la boca dispuesta a seguir hablando, pero no tenía una respuesta a eso. Jules tenía un punto, no podían ir por la vida desconfiando de todos, menos de sí mismos o entre ellos, eran amigos desde que eran unos niños recién aprendiendo a caminar por su cuenta; se habían criado como hermanos y a esas alturas sería tan ridículo que perdieran toda seguridad y esperanza el uno del otro.
── ¿Ves lo estúpido que es eso de no tenerle fe a las personas? Todos cometemos errores y aprendimos de ellos con el pasar del tiempo, es hora de que tú también aprendas de tus fallos.
Porque no había nada más bonito que recordar que todos somos humanos y que como tal, los errores nos hacen más fuertes, más abiertos a nuevas experiencias y situaciones; así como también son las mismas malas decisiones las que nos destruyen.
── Está bien, pero no voy a cambiar completamente mi opinión. Dian Rowle no es de fiar.
Y era verdad todo lo que decía Gemma, pero realmente el chico no era tan mala persona. Ahora lo que realmente importaba era Jules y su situación romántica, Dian podía esperar.
── ¿Has hablado con Percy?
── No, ni siquiera nos hemos visto ── y quizás había una razón que el chico de los gatos no sabía aún. Era mejor que no supiese nada por el momento, su corazón no podía romperse todavía ──. Mierda, debemos ir a la clase de Snape.
── Cierto.
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── Un trabajo excepcional, como siempre Morgenstern. Diez puntos para Slytherin ── los demás cuchicheaban y protestaban, el favoritismo era tan palpable, aunque realmente Jules destacaba en la materia.
Ahí estaba Percy con su mejor amigo. Oliver Wood se había recostado en la silla sin importarle mucho lo que pudiese decirle Snape. El pelirrojo ni siquiera lo había mirado en toda la clase.
Algo iba mal, pero ¿qué?
── ¿Penélope Clearwater te invitó a salir? ── ¿Qué? No era posible, es decir, la rubia no sabía de la existencia de Weasley.
¿Por qué de pronto parecía que sí? ¿Y por qué había invitado a Percy a salir? La vida realmente odiaba a Jules, casi nada le salía bien. La muerte de su madre, sus gatos escapándose, la enfermedad de Zarina y ahora resultaba que el chico que le gustaba lo había ignorado toda una clase de dos horas, eso y que el mismo pelirrojo tendría una cita con la bonita chica rubia de Ravenclaw: Penélope Clearwater.
¿Qué tenía ella que Jules no? Salvo por su gran diferencia física y biológica.
── Sí, me invitó a salir, pero le dije que no.
── Eres un idiota, nunca tienes la oportunidad de estar con una chica así de inteligente y genial como Clearwater ── y era cierto, la muchacha era fascinante.
── Ya, pero hoy quiero pasar a ver a Caos, no he hablado con Jules desde el sábado.
── Claro, ver solamente a Caos ── murmuró Wood alargando la "a" de la primera palabra.
── Sí, así como tú tienes entrenamientos amistosos con Marcus Flint.
Jules escuchaba la conversación, pero no comprendía muy bien. Hablaban de Penélope, de él, de Flint... ¡Ya no sabía quién era el centro de todo!
── Cierra la boca, puede oírte.
── Wood, Weasley. ¿Qué es lo interesante de su plática? ¿Por qué no lo comparten con la clase? ── el capitán de Quidditch negó con un gesto de la cabeza ──: eso creí, cien puntos menos para Gryffindor.
No era una sorpresa y tampoco era algo nuevo. Los puntos negativos para la casa de los leones volaban todos los días, sin excepción. No había momento del día en que Severus Snape no bajase puntos hasta por respirar.
── Como decía, mientras Weasley y Wood hablaban de idioteces, el joven Morgenstern ha sido uno de los pocos alumnos en preparar bien el brebaje ── y no era tema de favoritismo hacia su casa, en realidad Jules era un excelente alumno en esa clase.
── Es tan perfecto ── susurró Percy. El amor hacia cosas inimaginables.
Percy jamás perdería puntos por estar hablando en clases o algo por el estilo. ¿Dónde estaba el pomposo chico que todos conocían? Incluso Dian Rowle había notado ese cambio tan drástico en el pelirrojo.
El amor te consumía, te cambiaba y te destruía. Simplemente era un sentimiento que lograba hacer milagros y a la vez convertía a la gente en pecadores. O así lo veían algunas personas. Afrodita T, diría que era una pérdida de tiempo innecesaria que solo traía desgracia a las personas; algunos estaban de acuerdo con aquella teoría, otros en cambio creían que esas personas que decían pestes del amor eran estúpidas y exageradas. ¿Y qué sabían ellos?
── Pueden irse, la clase ha terminado.
Y uno a uno fueron saliendo de la fría aula. Las mazmorras no era un lugar muy agradable, pero a Jules le gustaba muchísimo el frío y como este lo abrazaba para sumergirlo más en él.
── ¿Oíste la conversación que tuvo Percy con Wood? ── Gemma se oía agitada, jadeaba al hablar. Había ido corriendo hacia su amigo, era entendible su estado.
── No ── mintió. No estaba listo para decirle a Percy la verdad, ocultarlo era más conveniente por el momento.
Tenían catorce años. ¿Qué iban a saber ellos sobre el amor? Quizás lo sabían todo, tal vez no sabían absolutamente nada sobre él; pero allí estaban sintiéndolo todo por el otro. Era algo confuso en cierto punto, es decir, se habían mentido solo por miedo al rechazo social y a que no fuesen correspondidos cuando todo el mundo parecía saber lo que ocurría entre ellos dos. Menos ellos.
── ¿En serio? Hasta Snape los escuchó.
── Ah, estaba concentrado en la clase. Lo siento, no creí que sus murmullos fuesen importantes ── era un mal mentiroso.
Gemma alzó una ceja, no le creía mucho, es que realmente era muy malo a la hora de mentir, no lo culpaba, lo habían criado en un ambiente muy honesto donde la mínima mentira era descubierta en menos de dos minutos.
── Percy recibió una invitación para salir de Penélope Clearwater ── claro que lo sabía, había oído media parte de la conversación, quizás solo el inicio sin escuchar la parte que realmente lo involucraba a él.
Así comenzaban los malentendidos, escuchando una parte o solo una versión distorsionada de la realidad. Gemma tampoco había logrado oír el resto, mala suerte, había sido todo tan casualmente conveniente.
── Bueno, creí que tú le gustabas, veo que me he equivocado.
── Y yo realmente pensé que tú le gustabas. ¡Todo mal hacían! ── farfulló frustrada ──. El amor es tan complicado, al final no sabes a quién dañas más si a esa persona o a ti. Y es jodido porque crees que hay posibilidad de que te correspondan, pero cuando menos te lo esperas, alguien más llega y pone el mundo de quien te gusta de cabeza, eso no es justo.
── Nada es justo, Gemma, la vida me lo ha dicho a gritos. Supongo que quiere que lo entienda y se me quede grabado.
── Tú no te mereces eso, quiero decir, eres una persona muy buena.
No, claro que no lo era. Era un Slytherin, nadie puro y de buen corazón salía de aquella casa, ni siquiera Lucinda Morgenstern había sido la mejor persona. Las etiquetas que habían puesto a las casas de Hogwarts al final de cuentas solo les terminaban afectando a ellos; por eso Jules no se consideraba una buena persona, era una serpiente después de todo.
── ¿Estás segura de eso, Gemma? Porque somos de Slytherin, menciona a una sola persona de nuestra casa que no se haya visto cegada por la magia negra, el poder y la ambición.
── Merlín ── no, estaba equivocada,
── ¿En serio? ¿El hombre que ayudó a Arturo Pendragon porque de alguna u otra forma lo beneficiaría ser tutor legal del Rey? No me vengas con idioteces, ambos sabemos quién fue Merlín, Dione escribió sobre él.
Oh, la querida Dione Demsley. La bruja que conoció a muchas personas malditas. Jules era un xemira, definitivamente. Tenía toda la pinta de serlo.
── ¿Y qué hay de Andrómeda Tonks?
── Puede ser, personas como ella son admirables y hay muy pocas que se arriesgan por amor.
Y tenía razón, ni siquiera él pondría su vida en peligro por el supuesto amor de su vida, no lo haría, aunque se quedase solo; apreciaba más su existencia que la de una persona a la que pasaría una mitad de vida buscando y la otra media mitad superando. Ah, pero si fuese Percy Weasley otra historia se leería, ¿no?
Porque el amor estaba tan cerca y a la vez tan lejos algo así como enero y diciembre.
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