CAPITULO 16
Jueves por la tarde, Jungkook caminaba con una ligera sonrisa en el rostro a la guardería del hospital. La noche anterior había confirmado con Taehyung sobre salir al parque en cuanto el turno del alfa terminara, y no faltaba más de una hora para eso.
Quería, sin darse cuenta, darle una sorpresa al alfa y esperarlo en el estacionamiento, por eso mismo, en cuanto terminó sus pendientes caminó hasta la guardería.
Decir que los últimos días no había estado confundido sería mentir. Lo estaba, y mucho. Hyeon se tranquilizaba cuando el peluche con el aroma a cedro de Taehyung estaba cerca y se ponía a llorar si no sentía el olor, era inquietante.
Jungkook estaba en las mismas cuando cayó en cuenta que dormía con el saco del hombre cerca suyo, no sobre su nido, pero si lo suficientemente cerca de su cama para que el olor le tranquilizara los sentidos. Cuando se dio cuenta, lo primero que hizo fue alejar la prenda como si quemara y tomar una de Juwon que estaba en el armario y que ahora no tenía rastros de su olor, sólo era el suavizante de telas el que estaba sobre las mismas.
La marca le dolió, en culpa y dolor. Sangró y Jungkook no vio mejoras en ella. Seguía sin cerrar, picando y goteando sangre cuando la situación era demasiado para soportar y terminaba llorando en silencio en un rincón de su habitación.
¿Qué tan malo era? ¿Por qué si amaba a Juwon el olor de otro alfa le hacía bien? ¿Qué diría Juwon sobre él? ¿Y Taehyung? El alfa sólo había optado por ser amable, ¿Qué pensaría cuando se diera cuenta que Jungkook estaba usando su olor para calmarse? ¿Se asquearía?
Pero los pensamientos se disolvían cuando, al despertar, tenía un mensaje de buenos días de Taehyung. Como ese día en especial que, además de un buenos días, recibió un mensaje recordándole que se verían en la tarde y ahora Jungkook, estaba en camino a eso.
Yoongi lo recibió con una sonrisa en el rostro y lo hizo esperar unos segundos mientras iba por Hyeon.
–Ha estado tranquilo –se lo pasó en brazos y Jungkook lo recibió, restregando su mejilla en la cabecita del bebé que se chupaba la mano–. Llora si no tiene el peluche cerca así que lo mejor es que no se lo quites.
–Lo sé –bajó la vista, no queriendo mostrarse cohibido frente a su mejor amigo y aunque el mismo Yoongi lo había notado, no dijo nada, al contrario, sólo le sonrió.
–¿Vas a hacer algo hoy? –preguntó el omega y Jungkook abrazó a su bebé un poco más fuerte–. Pensé que podíamos salir a cenar, digo, hace mucho que o salgo con mi sobrino favorito y tú también necesitas salir un poco.
–De hecho –comenzó el menor, meciendo a Hyeon en brazos –saldremos con Taehyung hoy. Iremos al parque, en compensación por la noche de la fiesta.
Yoongi sonrió de lado, se acercó un par de pasos al omega y le puso la mano en el hombro, Jungkook lo miró con ojos grande y brillantes, los labios resecos y se veía indefenso. Con una bufanda en el cuello que cubría su vendaje mal hecho, el cachorro en brazos y agotado, pero su olor, el olor floral de magnolia se estaba haciendo más fuerte, menos agrio y algo en el omega de Yoongi se removió feliz.
–Está bien, me alegro que tú y Hyeon salgan de paseo. Los dos deben estar fastidiados de la misma rutina.
Jungkook asintió.
–No le digo a nadie, pero Hyeon parece amar la compañía de Taehyung. Lo has visto, su peluche no lo suelta y esa noche de la fiesta sólo él pudo calmarlo.
–Mh, me dijiste. Pero me sigue poniendo a pensar. Debe ser un buen alfa si hace que un niño como Hyeon se tranquilice, eres un torbellino –le acarició la mejilla al cachorro y éste chilló, con una sonrisa en los labios.
–Tenemos que irnos, hyung. Vamos a darle la sorpresa a Taehyung –Yoongi sonrió un poco más–. Podemos quedar otro día para cenar.
–Tranquilo. Sólo quiero que cenemos, quiero presentarte a alguien.
–¿Un alfa? –Jungkook lo miró con ojos grandes y sorprendidos.
–Sí. He estado con él un año y te lo iba a decir hace meses, pero ya sabes, las cosas pasan y-
–Entiendo, hyung. Entonces, ¿te parece bien el domingo? Puedo- puedo hacer la cena yo mismo –al omega realmente le sorprendió la propuesta.
–¿Seguro? Él es un alfa, Kook, no quiero que sientas que alguien está invadiendo tu hogar.
–Tranquilo, hyung. Puedo hacerlo, estoy yendo con la terapeuta y una de las cosas que me inquietan es eso, pero tengo que afrontarlo –Yoongi suspiró asintiendo.
–Le diré que el domingo a las seis, ¿no crees?
–Sí, hyung. Ahora sí, amor, es hora de ir con Taehyung –el bebé lo miró, casi como si ya pudiera reconocer el nombre de Taehyung y supiera que iban con el alfa.
Se removió en todo el camino al estacionamiento, ansioso de irse a otros brazos y enterrar su nariz en el olor a cedro del alfa. Jungkook se las arregló solo para que ni el bebé ni sus cosas cayeran al piso y buscó por todo el estacionamiento el coche negro de Taehyung. Sonrió al verlo cerca del ascensor que los llevaba a la primer planta del hospital.
Se acercó y dejó sus cosas sobre el techo para descansar un poco sus hombros y sostuvo al bebé en brazos, jugando con su peluche. Hyeon sonreía, chillaba y abrazaba el peluche con ímpetu, sin querer soltarlo. Jungkook sintió un nudo en la garganta al ver el nacimiento de un par de dientitos en su boca.
El tiempo pasaba rápido, apenas empezaba febrero y el frío se estaba yendo, era un nuevo año y habían pasado tantas cosas en tan pocos meses, con Hyeon creciendo día a día y apenas caía en cuenta de que tenía ya seis meses, los suficientes para que el pequeño comenzara a tener sus primeros dientes. Se veía más grande, con los cachetes más redondos y la piel rosada por el sonrojo se le veía preciosa, con su cabello negro cubierto por un gorro con orejitas.
La marca bajo la venda le picó un poco y sintió una presión en el pecho.
Respiró hondo, el aire más o menos tibio le llenó los pulmones y sus ojos se abrieron un poco al sentir el aroma a cedro un poco más cerca. El pequeño se removió en sus brazos y ambos vieron fascinados las puertas del elevador abrirse.
El alfa se sorprendió al verlos ahí y mentiría si dijera que no se le calentó el corazón al ver la imagen. Con el omega cargando a Hyeon, los dos sonriendo y el pequeño estirando los brazos a él, el omega sonrojado, tímido y los dos esperando por él. Podría simplemente acostumbrarse a eso.
Se acercó rápido, con el maletín en manos y lo dejó sobre el coche, junto a las cosas de Jungkook y cargó a Hyeon, porque simplemente estaba ahí y quería cargarlo. Además, Hyeon quería el aroma del alfa cerca. Jungkook respiró hondo el aroma también, ya acostumbrado al mismo, pero no tenido suficiente de él, del alfa.
Sonrió, viendo como Taehyung le daba vueltas al bebé y tomó las cosas suyas y del alfa del coche, colgándolas en sus hombros y los maletines en las manos.
–Harás que vomite la leche que le dio Yoongi –el omega regañó con una sonrisa en los labios. Taehyung se rió y sostuvo al bebé.
–Este chiquitín me adora, lo menos que puedo hacer es hacerlo feliz –Jungkook se encogió.
–¿Nos vamos? –el alfa se acercó a él un poco tímido y sin saber si estaba bien o mal, pero ver al omega relajarse con su cercanía le hizo sonreír más ancho.
–Vamos. Compré algo- porque pensé que lo íbamos a necesitar, quizá –Taehyung tartamudeó, con las piernas temblando y el omega lo miró con una ceja arriba.
–¿Qué compraste, exactamente?
–Es un regalo, para Hyeon –sostuvo al niño con brazo y con el otro, abrió la puerta trasera del coche dejando ver lo que había dentro.
Jungkook miró y luego miró al alfa, nervioso.
–Taehyung –le habló bajito, no dándose cuenta que sus piernas empezaban a temblar de nervios–. No debiste comprar eso.
–Es sólo una silla para carro, irá más seguro y no tendrás que ir atrás con él para evitar accidentes.
–¿Dices que no me gusta ir atrás con él? Es mi cachorro.
–Lo entiendo, Jungkook –le dijo asustado, ya dudando de si comprar la silla había sido una buena idea o un gran error. Se lamió los labios antes de seguir hablando–. Pero ya han sido varias veces que los llevo y creí que iba a ser un buen regalo.
Jungkook suspiró.
–Taehyung, pero es demasiado. Siempre haces cosas por nosotros, más por Hyeon. Pero esto, no sé si puedo aceptarlo, además, no tengo un coche.
Mentirá, lo tenía y estaba resguardado en la cochera sin usarse desde hacía meses, empolvándose.
–No es demasiado, Jungkook. Yo quise comprarlo porque sé que lo necesita. Y no necesitas un coche. Puedo tenerlo yo y siempre que lo necesites decirme o yo mismo los llevaré si puedo hacerlo.
El menor se encogió y miró a Hyeon chupando su mano, mirándolos a ambos con los ojos grande y brillantes, iguales al omega.
–De acuerdo –se resignó por fin y la sonrisa que el alfa le dio le puso los pelos de punta, demasiado nervioso para entender las sensaciones que le llenaron el cuerpo.
Vio al alfa entrar en la parte trasera, sentando a Hyeon en la silla que ya estaba acomodada y lo aseguró con los cinturones y dándole el peluche que tanto amaba.
Jungkook miró dentro y procesó la escena. Con un alfa tratando a su bebé tan buenamente, como lo haría un alfa de verdad, el cachorro encantado con la atención y los labios abiertos en una sonrisa. Él, esperando que el alfa que lo acompañara estuviera listo para dejar las cosas en la cajuela y luego los dos subir al coche y partir, a donde sea.
Pero no era el alfa que imaginaba. Este no era Juwon, no era su cabello castaño ni su aroma a bergamota, no llevaba un traje negro de tres piezas y zapatos lustrados. Este alfa en cambio, llevaba ropa de hospital, con la bata colgando de sus hombros porque seguramente no quiso perder tiempo en quitársela para bajar rápido, sus zapatos eran blancos y se veían cómodos, su aroma era cedro y su cabello negro combinaba con la piel tostada que lo cubría.
No era su alfa y no era el padre de su cachorro, le partía el corazón.
Intentó sonreír cuando el alfa se enderezó y le quitó las cosas de las manos, dejándolas en el asiento trasero junto al bebé, junto a la bata blanca y se frotó el cuello, por encima de la marca cuando Taehyung no lo vio. Porque ardía, ardía en traición y luto.
Se subieron al coche y Jungkook no prestó atención a las palabras que el alfa decía, concentrado en los construir momentos imaginarios donde los protagonistas eran él, Hyeon y Juwon. Los tres siendo felices en su casa, yendo los fines de semana a casa de sus padres y a veces discutiendo sobre no querer visitar a los Lee, porque eran una familia tradicional que a Jungkook le hacía doler la cabeza.
En su mente, quien conducía el coche era Juwon, quien compraba los regalos para Hyeon era su padre, no un alfa ajena y que no tenía la obligación de hacerlo. El aroma que su cachorro buscaba era el de su alfa, se sentía cómodo con la bergamota rodeándolo.
–¿Estás bien? –preguntó el alfa. Estaban detenidos en un semáforo y Jungkook se percató de la situación. Con la respiración agitada, la marca picando debajo de la venda que la cubría, las uñas enterrads en las palmas de sus manos y las piernas se le movían de arriba a abajo por nerviosismo.
Detuvo las sensaciones abruptamente.
–Lo siento –se disculpó y bajó la vista, tímido.
–No hay nada de lo que debas disculparte, Jungkook-ah. Si esta salida es demasiado para ti- podemos no hacerlo. Será otro día o no importa, no quiero que te sientas mal por estar aquí, conmigo.
–No es eso –se apresuró a decir y Taehyung asintió, no conforme con la respuesta que le dio pero echó andar el coche, girando en una esquina, para ir a un parque diferente al que Jungkook creía que irían. Lo miró.
–No soy ciego, Jungkook –se sinceró sin mirarlo, porque no quería perder el valor de decirlo–. Sé que debe ser difícil, estar con un alfa al que conoces hace apenas unos meses y que no estás acostumbrado a mí. No quiero que te obligues a aceptar mi amistad sólo porque crees que es lo correcto, te lo he dicho, ¿no? quiero que hagas lo que piensas que es correcto para ti, no para el resto.
–Lo siento. La mayor parte de las veces no me doy cuenta de mis acciones. Estoy aquí, contigo porque de verdad quiero que seamos amigos –Taehyung sonrió–. Pero de verdad, agradezco que seas paciente conmigo.
Se encogió de hombros, con una sonrisa en los labios.
Estacionó el coche frente a un pequeño y solitario parque en una zona residencial en medio de edificios. A excepción de un par de ancianos en una banca, un perro y dos niños que no pasaban de los cinco años junto a una omega joven.
–Supuse que no te gustaría ir a un parque tan concurrido, por lo general está vacío. La gente no viene mucho.
–¿Vives cerca para saberlo? –rió.
–Paso cada mañana para ir al hospital. Mi hermano trabaja cerca y es quien se queja que siempre está vacío y que los juegos no los usa nadie.
–Es un parque lindo –se sinceró abriendo la puerta del coche y fue a la parte trasera por su cachorro, tan emocionado por llevarlo por primera vez a un lugar diferente que no fuera su casa, la casa de sus padres y la guardería.
Hyeon chilló emocionado saltando en sus brazos y Jungkook no se hizo esperar, llevando al bebé a uno de los juegos. Una pequeña silla en forma de un caballo que se movía hacia atrás y hacia adelante, lo sentó y lo ayudó a moverse, sin soltarlo y algo en el alfa se removió.
Recordó a Jimin tiempo atrás, cuando le dijo que en efecto, Jungkook era el omega que le había interesado y que para su desgracia, estaba unido en el momento que lo conoció. Pero ahora, estaba soltero, libre de compromisos con otro alfa que pudiera reclamarlo como suyo, con un cachorro al que Taehyung genuinamente quería.
Se estaba acostumbrando demasiado a la presencia de los dos. A ver a Jungkook por el hospital, a hablar de él con sus amigos, a pensar en el cachorro cada vez que veía algún accesorio para bebé. Recordaba perfectamente el aroma del omega, a magnolia, cada vez que su mente divagaba, sonreía como un idiota cuando se daba cuenta de ello.
Y ser consciente de sus acciones le estaba pasando factura.
Porque por mucho que el omega y su cachorro se colaran en su mente, no sabía si Jungkook lo dejaría entrar a su vida, al menos de la forma en la que el alfa estaba interesado. Se resignó a no presionar las cosas, porque el omega era realmente encantador, precioso a vista de todos y la forma en que sus ojos brillaban cuando veía a su bebé era encantadora. Taehyung sólo sabía una cosa y era que si el omega le daba la oportunidad, entonces lo cortejaría como le habían enseñado a hacerlo.
Caminó a los dos y el cachorro lo miró, estirando los brazos en su dirección para que lo cargara y no se hizo del rogar. Lo levantó en brazos y lo columpió en ellos haciendo al bebé chillar de felicidad, como si no hubiera otra cosa más emocionante para él que eso. Jungkook los miró con los labios estirados en lo que pretendía ser una sonrisa, se abrazó a sí mismo y dejó que las cosas fluyeran como debían esa tarde.
Con Hyeon rodeado de los dos, deslizándose en las pequeñas resbaladillas que había por ahí, mirando al perro con interés y a los dos niños correr por el lugar. Dejó que Taehyung mimara al cachorro y que se dejara abrazar por él, por dios, cuántos alfas no había por ahí que no querían cachorros ajenos, pero estaba Taehyung. El alfa se dejaba hacer con el pequeño, riendo cuando le tomaba el cabello con más fuerza de la que era necesaria para llamar su atención, pataleando cuando Taehyung tenía que alejarse un poco de los dos para responder unos mensajes de su hermano.
Jungkook mismo se planteó el por qué la culpa lo carcomió un par de horas antes. La cita no estaba siendo mala ni incómoda, su lobo no estaba triste y no le picaba la marca, no sentía un ardor en el pecho que le impidiera ver al alfa con ojos brillantes. Nada de eso ocurría y Jungkook quería creer que era una buena señal, una señal para compensar todo malo que había sentido desde meses atrás.
Vieron a Hyeon bostezar dos horas después y tallarse los ojos con cansancio. Lucía agotado y los ojos se le cerraban casi solos.
–Creo que es hora de irnos –habló el alfa con Hyeon en brazos.
Empezaba a oscurecer y luego de eso quería llevarlos a cenar, aunque con el bebé en esas condiciones, seguro sólo cenarían ellos dos.
–Mh, ¿tan rápido? –preguntó el omega con un puchero en los labios. Taehyung le sonrió y se acercó un poco más. Le tomó del hombro y apretó n poquito para que el menor le mirara.
–Vamos a cenar, ¿sí? Podemos volver otro día y tal vez estemos más solos.
Jungkook suspiró.
–De acuerdo, ¿puedes llevarlo al coche? Dejé su pañalera en la banca, iré por ella.
–¿Seguro? Te puedo esperar.
–Ya hace frío, llévalo Taehyung. No tardo.
El alfa asintió y caminó a su coche. Jungkook suspiró y fue en busca de las cosas de su cachorro. Las había dejado en la banca junto al par de ancianos y les sonrió al verlos tomados de la mano.
–Tú y tu alfa tienen un hijo precioso –la voz del hombre llamó su atención y el omega lo miró con los ojos abiertos.
–Es cierto –la mujer a su lado apoyó y le tocó la mano–. Y ese alfa tuyo, te mira de una manera lindísima. Deben estar muy enamorados, ¿no?
–No es mi alfa. Y mi cachorro, no es su cachorro –soltó de tajo con un nudo en la garganta.
–Oh, creímos que-
–Sh, viejo –la mujer reprendió a su marido.
–Lo sentimos por asumirlo, cielo. Pero deberías considerar hacerlo tu alfa. Siguen viéndose lindísimos.
Jungkook no respondió más. Tomó las cosas de Hyeon y caminó de vuelta a donde Taehyung lo esperaba. Se detuvo a nos metros del coche.
Hyeon descansaba dormido en el asiento trasero, asegurado por los cinturones y su cabecita colgaba un poco. Su corazón dio un vuelco al ver a Taehyung acomodarlo mejor y ponerle encima una cobijita. El alfa tenía una sonrisa despampanante y trataba a ambos con demasiada delicadeza. Nunca antes lo habían tratado así, ni siquiera Juwon.
Miró tras suyo. El par de ancianos estaban levantándose de la banquita y comenzaban a caminar a una dirección contraria a la suya. Sus manos seguían juntas y caminaban a pasos lentos seguidos del perro que estaba en el parque. Se dio cuenta que era suyo entonces.
Cuando se casó, se imaginó toda una vida con el alfa de olor a bergamota, tener un par de hijos y cumplir su sueño de unas vacaciones familiares en Roma o Italia. Esos sueños se habían hecho trizas tiempo atrás y sus metas se habían limitado a su vida diaria. Sólo sobrevivir y repetir la rutina del día anterior.
Ese día en especial, había sido tan diferente para él. No había llegado a casa a recalentar el pollo del lunes, no se hundió en su colchón a intentar buscar un aroma que ya no estaba y, sobre todo, dejó que su cachorro viviera nuevas experiencias, a pesar de que no fuera a recordar nada cuando despertara de su siesta.
Las ventanas cristalinas del coche le dejaron ver al alfa dentro, estaba hablando por teléfono y sus dedos tamborileaban sobre el volante, pero sus ojos y su atención estaban clavados en el cachorro que estaba a su cuidado, Jungkook sonrió.
Una sonrisa genuina y que no le hacía arder la marca. Sus dientes sobresalían y la carne se le puso de gallina cuando la mirada de Taehyung se posó en él. Lo vio terminar la llamada y esperó pacientemente cuando el alfa salió del coche y caminó a su lado.
–Jungkook, ¿estás bien? –sonrió más y las mejillas le dolieron.
–Sí –fue lo único que pudo decir y dejó que el alfa tomara el bolso, lo siguió al auto y dejó que condujera por las calles iluminadas de la ciudad. Se permitió relajarse, cerrar un poco los ojos e ignorar el remolino de emociones que se maquinaban en su cuerpo.
No quería pensar en eso ahora, no quería que la culpa lo azotara y lo dejara de nuevo en un estado deplorable. No quería más lástima de las personas, de su familia, no quería que los demás juzgaran el vendaje en su cuello. Quería sanar ya, que todo se fuera y todo desapareciera. Quería que las cosas fueran como antes pero no iban a serlo, lo sabía de sobra, se lo repetía cada maldita mañana al despertar.
Que las cosas habían cambiado, que su vida no iba a ser igual nunca más.
Pero saber eso no era sinónimo de aceptarlo, él seguía extrañando a su familia como estaba antes.
–Hay un restaurante cerca de aquí. Seguro va a gustarte –abrió los ojos lentamente y miró al alfa–. Venden de todo, no es un lujo o algo súper íntimo –vio a alfa reírse y su corazón pareció detenerse por un segundo–. Pero la comida es deliciosa y a esta hora no debe estar lleno así que podemos estar tranquilos con Hyeon y vigilarlo. O, puedo ir y comprar la comida y comer aquí en el auto si te sientes más cómodo, como gustes Jungkook.
El menor no fue consiente de sí mismo ni de lo que hacía, actuaba de forma mecánica y no le prestó atención a las alarmas que estaban encendiéndose en algún lugar de su cabeza, se dejó llevar, fluir.
Tomó la mano libre de Taehyung y entrelazó sus dedos con fuerza. Taehyung lo miró con ojos abiertos y el corazón latiendo al mil por hora. Jungkook besó sus nudillos y le sonrió. Esta vez diferente.
–Está bien si comemos en el lugar –fue lo único que respondió y a Taehyung se le secó la boca ante el acto.
Jungkook quería a su familia como antes y era eso lo que iba a hacer.
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