CAPITULO 15
Quería cancelar.
Oh Dios, sentía los nervios a flor de piel y la ansiedad subía rápidamente por su cuerpo. Miró a su madre nuevamente, la omega tenía en brazos a Hyeon y lo arrullaba felizmente entre sus brazos.
Era la primera vez en meses que salía a un lugar que no fuera el trabajo o a la misma casa de sus padres, ni siquiera sabía qué hacer. Faltaban unas horas para que Taehyung fuera por él, porque sí, el alfa había insistido en ir hasta su casa y llevarlo a la fiesta.
Sus padres habían ido desde temprano, con la excusa de hacer que Jungkook descansara un rato de Hyeon, y el omega se sintió culpable de dejarlo en manos ajenas. Desde hacía días, Hyeon no dejaba de llorar por las noches, y hacía a Jungkook perder el sueño. El cachorro no se calmaba con nada, Jungkook intentó de todo, masajes en el estómago, comprobar sus pañales, que algo doliera o quizá que sus dientes empezarían a salir pronto.
Pero fue más temprano que tarde cuando Jungkook descubrió la razón de su mal humor. Unas noches atrás, mientras quería darle su peluche favorito -aquél que Taehyung le regaló-, pensando que eso iba a calmarlo fue que se dio cuenta que el peluche ya no tenía el olor del alfa impregnado en la tela.
No olía a nada más que a leche y poco de magnolia, y Jungkook cayó en cuenta de que Hyeon extrañaba el olor del alfa. A cedro, Jungkook se encontró a sí mismo extrañando ese olor por las noches, y se reprendió mentalmente por ello. Anotando en su libreta esa observación de sí mismo.
–¿Llevas todo? –le preguntó a su padre mientras este tomaba el bolso de bebés y lo colgaba en su hombro–, ¿Suficiente leche? Últimamente come mucho –el alfa asintió–, ¿Y cambios de ropa? A veces hace mucho del baño y termina sucio –el hombre lo miró con una sonrisa.
Jungkook escuchó a su madre reír ligeramente, la miró y ella ya estaba de espaldas, lista para bajar las escaleras de su casa.
–Tranquilo, Kook, vamos a estar bien con este lindo –señaló el bultito en sus brazos–, cómo si no hubiéramos tenido dos hijos antes. Será como los viejos tiempos.
–Sí, pero- ¿Llevas sus cobijas? Hace frío todavía y el algodón lo hace dormir tranquilo, si es otra tela se pondrá de mal humor y-
–Cualquier cosa –su padre lo interrumpió–, llamaremos a Eunbi o tu hermano para que nos ayuden. Si es muy grave te llamaremos a ti, ¿Bien?
–Pero-
–Si te mantiene más tranquilo, te enviaremos fotos cada dos horas para que veas cómo está, ¿Bien? –el omega suspiró, asintiendo.
–Espera –llamó a su madre antes de que bajara los peldaños y la omega viró los ojos, sonriendo a su hijo por la ternura que le causaba–. Toma, es su favorito.
Extendió el peluche, aunque ahora sin olor y se encogió de hombros ante la mirada de su madre.
–¿No es el que le dio Taehyung en Navidad?
–Sí, desde esa noche no lo suelta. Tiene que dormir con él entre los brazos o va a despertar, por favor, no se lo alejen, lo adora y lo lleva a todos lados –su madre asintió, tomando el juguete entre sus manos y dejó que Jungkook le diera un beso a Hyeon en la frente.
El omega casi llorando al verlos marchar, oh, Dios. No era la primera vez que se alejaba de su cachorro, pero sí la primera vez que lo dejaba para irse de fiesta.
Respiró profundo, pensando que sólo serían unas horas y que más tarde Taehyung lo llevaría a casa de sus padres para pasar por el bebé, como había prometido.
Se quedó de pie en medio de su sala. Era la primera vez, desde que aquello pasó que estaba en casa solo. No habían llantos de nadie ni olores de alfas en el aire, pero habían juguetes esparcidos por el lugar, pequeños detalles que detonaban que ahí vivía una familia. O el resto de lo que alguna vez fue una familia.
El omega suspiró, tratando de recordar los mejores momentos que vivió en ese lugar, con su alfa, con su cachorro, con los dos. Las veces que Jungkook se quedó sentado en el sillón de la sala, con las piernas sobre la mesa de centro porque sus pies dolían cuando estaba encinta.
Toda las veces que se acurrucó con Juwon en el sofá mientras veían películas, las veces que discutieron y Jungkook le lanzó un plato. Todo aquello ahora era un simple recuerdo que se grabó en su mente y se reproducía cada vez que prestaba atención al lugar.
Sacudió la cabeza, en un intento de disipar todos los recuerdos, sin embargo, muy dentro de su cabeza, seguían ahí. Tatuados.
Volvió a su habitación, mirando con un puchero el montón de cobijas de bebé apilados en el cesto de ropa sucia. Fuera de eso, el lugar estaba impecable.
Jungkook se propuso arreglarse, porque por mucha ansiedad que sintiera en el momento, quería ir a esa fiesta. Porque quería volver a su vida, recuperar al Jungkook del pasado que sonreía en casa momento.
Se tomó su tiempo en la ducha, como no lo había hecho en meses. Dejó que el agua tibia se llevara todos los rastros de suciedad y estrés que tenía acumulados en el cuerpo. Sin darse cuenta, miró con una mueca todos los productos para la piel que tenía guardados, y con un poco de autocompasión se dignó a usarlos. Sintiendo el aroma a dulce impregnarse en su piel y mezclarse con el aroma propio.
Se vistió, no más allá de lo que él consideraba apto para la ocasión, y lo que sí no pudo hacer, fue maquillarse. No cuando la última vez que se maquilló fue el día en que Juwon murió.
Bajó a la sala, esperando por Taehyung. Se encontró a sí mismo sentado en el sofá, sin ningún ruido más que su respiración. Miró alrededor y aunque la casa estaba iluminada, el ambiente sin Hyeon era lúgubre, tanto como los días posteriores a la muerte de su alfa. Cerró los ojos, intentando reaccionar a cualquier olor que sus sentidos pudieran captar y su corazón se achicó cuando no pudo distinguir el olor de Juwon en el aire.
Era claro, habían pasado ya meses desde su muerte que el aroma se había ido y en su lugar, sólo estaba el suyo y el de su cachorro. Poco a poco la casa había comenzado a cambiar, no habían más rompecabezas sobre la mesa de la sala y el olor a café negro tampoco estaba en el aire. Ni siquiera había usado la cafetera desde hacía meses, prefería calentar el agua en su estufa y prepararlo así que tocar todas las cosas que Juwon usaba en vida.
Sin embargo, la habitación que habían compartido en todo su matrimonio, parecía casi la misma. Casi, porque ahora, en lugar de cosas de los dos, sólo la ocupaban las cosas de Hyeon y de Jungkook. Pero su armario seguía teniendo la ropa de Juwon del lado izquierdo, sus zapatos seguían en el mismo lugar y orden, las corbatas, los trajes, todo estaba tal cual el alfa lo había dejado esa última vez.
Saltó en el sofá al oír sonar el timbre, dándose cuenta que Taehyung había llegado diez minutos después de lo prometido y no pudo, de verdad que no, evitar pensar en que Juwon siempre fue puntual. Jamás llegaba ni un minuto tarde ni un minuto antes, jamás.
–Hey –Jungkook intentó sonreírle al alfa, y se encogió cuando el contrario amagó con darle un rápido abrazo. Taehyung se detuvo antes de completar su acción, mas porque supo leer el lenguaje corporal de Jungkook.
–¿Nos vamos? –preguntó el omega, ansioso de dejar la casa y que los pensamientos que le martillaban la mente, desaparecieran.
Taehyung asintió y lo llevó al auto, en silencio. Abrió la puerta para él y Jungkook luchó contra sus ganas de volver a casa y se adentró en el vehículo.
El camino al hospital fue silencioso. Enero estaba llegando a su fin y con ello, las venstisvas de nieve no eran tan densas como antes. La fiesta en el lugar era ciertamente linda.
Una de las enfermeras estaba en la entrada recibiendo a los invitados y los pasantes se pasaban por la sala, buscando congeniar con la mesa directiva para asegurar su estadía en el lugar.
El año anterior, cuando Jungkook estaba casado aún, asistió a la gala acompañado de su alfa. Juwon había conquistado a la mesa directiva, y cómo no, si el alfa tenía un don encantador con cualquiera, todos lo habían felicitado por haberse encontrado un alfa tan a su altura y que se notaba a mil kilómetros que lo amaba. Jungkook mismo sabía de su suerte.
Quizá el pensamiento de ello lo hizo sentirse abrumado cuando recibió miradas de quienes formaban a la junta directiva y miradas de los accionistas.
En sólo un año todo se había derrumbado, ahora tenía un hijo, era viudo, no estaba más en el área quirúrgica y estaba entrando en la fiesta con un alfa ajeno al que lo había marcado, se preguntaba qué pensarían todos de ello.
–Vinieron –Namjoon los tomó por sorpresa, haciendo que Jungkook centrara su atención en él y por mero reflejo, se acercó poco más a Taehyung.
–No nos íbamos a perder la noche, linda decoración, en serio –halagó el alfa y Namjoon le sonrió.
–A decir verdad, todo lo organizó Hoseok, creo que le pidió ayuda a tu hermano-
–¿Tu hermano también es doctor, Taehyung? –interrumpió. Ambos alfas lo miraron con una sonrisa y el nombrado negó.
–Es maestro, de preescolar. Pero es bueno con las decoraciones. Ahora entiendo por qué tenía tantas cajas de luces en la casa –Namjoon soltó una risa.
–Tengo que ir con unos nuevos accionistas, si me permiten –se disculpó y fue hasta el otro lado del lugar, dejandolos de nuevo solos.
–¿A tu hermano le gustan los niños?
–No tienes idea. Creo que es de familia, a mis padres también les encantan los bebés.
–Seguro consienten mucho al bebé de la familia, ¿No?
–No, la verdad es que nadie tiene hijos. Mi hermano no quiere responsabilidades por ahora y yo no tengo pareja tampoco. Mis primos no tienen hijos porque trabajan mucho y son conscientes que no pueden cuidarlos como se debe, así que no hay niños en mi familia –se encogió de hombros.
Jungkook se sorprendió cuando se dió cuenta de la manera en que se estaba dejando fluir, mientras caminaban a la mesa en busca de algo de tomar.
–La otra vez... –susurró y Taehyung lo miró, esperando que siguiera–, en Navidad, tu hermano salió, ¿No es así? ¿vives con él?
–Sí. Cuando éramos niños prometimos que iríamos a vivir juntos, lo hicimos en cuanto terminé la carrera y conseguí trabajo. Luego él empezó sus estudios y trabajaba de medio tiempo así que nos adaptamos a eso –se encogió de hombros.
–Vaya, por lo que dices, tu familia parece ser unida.
–Lo es, en gran parte es gracias a mis abuelos. Siempre quisieron tener la familia unida que ellos no tuvieron cuando jóvenes, así que –se encogió–, ¿Qué hay de ti? ¿son sólo tus padres y tu hermano y su esposa?
–Sí –tomó un sorbo del refresco que Taehyung le sirvió–. Mamá y papá son diferentes a sus hermanos. Mis abuelos murieron ya hace unos años y con los tíos no tenemos contacto porque son del tipo de personas que no te gustaría conocer.
–¿No hiciste promesas con Seojoon cuando eran más jóvenes?
–Lo hice, sí. Pero son promesas que no pueden cumplirse aún, y la única que sí podía hacer, no la cumplió en su momento –hizo un puchero, abanicando su rostro.
–¿Quieres ir fuera? Estará más fresco.
–Sí, por favor–su voz se escuchó bajita y Taehyung lo guió hasta los jardínes traseros, donde las personas podían descansar en caso de que estuvieran esperando a algún paciente, sorprendentemente, estaba vacío esa noche y para variar, más oscuro de lo habitual.
–¿Qué fue lo que Seojoon no pudo cumplir? –no que Taehyung fuera chismoso, simplemente el silencio entre los dos no le gustaba.
Quería conocer a Jungkook. Conocerlo no de la manera laboral, ni amistosa. Estaba más que claro para él mismo que quería conocer a Jungkook en un contexto diferente, uno donde pudiera aprenderse de memoria sus rutinas y anécdotas, uno donde pudiera llegar a tocar el corazón del omega.
Jungkook suspiró y bajó la mirada, al vaso en su mano.
Estaban sentados en una banca del jardín, rodeados de una atmósfera diferente. A lo lejos, se podía oír el bullicio de la gente en la fiesta y también se lograban ver las luces de las habitaciones ocupadas en el hospital. Pero lo que hizo que Jungkook se relajara en ese ambiente, fue el aroma del alfa que le llegó a la nariz, colándose entre sus fosas nasales al punto de hacerlo querer acurrucarse en él. Recordando que ni él, ni Hyeon habían estado durmiendo bien a falta de su aroma.
–Cuando le dije a Seojoon hyung que me casaría no le gustó la idea. Mi alfa- él y Seojoon no congeniaban, así que hyung rechazó ser mi padrino de bodas –entristeció la mirada.
Taehyung calló. Escuchar a Jungkook hablar del alfa cuya marca le hacía sangrar cada mañana lo hizo quedarse tieso como una estatua. Si bien, lo poco que conocía al omega y lo que los demás decían de él, Jungkook era una persona de pocas palabras, sólo diciendo las necesarias, eso sumado al estar pasando un duelo.
–Tu alfa –inquirió y vio al omega no reaccionar ante la mención del mismo. Tenía la oportunidad y la frase en su mente lista para salir de su boca, no iba a desaprovecharlo–, ¿Él te trataba bien?
–Mejor que nadie –respondió tras unos segundos de silencio–. Mamá piensa que a veces era muy sobreprotector, pero yo pienso que no. Él dejó todo por mí, lo menos que yo podía hacer era lo mismo.
–¿A qué te refieres?
–Juwon peleaba con su familia todo el tiempo. Le reclamaban por haberse unido a mí porque no soy un omega con clase como su madre. Todo el tiempo, eran regaños y gritos, ni siquiera fueron a la boda. Dejó a su familia por mí.
–No fue porque se lo hayas pedido.
–Quizá no, pero tampoco lo inste a hablar con ellos y arreglar las cosas- si lo hubiera hecho todo sería diferente.
–¿Por qué lo dices?
Antes de que Jungkook pudiera responder, su celular sonó haciéndolo salir del trance en el que se había sumido, dándose cuenta que se abrió más al alfa que estaba a su lado, que a la psicóloga con la que iba, Dios. Un nuevo sentimiento se instaló en su pecho y tomó una nota mental de escribir en su libreta lo que esa noche le estaba haciendo sentir.
Miró el contacto de su madre en la llamada y contestó deprisa, poniéndose de pie cuando los llantos agudos de su cachorro se escucharon, tan alto que el mismo Taehyung pudo oírlos.
–Mamá-
–Lo siento, cariño –suspiró abrumada–. Hyeon no deja de llorar, intentamos de todo, la comida, el pañal, le dimos los juguetes que le gustan y hasta un baño, pero no se tranquiliza-
–Iré para allá, tal vez le duele el estómago.
–Lo siento, no queríamos interrumpir tu noche.
–No, no. Iré, no tardo –colgó de pronto y miró al alfa que igual que él, se había puesto de pie.
–¿Necesitas que te lleve?
–Si no es molestia, lo siento de verdad. No pensé que Hyeon se pondría mal esta noche.
–No tienes que disculparte, Jungkook-ssi, son cosas que pasan. Vamos, te llevaré a casa de tus padres.
Tuvieron que despedirse deprisa, no dando más explicaciones más que un "surgió algo" a Namjoon y a los dos accionistas que los vieron y los llamaron.
El camino de regreso fue rápido gracias a Taehyung y su bendito coche, porque Jungkook no sabía cómo sentirse cuando su cachorro estaba en manos ajenas y llorando tan desesperado.
No esperó que Taehyung terminara de estacionar por completo cuando bajó del coche, corriendo a la casa y con la marca picando un poco por debajo de las vendas. Taehyung se bajó también, sólo para asegurarse de que todo estaba en orden, y también para ofrecerse a llevar a ambos a casa en caso de necesitarlo.
La madre de Jungkook abrió la puerta en cuanto el timbre sonó y miró que Eunbi arrullaba al cachorro pero nada calmaba el llanto.
–Taehyung, pasa, pasa –invitó la mujer y el alfa sonrió tenso, entrando en el lugar y dándose cuenta que en efecto, los llantos de Hyeon eran demasiado agudos para el gusto de cualquiera.
–Ven aquí, cielo, estoy aquí –Jungkook sostuvo a su bebé, arrullando y dándole su aroma pero el llanto no bajó y mucho menos cesó–, ¿Comió algo?
–Sólo su fórmula. Estaba bien pero de repente se puso mal, creímos que era el pañal pero nada, intentamos todo para no llamarte pero-
–Está bien, mamá. A veces pasa que se pone así.
–Déjame revisar su estómago –la voz de Taehyung llamó la atención de todos y Jungkook se encogió, ignorando la picazón en el cuello y suspiró para dejar que el alfa se acercara a su bebé.
El alfa le sonrió y le habló directamente, abriendo su mameluco para poder tocar su piel y su estómago, todo bajo la mirada de la familia.
Palpó la zona, intentando sentir algo sin mucho éxito, porque su estómago estaba en perfecto estado. Sin inflamación y tampoco parecía tener temperatura ni ningún otro malestar.
El llanto se detuvo un poco, sólo un poco mientras Taehyung le pasaba las manos por el cuerpo buscando alguna anomalía y cuando no encontró nada, se alejó. Jungkook mismo casi cae del susto cuando Hyeon dejó salir un grito alto y volvió a llorar.
–¿Lo pellizcaste? –preguntó Seojoon y Taehyung negó, apenado.
–No lo hice.
Una bombilla invisible se prendió sobre la cabeza de Jungkook y tragó duro antes de hablar, con voz temblorosa.
–¿Puedes cargarlo? –le estiró al cachorro y Taehyung lo miró confundido, pero no se negó.
Tomó a Hyeon en brazos y lo arrulló, sintiendo las miradas de todos sobre él cuando el cachorro dejó de llorar y lo acomodó sobre su pecho, dejando que su aroma a cedro le rodeara el cuerpecito.
Los ojos del bebé comenzaron a cerrarse lentamente, sin soltar la solapa de su traje en su pequeña mano y todavía sobre el pecho del hombre. Oh, Dios. Jungkook no sabía qué sentir ni qué hacer en el momento.
Lo único que pudo atinar a hacer, antes de que su familia dijera algo, fue pedir ir a casa.
–Puedo llevarlos –se ofreció Seojoon y Taehyung negó.
–Traje coche, yo los llevo y que les llame cuando esté en casa.
–¿Seguro? Hyeon está dormido y no creo que puedas conducir, si lo dejas-
–Conduciré yo, hyung –interrumpió Jungkook colgando el bolso de Hyeon en su hombro.
Nadie dijo nada, no mientras los veían salir de la casa juntos, con el alfa cargando al cachorro y adentrándose en la parte trasera del coche, el mismo Taehyung hizo una nota mental de que quizá debía comprar una silla para coche por si era necesario más adelante, sólo por si acaso.
Y Jungkook no dijo nada cuando la escena le hizo aguar los ojos. No porque le recordara algo, esta vez, no le recordaba a nada, sino que simplemente le hacía ilusión tener una vida de nuevo. Con un alfa, su bebé y él. Una familia.
Eso quería, una familia.
El regreso a casa fue tranquilo, no hubo comentarios más allá de que Taehyung debía estar cansado y una que otra disculpa por parte de Jungkook al haber interrumpido la noche que el alfa había planeado.
–Ya te dije, Jungkook, está bien.
–Es que, no quiero que pienses que abuso de tu confianza.
–Sé que no lo haces, son cosas que pasan –llegaron a casa minutos después, y Jungkook lo invitó a pasar.
Hyeon seguía dormido sobre el pecho del alfa, pero el aroma del mismo estaba sobre su mameluco que fue suficiente para poder llevarlo a la cama sin que soltarara a llorar.
Antes de volver a la sala, donde Taehyung esperaba por una despedida, Jungkook se detuvo en la habitación, mirando en el bolso de Hyeon el peluche que el mayor le había obsequiado. Lo tomó en manos y bajó de nuevo, mirando al alfa con una sonrisa apenada.
–Muchas gracias, Taehyung. Aunque fue una noche corta, lo disfruté. Hacía meses que no salía.
–Está bien, Jungkook, igual lo disfruté.
–Puedo recompensar el tiempo.
–En ese caso, podríamos salir la próxima semana, ir al parque que está cerca del hospital. Saldré temprano el jueves, y podemos llevar a Hyeon para que estés tranquilo.
–Eso estaría bien –asintió, sin darse cuenta de la enorme sonrisa en sus labios y el dolor en el cuello casi imperceptible.
–Tengo que irme –Taehyung interrumpió, habían estado de pie en medio de la sala, sólo mirándose.
–Oh, claro, te acompaño. Un último favor –el alfa le miró–, ¿Podrías dejar tu aroma en el peluche? –sacó el mismo de detrás suyo y lo estiró al alfa.
Taehyung se sorprendió, pero terminó sonriendo y abrazó el oso con fuerza, restregando su aroma en la tela y luego lo devolvió. Antes de que Jungkook pudiera agradecer, el alfa también se quitó el saco de su traje.
–El peluche para Hyeon, esto para ti. Me di cuenta que también te relajaste con mi aroma, pero si te parece atrevido- –se calló cuando el omega tomó el saco y lo llevó a su nariz, olfateando discretamente.
–Gracias, Taehyung.
–Gracias a ti, Jungkook.
–Nos vemos en el hospital.
–Lo haremos. Y no olvides que iremos a ese parque el jueves.
–Por supuesto que no.
–Adiós, Jungkook.
–Adiós, Taehyung.
Pero ninguno se movió ni hizo amago de querer dejar de mirarse, tan intenso que se habían olvidado que estaban fuera de casa de Jungkook, con una temperatura baja y con la leve ventisca en el ambiente.
–Me tengo que ir.
–Claro –Jungkook dió un paso, sólo obediente a su instinto y antes de que pudiera reprimirlo, atrapó a Taehyung en un abrazo rápido pero fuerte, sutilmente oliendo el aroma el alfa y tratando de dejar el propio sobre la ropa ajena.
Por mero instinto tal vez, Jungkook no quería pensarlo demasiado.
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