CAPITULO 02
–¿Estás mejor? –Yoongi le preguntó y Jungkook suspiró, con Hyeon en brazos y la pañalera verde con dibujos de dinosaurios cayendo de su hombro derecho, y otro maletín negro en el brazo contrario.
Estaba exhausto. La noche anterior, luego del baño, no pudo conciliar el sueño hasta dos horas después, cansado de que al día siguiente tendría que ponerse a trabajar desde la mañana luego de dejar a Hyeon en la guardería del hospital, donde estaba ahora.
–Mh –respondió de manera mecánica y Yoongi suspiró, estirando los brazos al bebé de Jungkook y el omega hizo una mueca, reacio de dejar a su cachorro con un omega ajeno. Besó su cabecita, por sobre el gorro azul que le puso esa mañana y Hyeon lo miró, con un puchero en sus labios. –Traje todo, ayer olvidé el cambio de ropa, pero hoy está aquí –extendió la pañalera al omega y Yoongi la aceptó, asintiendo.
–No hay problema. Se les pide el cambio de ropa por precaución, pero Hyeon es limpio, para su edad –Jungkook asintió.
–Tengo que irme. Namjoon hyung dijo que teníamos que hablar –se encogió de hombros y jadeó cuando el omega lo abrazó rápido, antes que la supervisora de la guardería del hospital los viera y lo regañara.
–No tienes que preocuparte. Tal vez sólo quiera darte más días. Ni siquiera has tenido tiempo de tener un duelo de manera sana, digo, una marca de tu alfa no se borra de un día a otro, y el lazo no se romperá fácil.
–Ojalá fuera así –rió amargamente–. Pero no quiero más vacaciones, siento que me volveré loco si paso más días en casa. Además, a Hyeon le gusta salir y venir. Lo sé. No quiero encerrarlo en casa sólo por mi culpa.
–No es tu culpa –Yoongi gruñó–. Nada es tu culpa, Jungkook –el omega menor asintió, limpiando sus sudorosas manos en sus pantalones negros de vestir y le dió un último beso a su hijo antes de partir.
Subió por el ascensor hasta su área del hospital y sintió estragos en el estómago al ver el área de urgencias llena. Con algunas personas llorando, otras más dormidas en las sillas de la sala de espera y los doctores, compañeros suyos, iban de un lado a otro, algunos con residentes que terminaban sus prácticas.
Quiso sonreír al recordar que tan sólo un año atrás, él seguía siendo de esos residentes que iban tras el doctor Jung, recibiendo instrucciones para atender a los pacientes que llegaban.
–Hey –saludó, intentando sonar normal y la omega tras el escritorio de recepción le sonrió bonito–, ¿Mucho trabajo hoy?
–Demasiado. Toma –le estiró una carpeta con varios folders entre ella y Jungkook asintió, ojeando un poco–. Todos ya están en la sala de espera, pidiendo ver al mejor cirujano de la ciudad –le guiñó un ojo y Jungkook sonrió.
–Mh, entonces le llevaré esto a Namjoon hyung. Debe querer atenderlos también –la omega siseó y Jungkook le dio un rápido abrazo, sintiendo su calor y sonrió un poco más.
–Organicé a tus pacientes para que no tengas tanto estrés. Sé que la has pasado duro éstas semanas –vio a Jungkook tensarse y se apuró a negar–. Quiero decir- no quiero que te estreses, Jungkook. No ha pasado mucho que diste a luz, tu lobo es fuerte si no llora cada vez que te alejas de tu cachorro –hizo una mueca porque claro que su lobo lloriqueaba cada vez que tenía que alejarse de su Hyeon.
Se calmaba a sí mismo con el pensamiento de que el bebé estaba sólo unos pisos abajo en la guardería, bajo el cuidado de buenos enfermeros especializados en el área de infantes, y sobre todo, en manos de Yoongi. Si fuera otro omega, Jungkook se hubiera negado rotundamente a dejarlo ahí y seguramente lo llevaría a todas las consultas.
–Además –le llamó Seulgi y la miró–. Supe que Namjoon quiere hablar contigo. Te dí a menos pacientes hoy para que puedas hablar con él en cuanto tengas oportunidad. Sólo no te presiones, Jungkook-ssi. Estoy segura que todo saldrá bien, tarde o temprano –asintió, con menos ganas de hablar que antes y se despidió de la omega caminando a su oficina.
Respiro profundamente el olor a limpio dentro de la oficina y dejó el maletín sobre el escritorio, tomó la bata blanca del perchero y se revisó en un espejo que tenía en el cuarto, sólo para asegurar que su vendaje en el cuello seguía en la misma posición, y el ardor en la marca se incrementó.
Miró las fotografías en el escritorio, le hizo aguar los ojos.
Una era de su pequeño, tomada por Yoongi. El pequeño había tenido una de sus primeras risas en la guardería, bajo el cuidado del omega y Jungkook mentiría si dijera que no estuvo celoso de que el cachorro riera tan fácilmente con su mejor amigo. Es decir, él era su padre se supone que tendría que reírse con él y no con Yoongi.
Otra más era con su hermano mayor, el día de su graduación. Al lado estaba una foto con sus padres, el día que recibió su puesto como cirujano en el hospital. Pero la que más le dolía era la que estaba al centro.
Jungkook la tomó entre las manos, inhalando profundo como si su lobo buscara inconscientemente el aroma de su alfa en el aire.
En la foto estaban él, Hyeon y su alfa. Un día después que dio a luz a su bebé. El cachorrito era una bolita enredada en cobijas amarillas. Con la piel rosada y los ojos cerrados, sosteniendo el dedo de padre en su puño, mientras descansaba en los brazos de Jungkook, que estaba todavía recostado en la cama de hospital, pisos abajo.
La fotografía la había tomado su mamá y Jungkook y Juwon sonreían en grande. Mirando a la cámara y Jungkook afirmaba que nunca antes había sido tan feliz como ese día. Con su cachorro en brazos, lloriqueando cuando su papá se alejaba. Su alfa sentado en la silla junto a la cama, sosteniendo su mano y besando sus nudillos, susurrando palabras de amor que le hacían querer llorar de felicidad.
Jungkook jamás había estado tan feliz como ese día, sin duda.
Limpió sus lágrimas y sorbió su nariz antes de ponerse de pie, pintar una sonrisa en su rostro y cómo no, también llamar al primer paciente del día.
A decir verdad, a Jungkook no le gustaban tanto las consultas, es decir, era un gran cirujano, su pulso era perfecto y digno de un Dios, pero estar, tras un escritorio preescribiendo recetas para gripe no era para lo que estudió por años. Aunque si ayudaba no estaba mal.
Al menos alguien tenía que salvarse y si él podía ayudar, nunca se negaría.
–Adelante –indicó a una pareja que entraba con una bebé en brazos. Pidió que se sentaran y echó un vistazo a la infante.
Tenía un cabello hermoso, rizos dorados y una nariz respingada que estaba roja de tanto moquear, además que sus labios estaban en un ligero puchero que lo hacían casi arrullar. Sus ojitos estaban rojos de tanto llorar y Jungkook sólo quería cargarla y protegerla.
Calló a su lobo y miró a los padres. Eran los últimos en la lista de espera que le dio Seulgi esa mañana y de alguna forma lo entristeció. Pues eso significaba que tendría que subir al siguiente piso para hablar con Namjoon de lo que sea que necesitara.
–¿Quién es el paciente? –preguntó y el alfa que sostenía a la niña la señaló.
–Ha estado mal una semana –alzó las cejas–. Fuimos al médico y nos dio medicamentos para gripe común, pero ha empeorado.
–¿Cuáles son los síntomas?
–Creímos que era gripa –la omega susurró y sostuvo la mano de la niña entre sus dedos, con los ojos llorosos y Jungkook se removió incómodo ante el aroma a intranquilidad que se dispersó en la oficina–. Ha tenido moco, y anginas inflamadas. Tiene calentura y hoy- no podía respirar bien. Por eso venimos –asintió.
–¿Pueden sentarla en la camilla? Tengo que revisar y a partir de ahí, realizar estudios. Si los medicamentos para la gripe no funcionaron tenemos que ver qué sucede, ¿a qué sí, bonita? –le sonrió mientras se acercaba y la vio temblar de frío, a pesar de que estaban en inicios de invierno y el frío todavía no se asentaba en la ciudad por completo.
Frunció las cejas. Se colocó unos guantes blancos y tomó el estetoscopio, colocándolo en el pecho y espalda de la pequeña, indicando cada cuánto tenía que respirar y exhalar.
Anotó algo en una hoja y los padres se miraron confundidos, no diciendo algo cuando se suponía que estaban frente a un experto.
Con ayuda de una linterna revisó sus ojos y sus oídos, y puso un termómetro en su axila, esperando en silencio hasta que el tiempo pasó y la temperatura se marcó, hizo una mueca.
–Tenemos que realizar estudios, tendrá que quedarse en observación esta noche –se giró, caminando a su silla y el aire abandonó sus pulmones cuando la madre gritó y corrió a la bebé.
La pequeña se había desmayado.
Se apresuró a ella, tomando su pulso y gruñó al no sentir nada.
–Por favor, haga algo –le gruñó el alfa y Jungkook lo apartó de la niña, para tener un mejor acceso a ella y que respirara con calma.
–Llame a una enfermera-
–Doctor-
–Hágalo. Diga que vengan –escuchó al alfa gritar algo y pronto tuvo la asistencia de Seulgi a su lado, con los labios fruncidos a la espera de una orden.
–Doctor, Jeon, ¿qué sucede? –quiso gruñir ante la formalidad, pero se obligó a sí mismo a mantenerse cuerdo y miró a la omega.
–Pide una camilla y que despejen el área de pediatría. Necesito al mejor pediatra, probablemente tendremos que entrar a quirófano –dijo rápido, mientras sus manos se movían generando presión en el pecho de la nena, reanimando su débil corazón.
Los sonidos alrededor, de la madre de la bebé, el alfa gruñendo, esperando una señal para afrontar, tantas emociones en poco tiempo era demasiado.
–Doctor, por favor, haga algo –le pidió la omega y asintió.
–Haz lo que te dije, Seulgi. Pide el mejor pediatra y que despejen un quirófano –repitió y la omega asintió saliendo rápidamente de la oficina, y fue cuestión de segundos para que un par de enfermeros entraran en la sala, con una camilla y subieran al bebé.
Todo el equipo corrió al ascensor, exclusivo para los traslados y los padres tuvieron que ir al otro, llorando al no sentir a su hija cerca.
A Jungkook le dolía el pecho tan sólo de pensar que podían perderla.
El área de pediatría, que estaba a sólo dos pisos abajo, estaba ligeramente ya despejada. Había un alfa ahí, preparado para recibir instrucciones y corrió a Jungkook en cuanto lo vio llegar por el elevador, conduciendo la camilla.
–¿Qué sucedió? –preguntó y Jungkook lo miró rápido, no diciendo nada ante las pegatinas que tenía en el rostro.
–Tuvo un colapso. Tiene indicios de asma. Se desmayó hace un minuto –susurró y el alfa asintió, señalando el quirófano en el piso que estaba siendo equipado con todo lo necesario.
Jungkook apretó los puños cuando los enfermeros se llevaron la camilla para preparar al bebé antes de entrar a cirugía.
–Pedí al mejor pediatra –dijo mirando alrededor.
–Y lo está viendo, doctor, Jeon –alzó las cejas.
Su boca se abrió, esperando decir algo pero los padres de la menor llegaron apurados a él, pidiendo una explicación de lo que había pasado.
–¿Qué tiene, estará bien? ¿Por qué dijo que entrarán en quirófano? –la omega le sostuvo de la bata blanca y con delicadeza, Jungkook le quitó sus manos, tratando de calmarla.
Miró al alfa a su lado y realmente se preguntó por qué llevaba esas pegatinas de dinosaurios en las mejillas y frente, Dios, era un doctor.
–Ella tuvo un colapso. Los síntomas empezaron como gripa, pero viendo sus reacciones , al parecer tenido asma desde hace más de dos años. No es su culpa –aclaró antes que el alfa, padre de la niña dijera algo_. Los cachorros no dan indicios de enfermedades los primeros cinco años, por eso es necesario que asistan a consultas cada tres meses. El asma provocó esto.
–¿Y por qué el quirófano?
–Señor –el alfa a su lado habló y Jungkook lo miró, viendo cómo le explicaba al contrario lo que sucedía y a Jungkook le sorprendió la manera tan calmada y profesional con la que habló–. Un colapso como este cierra las vías nasales impidiendo que respire correctamente. El doctor Jeon la reanimó pero está frágil, necesitamos abrir una vía de respiración artificial para ella y una vez hecho, seguir con los tratamientos necesarios. Los cachorros son fuertes, pero si el asma no se detectó a tiempo, es un milagro si todavía podemos salvarla –la omega se tensó y miró a Jungkook, con ojos brillando por las lágrimas.
–Por favor, doctor, salve a mi bebé –Jungkook asintió, mirando a los enfermeros cuando le llamaron, diciendo que todo estaba listo.
–Lo haré. Lo prometo –miró a ambos padres y junto al alfa desconocido, caminó al área de limpieza antes de entrar en el quirófano.
Se asearon y vistieron en silencio, apurados en entrar y salvar la vida de la niña que estaba ya ahí, anestesiada y dormida, rodeada de los enfermeros.
–Supongo que abres tú, ¿no? –alzó la vista cuando el alfa habló y frunció las cejas.
–¿Lo querías hacer tú? Soy cirujano, he abierto vías de respiración decenas de veces, puedo hacer esto.
–Nunca dije que no –se quitó las pegatinas del rostro–. Pero soy pediatra, ella no pasa de los ocho años. Creo que sería mejor si abriera yo.
–No es una competencia por ver quién la salva.
–Lo sé. Sólo decía, pediste mi presencia, creo que puedo ayudar. Pero si veo que te desconcentras te quitaré el bisturí y seguiré yo –amenazó y Jungkook le miró.
A pesar de que su voz era seria, su expresión era todo lo contrario. No le miraba mal, sino que le miraba con angustia en esos ojos cafés, como si no pudiera pensar en otra cosa más que salvar al bebé dentro y a Jungkook le gustaba esa pasión.
Él mismo la sentía.
–Puedes estar tranquilo –le susurró–. Puedo concentrarme, lo haré –pero sonaba más a convencerse a sí mismo antes que al pediatra frente a él.
Cuando entró en el quirófano, y la enfermera le puso los guantes sabía que no había marcha atrás. Estaba ahí, frente al cuerpecito de una niña que rogaba por vivir, que tenía que vivir.
Tenía que crecer, ir a la escuela, tener amigos, reír, llorar, jugar en el parque, aprender a andar en bicicleta, presentarse como una omega o una alfa, enamorarse, enlazarse y vivir su vida. Tenía que darle eso, estaba en manos de Jungkook darle todo eso.
–Bisturí –solicitó y la enfermera le pasó el instrumento.
El alfa a su lado miraba con detalle cada corte que hacía el omega y no era por juzgar, para nada. Era todo lo contrario, él sabía quién era Jeon Jungkook y sabía que era el mejor cirujano del hospital, lo admiraba. Pero también sabía lo que había pasado con el omega unas semanas atrás.
Lo había visto con sus propios ojos. Por eso no confiaba tanto en él en ese instante, ¿Qué si su marca decidía doler y Jungkook perdía el foco de las cosas? Una vida estaba en riesgo.
Vio a Jungkook hacer una incisión justo debajo de la tiroides y a Jungkook le tembló la mano en ese instante. El alfa a su lado se tensó y Jungkook lo miró, ambos lo hicieron.
Para el alfa no era difícil entender qué decían esos ojos brillantes. Tomó el bisturí y cambió posición con Jungkook, haciendo cortes lentos pero decisivos, exactos para que el colapso respiratorio desapareciera y Jungkook le pasó un tubo transparente que Taehyung condujo a la tráquea de la niña.
La enfermera encendió un aparato y todo el quirófano se quedó en silencio, esperando a ver el monitor de signos vitales.
A Jungkook se le detuvo el corazón cuando la línea seguía fija y dejó salir un suspiro pesado cuando el primer latido fue recibido, y luego otro, y otro, y otro más que lo hizo sonreír. Casi lloriquear de felicidad.
–Doctor, Jeon –el alfa le llamó–, ¿Quiere cerrar la herida?
Asintió, tomó las agujas y el hilo quirúrgico para comenzar la sutura, lentamente, con menos presión que antes al oír el corazón latir.
Salió del quirófano, con los hombros tensos y el alfa lo siguió de cerca cuando caminaron a los padres angustiados de la bebé.
–Ella está fuera de peligro –se apresuró a decir cuando la omega lo miró con inquietud en los ojos y ella suspiró, tranquila.
–¿No hubo complicaciones? –preguntó el alfa y el omega negaron.
–Ninguna. El doctor... –miró al alfa a su lado, todavía vestido con la ropa quirúrgica y ahí cayó en cuenta que no sabía el nombre de su compinche.
No hubo drama, al contrario, el alfa le sonrió y miró a los padres de la pequeña.
–Soy Kim Taehyung, el pediatra en turno –se presentó.
Jungkook asintió a sí mismo, haciendo una nota mental de hablar con ese tal Kim Taehyung luego de terminar con los padres de la niña.
–Sí –llamó la atención–. El doctor Kim hizo un trabajo impecable. Él- colocó el respirador y la niña está estable. Estará bien. Necesitará quedarse un par de semanas para la recuperación y la observación. Esta área es exclusiva para pediatría y apuesto que el doctor Kim puede seguir atendiendo –vio a los padres asentir, todavía con los ojos rojos y el aura de preocupación a su alrededor.
Trató de sonreír cuando los padres de la niña le agradecieron infinitamente y estrecharon su mano. A Jungkook le fascinaba.
No recibir halagos, no que le agradecieran. Le fascinaba salvar las vidas de las personas, fue para lo que nació. Lo sentía así.
Miró al doctor Kim dar instrucciones de lo que se haría una vez que la bebé fuera trasladada a una habitación, parecía tan profesional que a Jungkook le desconcertaba cómo antes estaba todo lleno de pegatinas y tenía un vibra diferente a la que emanaba en el momento.
–Hey –se giró cuando el doctor Kim lo siguió al área de limpieza para terminar de desechar la ropa quirúrgica que todavía llevaba puesta.
–Uh, ¿ya terminaste de hablar con ellos? –señaló a los padres que estaban en el otro lado del piso, abrazándose entre los dos.
Su corazón dio un vuelco al ver a la omega oler el cuello del alfa, cerrando los ojos y apretando su camisa entre los dedos. Oh. Y dolió más cuando el alfa se acercó a ella, como si estar abrazados de esa manera no fuera suficiente, como si necesitaran estar más cerca que en cuerpo, necesidad de unir las almas.
Tragó duro desviando la vista y miró al pediatra, apretó los labios al ver un atisbo de lástima en su mirada.
–Lo hice, sí –afirmó el alfa y Jungkook asintió, mirando sus manos una vez que tiró la ropa en el bote para residuos tóxicos.
–Perfecto- ella se quedará a tu cuidado. Espero que estés bien con eso, la pediatría no es mi área así que no puedo manejar su caso de cerca.
–Está bien –el alfa se encogió de hombros–. De todas maneras, la niña es fuerte, estoy seguro que saldrá de aquí bien.
–No puedes afirmar eso. Las variables-
–Si no puedo afirmar que saldrá bien, ¿por qué tú sí le prometiste a su madre salvarla? No tenemos permito las promesas. En nuestro campo no es posible. Si la niña moría, ¿sabes lo que hubiera pasado?
Oh. A Jungkook le dolía el pecho de sólo pensar en esa posibilidad.
Desvió la vista al piso, pensando en algo qué decir pero las palabras no salían de su boca porque Kim Taehyung tenía razón. No debió prometer algo a los padres porque si no fuera por el alfa que estaba frente suyo, no sabría qué hubiera pasado y la mera idea de perder una vida más le aterraba.
–Lo sé, lo siento –se disculpó sinceramente–. Además, es gracias a ti que está viva. Yo- me puse nervioso. No he entrado a cirugía por un mes y... lo siento –hizo una reverencia a Taehyung y el doctor abrió los ojos en grande.
–Puede estar tranquilo, doctor Jeon. Es entendible dado su situación –y se arrepintió al segundo siguiente de haberlo dicho porque el omega se tensó claramente y ni siquiera se despidió o dijo algo cuando se giró y salió de la habitación.
Lo vio esquivar a las personas en el piso de pediatría y tomó el ascensor, ni siquiera alzó la vista del piso cuando apretó el botón de su piso, a pesar que sabía que el alfa lo miraba desde el otro extremo, con esa expresión suya que desconcertaba al omega.
Rascó sus manos en la soledad del ascensor, todavía respirando agitado y tocó el vendaje sobre su marca, sólo para asegurar que seguía intacto e hizo un mohín al sentirlo más húmedo que de costumbre.
La presión dada momentos antes sólo habían alterado a su lobo, que buscaba el refugio de un alfa, todavía dolido por la pérdida y a Jungkook se le dificultaba convencerlo de que nunca más volvería a tener ese aroma cerca, esos brazos y ese lobo consolando sus noches, no sabía si realmente podría soportar.
Miró sus manos, magulladas por rascarse con fuerza y con unas gotitas de sangre en los nudillos blancos, ¿él había hecho eso? Ni siquiera sintió dolor, ¿es que acaso perder a su alfa también había nublado el sentido del dolor? Realmente necesitaba descansar.
Por eso, cuando llegó a su piso, ocultó las manos en su bata y caminó directo a su oficina, no deteniéndose cuando Seulgi le llamó y oh, debió hacerlo. Debió prestar atención a la omega porque cuando entró en su oficina la presencia de un alfa que conocía bien ya le esperaba ahí.
Sentado frente al escritorio, con una bata blanca de igual forma y un par de lentes cayendo del puente su nariz, Namjoon lo miró y le sonrió. Jungkook no sabía si esa sonrisa era buena o mala señal, y no tenía ganas de averiguarlo, honestamente.
–Qué tal, Jungkook-ah –se encogió ante el aroma del alfa, un poco a canela que le picaba la nariz e hizo a su lobo calmarse.
Caminó al estante en la pared, tomando unas cuantas toallas desinfectantes y poniendo unas banditas blancas sobre sus heridas, todo bajo la mirada del director del hospital.
–¿Sucede algo? –fue directo al grano, ni siquiera miró al alfa cuando se sentó en su propia silla y Namjoon suspiró, recargándose en el respaldo de la silla y cruzó una pierna sobre la otra, juntando sus manos también.
–Quería hablar contigo –asintió.
–Mh. Iba a ir en un momento, tuve complicaciones en la última consulta.
–Eso me dijo Seulgi. Una niña, ¿no? ¿Qué sucedió?
–Tuvo un colapso respiratorio y entramos en cirugía. Está estable y con un buen seguimiento podrá seguir su vida normal.
–Creo que está de más decir que no estás en condiciones de operar en estos momentos, Jungkook –se tensó y alzó la vista al alfa.
–Puedo hacerlo –casi gruñó y el alfa no se inmutó.
–La enferma que estuvo en el quirófano no dijo lo mismo. Me informó que tuviste que pasar el bisturí al pediatra a cargo, Kim Taehyung, ¿me equivoco?
–Es una niña. Es su área, quise dejarle el trabajo cuando sé que está más calificado en eso –aunque era mentira, tenía que mantener su reputación. Mas el alfa no hizo ninguna expresión lo que lo extrañó más.
–Incluso si es así, perder la concentración en una cirugía de emergencia no es un tropezón cualquiera. Estamos hablando de una vida en riesgo, una niña.
–¿Vienes a reclamarme por salvar a una menor?
–No –se apresuró a negar y Jungkook se tragó las ganas de gritar de frustración, no dándose cuenta cuando estaba siendo tan grosero y déspota con una de las personas que mejor lo habían tratado luego del incidente–. Sólo quiero hablar contigo, necesito hacerlo –hizo una mueca.
El alfa relajó su postura, todavía mantenido la mirada seria y a Jungkook le pareció ver un atisbo de tristeza en sus ojos cuando le miraron rápidamente.
–Necesitas más tiempo –dijo finalmente.
–¿De qué hablas? Estoy bien.
–No lo estás, Jungkook. Claramente no te has recuperado, necesitas sanarte a ti mismo y tu lobo antes de volver al trabajo. Admito mi parte de culpa, no debí aceptarte cuando sé que el lazo no se rompe y por lo que veo, la marca sigue igual o peor que hace unas semanas.
El omega gruñó, llevando una mano a la marca, siseando al sentir el ardor.
–Pero estoy bien, lo juro –Namjoon suspiró.
–La cosa es, Jungkook, que esto no está en mis manos. No soy yo, es la junta directiva. Los accionistas dicen que no es bueno tener un omega herido en el hospital, no en tus condiciones. No es sano, ni para ti, ni para los pacientes.
–¿Me estás despidiendo?
–Por supuesto que no. Eres el mejor cirujano que he conocido, los accionistas ni siquiera pensaron en eso. Pero estamos todos de acuerdo en que necesitas más semanas fuera de esto. El hospital está dispuesto a darte una incapacidad por tres meses con gastos cubiertos. Una prima por derecho de antigüedad, si lo quieres ver así –explicó.
–No puedo.
–Escucha, Jungkook. Sé que no estás de acuerdo, pero entiende, no es sólo por ti, es tu cachorro, es tu lobo, el hospital, los pacientes. Los accionistas son conscientes de tu situación y el año pasado, en la cena de celebración, les encantaste. Todos sabemos que no podemos perderte, eres una pieza fundamental de este hospital. Has trabajado aquí desde el primer día, también necesitas un descanso, mucho más ahora –a Jungkook se le aguaron los ojos.
¿De verdad estaba tan mal? ¿De verdad una marca sin curar y un lazo roto eran tan peligrosos en su área de trabajo? Él sólo quería ayudar. Quería que alguien lograra vivir.
Miró al alfa, no sabiendo qué más decir y es que, ¿cómo podría? Ni siquiera tenía cabeza para pensar en otra cosa que no fuera su alfa y el trabajo en el hospital estaba haciendo su parte por distraerlo.
–Yo... De verdad, Namjoon, no quiero hacerlo.
–Jungkook-
–Escucha –lo interrumpió y el alfa en Namjoon se removió al verlo tan indefenso–. No quiero estar en casa, se siente frío ahí –confesó–. El trabajo es lo único que me distrae de no hundirme en una constante miseria, si es necesario que cure la marca, lo haré. Puedo forzar a romper el lazo y-
–Ni se te ocurra, Jeon Jungkook –le advirtió y el omega se encogió–. Tú mejor que nadie sabes lo que pasaría si fuerzas el lazo a romperse, podrías morir.
–Pero podría vivir. Sólo, por favor –rogó con la voz en un hilo y Namjoon suspiró.
–No prometo nada –se sinceró–. Por ahora ya se tomó una decisión, ve a casa. Tómate tu tiempo, el hospital siempre tendrá las puertas abiertas para ti –y quiso llorar de frustración cuando el alfa salió de su oficina.
Su vida se estaba cayendo a pedazos.
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