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𝕻𝖗ó𝖑𝖔𝖌𝖔

Advertencias: Violencia, maltrato familiar, suicidio.

Leer bajo tu propia responsabilidad.

~•~

¿Cómo termina una historia que nunca existio?

Akiko era una chica que desde muy temprana edad experimento la decepción. Provenía de una familia muy pobre, y siendo hija única recibió todas las golpizas de su padre, tuvo que lidiar con la depresión de su madre, su neurosis empeoraba día con día.

Alguna vez casi tuvo un hermano pequeño, que murió por la violencia excesiva de su progenitor, su madre tuvo un aborto involuntario. Era mejor así, el no sufriría lo que ella tenía que pasar cada día.

A la edad de 12 años, llegó a casa después de la escuela, y vió por primera vez que Dios nunca la cuidaría como su madre le hacía creer. Dios existía, pero no la amaba.

Una mujer tirada en la sala, con las muñecas cortadas, siendo una obra de arte con el carmín que emanaba de su piel. Su madre se suicidó, dejando sola a la pequeña, desamparada, porque aunque era una mujer con problemas amaba a su hija, se lamentaba día y noche por traerla a este nefasto mundo.

Su padre se volvió aún más violento, culpando a la pequeña Akiko por la perdida de su esposa, tan hipócrita y estúpido. No recordaba el nombre completo de su mujer ni el de su hija, pero tomo esto como excusa y seguir bebiendo como lo hacía desde años atrás.

Así es como 3 años después de que aquella mujer muriera, decidió huir de casa, tomó algo de la ropa que le quedaba y algunas cosas que atesoraba. Salió dándole una última mirada a ese hombre, tirado mientras decía incoherencias. No sentía nada por su papá.

Inesperadamente cayó directo a un mundo de porquería dónde se busca joder al prójimo, pero no todo estaba perdido, ella era un diamante que sin duda podría sacar provecho para cegar a todos con su brillo.

Ella daría lo mejor de si para sobrevivir.

Hizo de todo, desde trabajos honestos, hasta otros que no lo eran tanto. Tuvo que "madurar" desde una edad temprana para poder identificar los peligros, personas que solo querían dejarla lo suficientemente jodida para que dependiera de ellas.

Pasó su adolescencia en lugares horribles, dónde conoció a su mejor acompañante, drogas por supuesto. Solo marihuana y algunos somníferos que le ayudaba a relajarse, nunca se sintió desesperada por conseguir más, tenía bastante autocontrol y las consumía en poca cantidad. Pero de igual manera le podríamos considerar una drogadicta.

La vida siempre fue muy indiferente con ella, perdió amistades, amores.

A sus 21 años seguía rodando por el mundo, recientemente perdió su trabajo de medio tiempo en una cafetería, necesitaba para pagar sus cuentas, si no fuera tan terca hubiera aceptado tener un compañero de piso, pero prefería tener su privacidad. Situaciones difícil requieren medidas extremas.

Trabajar en un club nocturno podría ser no tan mala idea, pues estaba "acostumbrada" a la violencia y a las malas caras. Atender la barra no era difícil, lo difícil era soportar a los clientes, especialmente a los hombres que creían que por estar ahí podían tocarla.

—Oye linda, si quieres ganar más podrías trabajar como las otras chicas— su jefe de nuevo abría esa fea boca para soltar una estupidez.

—Prefiero servir tragos Lee, al menos por ahora— Akiko podría ser una insolente, pero necesitaba el trabajo por lo que tragarse unos cuantos insultos era más que vital.

—Como quieras, te dejo porque hoy vienen mis invitados— Tomó una botella del estante para correr a su "oficina".

Su jornada transcurrió con normalidad, algunos "halagos" que le revolvían el estómago, otros gritos y por último miradas como si fuera la misma agua en el desierto. Era hermosa, lo bastante para poder tener muchos novios y un montón de pretendientes, pero sus ganas de tener una relación eran frustradas por los cientos de golpes que su madre recibió. Ella no sería igual, o al menos eso prometía.

Su lindo cabello negro iba en una coleta alta, para que no le estorbara, su uniforme consistía en una camisa negra, (su jefe sugirió que fuera escotada y de tirantes, lo mandó al infierno). Sus pantalones eran del mismo color, aunque ajustados, en compañía de unos zapatos deportivos por si necesitaba correr después del trabajo.

La noche estaba más muerta que de costumbre, talvez era porque la mejor de las chicas se había ausentado.

—Tienes mala cara, bonita— la mujer de vestimentas extravagantemente diminutas le gritó debido a la música —Voy a cambiar mis zapatos y vuelvo para que tomes un descanso.

Sonrió en agradecimiento, la mayoría de esas mujeres no eran malas, y en realidad bastante dulces entre ellas.

Acomodó una botella lista para fumar un rato, cuando logro divisar una cabellera rosa acercarse a ella. Un hombre extraño vistiendo un traje caro y de ojos perdidos le sonrió, unas pequeñas cicatrices adornaban su cara. La muchacha no alcanzo a entender lo que dijo por la música, por lo que se inclinó un poco sobre la barra para escuchar mejor.

—Que llames a tu puto jefe— su voz causo un pequeño escalofrío por su espalda.

Sin querer hablar más camino hasta donde estaba el hombre, al escuchar que un sujeto pelirrosa lo buscaba se puso nervioso y le pidió que lo llevará con el mientras el trataba de limpiar su escritorio de una sustancia blanca similar a la harina.

Así lo hizo, acercándose a los 3 tipos que iban junto al extraño joven les indico seguirla, los dejo en el portal para después avisar que tomaría su descanso. El joven de las cicatrices ni siquiera la notaba como un ser humano.

Solo tenía 10 minutos antes de que la rubia de sensual cuerpo se preparara para otro baile, no recordaba su nombre, pero después se lo preguntaría directamente.

Estaba en aquel callejón junto al bar, sacó un cigarrillo para después encenderlo, se perdió en sus pensamientos sobre como volvería a casa, sin duda tenía más sueño que de costumbre. Odiaba trabajar en la noche.

Ganaba más que en sus anteriores trabajos, pero las jornadas nocturnas eran una mierda. Y el ambiente la mantenía lo suficientemente enferma y drogada para no querer siquiera aspirar el olor de la marihuana.

Escuchó la puerta de metal ser pateada para después revelar esa melena rosa junto a un grito de frustración. El muchacho salió solo a tomar aire.

—Maldito hijo de puta— soltó con tanta rabia que hasta para Akiko era exagerado.

Sanzu era quien debía visitar algunos de los negocios de su rey, desde algunos clubes hasta negocios fachada. El señor Lee tenía una cara muy golpeable, y el pelirrosa al verlo tuvo unas ganas enormes de matarlo, no por nada en particular, pero su rey le había prohibido causar disturbios en ese mes, por lo que optó por salir antes de meterle dos tiros en la frente.

Ahora en el callejón miró de reojo encontrándose con la figura femenina, al ver su expresión parecía estar algo asustada sonrió. El disfrutó eso como nunca había gozado el miedo.

—¿Qué mierda quieres?— hizo una mueca para recargarse en su espalda.

La más baja frunció el ceño, el era el que llegó después así que debía ser más respetuoso. Soltó un suspiro para negar con la cabeza, si su jefe le lamía los pies suponía que era bastante temerario.

El joven buscaba algo en su traje, la muchacha pensó que se trataba de un cigarrillo por lo que al tener la cajetilla en la mano se la inclino.

—Ten— sin mirarlo con su mano libre sostenía el cigarro para expulsar el humo.

Sanzu atino a soltar una carcajada mientras llevaba una de sus manos al estómago, el buscaba sus píldoras para ingerir una, pero el gesto de la muchacha fué interesante.

—Entonces no quieres— lo dijo con un tono de afirmación para después intentar alejar su mano, pero fue retenida.

—No rechazo a las mujeres bonitas— sacó uno del empaque para después inclinar su mano.

La joven sabía que pedía su encendedor, por lo que sostuvo el cigarrillo en sus labios para sacarlo, y ponerlo en su mano. Este prendió su cigarrillo para después dejarlo en su palma.

Le dió unas caldas mientras veía a la chica de reojo, era algo con lo que podía entretenerse al menos esa noche. Estaba por hablar cuando la vió abrir la puerta de metal.

—¿Ya te vas?— preguntó viéndola de mala manera.

-Mi descanso termino.

Sanzu salió del establecimiento, solo fué a regular algunas cosas, si estuviera de mejor humor hubiera tenido ganas de divertirse, pero solo quería ver a su rey para contarle todo.

Akiko siguió sirviendo tragos, su jefe termino enfadado por la arrogancia del pelirrosa, y ella termino aguantando sus sermones de como el se estableció en Japón después de "escapar de china" y soltaba maldiciones para los dueños del local.

Cuando terminó su trabajo recogió un par de cosas como su mochila y una sudadera, se despidió de las femeninas que bailaban y salió en la espesura del gris que anunciaba el amanecer.

Llegó a su departamento, no tenía energía como para cocinar algo, por lo que optó por tomar una bolsa de cualquier chuchería que tuviera. Tenía intenciones de comer eso antes de dormir, pero al sentarse en su sillón cayó en los brazos de Morfeo sin poner resistencia.

.
.
.

"Por favor, no intentes encontrarme a través de mi dealer.
Él no contestará su teléfono.

Por favor, tampoco intentes con mi padre.
Él no ha estado en casa por años.

Sé que no soy un espíritu buscador.
No puedo dormir a través de las lágrimas
Me pierdo en el éter

Llegó, lo arruinó, y me doy la vuelta.
Te di todo mi dinero, te di todo mi dinero
Te di todo mi dinero, te di todo mi dinero

¡No quiero vivir!

¡No quiero darte nada!

Porque nunca me devuelves nada

¿Por qué no puedes ser bueno para algo?
No le das nada a nadie

¿Por qué no puedes ser bueno para algo?

No le das nada a nadie

"Por favor, no trates de encontrar a través de mi dealer.
Él no va a contestar su teléfono.

Por favor, no trate de mi médico
Él no tomará ninguna llamada

No es un puto curandero espiritual
Él simplemente no puede dejar de hablar
Pero se ha ido el fin de semana"

Me registré, lo arruiné, y te explicaré que
te di todo mi dinero, te di todo mi dinero
Te di todo mi dinero, te di todo mi dinero

¡No quiero vivir!

¡No quiero darte nada!

porque nunca me devuelves nada.

¿Por qué no puedes ser bueno para algo?

No le das nada a nadie

¿Por qué no puedes ser bueno para algo?

No le das nada a nadie

Por favor, no intentes encontrarme a través de mi dealer
No contestará su teléfono.

Por favor, no intentes con mi padre tampoco
No ha estado en casa durante años.

Todos los circuitos están ocupados, estás drogado.


Un capítulo medio intenso, ay la verdad es que está historia la escribí mientras ando en evaluaciones, pero x somos chavos. Mucha información (?).

Espero que no les incomodará el tema que toque en el capítulo.

Si ustedes o alguien que conozcan vive una situación de violencia, les invito a llamar a las líneas de apoyo en su país, buscar en internet alguna fundación que pueda ser de apoyo. No tengan miedo.

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