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Silent

No le importaba nada. Lo único que deseaba era tratar de olvidar el sentimiento de pérdida que le apretaba y asfixiaba sin compasión, sin embargo era imposible. Sentía como si una parte de él se había perdido. Como si el mundo se había abalanzado sobre él sin piedad. Aún no podía digerirlo. Una vida sin Yoo Gi será realmente difícil. Sin su cara igual de seria que la suya, sus enojos, sin sus conversaciones amistosas, sin sus jugueteos de ves en cuando cada vez que estaba de muy buen humor... Se sentía terrible. Y no imaginaba cuando Ho Seok se enterara.

Entró a su departamento, pensando en buscar una manera para despejar su mente. Ya había ido a visitar a Ho Seok hace unas semanas, pero no era suficiente si no podía hablar con él para desahogarse y no molestaría a su abuela con sus problemas emocionales.

Tal vez volver al trabajo y pedir unas cuantas producciones le haría distraerse de ese infierno que empezaba a vivir. Ya casi eran tres meses desde lo ocurrido y había optado por encerrarse en su departamento, y esa acción solo empeoraba las cosas en su cabeza. Ese lugar estaba colmado de recuerdos.

Tomó nuevamente la chaqueta que se había quitado para volver a la calle.

En el camino, empezó a meditar en su situación mental. Quizá necesitaría un psicólogo que lo ayudase a... ¿A qué lo ayudaría? ¿A no seguir odiándose por no hacer nada antes de que pasara todo eso?

Quizá lo necesitaba. No estaba tan seguro de ello, pero lo pensaría.

Caminó nuevamente entre las plazas y lugares comerciales con una mirada que solo pasaba por la gente, y no se concentraba en nada. Su mente sacaba a flote todos los recuerdos del pasado, sentenciándolo cada segundo más a lo que se había dictado.

Chocó de imprevisto con un cuerpo en frente suyo y se disculpó luego de la acción, con una venia. Las dos personas fueron reconocidas al instante.

—Nam Joon, nos volvemos a ver.— indicó el castaño con ojos suavizados. A su lado el niño de cabello rojizo tenía la mirada perdida en otra dirección.

—¿Qué hacen por aquí?— cuestionó el más alto.

—Dando una vuelta.— contestó el mayor, con un brazo sobre el otro y mostrando una sonrisa que el moreno no había visto antes y le parecía amigable.

—Es bueno verlos de nuevo y que estén bien— indicó amable.

—JungKook, saluda.—  susurró Seok Jin, sacudiéndolo un poco. El menor se percató de las palabras de su Hyeong y se inclinó levemente hacia Nam Joon.

En ese momento un click en su cabeza, hizo recordar que el chico había llorado mucho cuando estuvo en la guarida de aquel Clan, y la conmoción no lo había hecho reaccionar como quiso. Ahora que los tenía en frente, necesitaba saber quien era ese chico para haber reaccionado tan dolorosamente ante la muerte de su mejor amigo.

—Quiero hacerte una pregunta.— empezó Nam Joon viendo como el hombre a su lado se retiraba, pero la duda se quedó en sus labios cuando escuchó unos gritos y disparos a su alrededor.

Seok Jin sin titubear, sacó el arma y empezó a darle órdenes al tiempo que apuntaba en la dirección en que se escuchaban los gritos.

—Corran a esa tienda y no intenten salir.— indicó el hombre mirando fijo a JungKook.

—Hyeong...

—¡Háganlo ya!— gritó el mayor. Una pandilla estaba en ese lugar. No entendía cómo rayos esos ineptos se atrevían a pisar territorio de un Clan sin permiso y mucho menos a hacer escándalo. —¿Tae, dónde estás?— preguntó en el intercomunicador acercándose a la esquina donde estaban los intrusos.

—Estoy arriba.

—¿Estás seguro que puedes con ese rifle? Podemos dejárselo a Bobby.— indicó dando pasos firmes sobre el asfalto. Cruzó la calle para escabullirse por un callejón.

—¡Hyeong, soy bastante capaz. No me subestimes!

—No te subestimo, pero nunca has usado uno y él es experto en ello.— Seok Jin se relajó un poco y caminó con el arma en una mano. Los sujetos, al otro lado del callejón ancho, mantenían el cuerpo de una mujer en el suelo riéndose a todo pulmón, a la vez que apuntaban sus armas en la cabeza de esta. Le daba asco esa clase de gente, principalmente que esos mal nacidos tuviesen en su poder tantos niños huérfanos, que solo usaban para corromper sus vidas.

—¡Suéltenla!— expresó con su típica cara pasiva y extendió ágil la pistola de bolsillo.

—Kim Seok Jin. ¡Que sorpresa! No esperábamos tener tu presencia por estos lares.— habló el líder de la pandilla con una sonrisa sínica en los labios.

—Sabes donde te encuentras, ¿cierto, Mark?— el mayor trataba de intimidarlo. El hombre se rio en la cara del mayor con fuerza.

—Eso para mi es una patraña. Ustedes solo piensan en que son dueños de todo, y en cambio nosotros vivimos una vida de mierda tratando de sobrevivir.— expresó el de cabello largo, encendiendo un cigarro en su boca.

—Eso ustedes lo decidieron. Que no quieran ser parte de nosotros los condenó a seguir siendo unos viles bastardos.

—¿Y cómo podemos serlo? Si principalmente tú solo adoptas niños de papá y mamá con cara de ángel.— hizo una pausa. —No me sorprende para nada, porque tú eres igual.— soltó el aire después de dar una calada, junto a una rusa burlona.

—¿Aún sigues celoso por Tae Hyung?— cuestionó el mayor, con una nota de burla. El chico puso una mala cara y se rio entre dientes falsamente, dándole a demostrar a Seok Jin que no estaba equivocado en lo dicho..

—Terminemos con esto.— expresó Mark, cambiando de tema.

El mayor asintió y bajo su arma, dando señal al rubio en el edificio para que disparara cerca de la cabeza del sujeto delante suyo. La bala rozó la oreja de este, dejando un corte y haciendo que se tomara el órgano en las manos, gimiendo de dolor.

—Sal de aquí por las buenas. Y espero que no vuelvas a pisar este lugar o te atendrás a las consecuencias.— dijo en voz baja y ronca, Seok Jin. Esperó a que soltaran a la mujer y emitió media vuelta.

Al menos agradecía que no había armado una guerra de balas en medio de todo. El sonido de unas sirenas a lo lejos lo alertaron. Ya se esperaba que aquello sucediera con tanta gente en él área.


***

JungKook estaba muy nervioso por la idea de que le sucediera algo a Seok Jin, pero sabía que él era muy bueno con las armas; a pesar de que la mayoría del tiempo prefería ser analítico y crear planes. Suspiró, recorriendo el espacio y distrayéndose un poco de la mirada que le dedicaba el moreno más alto.

Era el mismo chico que había mencionado Yoon Gi. Al que quiso salvar.

Una punzada de dolor le recorrió el cuerpo al recordar lo sucedido en aquel lugar. Odiaba recordarlo. Se sentía demasiado atormentado y culpable. Sentía que no volvería a ser el mismo. Ya su vida no tenía remedio y el único que le recordaba que no debía seguir así era Seok Jin.

Observó unos accesorios en un estante y los acarició con dedos torpes. La gran parte de su tiempo tenía que estar sedado con tranquilizantes y medicamentos para la ansiedad. Las noches eran muy duras para él. Mucho más cuando se le había pasado por la cabeza herirse a sí mismo incontables veces. Era vigilado por los chicos, principalmente por Tae Hyung que nunca lo dejaba solo.

Se sentía agotado con todo. Agotado de la vida, de la miseria en la que estaba pasando. Quería solo acabar con todo y no seguir pensando en él. En su cuerpo tendido en el suelo. En la esperanza que había surgido en su pecho en el instante en el que su madre le había confesado su existencia. En el anhelo que tuvo al verlo, la emoción de verlo por primera vez, pero también la desilusión de verlo convertido en la peor persona. A lo que quería evitar que llegara.

Con esos pensamientos sintió al chico más alto y de cabello castaño colocarse a su lado.

—¿Porqué estuviste llorando?— preguntó este con las manos dentro de los bolsillos, un poco dubitativo. El pelirrojo alzó su rostro, para encontrarse con el contrario. Se veía demacrado. Unas bolsas se formaban bajo sus ojos y sus mejillas estaban más planas.

—No...— empezó. Él no estaba llorando, al menos no por ahora. Las palabras no salían de sus labios, pero por alguna extraña razón sentía un impulso en su pecho. Sentía como si el aura de aquella persona desprendiera confianza. La suficiente como para darle seguridad. Quizá porque Yoon Gi confió en él. Dio todo por el...

—¿Qué tienes que ver tú con Yoon Gi?— preguntó nuevamente, haciendo que el menor abriera sus ojos como platos.
No esperaba una pregunta cómo esa. El mayor esperaba paciente a su respuesta. Y el pelirrojo vacilaba un poco entre hacerlo o no, pero decidido se aclaró la garganta.

—Yo... yo soy hermano de Yoon Gi.— dijo al fin. Sintiendo su pecho doler otra vez con la mención del nombre. Se contuvo el deseo de llorar y fijó sus ojos en el más alto.

Nam Joon no creía escuchar alguna vez tal notícia.

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Paciencia, paciencia...
Estoy luchando conmigo misma por lanzarles las cosas rápidamente, pero no. Trataré de ir despacio con Deal, porque muchas cosas pasarán aquí y posiblemente este libro finalice la Saga Boy Meets Evil.

Así que inhalaré y exhalaré, para mantenerme en calma.

안녕하세요!

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