16
Vivió en el recuerdo de esos oscuros ojos vueltos luceros en el caos de sus emociones.
Dirigió el camino a casa con el corazón, desbordando su inconsistente latir, inyectando la hormona más intranquila en su sistema, despertando cada pequeño y nuevo sentido, atento a todo.
Mantuvo esa mirada seria, sucio, lleno de polvo y sangre que impropia, con los labios fruncidos cada que no había más indicaciones. Comunicaba sus planes de forma precisa, siendo conciso, delegando responsabilidades a quienes mejores creía capaces.
Evaluó los riesgos en ese momento.
Gracias al doctor y su acertado movimiento con el vehículo, tuvo la disponibilidad de adentrar a cada uno de los supervivientes restantes. Subió a los abuelos, quienes asustados lo recibieron con lágrimas en los ojos.
⸺Sabía que volvería ⸺había dicho la mujer mayor, teniendolo entre sus brazos, besando su mejilla ⸺. Siempre confíe en usted.
⸺Jamás los dejaría ⸺respondió entonces ⸺. Por favor, acompáñeme al autobús. Tenemos que apurarnos.
Con dificultad llevó a cada uno de los sobrevivientes al interior del vehículo, angustiado por la cantidad de sonámbulos fuera del conducto creado. La lona fue destruida tras el impacto y los cristales se encontraban repartidos por el suelo, pero aquellas partes metálicas restantes mantuvieron lejos a los monstruos hasta cierto punto. Afortunadamente, después de tan ruidosos gritos y variedad de patadas, golpes y la protección de los recursos como de las vidas, se despidieron de su segundo refugio desde la caída del mundo.
El trayecto fue tan irregular y arriesgado como lo fue la primera vez, segunda y tercera. Inconsistente. Sentía una desastrosa canción narrando la falta de posibilidades para mantenerse con vida. Porque él, incluso ahí, rodeado de tanta gente a la que quería proteger, mirando a los temerosos niños llorando, pensaba que tan probable era morir en ese momento. Convertirse en una de esas cosas.
Un estruendo le hizo girar la mirada de la puerta trasera al parabrisas, sus esmeraldas se centraron con confusa claridad en el camión sin control, conduciendo hasta estrellarse con una veterinaria. A pesar de la velocidad con la que el doctor llevaba el volante, pudo notar la presencia de una mujer siendo atacada desde adentro por una jovencita sonámbula. Lamentó con horror la interrumpida vida de aquellos faltos de experiencias humanas en la tierra. Cosa que le llamó a observar a los gemelos y el vientre de la mujer.
Aquellos tres no vivirían cientos de cosas que él tuvo la oportunidad de vivir.
⸺¡Estamos llegando, Park! ⸺gritó el doctor, la frente le sudaba.
No, se encargaría de que sus experiencias fueran lo más normales posible a las suyas.
No tenía idea de lo que ocurría, pero algo ya había aceptado. El mundo no volvería a ser el mismo. Si la zona protegida por militares, doctores, con equipo y helicópteros había caído, no los salvarían.
¿Qué iba a hacer él siendo un simple detective de homicidios?
Todo lo posible.
Caminó a la altura del doctor, agachando su torso mientras con la derecha se sostenía del tubo más cercano. Desde la distancia del autobús logra ver sonámbulos vagando. Aquellos parecen notarlos, pero no se preocupa tanto al respirar nuevamente, detectando los dos autobuses estacionados en hilera junto al barandal de la explanada que protegía a los residentes de caer al estacionamiento. Sin manchas de sangre, ventanas rotas, ningún desperfecto. Según él, en aquel momento, pues al acercarse cada vez más, fue testigo de los sonámbulos que salían corriendo del primer autobús al exterior para perseguirlo.
⸺Necesito que todos se escondan lo mejor puedan, los sonámbulos son ciegos, pero las clivias tienen ojos y lanzan una aguja capaz de perforarles.
Después de su indicación, el rubio abrió una de las ventanas. De su bolso improvisado saca una lata vacía, la cual hace volar con toda su fuerza hasta esta impactar con un vehículo. Su estrés aumenta cuando este no hace sonar su alarma antirrobo. Plan A, fallido. Continúa con el plan B. Toma una lata más, priorizando apuntar a otro vehículo cerrado, algo que llamara la atención, que continuara sonando y atrajera a los sonámbulos luego de estacionar la otra parte de su futura barrera. Aquel golpeado tampoco se hizo sonar.
⸺Mierda.
⸺¡Poco para la rampa! ⸺avisa Jungkook, sus ojos se encuentran y el hombre parece entender su nueva ruta al instante ⸺. ¿Otra vez? Es demasiado riesgoso.
⸺Si no los distraemos, nadie podrá salir. ¿Viste el primer bus? Está abierto de par en par, había sonámbulos. Tengo que hacerlo.
El doctor entiende las palabras del detective sin necesidad de más explicaciones, vuelve su mirada al frente y luego de unos segundos, frena deteniendo el autobús abruptamente, cobrando de ello varios quejidos de los sobrevivientes en el interior.
⸺Eres el único que puede mantenernos con vida. Vuelve, por favor.
⸺Volveré ⸺promete el detective, abre la puerta delantera con la ayuda del doctor y sale, tal cual, alejándose tan pronto como el vehículo continúa su errático camino.
La piel del detective se eriza al empezar a correr tan rápido como le es posible. Evita a toda costa, como le es posible, mantiene su costumbre de atajos rápidos para atrapar delincuentes, con la diferencia de que el atrapado podía ser él. Su siguiente truco bajo la manga resulta repetitivo, pero necesario en ese momento de su supervivencia. Se adentra con la puerta abierta, obtiene entre sus dedos el freno de manos y lo levanta. Un pequeño empujón suyo antes de moverse para escapar y el auto inicia su camino. Repite lo mismo con otro más, corriendo con más fuerza que antes. Las piernas le duelen y se siente falto de aire. No va a desistir.
El doctor atropella un ansioso sonámbulo corriendo hacia ellos, la sangre le resta importancia al subir la rampa, sin dejar de estar preocupado por la integridad física del detective. Se encarga de ejecutar lo mejor posible las desconocidas medidas del autobús. Lo hace chirriar al rozarlo con el otro, raya toda su parte lateral y rompe el espejo haciéndose hacia atrás, pero lo acomoda lo mejor que puede, sin poder evitar el espacio entre la pared del ala D y la fila de autobuses. Según el detective, aquel espacio sería rellenado con una puerta improvisada, pero en ese momento los huecos eran tan preocupantes como un tsunami.
Sale del volante, dejando caer su cuerpo en el pasillo, estando entre los asientos se arrastra hasta estar seguro. Las puertas se zangolotean por los golpes de sonámbulos atraídos hasta ahí por su ruidosa llegada. Confía en la puerta del mecanismo hasta cierto punto, compartiendo con el rubio la misma opinión sobre ello.
No era una persona religiosa, estudiar medicina y estar más cercano a las ciencias por sus intereses lo llevó a negar la posibilidad de un Dios. En ese momento pensó que podría rezarle, de no ser por la creación de aquellas bestias. ¿Por qué permitió que sus hijos murieran y se levantaran de sus tumbas para consumir todo lo bueno a su paso? ¿Por qué permite que los gemelos Dereck y Dylan estén llorando mientras su embarazada madre trata de callarlos igual de temerosa? ¿Por qué deja que dos buenas personas en su supuesta disfrutable vejez están de rodillas en el duro suelo de un autobús? Aquellos que sí están rezando. Rezan con tanta fuerza que lo aturden más que los sonámbulos en el exterior.
Confía en Jimin. En ese detective de verdes ojos y cabellos rubios. Ese hombre cuya expresión siempre ha sido tan amable, concentrada, como un experto nato. Aquel haciéndole sentir, al contrario de su criado sentido común, que sabía todas las respuestas.
Cierra los ojos, mantiene la respiración, intenta olvidarse de todo lo que ocurre fuera de su burbuja. Deja de escuchar el ajetreo, ejerce presión en su mandíbula, podría reventarse sus propios dientes. Se sentía tan inconsistente, teniendo una valentía repentina que le ayudaba a seguir, que despertaba en el querer aportar como lo hacía el rubio, pero parecía más difícil. Mucho más difícil cada vez. ¿Es a caso que fingía estar bien? Necesitaba pensar más, asimilar más. Aclarar su cabeza. Tener el tiempo de acostumbrarse, de no sentir tantas emociones. Para él era normal ser doctor, hacer cirugías, dar lo mejor de sí. La responsabilidad de mantener con vida a personas que no estaban enfermas -al menos la mayoría- y que su probable causa de muerte fuera algo desconocido no estaba dentro de su capacidad mental, de sus largos estudios en la universidad.
Levantó la mirada con la puerta de la escotilla abriéndose. La luz del poco a poco amanecer lo iluminó a él. Sus ojos enfocaron el cielo amarillo con detalles naranjas a la espalda, haciendo brillar sus hebras como si fueran fragmentos del sol. Las señas que hizo con su mano declaraban la necesidad de un absoluto silencio y, se preguntaba como había llegado al techo sin ajetreo, sin atraer a más de esas cosas. Pero era el detective Park, las dudas se respondían solo con eso.
Tenía que concentrar su cabeza.
Como el rubio, que aún desorbitado por el movimiento riesgoso en el que se metió, le indicó al doctor que debía levantarse y ayudar a los más jóvenes a salir cuando le diera la señal. Vuelve a moverse fuera de su percepción, dejando de ver el interior del bus para caminar cuidadosamente hasta el siguiente. La alarma de algunos vehículos seguía resonando, unos segundos más y se apagarían solas. No necesita avanzar al siguiente para saber que ese ya fue abierto, pero ve la escotilla de aquel mal puesta. Lo que lo lleva a pensar que, pudieron haber hecho una de las cosas que indicó: salir de los autobuses y refugiarse en un departamento cercano.
Aun así, necesitaba verificar. Por lo que terminó agachándose a la escotilla del segundo, siendo el hombre más cuidadoso, con el oído supersensible, creyendo que su respiración podía ser escuchada por los sonámbulos. Aquellos que se mantenían distraídos, corriendo o caminando al ruido fuera. Poco a poco veía que su residencia estaba limpiandose casi completamente sola. Mueve la tapa y asoma su cabeza.
Todos ellos miraban hacia arriba con un horror que se vuelve calma al reconocerlo. Melanie sonríe en brazos de Taehyung y llama a Darren con una seña. Le indica que todos deben de subir y este es el primero en hacerlo.
¿Cómo hará con los restantes que no son capaces del todo de subir?
Sería demasiado esfuerzo con el embarazo.
Y el sol no tardaría en iluminar sus cuerpos por completo.
El rubio se acerca al oído de su futuro arquitecto, le recita órdenes cortas y precisas, este asiente dudoso, pero ofrece su mano a los restantes. Mientras tanto, Jimin regresa al autobús anterior, donde se permite bajar, quedando frente a frente de un perdido doctor de ojos brillosos, visiblemente cansado.
⸺Tendremos que ir por abajo ⸺comienza a susurrar.
⸺¿Por abajo?
⸺Ellos no van a poder trepar el techo. Es demasiado es fuerzo.
Jungkook mira detenidamente a los sobrevivientes en el lugar. Se toma su momento para pensar y asentir. Se conecta con esa realidad, abofeteandose mentalmente.
⸺Le pedí a Darren que lleve a los que pueda a mi departamento en silencio. Hasta que ellos estén adentro, nosotros vamos a permanecer aquí. Luego Darren y Melanie harán ruido para librarnos el espacio. ¿Qué piensa? ⸺pregunta de forma suave luego de su explicación. El pelinegro lo mira un par de segundos, libera su respuesta con la misma calma.
⸺Creo que los gemelos y Akihiro deben ir con ellos también. Ellos si pueden trepar. Eso reduciría nuestro nivel de atención a los que tenemos que salvar.
Los dos giran su mirada a los niños, el hombre y luego su esposa. Todos habían estado escuchando partes de su discurso. Logran notar que Akihiro quiere negarse, pero la madre de sus hijos levanta la mano para callarlo.
⸺Quiero que mis hijos tengan un lugar seguro donde crecer. Nadie va a cuidarlos mejor que su padre.
Las palabras pensan tanto para cada uno de los adultos que entendían el sentido de sus palabras. Por lo que no esperan más.
Los gemelos lloran abrazando a su madre, por el simple hecho de separarse de ella. Akihiro la abraza tan fuerte que el rubio siente el calor que emanan y besa sus labios con insistencia. Como si fuera a ser la última vez que ve a su esposa.
Le duele el pecho cuando los niños intentan no hacer ruido mientras lloran y caminan aterrados por el techo, mientras que su madre se sienta junto a su suegra, quien desea consolarla lo mejor que puede, por mucho que ella también tenga el corazón roto ante la posible y definitiva despedida entre su hijo, nietos y ellos.
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