Capítulo 1
—Nos volvemos a encontrar, oficial Park —lo saludó Jeon con una mirada arrogante y una sonrisa retadora.
Jeon estaba enfundado en un elegante traje oscuro, viéndose imponente e inalcanzable.
—Capitán Park —lo corrigió Jimin—. Y puedes quitar esa estúpida sonrisa, quedas arrestado —le informó, mostrándole las esposas.
Jeon levantó una ceja y dejó salir una risa llena de desdén. Él sabía perfectamente que Park Jimin era un capitán de la policía, pero le encantaba degradar su rango a oficial solo para sacarlo de quicio.
—¿Esta vez por qué estoy siendo arrestado? —preguntó, mostrando sus muñecas con tranquilidad.
—¿Todavía te atreves a preguntar, maldito bastardo? —espetó Jimin, poniéndole las esposas con satisfacción.
—Es que no lo sé. Usted me arresta con tanta frecuencia que estoy tentado a pensar que le gusto —la voz de Jeon nunca perdía su tono de arrogancia.
—Te vas a tragar todas tus palabras. Tengo una larga lista de crímenes por los que, al fin, vas a pagar —musitó el capitán Park.
Jeon solo volvió a reír. —Seokjin, prepara un poco de boeuf bourguignon, volveré antes de la cena —le ordenó a uno de sus hombres, pero sin mirar el rostro de Jimin.
Jimin apretó los labios con disgusto. Ese jodido mafioso estaba convencido de que nuevamente saldría libre, pero esta vez estaba totalmente equivocado.
—Nadie podrá sacarte de la cárcel, maldita escoria —escupió Jimin, llevando sus manos a las esposas de Jeon y apretándolas aún más.
—¿No va a leerme mis derechos? —preguntó, ignorando la amenaza de Jimin.
—Tienes derecho a cerrar la puta boca —sus ojos estaban fijos en los de Jeon—. Byun, llévalo al auto —ordenó.
—Como ordene, capitán —Baekhyun siguió la instrucción, llevando al mafioso hasta el asiento trasero de la patrulla.
—Nos vamos —ordenó Jimin a sus subordinados y subió al asiento del piloto. Se daría el lujo de llevar a Jeon él mismo a la cárcel.
Park Jimin había pasado los últimos cinco años de su vida intentando poner a Jeon Jungkook tras las rejas, pero ese jodido mafioso siempre lograba salir ileso, sin importar cuántas pruebas presentara Jimin.
La última vez no había estado ni tres horas en la jefatura de la policía.
¡Eso fue tan malditamente frustrante para Jimin!
Pero al fin lo había logrado. Jimin tenía evidencia suficiente de los tratos de Jeon con los Yakuzas, además de un barco carguero con contenedores llenos de drogas.
Sin importar si Jeon contrataba un ejército de abogados, ese maldito pasaría el resto de su vida pudriéndose en la cárcel como se lo merecía.
Jimin miró satisfecho a través del espejo retrovisor. A pesar de mantener un rostro serio, el capitán se sentía eufórico por dentro. Arrestar al jefe de la mafia coreana era uno de los mejores logros de su carrera policial, y en realidad no descansaría hasta llevar a cada uno de esos bastardos ante la justicia.
—Parece satisfecho, oficial Park —murmuró Jeon.
—Lo estoy, ahora que habrá un mafioso menos en el país...
En ese instante, un auto chocó estruendosamente contra la patrulla, cortando las palabras del capitán Park y haciéndolos volcar de forma estrepitosa. El auto dio un par de vueltas antes de quedar volcado.
Jimin espabiló un par de veces, dándose cuenta de que estaba de cabeza. Podía escuchar un agudo zumbido en sus oídos mientras sentía que un líquido caliente mojaba su rostro.
Se escuchaban gritos por todos lados y Jimin no logró mantener los ojos abiertos; simplemente, todo se volvió oscuro.
Jeon fue el primero en despertar. Se sentía mareado y totalmente desorientado. Las esposas le habían lastimado las muñecas, haciéndolas sangrar, y tenía un horrible dolor de cabeza.
Los vidrios del auto estaban esparcidos por todos lados y una de sus mejillas ardía.
¿Qué mierda había pasado?
Jeon llevó sus manos hasta el cinturón de seguridad y, con dificultad, logró soltarlo, golpeándose la cabeza en el proceso, lo que le hizo jadear.
Todo alrededor estaba oscuro. ¿Cómo es que ya era de noche? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Tuvieron un accidente y nadie intentó auxiliarlos, incluso cuando iban en una patrulla policial?
Arrastrándose con incomodidad, logró salir por la ventanilla a su lado. Le tomó un par de segundos ponerse de pie y mirar el panorama a su alrededor.
—¿Qué carajos? —murmuró para sí mismo.
Parecía que habían estado en un choque de autos multitudinario. Había muchos coches amontonados unos contra otros; algunos estaban en llamas y había sangre salpicada por todos lados.
—¿Qué mierda de Hollywood es esta? —volvió a murmurar, pasándose las manos por el rostro.
¿Dónde estaban las personas?
Parecía la escena de una película de terror. Los vellos de Jeon se erizaron y todos sus instintos de supervivencia se activaron.
Fuera lo que fuera la mierda que hubiera pasado, ¡necesitaba quitarse esas malditas esposas y salir de las calles!
Estaba bastante oscuro, con solo las luces de los postes de alumbrado público proporcionando algo de iluminación.
Una rápida sombra se movió entre los autos que estaban más alejados, y el corazón del mafioso casi saltó. Había visto cosas horribles antes, había hecho cosas horribles él mismo, pero había algo en este ambiente que lo ponía de los nervios.
Jeon tenía que moverse ahora.
Se agachó de nuevo, revisando al policía que estaba en el asiento del copiloto. Ese hombre estaba más que muerto tras recibir el golpe del auto que los arrolló.
Como pudo, lo revisó, le quitó el arma que portaba y la colocó en su cintura.
¡No podía encontrar las llaves de las esposas! Estaban tan apretadas que, incluso si sacara el dedo pulgar, no podría liberar sus manos.
Dando una rápida mirada a su alrededor, le dio la vuelta a la patrulla y empezó a revisar al capitán Park.
Jeon le revisó los bolsillos y, ¡bingo!, la llave de las esposas estaba allí. Sin embargo, estaba tan aturdido que le tomó unos minutos liberarse.
Fue un gran alivio para sus muñecas; esas malditas cosas se le estaban clavando en la piel.
Cuando al fin lo logró, verificó su bolsillo. Aún tenía su teléfono celular, pero la pantalla estaba llena de fisuras y no tenía señal.
¿Qué diablos estaba ocurriendo?
Su primer instinto fue regresar a su casa con sus hombres para averiguar qué estaba pasando. Dio unos pasos alejándose del auto volcado, pero se detuvo.
¡El capitán Park seguía con vida! Lo había notado cuando lo revisó.
¡Mierda! ¿Qué iba a hacer ahora?
¿Se complicaría la vida por ese hombre? El maldito había sido un dolor de culo los últimos cinco años de su vida.
Park Jimin había metido las narices en su negocio tantas veces que ya había perdido la cuenta, aunque en realidad no podía negar que, en un punto, Jeon había tomado el asunto del capitán Park como un juego de "Atrápame si puedes".
Jeon gruñó entre dientes cuando no pudo seguir avanzando y se dio la vuelta hacia el auto para ayudar a Jimin a salir de allí.
—Me vas a deber una, jodido policía —murmuró.
Jeon se puso de rodillas y llevó sus manos al cinturón de seguridad de Park, pero este no cedió. Al parecer, se había trabado y no abría.
Jeon se llevó la mano a uno de sus bolsillos y sacó su sofisticada navaja suiza para cortar el cinturón.
Con cuidado, pero de forma rápida, intentó que el policía no se golpeara la cabeza al sacarlo.
Lo arrastró con cuidado, recostándolo en la acera. En ese momento, Jimin abrió los ojos, parpadeando lentamente.
—Oye, oficial Park, sigues vivo. Felicidades —dijo, levantando una ceja.
Park tosió y trató de sentarse, sintiéndose un poco mareado. —¿Qué pasó?—
Jungkook lo ayudó a ponerse de pie. —Míralo tú mismo. No sé qué mierda está pasando, pero sé que tenemos que salir de las calles—
Sin darse cuenta, estaban hablando en susurros.
El capitán Park, un tanto desorientado, pudo mirar a su alrededor, y sus ojos se abrieron horrorizados.
—¿El oficial Byun? —preguntó, mirando el auto.
—Está muerto —Jungkook se encogió de hombros.
Jimin se movió hasta el auto y corroboró lo mismo. Era cierto, su compañero estaba sin vida. Intentó usar la radio de la patrulla, pero estaba averiada y no funcionaba.
Jimin se pasó las manos por el cabello, haciendo una mueca de dolor al levantar los brazos. —Debo llevarte a la estación —fue lo que dijo entonces.
Jeon levantó una ceja. —¿Estás jodidamente loco? Mira toda la mierda que pasó. No hay ni un jodido policía por aquí, y lo que hice fue salvarte. Lo que hagas a partir de ahora es tu problema, pero yo no voy a ir contigo—
Jimin frunció el ceño. —Tú no vas a ir a ningún lado, Jeon —afirmó, llevándose una mano al lugar donde estaba su arma.
Jungkook sonrió y se levantó la chaqueta, mostrando ambas armas. —Estás en desventaja, oficial—
Jimin iba a responder, pero hubo un ruido en el callejón justo frente a ellos.
—¿Qué fue eso? —preguntó Jimin, alerta.
—¿Me vas a preguntar a mí? —bufó Jeon.
Jimin tragó saliva con fuerza; estaba totalmente confundido, su cabeza llena de teorías y una dolorosa jaqueca, pero siguió sus instintos. Se agachó y tomó otra arma que estaba en la guantera del auto.
—Iré a revisar —informó, caminando con cautela.
Jeon rodó los ojos, pero, en el fondo, también quería encontrar a alguien que pudiera explicarle qué estaba pasando. Sacó una de las armas de su cintura y siguió a Park, apuntando a lo que fuera que apareciera.
Jimin se recostó contra la pared y se asomó rápidamente. Aunque el callejón estaba oscuro, no parecía haber nadie.
—Despejado —susurró por inercia.
Jungkook asintió, y ambos comenzaron a adentrarse en el callejón sin bajar las armas. Sólo encontraron algunos recipientes de basura volcados.
Jimin trató de ajustar sus ojos a la penumbra, cuando de repente una mano sujetó su pierna.
El capitán Park dio un salto hacia atrás, casi chocando con Jeon.
—¿Qué diablos? —exclamó.
En el suelo había un hombre tirado entre la basura, que parecía un habitante de la calle por sus harapos.
—Ellos están en todos lados... No dejen que los muerdan, o se convertirán en uno de ellos —balbuceaba con voz temblorosa.
—¿De qué hablas? —preguntó Jeon, entrecerrando los ojos.
—¡Los muertos vivientes son reales! Están hambrientos de carne humana, nos comerán a todos —respondió el hombre, hablando tan rápido y con tanto temor que apenas era comprensible.
—¿Qué mierda está diciendo? —masculló Jungkook, incrédulo.
De pronto, unos horribles gruñidos y crujidos de dientes resonaron desde una de las salidas del callejón. El sonido era aterrador, como el de bestias hambrientas.
—¡Ya vienen! —gritó el hombre, levantándose de entre la basura y corriendo en dirección contraria a donde estaban Jeon y Park.
Pero justo al llegar a la salida, bajo la luz de una lámpara, apareció una mujer con el cabello desgreñado y cubierta de sangre. El hombre no tuvo tiempo de retroceder; fue atrapado por ella en un abrir y cerrar de ojos.
Jungkook y Jimin miraron horrorizados cómo la mujer atacaba al hombre con uñas y dientes. Detrás de ella comenzaron a aparecer más figuras con el mismo aspecto: piel desgarrada, ojos vidriosos y movimientos erráticos. En un instante, rodearon al indigente, cuyos gritos eran desgarradores.
¿Se lo estaban comiendo?
—Tenemos que ayudarlo —susurró Jimin, nervioso.
—¿Ayudarlo? Piensa en ti mismo. ¡Hay que salir de aquí! —espetó Jeon, comenzando a moverse hacia el otro extremo del callejón, tratando de no llamar la atención de esas personas... o lo que fueran.
Pero en esa dirección también aparecieron más de ellos. Caminaban de forma rígida y descoordinada, dejando salir gruñidos y rugidos; sus dientes castañeaban, estrellándose unos contra otros.
Ambos abrieron los ojos. No tenían salida. Ahora estaban espalda con espalda, sin mover un solo músculo.
Un bote de basura rodó, cayendo al suelo y haciendo un gran ruido.
Hola mis amores míos de mi, aquí está de nuevo su loquita Potter con una nueva historia para ustedes, está vez nos vamos con una temática que jamás en mi vida he usado pero que amo, soy una fanática de las películas de Zombies y mi hermano me ánimo a crear está historia.
El se comprometió a ayudarme así que isaki_Davsetiz será mi asesor porque cuando se trata de Zombies el es un experto, me ayudará en toda esta nueva experiencia.
Espero que les guste y me acompañen en está nueva aventura, con mucho amor siempre NeRakPotter.
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