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008.

— Diablos. Si que estás molesto hoy, Jungkook.

¿Qué lo había delatado para ser exactos? ¿El momento en que se le dio vuelta el café y soltó un gruñido digno de lobo furioso? ¿O quizá cuando peleó con el mensajero por llegar tarde con los documentos que le pidió? ¿O tal vez el hecho de que ha estado rompiendo lápiz tras lápiz mientras trata de corregir la nueva columna para el periódico de mañana? No sabía cuál era, pero sí. Estaba furioso, enojado, frustrado. Y todo consigo mismo.

— ¿Yo? —Le pregunta a Yoongi haciéndose el desentendido— Para nada, estoy de maravilla. 

Era lunes por la mañana. Dos días habían pasado del incidente con su vecino y aún le hervía la sangre de enojo. Fue un imbécil. ¿Qué había tratado de hacer? Pensó que tendría una oportunidad con Jimin, pero claramente no era así. Quizá si hubiera ido más lento las cosas serían distintas, pero él y su maldito instinto le jugaron una mala pasada. Ahora había asustado a Jimin y de seguro éste no le volvería a hablar. ¿Por qué tenía tanta mala suerte? No se lo podía explicar a si mismo.

Y cada vez que se sentía de esa forma parecía que la misma desgracia caminaba a su lado. No importaba lo que tratase de hacer, todo le salía absolutamente mal y ya estaba perdiendo la paciencia. Tan solo quería que terminase pronto la jornada para ir a esconderse a su departamento y esperar que de camino se pueda encontrar de improviso con su vecino para pedirle las debidas disculpas por la idiotez que cometió.

— Haré como que le creo porque no quiero interferirme en su camino —en ese momento Yoongi se acerca a su escritorio con un montón de fotocopias y las deja frente a él—. Pero quizá quieras ver esto. 

Por primera vez en el día la atención de Jungkook es captada por algo que no fuese el recuerdo de la cercanía de su vecino. Lo que su asistente le entregó no era otra cosa que titulares de noticias en los que se informaba que la policía encontró dos cuerpos mutilados el viernes por la noche en el basural de la ciudad.

Jungkook sube la mirada hacia Yoongi.

— ¿No hay testigos ni pistas, no?

— No, nada. Debe ser el asesino que estamos buscando porque los cuerpos fueron hallados por sector por donde creemos que se mueve y la forma de los cortes hechos con algo filoso nos dicen que es el mismo modus operandi mostrado en los casos anteriores.

Jungkook entrecierra los ojos leyendo lo que ha recopilado la policía. Cómo siempre dicen que están investigando y eso significa que no tienen idea de quien estaría tras estos crímenes, a pesar de que son dentro del mismo radio y la forma de asesinar siempre es con un cuchillo o algo parecido. ¿Cómo era que alguien podía hacer todas esas cosas sin dejar algún rastro o al menos un testigo de oídas? Cuando en los libros de ficción hablaban del crimen perfecto, esto era lo que más podía asemejarse a esa fantasía.

No tiene opción. Si quiere conseguir un titular sobre el asesino tendrá que comenzar a movilizarse por los sectores de los últimos ataques. Ósea hacer investigación en terreno.

— Gracias, Yoongi. Creo que no sacaremos mucho de esto, pero ya tengo una idea de dónde encontrar información. 

Su asistente se cruza de brazos mirando el enorme montón de titulares que le había entregado mientras Jungkook se acomoda las gafas para seguir leyendo en busca de alguna pista que pasó por alto. 

— No sé si sea bueno investigar este caso —susurra Yoongi casi para sí mismo, pero el castaño alcanza a escuchar y sube nuevamente la mirada—. Quién sea que es, es alguien muy peligroso y capaz de desaparecer. Quizá solo debamos esperar a que la policía encuentre algo.

Es verdad que Jungkook consiguió el empleo debido a que durante su carrera se especializó en reportar variados casos que involucraban asesinatos y trafico de drogas, pero si era sincero jamás había perseguido uno que tuviese por protagonista lo que parecía ser un asesino en serie. A pesar de que tenía claro que era peligroso, el foco de curiosidad que estaba dentro de sí estaba brillando a su más alta intensidad y eso no era algo que podía detener.

Necesitaba tener ese titular a como de lugar.

— Tendré cuidado —dice, intentando que aquello sea suficiente—. Puedo ser minucioso si me lo propongo, ¿sabes?

Además, aquello era lo que necesitaba para dejar de pensar en lo que pasó con Jimin. Si se concentraba en el trabajo pronto olvidaría por completo a su vecino, con su cabello color chicle y esas mejillas rojizas que le hacían querer sostenerle el rostro con los dedos todo el tiempo. Era lo mejor, debía dejar en paz al chico ahora que había entendido que no tenía oportunidad.

Así que se evocaría a encontrar al asesino sin rostro.

— ¿Yoongi, conoces a alguien de la estación de policía de casualidad?





    • • • 



   


Le duele el estomago y es extraño, porque no es por algo que comió la anterior, sino de tristeza, solo tristeza. Pasó dos días hecho bolita en su cama esperando que un maratón de Escandalosos solucionara su corazón roto, pero nada había servido, ni siquiera el litro de helado que se acabo él solo mientras miraba el show. Jimin jamás se había sentido de esa forma y no estaba listo para salir a la calle a hacer su vida normal aún, pero fue una llamada del jefe Kwan la que lo sacó de su miserable estado casi por obligación.

— Necesito hablar contigo, chico. ¿Tienes tiempo ésta tarde?

Trató de negarse, pero el jefe parecía estar decidido a hablar con él. Por eso se arreglo aunque esta vez sin nada rosado acompañándole. Es más, saco su outfit de tarde depresiva, ese que consistía en pantalones negros, camiseta negra y tenis negros. Muy pocas veces usaba algo así, pero su ánimo no estaba para colocarse a sí mismo en las cosas lindas que tanto le gustan, prefería estar así y andar como la nube gris y lluviosa en la que se había convertido desde el viernes por la noche.

La oficina del señor Kwan estaba en los barrios bajos y normalmente llegaba ahí en algún automóvil que su jefe le proporcionaba. Esta vez prefirió ir a pie. Necesitaba despejarse un poco, sino seguro terminaría haciéndose bolita nuevamente a mitad de camino y no se presentaría a la reunión. 

Cuando llega al lugar de encuentro toca la puerta de la oficina principal tres veces, hasta que escucha la voz de su jefe diciendo que podía entrar. El señor Kwan estaba sentado frente al escritorio, con su pipa favorita en la boca y leyendo unos documentos que estaban frente a él. Jimin pide permiso y se sienta en la silla ubicada frente a él mirando hacia el piso, apenas si tenía la fuerza suficiente para mantenerse erguido.

— Vaya, entonces si te pasa algo —dice el señor Kwan dejando escapar el humo que acumulaba en el pecho producto de la pipa.

— ¿A qué se refiere, jefe?

— Te llamé porque quería preguntarte si algo te sucedía, porque tu trabajo anterior estuvo algo... Estrepitoso. Pero ya veo que si tienes algo. ¿Qué te sucede?

Jimin nunca confiaba en nadie. A pesar de que el hombre parecía estar interesado en lo que le sucedía, bajo ninguna circunstancia podía contarle la verdad de todo. Lo último que quería era meter a Jungkook en sus problemas cuando él solo había sido un vecino amable y jobial. Además, esa era la razón por la que había rechazado su beso en primer lugar.

— Nada —miente—. Supongo que es el clima.

El señor Kwan alza una ceja. No le cree ni por un segundo y Jimin tampoco esperaba que lo hiciera porque ni siquiera se estaba esforzando en mentir. Eso podía hacerlo mucho mejor ya que conocía varios trucos.

— La última vez que anduviste vestido así fue porque el pez que adoptaste se murió. ¿No habrás recogido otro animal? Y dime la verdad, que ni siquiera estas hablando en tercera persona, así que debe ser algo malo.

— No, señor —responde, sabía que debía esforzarse un poco más, si seguía así el señor Kwan va a querer indagar más—. Solo que en el atraco anterior mi muñeco de felpa se rompió. Estoy triste por eso.

El hombre le analiza con una mirada rápida y una vez que se acomoda en el asiento Jimin sabe que lo ha engañado con esa mentira. Eso ahorraría más cuestionamientos de parte de su jefe.

— Bien, pero eso puedes arreglarlo. Solo quiero que sigas siendo detallista como siempre, Jimin. ¿Dejar los cuerpos en el basural de la ciudad? Creo que de verdad estabas enojado como para hacer eso.

No, en ese minuto no estaba enojado, realmente lo había calculado todo cuando iba de camino a hacer el trabajo. Siempre tiraba los cuerpos al lago o los dejaba en uno de los callejones más escondidos de la ciudad donde la policía podía llegar a encontrarlos meses después, pero el basural queda en la calle principal para llegar a su departamento, lo que significa que le tomaría mucho menos tiempo llegar hasta la casa de Jungkook. Era por eso que no se dio el tiempo para ser igual de meticuloso que siempre, pero por supuesto eso el jefe Kwan no lo podía saber.

Necesitaba llegar a la fiesta y cometió un par de errores.

— Entiendo, señor. No volverá a suceder.

El hombre asiente. Jimin sabe que él era el protegido del señor Kwan y eso le daba cierta ventaja.

— Bien, confío en ti, Jimin. Además, quiero decirte otra cosa antes que te vayas.

El hombre deja la pipa de lado y se levanta para quedar de pie frente a la ventana enorme que tenía la oficina. Desde allí con su traje de marca y perfectamente planchado a Jimin le parecía intimidante. A pesar de que nunca había sido alguien violento con él, tenía bastante claro el tipo de persona que era el señor Kwan. Muchos decían que era mucho peor que su propio padre y solo imaginar aquello si que era aterrador.     

— Mis informantes de la prensa me han dicho que contrataron a un nuevo editor en el periódico principal y que el tipo parece más detective que periodista —en ese momento el hombre se da vuelta y mira fijamente a Jimin—. Aún no sé su nombre, pero cuando lo haga lo voy a mantener vigilado, por lo que también necesito tu ayuda. Errores como el del basural no puedes volverlos a cometer, a menos que quieras llamar la atención de este sujeto, que por lo que me han dicho tiene olfato de sabueso.  

Jimin asiente, pero no cree que fuese para tanto. Si era capaz de engañar a la policía, podía hacer lo mismo con un simple periodista.

— Sí, jefe. Seré más cuidadoso.

— Lo sé, Jimin. Tu nunca me decepcionas —diciendo eso el hombre se acerca y palmea el hombro del peli-rosa terminando así la reunión—. Y bien, eso es todo. ¡Anímate! ¿Quieres ir a una fiesta mañana por la noche? Voy a abrir un club nuevo y tu necesitas despejarte.  

— No, gracias... Estoy bien.

— Vamos, hombre. Si hasta pondremos una piscina de pelotas y un trampolín. El tema es de carnaval, puedes venir lo más estrafalario que quieras, eso sí, no olvides el antifaz. 

Quizá el jefe tenía razón en ello. Si se quedaba en su casa lo único que haría sería estar en su cama pensando en Jungkook y ese beso que jamás se concretó por más que lo deseaba con toda su alma. Lo mejor sería despejarse y una fiesta sonaba al sitio perfecto para ello. Además, Jimin adoraba disfrazarse y maquillarse, era una de sus cosas favoritas en el mundo.

— Está bien, Jiminnie irá.

— ¡Esa es la actitud! ¡Debes alegrarte!

No lo hacía para alegrarse exactamente, sino para dejar de pensar en Jungkook y alejarlo del torbellino que era su vida para que no resultase lastimado.





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