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002.

El volumen de la televisión estaba muy alto pero aún así Jimin se sentía enojado porque no le dejaban escuchar claramente lo que estaba diciendo Polar del programa Escandalosos. Se encontraba en su departamento tratando de ver sus dibujos animados favoritos y quien estaba a su lado hacía ruidos molestos que no le dejaban concentrarse. Jimin abraza a su osito Dooly frustrado y tratando de conservar la calma cerró los ojos, pero su invitado parecía no querer cooperar de ninguna forma y aún seguía moviéndose sin dejarlo en paz.

− ¡Basta! −Chilla Jimin tomando la pistola que tenía a un costado para apuntar y el hombre se queda quieto− ¡Quiero ver mi programa!

Como odiaba cuando le mandaban a secuestrar a alguien.

Era mucho más fácil cuando solo se deshacía de ellos y tenía que preocuparse de esconder el cuerpo. No había ruido de más, ni pataletas por parte de sus víctimas, literalmente eran peso muerto... En cambio, cuando le tocaba tan solo retenerlos siempre pasaba lo mismo. Chillaban y lo molestaban en sobremanera, hasta la mayoría de las veces le golpeaban para zafarse de el amarre que les hacía o de la mordaza que les ponía en la boca. A Jimin no le gustaba eso, odiaba que no le hicieran caso.

− Quédate quieto −le amenazo aún sosteniendo el arma−, o te haré bang bang en la cabeza.

El hombre asiente asustado y luego Jimin se aleja para sentarse en posición de indio mientras sigue viendo la televisión.

La única razón por la que había llevado a su víctima hasta allí era porque su hogar contaba con paredes anti-sonido. El mismo había modificado todo para aislar cualquier ruido y que este no saliera al exterior, parecido a lo que hacían los músicos cuando construían sus estudios de grabación. Por más que el hombre gritase apenas se escuchaba un murmullo en el departamento de al lado y eso le simplificaba bastante las cosas. Jimin se podía ver bastante tierno, casi despistado, pero eso no significaba que le faltaba inteligencia, al contrario, siempre estaba pensando en los detalles, dejar algo a la deriva podía ser considerado como su fin.

− Dooly, no me gusta que este hombre nos interrumpa mientras vemos Escandalosos −susurra y luego se acerca el muñeco hasta la oreja como si este le estuviese contando algún secreto−. Lo sé, yo también quiero sacarle todas las tripas pero nos han pedido que lo mantengamos con vida hasta mañana. Quizá podemos cortarle una oreja, no más que eso.

Apenas lo escucha el hombre comienza a llorar de frustración y Jimin revolotea los ojos. Todos eran tan cobardes al fin y al cabo. Se mostraban como grandes oponentes mientras se burlaban de como vestía para luego retorcerse en llanto cuando no veían escapatoria. A Jimin todo eso le daba asco y ganas de cortarle la garganta de una sola vez.

− A Dooly le molesta que llores −dice frunciendo el ceño−, y a mí también.

El hombre se detiene con brusquedad y tratando de aguantar lo más posible. Cuando Jimin lo notó más calmado se dispuso a seguir viendo su programa favorito, intentando olvidar que tenía compañía justo al lado suyo.

El departamento de Jimin era como una verdadera casa de muñecas, todo perfectamente ordenado, de color rosa y velos blancos como cortinas. Siempre le gustó el estilo victoriano por lo que todos sus muebles eran referidos a esa índole. Lo único que parecía salir de lugar era su armario secreto en el pasillo que siempre estaba con llave. La puerta era de un café oscuro y daba la entrada a su mundo enfermo donde tenía escondidos todos los juguetes que usaba en el trabajo. Desde pistolas hasta cuchillos, cada arma que pudiese infringirle dolor a una persona estaba allí dentro y era el parte del secreto de Jimin.

El capítulo de Escandalosos ya estaba terminando cuando escuchó el timbre resonar en toda la casa. Ante eso el hombre comienza a gritar pensando que alguien podía ayudarlo y Jimin perdió la paciencia por completo. Se levanto para ir a la cocina donde saco un sartén pesado y con eso golpeó la cabeza del hombre dejándolo inconsciente de una vez.

− Jiminnie te hizo dormir porque hay visitas −susurra mientras arrastra a su víctima hasta el armario secreto.

Apenas acomoda a su víctima y todo está en orden camina hasta la puerta mientras se arreglaba el suéter de lana lila que llevaba ese día. Jimin no recibía muchas visitas, tan solo al dueño del edificio que venía a ver una vez al mes si las cosas funcionaban correctamente y a cobrar los gastos comunes. Pensó que sería el, aunque las fechas no coincidían, así que abrió el pedazo de madera sin siquiera pensar que alguien más podría estar al otro lado...

Por eso se sorprendió demasiado al ver a su nuevo vecino erguido frente a él.

− Hola −Le saluda amablemente y Jimin estaba perplejo−... Yo... Me llamo Jeon Jungkook y soy tu vecino de frente... Nos conocimos el otro día en el pasillo, ¿lo recuerdas?

Era tonta la pregunta porque claro que lo hacía. Después de que chocarán en el pasillo Jimin quedó con una extraña sensación en el estómago, no era dolor sino otra cosa que no podía descifrar. Nunca en su vida había visto alguien tan guapo y parecía que la voz no le salía cuando lo tenía en frente. Apenas se podía fijar en la cara de su nuevo vecino sin ponerse rojo como tomate, todo gracias a la apariencia que mostraba. El castaño era más alto que el, tenía ojos brillantes tras unas gafas redondas y su piel tenía un ligero bronceado que le hacía ver radiante. Ni siquiera la respiración le salía de forma correcta cuando sentía la mirada de este sobre si.

"Demasiado lindo", es lo único que pensaba.

Así que asintió ante la pregunta de el tal Jeon Jungkook mientras tragaba saliva algo nervioso.

− Que bueno −susurra su vecino sonriendo−. Bueno, la cosa es que esta mañana estaba revisando mi correo y me llegó una carta con el número de tu apartamento... ¿Eres Park Jimin o yo me he equivocado?

No estaba seguro de todo lo que su vecino había dicho porque estuvo en todo momento perdido en la forma en que la boca de este se movía y cuando pronunció su nombre fue como si un ángel lo hubiese llamado. Apretó a Dooly entre sus dedos para controlar todos esos pensamientos. Quien fuera Jeon Jungkook le estaba haciendo sentir muy extraño.

− Sí, yo soy Park Jimin.

Ante la afirmativa Jungkook le estira la carta sonriendo. No puede evitar ponerse más nervioso cuando sus dedos vuelven a rozarse como la vez que chocaron en el pasillo. Jimin quería cerrar la puerta en la cara de su vecino porque no tenía idea de cómo actuar frente a él.

− En una ciudad tan grande debe pasar muchos esto de confundir las direcciones −Parecía que su vecino estaba empeñado en seguir la conversación y una parte de Jimin lo agradecía.

− El señor cartero es algo tonto.

Jungkook se ríe bajito debido a la ternura que emanaba la voz de Jimin.

− Yo he llegado solo hace unos días, es un gran cambio. Ni siquiera sé dónde comprar café decente que no sea de estas franquicias que te llenan con agua y azúcar...

A Jimin tampoco le gustaba ese café porque no tenían la rica leche que siempre buscaba para suavizar la bebida amarga. Solo conocía un lugar donde lo hacían a mano y también iba porque había un gatito con el que siempre jugaba frente a la tienda.

− Yo voy al café que queda dos calles a la derecha del edificio... Allí me hacen figuritas en la taza...

Mientras hablaba las mejillas se le ponían aún más coloradas. Nunca le había pasado algo parecido con alguien y estaba seguro de lo que influía sobre el era el enorme atractivo de su vecino. Aquella camisa azul que llevaba puesta y que estaba abierta en los botones de arriba dejando ver perfectamente el cuello y la barbilla de Jungkook pues eran razón suficiente para que todo el cuerpo de Jimin temblase.

− Lo tomaré como una recomendación −dice Jungkook sin dejar la sonrisa de lado−, si hacen figuritas el café debe ser de primera.

Ante eso Jimin no puede evitar asentir repetidas veces como un niño pequeño.

− Bueno... Park Jimin −habla por último su vecino mirando el reloj que tenía en la muñeca−, yo debo irme a trabajar. Supongo que nos veremos por ahí.

− Supongo...

− Ten un lindo día... Ah, y espero que sepas que me gusta mucho el traje de dinosaurio con el que andabas el otro día... ¡Hasta pronto!

Jeon Jungkook hace el último gesto con la mano despidiéndose para luego caminar a través del pasillo hacia las escaleras que lo llevan al primer piso. Jimin se le queda mirando hasta que la silueta de su vecino desaparece y recién ahí cierra la puerta. Se lleva la mano a su cara para sentir sus mejillas calientes que de seguro estaban de un tono rojo pasión en ese momento. Luego la bajó hasta su pecho donde el corazón le latía acelerado, como si hubiese corrido un maratón. Enserio se sentía raro además que la sonrisa de su vecino parecía no querer dejar su mente por más que lo intentase.

− Es demasiado guapo, Dooly −dice mientras sostiene a su peluche contra su pecho−. Me gusta mucho la forma en que sonríe...

Como colegiala enamorada abrazo el osito antes de que el teléfono que traía en el bolsillo comenzará a sonar. Jimin subió una ceja mientras miraba la pantalla y dejó sus fantasías de lado para volver de lleno al trabajo. No podía olvidar que tenía cosas que hacer y su lindo vecino no podía distraerlo de eso.

Caminó hasta el armario secreto para abrir la puerta. El hombre que golpeó ya estaba consiente y lo miraba como animalito herido. Antes de hablar con el estiró el brazo para sacar un machete largo colgado en la pared y luego se puso de cuclillas mirando a su víctima. Jimin sabía que ahora vendría la parte divertida de todo el asunto.

− Nos han pedido que mandemos un dedo para el rescate −El peli-rosa hablaba perdido mirando el filo del cuchillo que estaba sosteniendo−, así que dime cuál es el que te gusta menos.

El hombre grita asustado y el frunce el ceño. Que molesto era cuando no se quedaban callados siendo que aún no iniciaba con su carnicería.

− Será mejor que te calles o Jiminnie te cortará la mano entera.

Y alzó el cuchillo listo mientras el hombre volvía a gritar.





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Nota: Para Sarita ( zicopath- ) que se lo debía desde ayer. Te adoro, fav 💗.

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