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Capítulo 27.

El salón estaba envuelto en una tranquilidad inusual. Taehyung, recostado en el sillón, observaba la pantalla de la televisión con un aire de relajación que hacía tiempo no sentía. Jungkook estaba a su lado, la mano de su esposo descansaba sobre su abdomen, en un gesto protector que se había vuelto instintivo desde que supieron del embarazo. El padre de Taehyung, sentado en una silla cercana, compartía el silencio cómplice mientras los tres disfrutaban de la paz momentánea.

Un viejo partido de fútbol americano se reproducía en la televisión, siendo uno de los juegos favoritos de Seojun y el cual los estaba obligando a ver. Taehyung sonreía por los gestos de su padre, causándole gracia su emoción por un partido que había repetido cientos de veces en cada oportunidad libre que tenía, pero seguía emocionándose como si fuera la primera vez. 

—Papá, sabes que ellos van a ganar por una mínima diferencia de puntos.—Murmuró en un tono divertido, acomodándose mejor sobre su costado. 

—Eso no quita que pueda seguir emocionándome, hijo. Este es su mejor partido, ¿Pueden ver esos pases? Jamás en la historia del fútbol lo han podido lograr, simplemente son legendarias esas jugadas.—Explicó, perdiendo la atención de la pareja. 

La quietud de la sala fue interrumpida por un ligero movimiento en el pasillo. Jungkook, siempre atento, notó a uno de sus hombres haciendo una señal discreta. Sus músculos se tensaron casi imperceptiblemente. No quería alarmar a Taehyung, así que, con un tono casual, se levantó diciendo:

—Voy a preparar algo para merendar. No tardo.

—¿Podrías traerme algo de sandía? Creo que aún quedaba un trozo en el refrigerador.—El castaño pidió con ojos suplicantes, bateando las pestañas. 

El peligris asintió, besando su frente antes de salir de la sala. Seojun murmuraba algo sobre el buen gusto de Jungkook en la cocina conforme se alejaba, entablando una nueva conversación en su ausencia. Jungkook se dirigió a la cocina, pero en cuanto cruzó la puerta, su expresión cambió a una seriedad calculada.

En la cocina, su guardaespaldas le esperaba, con una mirada que no presagiaba nada bueno.—Tenemos un problema, señor. MinSik ha estado pasando información a HyunWoo. Sabe nuestra ubicación.

El corazón de Jungkook dio un vuelco, aunque su exterior permaneció impasible.—¿Qué más sabes?—Inquirió en un susurro frío, mientras la ira comenzaba a burbujear bajo su piel. 

Los ojos de su guardaespaldas brillaron con la urgencia de la situación.—Viene hacia aquí. Debemos actuar rápido. 

En ese preciso instante, la puerta principal se abrió y MinSik entró, despreocupado, como si fuera cualquier otro día. Jungkook apenas le dio tiempo de reaccionar. En un movimiento rápido, lo acorraló contra la pared, una mano firmemente en su cuello, sus ojos oscuros llenos de furia contenida.

Taehyung y su padre escucharon el ruido desde el salón y se levantaron alarmados, pero antes de que pudieran llegar a la cocina, Jungkook había empezado a interrogar a MinSik con una voz baja pero llena de veneno.—Eres un maldito idiota, ¿Creías que no me iba a enterar que le estuviste dando información a HyunWoo? ¿Creías que ibas a librarte de esto con las manos limpias? Dime, ¿Qué ganabas de todo esto? 

El rostro de MinSik palideció, y en su mirada apareció el miedo al ver la seriedad de Jungkook. Sintiéndose atrapado, comenzó a balbucear.—No quería... solo quería mantener a salvo a Taehyung, pero HyunWoo me prometió hacerlo... no sabía que él...—Las palabras salieron atropelladas, pero fueron suficientes para que Taehyung entendiera lo que estaba ocurriendo.

—¡Taehyung!—Gritó el peligris, su voz entre la preocupación y la autoridad, mientras con un empujón lanzaba a MinSik al suelo.

En ese momento, MinSik se dio cuenta de algo que lo heló por completo: los ojos de Taehyung se dirigieron a su abdomen, acariciándolo inconscientemente.—Estás... esperando un bebé.—Susurró MinSik, con un tono que pasó del asombro al arrepentimiento.—No sabía... ¡Perdóname! ¡No sabía que estabas en peligro real!

—¿Jungkook?—La voz de Taehyung se quebró, asustado por lo que estaba ocurriendo, sintiéndose desorientado. La mirada arrepentida de MinSik le advertía que nada bueno estaba por suceder, al igual que la mirada dura de su esposo, enfocada en el hombre que permanecía en el suelo. 

Pero antes de que pudiera continuar, los guardaespaldas de Jungkook entraron a la cocina, sus rostros tensos.—Señor, hay autos desconocidos aproximándose. Debemos evacuar de inmediato.

El pánico se apoderó de la habitación. Jungkook tomó el control al instante, su mente fría y calculadora volviendo a activarse.—Taehyung, papá, vayan a la parte trasera de la casa. Salgan por la puerta que da al patio, el resto de los hombres estarán esperando por ustedes. ¡Ahora!

Con una mirada preocupada, Taehyung se resistió al principio en abandonar la casa sin tener al peligris a su lado, pero bastó con una mirada compartida para comprender que estaría detrás suyo, no se quedaría como el castaño temía. 

La confesión de MinSik, aunque desesperada, solo avivó la rabia contenida de Jungkook. Sus ojos se volvieron fríos y calculadores, y en ese instante tomó una decisión. No se quedaría a perder un segundo más, pero tampoco se permitiría dejar la situación a la deriva y no poner un precio a la cabeza del hombre que se había atrevido a hablar en su contra, por lo que se acuclilló para estar a la misma altura de MinSik, tomando su cabello en un brusco movimiento que soltó un quejido del contrario. 

—Escúchame bien, Minsik, porque nada de esto lo volveré a repetir y será mejor que lo comprendas. No importa cuán lejos corras o cuán bien te escondas. Tu vida me pertenece ahora. Cuando esto termine, iré por tu cabeza. Y créeme, no habrá lugar en la Tierra donde estés a salvo de mí. Habrás deseado no abrir tu maldita boca y aparentar ser un héroe, porque si creías que HyunWoo acabaría contigo por no sacarte información, ahora querrás haberle entregado tu alma.—Dijo con una voz helada mientras sus ojos centelleaban con un peligro latente.

MinSik tembló bajo la intensidad de la amenaza, sabiendo que Jungkook no era alguien que hiciera promesas en vano.

Sin más palabras, Jungkook se enderezó, lanzando una última mirada helada antes de girar sobre sus talones.—Quédate aquí y no intentes nada estúpido si valoras lo que te queda de vida.—Le advirtió, antes de salir por la puerta principal.

Al salir, encontró a Taehyung y a su padre ya en la camioneta que esperaba en el camino. Se subió rápidamente al asiento trasero, brindando un asentimiento al hombre que esperaba detrás del volante para marcharse, su mirada endurecida pero determinada. Cuando encendió el motor, sintió el peso de la preocupación de Taehyung a su lado, pero decidió mantener la calma en su voz.

—Vamos a visitar a un viejo conocido.—Murmuró, su tono calculador pero reconfortante al mismo tiempo.

—¿Será seguro ir ahí?—Cuestionó, en un tono cansado y angustiado. 

Asintió, envolviendo un brazo sobre sus hombros.—Te lo puedo prometer, será el último lugar en que nos tendremos que esconder hasta que termine esto, solo un paso y acabará todo. 

Mientras la camioneta se alejaba de la casa, Jungkook no pudo evitar pensar en lo que se avecinaba. Se acercaban los momentos decisivos, y sabía que necesitaría cada onza de astucia y fuerza para proteger a los que amaba. Pero en ese instante, mientras aceleraba hacia el destino que tenía en mente, solo había un pensamiento claro en su mente: no iba a dejar que nadie, ni siquiera MinSik, se interpusiera en su camino.

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