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𓏲★. the writer.

PÁGINA SIETE
El escritor.


Manos sujetadas con una sola mano mía, entre que la embestía reiteradas veces, hasta el punto en que empezó a llorar y la satisfacción que eso me generó logró que las ganas de venirme sean muy necesarias. Sin embargo, no iba a dejar que las cosas terminen tan rápido para nosotros dos que acabamos de reconciliarnos, ¿y quién creía que fue gracias al imbécil de Jinyeop? Nadie, y muchísimo menos yo, pero traté de no pensar en mi estúpido hermano y concentrarme en la belleza que tenía frente a mi pene erecto.

El cual succionó hasta satisfacerme nuevamente, la di vuelta, abriendo sus hermosas piernas, y mis ojos celestes observaron el paraíso lleno de ángeles y nubes, lamí todo ese coño con deseo, ya que era lo que estaba queriendo hacer desde que la vi desnuda a la mañana, luego de salir de esa ducha caliente. Introducí dos de mis dedos, entre que oía cómo lo estaba disfrutando, hasta que me metí dentro de ella otra vez, escuchando su dulce voz gritándome y diciéndome que me salga de su cuerpo, pero no era algo que iba a suceder en estos mismos momentos.

—¡¡Hyun-hyunjin!!—balbuceó, gimoteando a la par de su melodiosa vocecita.—¡Hyun, p-para! ¡Oh...! ¡Hwang, demonios!

Lamí cada parte del líquido que sacó en el tiempo en que mi mano hizo favoritismo en su zona prohibida, no obstante, aún la diversión no terminaba, sin embargo, el sonido del timbre de la casa sonando reiteradas veces es lo que nos interrumpe y mucho más cuando oímos que estaban golpeando la puerta a la vez. En eso, ambos nos preocupamos, no era algo considerado normal entre la comunidad del edificio.

Miki se pone la bata, pero la detengo.

—Iré yo, date una ducha, princesa.

—Bueno.

Contestó dudando, no estaba muy segura de si dejarme solo con lo que sea que esté pasando en el pasillo del departamento.

Empero, oír que ella prendió la regadera de la ducha es lo que me relajó, porque si era alguien que debía de saldar deudas conmigo, era mejor que ella no esté presente, no la quería asustar, pero mientras que iba acercándome a la puerta principal podía escuchar una voz muy familiar.

Abrí la puerta a medias, viendo a una jovencita de 19 años, tez blanca y una mirada angelical, o es lo que diría mi esposa, debido a que para mí era el mismísimo diablo vestido de angel, ya que esa niña de inocente no tenía absolutamente nada y no podía creer que era la única persona que se estaba dando cuenta de eso.

—¿Qué quieres?

—¿Dónde está la señorita Stefano?—indagó veloz, queriendo ver el interior de mi casa, pero no se lo permití, me coloqué frente a ella con más razón.—¡¿Unnie?!

—¡Oye! Deja de estar gritando, son las 09:00 de la mañana, mocosa irrespetuosa.

—Quiero verla.

—¿Para qué?—me apoyé en el umbral de la puerta, cruzándome de brazos.—Hasta donde yo sé, mi esposa es CEO de una editorial, no niñera o profesora. No veo por qué la requieras en estos momentos, Jang.

—Yo sé que usted la lastima, ¡y no me importa lo que diga o lo que me haga! La señorita Miki no merece estar con una persona como usted.

Abrí mis labios ofendido y sin poder creer lo que me estaba diciendo esta mocosa del infierno, yo sabía que mi querida y bellísima mujer no debía de siquiera mantener una conversación con esta niña que se ha visto muchos dramas desde que era un jodido feto a través de la panza de su madre, por cierto, me apiadó de esa mujer, con lo que tiene que lidiar todos los días.

—¡¿Qué dices?! ¡Tú no me conoces!

—Puede que no, señor Hwang,—elevó su labio, viéndome con asquerosidad, mientras que tenía su celular entre sus horribles manos.—pero yo sé muy bien que usted es una persona violenta y cada que tiene la oportunidad golpea a la señorita Miki, ella no se merece estar con una bestia como lo es usted.

—Agh...—cerré los ojos, dirigiendo mis dedos índices a mí cien.—Eres una mocosa mentirosa y muy molesta, Wonyoung. Vete de mi casa antes de que le diga a tus padres que te estás metiendo en mi matrimonio. ¡Ahora!

—¡No hasta que vea a la señorita Miki!

¿Amor? ¿Está todo bien?

Volteé sobre mis hombros, escuchando la voz de mi esposa Miki, en eso, dirijo la mirada a la niña insoportable que trataba de ingresar a mi casa,  con esos ojos iluminados en el momento en que oyó la voz de mi esposa.

Entonces, la miré demasiado enojado.

—Si está sufriendo violencia doméstica, ¿tú crees que ella me estaría hablando de ese modo? ¿Umh?—me reincorporé en la puerta, listo en cerrarle la puerta en la cara.

—P-puede ser que usted la esté manipulando.

—¡¿Desde aquí?!—me sorprendí, irónico.

—¡Unni...!

—¡Ya no molestes más!—le grité molesto de todo su show en la mañana. Cerré la puerta en su cara y apoyé mi cabeza en ella.—¡Agh! ¡Qué niña molesta que es Jang Wonyoung, demonios! ¡¿Con quién te juntas tú?!

Me giré frustrado, observando la cara de diversión de Miki, la pelirroja se encontraba con su bata roja, cabello mojado y una taza de café sobre sus blancas manos, entre que me esperaba sentada en los escalones de las escaleras.

—Déjala, no lo entiende.—dijo bebiendo café.

—Es demasiado entrometida.

—Lo que hacemos se puede malinterpretar, mi amor, obviamente que estará asustada.

—¡Y dícelo! Así me deja de joder las mañanas. Tsk. Mocosa...—farfullé, encaminándome a mi hermosa esposa, recostando mi cabeza sobre sus piernas blancas.—Me arruinó el día.

—Claro que no le voy a decir lo que me excita, Hyunjin. Además,—golpeó mi frente despacito.—deja de ponerte a la altura de una adolescente, ya eres lo suficientemente grande para eso, amor.

—Bien, ¿qué haremos hoy?

—Cojamos en el balcón.

—Pero no tenemos balcón.

Ella rueda los ojos, muy fastidiada de no poder hacer lo que ella quería, pero eso hizo que le sonría, tocando una de sus mejillas, las cuales se han puesto en un color rosado.

—A no ser que... Pidamos una reservación en algún hotel que tenga balcón.—sugerí.

—¿Y qué después nos demanden? ¡Sí!

Bromeó, ganándose mi risa.

Ahí fue cuando nos quedamos mirándonos por un largo tiempo, es aquí donde me estoy dando cuenta de que realmente estaba enamorado de ella, de una manera que no era para nada sana, no obstante, necesitaba decirle todo el tiempo lo mucho que la quería, lo mucho que la necesitaba conmigo todo el tiempo y deseaba que jamás me abandonara debido a que no quería estar solo sin ella, era lo único que me mantenía con vida y feliz, nunca pude conocer a profundidad lo que era la felicidad en mi familia, solamente la infelicidad, pero estando con esta bonita chica de melena pelirroja conocí lo que eso era.

Solo hay un problema.

—Te amo muchísimo, Hyunjin.

—¿Quieres qué te pinte?—propuse de inmediato, levantándome de sus piernas y viéndola con una sonrisa grande, tan enorme cómo la manera en que ella agachó la cabeza y fingió que todo estaba bien.—Te aseguro que esta vez saldrás magnífica y te pondré en la próxima exposición que tengamos.

—Cl-claro, amor. Hagámoslo.

Me sonrió a medias, caminando delante de mí, dejando la taza de café en el lavabo y subirnos al piso de arriba. Porque ahí se encontraba mi estudio, además de que necesitaba estar un poco alejado a la situación que pasó hace segundos, no quería siquiera tener que conversar sobre que no le podía decir un simple te amo a mi esposa y... eso me podía, ver mal a Miki Stefano era lo que odiaba con el alma.

Pasó un mes desde que sucedió aquello con mi esposo, un mes en donde no paraba de pensar un solo segundo el por qué carajos no me podía decir una sola oración de mierda, empero, a la vez trataba de ser considerada con él, porque nos conocemos hace bastante tiempo, bueno, tal vez no sean siglos, pero nos conocíamos, éramos esposos, con un demonio.

Eso me ponía de malas.

Le quería preguntar sobre eso, pero ¿para qué? No quería tener las mismas respuestas cada vez que le cuestionaba sobre aquello, no necesitaba tener los cambios de temas repentinos o sus típicas excusas, y todo para no hablar conmigo de lo que en verdad me importaba. Creo que el estar frustrada en el horario de trabajo era muy mala idea, porque ahora mismo tenía a mi mano derecha observándome con una ceja elevada.

—¿Problemas en el paraíso?

—Myungjun, no empieces.—respondí, mientras que ordenaba los papeles que se formaron en mi escritorio de cristal. El cual estaba lleno de cosas que no estaba necesitando en estos momentos.

—No empiezo, en todo caso, eres tú la que inicia.—contraatacó, lo miré confundida.—Te estoy comentando sobre el nuevo autor y no me has dicho una sola palabra, Miki-ah. Además, eres muy evidente con esa cara de traumada que cargas.

Desplegué mis belfos ofendida del comentario de Kim Myungjun, al cual considero uno de mis amigos más cercanos dentro y fuera del trabajo. Sin embargo, desde que volví del servicio militar ha estado comportándose muy brusco conmigo, hay veces que pienso que se le fue lo gracioso, ya que era lo único que lo hacía diferente al resto de las personas de la empresa.

—Eso me dolió...

—Sabes que bromeo contigo.—elevó una ceja, dejando caer un poco sus lentes de vista.—¿No? Espero que sí, sería incómodo que no te lo hayas tomado con gracia. ¡Bien!—se levantó de la silla.—Iré a firmar unos permisos, pero espero que tú puedas pensar en el nuevo autor. Tiene obras muy buenas... Además, es muy conocido.

—¿Cómo se llama?

Pregunté, aún acomodando mi escritorio, aunque estaba pensando seriamente en contratar a un asistente personal, debido a que la persona que siempre me ayudaba no era un asistente, sino que era parte del área gráfica de la empresa. Myungjun camina hasta la salida de la oficina, viéndome pensativo.

—Bang Chan.

Me quedé dura cuando escuché ese nombre, tanto que levanté la mirada sin entender muy bien lo que había acabado de oír de mi amigo. Obviamente que me observa confundido, pero con esa típica sonrisa perversa en sus labios rosados.

—Callat...

—¡Puerca qué eres!—exclamó riéndose.

—MJ, por favor.

—Ay, qué amargada...—abrió la puerta negra, visualizándome con esa mirada atrevida que tenía en su blanco rostro.—No importa que hayas estado con él, quiero que me digas qué piensas, porque el mismo quiso firmar con nosotros. Hasta nos mandó su manuscrito.

—¿De... verdad...?—susurré aterrada.

—Ujum.

—Mándamelo, quiero leerlo.

—Pero ese no es tu trabajo...

—Quiero verlo, Myungjun.

—Mmh...—achicó sus ojos, sospechando de su amiga jefa.—Le diré a Songjae que te lo mande. Nos vemos en la cena.

—Adiós, MJ.

Me despedí de mi amigo, concentrándome en lo que me acabo de enterar, estaba muy segura de que mi madre tenía algo que ver con esto, esto no podía ser casualidad o por obra del destino o el universo mismo. Vittoria Stefano siempre que podía me hacía la vida jodidamente imposible, sin mencionar que Chan siempre fue su favorito, aun cuando... para ella todos son sus favoritos con tal de que el actual la pase para el carajo.

—¡Ciao, amore...!

—¿Fuiste tú, cierto?—fui directo al punto de la videollamada que hemos hecho después de salir del restaurante a cenar con mis compañeros del trabajo.

—No sé de qué me estás hablando, hija.

Vittoria velozmente cambia su cara, colocando sus blancas manos sobre su cabello rubio con esa típica mirada sospechosa. A veces me hacía la pregunta de que si mi mamá era tonta o qué, porque estaba más que en claro que la conocía a la perfección, era mi madre.

Por eso la miré mal.

—Mamma, sono sposato.

¡Lo so!exclamó, dándome a entender que en verdad fue ella.—Pero tú no entiendes, en verdad Chan quería publicar su libro, lo ha estado escribiendo desde que terminaron... Povero ragazzo... Él te amab...

—Solo te llamé para verificar eso. Adiós, mamá.

—¡Qué grosera!

Bufé, desinteresada en escuchar sus próximas palabras, apretando el botón del ascensor, esperando a que se abran para que pueda ingresar y llegar a mi departamento de una buena vez.

Realmente estaba muy cansada el día de hoy.

—Por cierto, haremos una cena por el cumpleaños de tu hermano Enzo.

—Pásenla bien.

¡È tuo fratello maggiore! Tienen que venir, Miki. O a tu padre... le puede doler que sus hijos no estén juntos para estas fechas tan importantes.

—Hacerte la víctima no solucionará nada, Vitt. De acuerdo,—entré al ascensor.—iremos, pero no quiero que Bang Chan esté ahí, mamma, lo digo muy en serio.

—Por supuesto, cariño.

Colgué la videollamada antes de que se corte por la señal que ocasiona cada vez que estamos dentro de algún elevador del edificio, entonces, antes de poder subir a mi piso, puedo ver que Wonyoung entró conmigo.

Es incómodo ahora.

Mamá, te odio con todo el alma, no sabes cuánto es que yo te odio y si existiera el ser más odiado de todo el planeta, no me importaría, porque te seguiría odiando de todos modos. Juraría que haría absolutamente todo lo que más detestas en el universo mismo, solamente, quería verte con esa mala cara en tu faceta, de la misma forma en la cual yo me encuentro en este instante, por no obedecer una sola regla que te impongo.

¡Con una mierda!

—Él es Bang Chan, exnovio de Miki.

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