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𓏲★. the sottocapo.

PÁGINA ONCE
El sottocapo.


Derramaba lágrimas.

Expulsábamos todo el dolor que sentíamos en estos momentos, mi madre y la esposa de mi hermano Enzo, porque parecía que éramos los únicos familiares presentes en esta circunstancia debido a que los hombres de la familia estaban frente a nosotras, parecían metidos en sus propios pensamientos, siquiera se veían que estaban presenciando un entierro. Eso me generaba curiosidad. Llegaron muchísimas personas, era gente que no conocía o que no veía hace mucho tiempo, familiares lejanos y cercanos, pero no tenía ganas de estar compartiendo con ellos, quería tener a mi padre a mi lado, nada más, necesito que él esté conmigo, este dolor en el pecho me jodía bastante. No sé en qué tiempo es que de verdad terminó todo, cuando volví en sí ya estábamos en mi casa con algunos familiares, compartiendo el velatorio sin el muerto, entre que no encontraba a mis hermanos.


—Estarán en el despacho de tu padre.

Aun cuando sabía dónde ellos estaban, decidí no decir o hacer algo al respecto, solo me quedaría al lado de mi madre, quien estaba a los llantos en los brazos de Bang Chan. En todos esos minutos vi pocas veces a Hyunjin, él estaba conversando con mis dos hermanos, parecía que se estaban aconsejando uno con el otro, fue solo por esa razón que no le di importancia a lo que ellos se encontraban haciendo desde la mañana en que enterramos a mi papá. Llegó la noche y todos los invitados se fueron de la casa, algunos familiares se quedarían en los cuartos de visitas, mientras que yo me quedaría a dormir con mi mamá, porque ella no quería estar sola en su habitación. Por lo que Hyunjin dejó un beso en mi frente, dejándome entrar a la pieza de mi madre, y que en algún momento le perteneció a mi papá también. Antes de poder acostarme, veo que Vittoria se encontraba con la mirada en un cuadro de fotos, estaba entre sus manos, y la silueta mutada.

—Mamá...

—Era su foto preferida.

Me acerqué a su lado, acabando las dos en un gran abrazo con lágrimas entre nuestras mejillas debido a que ambas sentíamos ese sentimientos de dolor en el centro del pecho. Sin embargo, era momento de que vayamos a descansar, porque fue un día demasiado duro para nosotras, es por eso mismo que cuando terminé de arroparla fui a apagar la luz, caminando a pasos lentos a la cama y tratar de dormir.

Miré el reloj de mi celular, marcando las 03:00 de la madrugada, aún se podían ver las luces prendidas del pasillo, solamente por eso es que me levanté de la cama y abandoné el cuarto de mi madre. Tenía que pasar por el cuarto de Felix y el del matrimonio de Enzo, ambas tenían las luces prendidas, eso generó mi curiosidad que es por eso que comienzo a pasar cada vez más rápido.

—No es el momento.

Me sorprendí cuando oí a mi esposo hablar entre el silencio de la casa, fui bajando los escalones de a poco, como estaba descalza mis pasos no eran audibles para las personas que se encontraban en el piso de abajo. Cada vez que iba bajando podía observar claramente quiénes estaban en la sala de estar, para mi mala suerte no me había confundido cuando escuché la voz de mi esposo.

Simplemente que Enzo me vio.

—Miki.

Ni siquiera parecía que lo decía con gusto, sino para advertirle al resto de las personas que yo me encontraba allí. Hyunjin voltea a verme con una media sonrisa, viniendo a pasos lentos hasta mí, depositando un pequeño beso en mi frente. Nuevamente.

—¿Qué haces despierta, princesa? Deberías de estar descansando, fue un largo día para ti.

Sentía que él también me estaba tratando de distraer de lo que en realidad estaba sucediendo en la sala de estar, porque mientras que él me hablaba yo no podía dejar de observar a las personas que se encontraban en el living, mordí mis labios de la impotencia que estaba sintiendo en estos momentos, ya que las únicas personas que no estaban ahí, eran mi madre y yo.

—¿Por qué están todos despiertos? Son las 3AM.—recordé con mis ojos brillosos.—Hyunjin.

Sencillamente, quería que me diga que nada era lo que parecía y que estaban charlando sobre otras cosas que no eran para nada importantes o que se encontraban recordando esos momentos en los cuales han pasado con mi odioso padre, pero el ver que él no me decía una sola palabra, era lo que me estaba poniendo de mal humor. Así que retrocedí, viéndolos a todos.

—Miki, por fav...

—¡Chiudi il becco, Felix! ¡Tutto è colpa tua!

Grité emperradísima.

Sentía que en cualquier momento iba a saltar a su cuerpo para darle unas cuantas palizas, ya que él se lo merecía muchísimo más que todos los hombres de esta familia. Lo gracioso de todo esto es que ninguno sabía muy bien la razón del que me encuentre tan enojada con mi hermano pecoso y de rostro malvado.

—¿Perché è colpa mia?—se levantó del sillón color bordo de la sala de estar.—Respóndeme.

—Jamás fuiste el preferido y mírate.

—¿Qué dijiste, Miki?—apretó su mandíbula, mientras que sus manos se convirtieron en un puño cerrado.—Estás loca, mujer.

—Basta, respeten a nuestro padre.

Expulsé una risa irónica.

Porque lo que ellos estaban haciendo en estos momentos era demasiado irrespetuoso, ninguno debería de estar conversando sobre la herencia familiar o lo que demonios sea que se encontraban haciendo estos idiotas.

—Felix, tranquilízate.

—Descuida, Bella, no sería la primera vez.

Rápidamente, puedo ver que el pelinegro de mi esposo me ve confundido por mi comentario, veo que aún no sabía absolutamente nada de mi hermano Felix Stefano, era por eso que nuestro padre siempre utilizó la frase: Nunca confíes en los hermanos del medio. Debido a que el pecoso siempre tuvo esas acciones agresivas con las mujeres, al menos, conmigo. Parecía que me tenía odio, celos, repudio y muchísimos sinónimos negativos. No obstante, ni siquiera pudo decir algo al respecto, el sonido de los pasos de Vittoria se hicieron presentes de inmediato.

—¿Cos'è questo? ¿Umh?—indagó confundida.—Miki, cariño, ¿puedes responderme? Felix, Enzo. ¡Alguien!

—Mamá, vayamos a dormir.

—Es verdad, mamá. Sigue a Miki.

—¿Felix?—mamá esperaba a que su hijo diga alguna palabra más, pero, únicamente, estaba mirando el suelo enojado.—¿Por qué no le dices nada a tu madre? ¿Ah? Respóndeme.

—Señora Stefano.

—Giovanni, no merezco esto.

—Lo sé, por eso le digo que vaya a dormir.

—Vámonos, mamá.

Jalé de su brazo, encaminándonos a las escaleras otra vez, tratando de evadir lo reciente e irnos a dormir de una vez por todas. Ni siquiera yo tenía ganas de estar pasando por estos momentos, mientras que subíamos los escalones podía escuchar a mi madre decirme que mañana mismo vendría el abogado personal de la familia a decirnos lo que dejó mi padre en el testamento.

Eran las 10:16 de la mañana, me encontraba terminando de servir los cafés a las mujeres y para mí, porque le estaba haciendo la ley del hielo a los varones de la casa. Hyunjin trataba de que le diga algo, solo que no tenía ganas de tener una conversación con él, la forma en que actuó anoche me hizo dudar de lo que él tenía que ver con mis hermanos. Luego de haber desayunado en el patio trasero de la casa, pude oír de Bella que habría un pequeño almuerzo familiar debido a que aún nuestros familiares se hallaban en la casa. Pero sería después de escuchar lo que el abogada nos tenía que decir sobre el papel que dejó mi padre. Empero, a mí no me interesaba nada esos papeles, así que dejé que Vittoria vaya a esa reunión, entre que yo estaba en el patio sentada en la misma hamaca.

—Miki-ssi...

Su perfume inundó mis fosas nasales, eso me hizo cerrar los párpados de inmediato, porque lo necesitaba como nunca, simplemente que se está comportando como un completo idiota conmigo, siquiera con mi familia, solo lo hacía conmigo y eso era lo que más me estaba fastidiando el día de hoy.

—Vete, Hyunjin.

—Amor...

—De verdad, Hwang, no entiendo por qué no me haces caso. Seguramente que mis hermanos tienen cosas más interesantes de qué hablar. ¡Ah!—volteé a verlo—Están hablando con el abogado, seguro esperando con ansias obtener algo a cambio de la muerte de mi padre,—reí sarcásticamente.—qué triste será eso.

Nuevamente, dirigí mis ojos al frente.

Hyunjin decide no decir nada, pero no se va de mi costado, eso en parte me hacía amarlo aún más debido a que no quería que se vaya, solo que las cosas se estaban complicando en la casa de mis padres y necesitaba volver a nuestra casa, tener la vida de siempre, quería ver a mis mejores amigos y volver al trabajo, no quería estar más en esta casa, un lugar que me recuerda a mi padre muerto y a los ciertos trastornos de personalidad que tenía Felix.

—Hyunjin...

—¿Sí?—respondió cálidamente.

—Quiero volver a casa.

Pedí casi a gritos, necesitaba que comprenda lo que estaba sintiendo en estos momentos.

—De acuerdo, lo haremos.

—Gracias.

No lo podía ver, sin embargo, algo me decía que me estaba observando con esos ojos celestes de una manera tierna. Esa simple mirada que siempre ha tenido conmigo.

—Iré a juntar nuestras cosas.

—Claro, yo te espero aquí.—le dije, volteando a ver cómo se encontraba caminando de a poco hasta la casa. Simplemente que deja de avanzar, viéndome seriamente.—¿Qué?

—Antes de irnos tengo que decir...

¡Miki!

Escuché la voz de Bella, parecía apresurada, eso fue lo que ocasionó que me tenga que alejar de mi esposo a acercarme a mi cuñada. Me decía que debía de ir al despacho de mi padre, el abogado tenía que decir las últimas palabras que dejó escrito mi papá, suponía que yo estaba metida en eso, que por eso mismo es que el abogado no iba a decir ninguna palabra hasta que yo me encuentre presente.

Ingresé sin ganas.

Notando que Felix está sentado en los sillones largos, en su mano izquierda se encontraba una copa de vidrio con el contenido del whisky favorito de nuestro padre. Parecía muy molesto con alguien, la camisa estaba con unos botones desabrochados y se podía ver colgando el collar que le dejó Maurizio para sus 19 años de edad. En cambio, Enzo yace con los codos sobre sus piernas, tenía la mirada centrada en la alfombra del despacho, mientras su esposa sujetaba de sus hombros, entre que daba algunos leves masajes sobre ellos.

—Señorita Miki, lamento su pérdida.

—Gracias, supongo. ¿Por qué estoy aquí?

—El testamento de su padre.—informó, acomodando las hojas que están en una carpeta negra con un adhesivo blanco.

—Ya dije que no me interesa nada de lo que él me haya dejado, seguro que a mis hermanos les importará más que a mí.

—Señorita Miki, el señor Maurizio lo dejó muy claro antes de partir con su testamento. Si uno de sus hijos llega a rechazar la herencia, o incluso muestra desinterés, el resto de la familia no recibirá nada.

Entonces, comprendí la razón de la molestia del pecoso en estos momentos. No me quedó más opción que sentarme en los sillones que están frente al escritorio de la oficina, justo donde estaba sentado el abogado de la familia Stefano.

—Lo escuchamos.

—Comienzo a leer la carta que escribió el Don antes de fallecer. «Miei cari figli, si están leyendo o escuchando estas palabras es porque ya no estoy más en sus vidas. Y como no quiero hacerlos esperar más, les diré lo que les corresponderá después de mi partida.»—citó, viéndonos a cada uno de reojo.—«Enzo: Il mio primo figlio, fuiste mi sueño desde que supe sobre tu lleg...»

—¿Puedes ir al grano?

—¡Felix Stefano!—regañó mi madre.

—¿Qué, mamá? ¡Es aburrido!

Enzo suspiró, tratando de aguantar las críticas que debía de oír de nuestro hermano.

—Descuide, señor D' Luca, puede decirnos lo que nos dejó y después leeremos la carta a parte. Además, supongo que es algo privado.

—Está bien, señor Enzo, iré al grano.

Meno male...—farfulló Felix.

—«Enzo; es por eso mismo que te dejo todo el contenido de la caja fuerte M4LR0ZZ0. Además, sé que prontamente te convertirás en un buen padre, te dejé un poco de dinero extra para que ese bebé pueda tener todo.»

—¿Qué?

—¡¿Voy a ser abuela?!

—¡No!

—¡No, mamá! Es una forma de decir...

—¿De veedad, D' Luca?—cuestionó asustada.

—Sí, señora Stefano.—confirmó, mi mamá soltó un suspiro de alivio.—«Felix; iré directo al grano porque sé que no te importa lo que diga de ti. Serás dueño de algunos de mis negocios, claro, bajo el mando del nuevo sottocapo. Eres mi segundo hijo varón, pero también soy consciente del temor que puedes infundir. Sigue al pie de la letra lo que te dejé en la caja fuerte de casa, no quiero que me hagas pasar vergüenza incluso estando bajo tierra, hijo. Sé que lo harás perfectamente, il mio bambino.»

—¿Cómo?

Se levantó del sillón molesto, parecía que su cara iba a explotar en cualquier momento. Hasta puedo decir que me dio miedo, ya que su cara estaba roja del enojo que se cargaba encima.

—Espera, Felix.

—¡¿Solo eso?! ¡¿Un sirviente de nuevo?!

—Cariño, no te digas así...

—¡Tu maldito esposo nunca me quiso, Vittoria! ¡¿No te das cuenta de eso?!—exclamó furioso y mirando a mamá.—Jamás dejaré de ser la sombra del jefe, nunca, jamás podré deshacerme de esta maldición que me tocó como familia.

—Ya cállate, Felix, haces espamento por todo.

Bufé molesta.

Ya me estaba cansando su papel del niño llorón y haciéndose la víctima por todo, era muy seguro de que en cualquier momento vendría su era de vengarse por todo lo que Maurizio le hizo en vida, ¿cómo no saberlo? Era mi hermano, él siempre ha tenido esos comportamientos.

—Púdrete, Miki. Ojalá...

—¿Ojalá qué?—me volteé lentamente, viéndolo con mis ojos oscuros del enojo.—Ojalá no verte.

—Niños, ya basta. D' Luca, sigue, por favor.

—Está bien, sigo leyendo. «Miki; mia ragazza. La flor más bella, eres mi adoración y es por eso que te dejo mi legado. Absolutamente todo está a tu nombre: la casa, mis autos, mis tarjetas, todo está a tu nombre, únicamente que tendrás esto con una condición.»

—¿Y decías qué no te quería?

Rodé los ojos, volteando mi mirada al abogado. El cual se quedó callado solito, sin nadie decirle nada, porque parecía que se encontraba leyendo otra vez las palabras de mi padre.

—¿Qué más?

—B-bueno, aquí... Aquí dice que...

—¿Qué sucede, D' Luca?—indagó Enzo.

—«Tendrás que cumplir con la parte de tu promesa. Es lo único que te pido a cambio, mi preciosa niña.»

—¿Cuál promesa?

Preguntó Vittoria, apoyando su mano sobre mi hombro derecho. Empero, tenía muchísimas dudas en mi cabeza en estos precisos momentos, porque algo me quería decir y yo no lo estaba entendiendo muy bien.

—D' Luca, respóndeme esto.

—Sí, señorita Miki.

—¿Chi diavolo è il sottocapo? Dime la verdad.

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