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𓏲★. room 11.

PÁGINA CINCO
Habitación 11.


Mantenía la mirada penetrante en mi esposo de vez en cuando, necesitaba estar segura de que Maurizio no me iba a joder en el momento menos esperado para mí y extrañamente tenía dudas sobre mi esposo también. Tenía terror de que sea capaz de hacer lo que mi papá le dijera con tal de que se sienta aceptado en mi familia, pero no quería que eso sucediera, no que no sea parte de la familia, sino que haga lo que mi papá quiera que él haga.

Estaba muy segura de que mi familia era una basura por las cosas que hacían y no quería que Hyunjin se vuelva un monstruo por lo que tendría que hacer, o el simple hecho de que esté presente cuando... Maurizio dé la orden de hacer algo muy maligno.

Hwang Hyunjin es buena persona, amigable, es lindo, atento, y yo no necesito que la familia Stefano le arrebate lo más bonito que el tiene en el jodido mundo. Porque si eso llegara a pasar, jamás me lo perdonaría, pero jamás. También estaba demasiado segura de que los haría pagar del mismo modo. Sin importarme que sea mi propia familia la que ocasionara todo eso.

—¿Estás bien?—preguntó, aún con la mirada en su cuaderno de dibujos. Estaba dibujando algo que no me dejaba ver.—No has dejado de verme desde que el avión despegó, cariño.

Le sonreí, asintiendo con la cabeza.

Aún nos encontrábamos en el avión, rumbo a Corea del Sur, él se veía muy concentrado en lo que estaba haciendo, mientras que yo me estaba matando por dentro con mis pensamientos tan torturosos.

Por suerte, las horas han pasado rápido y ya nos encontrábamos llegando al edificio en donde vivíamos, en el camino hablábamos de idioteces y sobre lo que tenía que hacer mañana, debido a que hay una exposición de arte y tenía que ir. Sin embargo, antes de poder entrar a la casa, ambos observamos a la chica del departamento 11, esa adolescente que miró con ojos malos a mi esposo, que ni siquiera lo saludó, y a mí me observó muy sonriente.

—¿Cómo está, señorita Miki?—saludó con una reverencia y esa misma sonrisa. Puedo ver que mi esposo bufó, ingresando al departamento con nuestras maletas en manos.

—Muy bien, Wonyoung, ¿y tú?

—Bien, estoy estudiando para el exámen de ingreso a la universidad.

—Wow, mucha suerte. Oí que los exámenes aquí son muy duros, espero que estés dando lo mejor de ti.—comenté, caminando con ella hasta el ascensor.

—¡Sí, lo juro!—exclamó preocupada, viéndome con sus fanales oscuros brillando.—Quiero ser la mejor de mi clase y ser la mejor empresaria. Así como usted, señorita Miki.

Reí tímida de su comentario. Desde el instante en que nos mudamos supe sobre la existencia de Jang Wonyoung; una adolescente de 19 años, tez blanca, altura alta, orificios oculares brillosos, sonrisa cálida y amigable, inteligente y también con un cierto fanatismo por la presidenta de la Editorial Meisei.

Bajamos del ascensor, llegando a la parte más hermosa de todo el edificio, nos acercamos a las grandes ventanas, abandonando el interior y viendo toda la ciudad. El punto más importante y bellísimo de todo el edificio era «Aunt's Coffee». La señora Park nos dejaba aprovechar de su vista sin la necesidad de cobrarnos algo, a veces hasta nos regalaba los cafés para que podamos concentrarnos en lo nuestro, también vi en algunas ocasiones que hace lo mismo con Jang Wonyoung, ayudándola a concentrarse en sus estudios.

—¿Sabe, unnie?—habló, mirando la ciudad de Seúl desde el balcón.—Yo a usted la veo como a una hermana mayor, y como tal, me preocupo por usted siempre.

Dejé de prestar atención a los mensajes que me estaban llegando de parte de mi secretaria de la empresa, solamente, porque escuchar la voz de preocupación de la menor me estaba asustando un poco, simplemente, por eso.

Wonyoung aún miraba al frente.

—Comprendo que usted quiera lo que todo el mundo quiere, unnie, un amor que la consuma, pasión, aventura, e incluso,—me vio con esa mirada atenta.—un amor de peligro. Pero, tal vez, ese peligro la pueda llegar a... matar. ¿Sabe?—movió sus manos en negación.—No quiero meterme en su matrimonio, solamente, quiero que usted esté bien.

—¿Por qué piensas que estoy mal, Wonnie?

Era una de mis grandes dudas, porque hasta dónde sabía mi esposo jamás me levantó una mano o siquiera llegó enojarse conmigo de una manera tan brusca, Hyunjin realmente era un buen esposo y no estaba comprendiendo el punto de vista de la menor.

Wonyoung se removió incómoda, ni siquiera me estaba mirando a los ojos, sencillamente, se removía en su asiento, mientras que movía los labios. Tratando de buscar las palabras correctas en comunicarme sus inquietudes, suponía. Es entonces en qué sus fanales van a los míos, con esa media sonrisa amigable.

—Por nada, no me haga caso. Lamento entrometerme, señorita Miki.—demandó, levantándose de la silla.—Mejor me concentro en mis estudios, porque mañana es mi exámen. ¡Adiós, unnie!

Se despidió, corriendo por el «Aunt's Coffee», casi chocando a algunos clientes de la señora Park. Me levanté de la silla, dispuesta en volver al departamento con mi esposo, pero antes de abandonar el balcón mis luceros ven a uno de mis mejores amigos, qué, casualmente, su mamá era la dueña de este café. Él se veía sonriente, dejando achicar sus ojos, cabello grisáceo y con ropa cómoda y holgada.

—¡Felicidades!

Chilló irónicamente, abriendo sus brazos hacia mi cuerpo. Para ello, abrazándome, y yo siendo apretada por sus pequeños brazos de pollitos. Sabía que Jimin pensaba exactamente lo mismo que Jungkook, por algo eran mejores amigos, pero al menos el peligris disimulaba mejor su opinión sobre mi esposo.

—Mochi...

—Okey, sabes que no me voy a meter en tu vida.—arrastró la silla, sentándose.—Eso se lo dejo a Jungkookie, yo, únicamente, quiero saber si me has traído algo. Porque no pude ir, ven siéntate. ¿O tu esposo no te deja?

Bromeó, ganándose mi mala cara.

Park sabía que con solo decirme algo como eso siempre terminaba haciéndole caso, debido a que no quería qué mis amigos me vean como a una esposa sumisa. Porque no lo era. Yo no me consideraba como tal, por suerte, solamente, nos la pasamos hablando sobre lo que ha sucedido en la segunda boda organizó mi madre sin mí consentimiento, evidentemente que a Jimin no le agradó aquello, sin embargo, extrañamente Vittoria quería muchísimo a Jimin.

Al paso de la semanas me tranquilicé con las dudas que tenía sobre mi familia, veía a Hyunjin tranquilo, disfrutando cada momento conmigo y con sus mejores amigos, no vi ningún rastro de los hombres de mi padre o de mis hermanos mismos, siquiera sus típicas cajas de sorpresas, o como yo le decía; Cajas de advertencias. Ya que siempre se encontraba algo personal dentro de esas cajas.

Eso me relajó todavía más.

¡Amor!

Bajé las escaleras cuando escuché la voz de mi esposo desde el piso de abajo, asomé apenas mi cabeza sobre la baranda, notando que Hyunjin le abrió la puerta a un sujeto, era un hombre que no vi hace bastante tiempo. Es por eso que abandoné las escaleras corriendo, llegando a la entrada de la puerta, tapé mis belfos rojos sorprendida de su presencia en mi casa.

—Renzo D'Angelo, ¿cosa stai facendo qui?

—Avevo bisogno di vedere il mio amico.

Hyunjin tosió falsamente, viendo el suelo incómodo. Entonces, caí en la realidad de que mi esposo, realmente, nunca pudo llegar a conocer a la persona que fue mi mejor amigo en la infancia y que mi papá no confiaba tanto.

—¡Oh sí!—jalé la mano de Hyunjin, colocándolo enfrente de mi viejo amigo.—Cariño, él es Renzo D'Angelo, fue mi mejor amigo cuando éramos pequeños. Renzo, él es Hwang Hyunjin, es mi esposo.

—¡Vaya! Eso es bueno. Es un gusto.

Renzo extendió la mano a mi esposo, Hyunjin dudó unos largos segundos en aceptar el choque de manos, sin embargo, lo ha hecho sin dudar con una cálida sonrisa en sus labios. También dándole la bienvenida a nuestro departamento, mientras que yo les estaba dando la comida a nuestros perros, podía escuchar la conversación que estaban teniendo ellos en la sala de estar, me era inevitable no sentir emoción, me gustaba saber que, al menos, a alguien de mi entorno amistoso le caía bien mi queridísimo esposo. Entonces, me encamino con ellos al gran sillón color crema y negro.

Renzo tenía un whisky entre sus manos.

—Y así es como nos conocimos.

—Oh...—alargó el pelinegro.—No sabía que tu padre te buscaba pareja desde pequeña, amor.

—Bueno... Es algo de la familia, pero al cabo estoy aquí contigo. ¿No?—reí.

Hyunjin asintió, bebiendo del vaso.

—¿Segura qué estarás bien sola?

Por quinta vez escucho la voz de Hyunjin en la puerta de la salida, se tenía que ir a Los Ángeles por un evento de exposición de arte y yo no podría acompañarlo debido a que tenía que encargarme de la Editorial Meisei. Muchísimo más ahora que sacaríamos un libro importante, ya que era de un autor súper conocido por todo Asia, por lo tanto, era muy importante para la empresa esto.

—Sí, mi amor.

—No me gusta que estés sola.

—Hyunjin, no lo estaré.—reí, acomodando su ropa, porque se veía mal puesta.—Están mis amigos, también estaré yendo y viniendo de la Editorial, tengo a Wonnie y a nuestros perros. Nunca estaré sola.

De solo escuchar el nombre de la adolescente puedo ver su cara de pocos amigos, suponía que el odio era mutuo en estas personas. No sabía exactamente si había sucedido algo en el pasado con ellos o cómo era la cosa realmente, porque me generaba mucha curiosidad la forma en la cual ambos no se querían ni ver la cara.

—Me cae mal esa mocosa...

—Ya, amor. Es mejor que te vayas.

—Tienes razón. Jeongin estará viniendo de vez en cuando. Quiero que me informe por si algo malo te pasa.—informó.

No obstante, fue un comentario que no me gustó para nada.

Yang Jeongin ni siquiera estaba trabajando para mi esposo, se suponía que, sencillamente, eran mejores amigos y nada más, hubiese sonado mejor que lo haya dicho en forma de que le estuviera pidiendo un favor y no como una simple orden. Empero, no quería pelear o que estemos enojados cuando él está a punto de abandonar Asia, no quería que estemos peleados y por eso no le dije nada más.

—Nos vemos el miércoles.

—Suerte en tu viaje.

—Te dije que sería de tu estilo.

Entre que me veía en el gran espejo del centro comercial podía escuchar la voz de Renzo, él estaba aquí por negocios de parte de su madre, solamente, la estaba acompañando, se suponía que a la mañana se tenía que ir, pero decidió pasar un momento más con esa mejor amiga que tuvo en su infancia.

Compramos el vestido color amarillo, ese color que era demasiado llamativo, también un par de zapatos Jimmy Choo. Acordamos pasar todo el día juntos, así que iríamos a comer algo antes de que se tenga que ir de nuevo para Italia, por lo que decidí darme un cambio de vestuario y ponerme la ropa que compré hoy, luego de estar lista abandonamos el edificio nuevamente.

—¿Y recuerdas cuándo caíste de ese muro? ¡Oh mio Dio! Me preocupé tanto por ti, qué en vez de pedir ayuda, empecé a llorar contigo.—recordó, masticando su carne.—Ese día... juré no dejarte nunca más sola.

—¡Y lo hiciste!

Recordé enojada, bebiendo del vino blanco.

—Éramos unos niños y nuestras familias...

—Muy complicadas.

Finalizamos la cena y marchamos para mi casa. Se suponía que Hyunjin venía mañana mismo, ya quería volver a verlo, fueron muchos días sin su presencia. Cuando entramos a la casa solo nos dispusimos a escuchar música y recordar viejos tiempos, sin embargo, también pude oír cosas de su nueva pareja amorosa.

Hasta que la puerta se abre.

Los tres nos mirábamos asombrados, porque se suponía que él llegaría mañana a la mañana, pero aquí estaba, frente a mí con una expresión en su rostro que emanaba confusión.

—¡Hyunjin!—fui hasta su cuerpo, dejando un beso en sus labios.—¿Estás bien...?

—No sabía que estarías con otro hombre.

—¿Otro hombre?—reí, golpeando su hombro en forma de broma.—Es Renzo D'Angelo.

—Descuida, ragazza.

—Creí que te ibas ayer.

—Así fue, pero decidí divertirme con una vieja amiga mía.—contestó Renzo, viniendo hasta nosotros dos, colocándose a mi lado.

—De acuerdo, iré a... darme un camb...

—No, yo mejor me voy. Ya es tarde.

—¿Seguro, Renzo?—pregunté, tocando su brazo derecho.—Todavía faltan tres horas para que tu vuelo despegue, ¿o no? Rimanere.

Mi viejo amigo me miró sonriente, era esa misma cálida sonrisa que te daba mucha tranquilidad, no obstante, me confirmó que era momento de irse y antes de poder marcharse del departamento una de sus manos fue directa a la mía, acariciándola.

—Debo irme, Miki.

—Está bi...

Sin embargo, mi voz fue interrumpida.

Únicamente, me encontraba viendo a una persona que no conocía en lo absoluto, pegándole a Renzo D'Angelo reiteradas veces en la cara.

Pero eran de esos golpes que ni siquiera podías tomar cualquier cosa alrededor para defenderte, yo no sabía qué hacer, solamente, podía ver que un hombre pelinegro le estaba dando unas golpizas a un hombre blanco que ya estaba tirado en el pasillo de mi hogar. Sentía que estoy entrando en un estado de shock, porque no me podía mover de mi sitio. Sencillamente, podía ver. Él no paraba un segundo en magullar el rostro, supuse que llegó un punto en que su mano no era lo suficientemente una buena herramienta de golpear, que agarró el florero entre sus manos y golpeó el cráneo de la persona que en algún momento fue mi mejor amigo de la infancia. También puedo observar que la puerta principal se abre, no sé quién pueda ser debido a que mis ojos solo están en mi esposo, asesinando a un viejo amigo mío.

—¡Hyung, ya déjalo!

—¡Hyunjin, no!—exclamó una segunda voz masculina dentro del departamento.

—¡Por favor, ya basta!

Tenía que decirle algo.

No me podía quedar callada. ¡Tenía que detenerlo! Pero no podía modular una sola palabra, hasta que mis fanales observaron el momento en que la nariz se cayó en el suelo de mi casa.

—¡Lo es-tás matando...!

Fue lo único que pude balbucear, supuse que escuchar mi voz alarmó a Hyunjin, porque se volteó a verme. Al verme de esta forma puedo observar que sus ojos celestes están cristalizados, y así pasó, derramó lágrimas.

¡holis! ¿cómo están?
espero que muy bien ^^

¿les va gustando la historia?
es una de mis dudas, ya que
probablemente algunos cap
los llegue a confundir.

aunque esa es la idea,
solo me pasaba por acá
para saber cómo han estado
y si la historia era de su agrado

ahora me despido
(⁠◕⁠ᴗ⁠◕⁠✿⁠)

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