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𓏲★. maze of emotions.

PÁGINA TRECE
Laberinto de emociones.

WARNING: DUBCON SCENE.

Maratona: 1/3.

Pasaron 48 horas cuando los sujetos de Franco Russo me encontraron, devolviéndome de nuevo a Calabria, sabiendo que era el lugar que menos quería visitar en estos momentos. Pero sabía que ellos únicamente seguían órdenes, para mi mala suerte tuve que verle el rostro otra vez a mi esposo, un hombre que en estos pocos días se cortó el cabello largo que tenía, aún con ese tono negro que tanto me gustaba.

Dejando que el color de su cabello brille con el color de sus bellos ojos, sin embargo, ahora era una mirada que solo quería evitar, estaba muy enojada con él todavía, me ha traicionado de una manera terrible y lo peor de todo es que tiene que tomar el puesto de mi difunto padre. ¿Por qué me hacía algo como esto? Así que me levanté del sillón donde Franco me sentó en la espera de Hyunjin, sencillamente que no pude tocar el cerrojo que él decide abrir la boca.

—Miki, por favor.

Lo miré sobre mis hombros, todavía con esa expresión de enojo en mi mirada. Algo que él sonrió a lo bajo, viendo el suelo, mientras que saboreaba alguna bebida alcohólica que se encontraba en su vaso de vidrio, en verdad en estos momentos no tenía ganas de seguir con sus juegos estúpidos y eróticos, porque de verdad estaba enojada con él, para mí no era un chiste todo lo que pasó y menos cuando todavía seguía triste por la muerte de mi padre.

Moví el cerrojo un par de veces, logrando que mi esposo empiece a dar unos pasos, queriendo tocarme, solamente que me hice a un lado de inmediato. No iba a permitir que me ponga una mano encima, comienzo a notar el cambio en su rostro, mirándome de una forma que nunca ha hecho conmigo, puedo decir que por primera vez estaba sintiendo miedo de mi propio esposo, de la persona que se suponía que conocía por más de un año, empero, estoy siendo consciente de que nada iba a ser la misma cosa que antes con Hwang Hyunjin.

—Aléjate de mí.

—Eres mi esposa.

—¿Por cuánto tiempo? ¿Ah?—pasé mi lengua de inmediato sobre mi mejilla interior.—Porque si te sigues comportando de esa manera, créeme que no duraremos tanto tiempo, Hwang.

Él pasó una mano sobre su pelo, acomodándolo, o es lo que creía, se veía más que nada como una forma de aguantarse las ganas de gritarme o de expresarme molestia. Tanto que empieza a dar más pasos hasta que ya no tenía más salida, ni siquiera me podía correr para el otro extremo, que sus manos estaban muy cerca de mis brazos cubiertos por una blusa de mangas largas en un tono negro.

Apoyó su brazo izquierdo en la pared, logrando que nuestras caras estén muy cerca.

—No me vas a dejar.

—Hwang, tú no me das miedo.

Aclaré entre risas sarcásticas.

Estaba en un trance de que no me agradaba para nada la persona que se encontraba frente a mi cara en estos momentos, sin embargo, supongo que en parte me arrepentí de haberle dicho esas últimas palabras, porque su rostro se enfureció notoriamente, y el vaso que estaba entre sus dedos hace un minuto cayó al suelo, sus manos fueron a mis brazos, sujetándome con mucha fuerza, logrando que empiecen a dolerme los jodidos brazos.

—Retráctate.

—Créeme, no quieres jugar ese papel conmigo.—aconsejé igual de enojada que él.

—¡Házlo!

Me gritó, ocasionando que mis ojos se cierren por el impacto de aquello. No obstante, no iba a dejar que ningún varón me haga comportarme de una manera sumisa frente una discusión seria, no me importaba que sea mi esposo o que sea la persona que tanto amaba, jamás me iba a dejar tratar de esta forma.

—No y ya suéltame.

—Miki...—pronunció fastidiado, pero con una mezcla de ruego, entre que sus luminosos ojos celestes se iban cristalizando de a poco.—, debes hacerlo. Por favor, retráctate, maldición.

Sabía por qué lo decía.

Y era demasiado triste que tengamos que pasar por esto él y yo. Desde que era una niña supe sobre el error que cometió mi padre al meterse en esta mierda, era muy consciente de que el respeto se ganaba y sé que para que esos hombres confíen en lo que él estaba haciendo tenía que hacer ciertas cosas, como Vittoria siempre decía; para todo acto hay una consecuencia. Y, lastimosamente, esta era la suya y no se estaba dando cuenta del gravísimo error que estaba cometiendo.

—¿Tú quieres esto?

Cuestioné, aguantando las lágrimas en mis fanales colores cafés. Sin mirarlo a la cara, él aún sujetaba de mis brazos.

No podía verlo al rostro por pena.

—Lo puedo llegar a captar, puedo entender que anheles esto para ti, para tu vida, comprendo a la perfección que desees tener el amparo de la mafia italiana, únicamente por tus delitos de demencia, Hyunjin—nuestros ojos se cruzan apenas pronuncié esas palabras, estábamos al borde de las lágrimas—. Porque yo también soy alguien con conexiones y sé muy bien que aquel día en la casa me engañaste. No fue tu primera vez matando a alguien, así que...

Me quedé callada.

Primero tenía que guardarme el llanto antes de decir mis siguientes palabras, pero no podía hacerlo debido a que me estaba dando cuenta de la mierda por la cual iba a pasar en los siguientes años de mi vida. Yo lo amaba muchísimo para dejarlo ir, era muy tarde para mí, para nuestra relación, para nuestro amor, hasta para nuestro propio matrimonio. Todo se fue al carajo.

—Si te retractas no tengo que hacerlo.

—Ese es el problema,—reí, mientras que no soportaba más las lágrimas y las acabé soltando.—Hyunjin, que no me pienso retractar y tú tendrás que cargar con eso toda tu vida por elegir esta basura antes que a tu disque esposa.

—¡Carajo!

Exclamó, golpeando a un costado de mi rostro, pegándole a la pared. Entonces, no le quedó de otra que jalarme hasta el escritorio de madera que estaba casi vacío, mi esposo arranca las prendas que tenía puesta esa tarde y me sube al escritorio bruscamente, se quita el cinturón y se baja la cremallera del pantalón.

—Okey, aquí es donde violas a tu propia esposa.

—Cierra la puta boca, Miki.

—Bueno, ¿cuál sería la diferencia con nuestra vida cotidiana, no?—demandé, observando que él me veía con lágrimas en sus mejillas.—Okey, vamos, mi amor, haz lo que tanto me calienta. ¡Qué lo hagas!

Chillé molesta.

Él a su defensa no me dijo una sola palabra, solo me dio la vuelta, introduciendo de una vez su pene en mi cavidad vaginal, restándole importancia lo que yo sentía en ese momento. Simplemente que ya ni siquiera sabía lo que estaba pasando con la persona que yo conocí en su momento, me arrepentí el día en que decidí presentarlo a la familia, o no, mejor; me arrepiento de no aceptar ser el sottocapo de la puta familia Stefano.

Hwang presionó mi cintura, adentrándose cada vez más y ocasionando que expulse mis quejas en murmullos, también podía sentir algunas gotas caer sobre mi espalda, eso me daba la noticia de que se encontraba llorando. Empero, no duró tanto tiempo, cada vez trataba de darle una mano, hasta el punto en que el cogerme era más fácil para él. Me giró, ahorcándome y hacer que empiece a soltar gimoteos.

—J-joder.

Hyunjin acabó conmigo esa misma tarde, tanto que terminé postrada en el escritorio de madera y lo último que puedo escuchar es el sonido de la puerta cerrándose. Por demás de que oí a mi esposo decirles a esos hombres que ya no lo vuelvan a molestar más y que se vayan de la casa para siempre.

«De nada.»

Pensé, mientras que quitaba mis lágrimas.

—¿Cómo estás?

Abandoné mis pensamientos cuando escuché la voz de mi cuñada, Bella de Stefano traía un vestido de flores con sus típicos zapatos de tacón y su cabello rubio en unas trenzas, tenía una cálida sonrisa en su cara. Me era gracioso verla de esa forma, porque cuando estábamos en la escuela ella era mi persona menos favorita y el sentimiento era mutuo, nunca le caí bien, nunca le agrade, pensaba que era una niña mimada y que tenía todo lo que quería por ser la única mujer de la familia.

Quería suponer que cuando se casó con mi hermano comprendió las razones del por qué me comportaba de esa manera, dejó de tener ese pensamiento malo sobre mí y comenzó a pensar como una adulta, dándose cuenta de que se ha metido en la boca del lobo y que ya nunca más podría abandonar esta vida. Lo bueno de todo esto es que no hay ningún niño de por medio, si no las cosas serían diferentes y difíciles también.

—Te preparé un café.

—¿Tiene whisky?—Bella asiente. Por eso es que agarro la taza de café.—Lo agradezco mucho. Lo tomaré ahora mismo. Mmh... Sí, en verdad tiene whisky.—comenté después de haber probado un poco.

—Miki.

—¿Sabes?—interrumpí, viéndola con una media sonrisa.—Estuve pensando en algo muy, pero muy gracioso en estos últimos minutos.

—Te escucho.

Bella se sienta enfrente de mí, preparándose para escuchar lo que estaba por decir, juntó sus manos sobre la isla de la cocina. Todavía con esa mueca de felicidad, o era lo que pensaba.

—¿No piensas qué la vida es una paradoja cuando la única persona que más te puede hacer reír y sonreír, te hace llorar? ¡Es una locura!

Expulsé una risa, terminando de tomar el café negro con un poco de whisky. Entonces, la chica deja de obtener esa emoción en su mirada y me mira con pena, porque era la única razón de que ella se encuentra en estos momentos frente a mí, ya que sabía lo que ha sucedido y me quería tranquilizar un poco.

—Hyunjin es un idiota.

—Obvio que lo es, está conmigo.

Eché otra risotada.

—Miki, no querrás decir qu...

—Bella, ni bromeando voy a dejar pasar esta gran oportunidad que me dio Maurizio Stefano antes de morirse—me levanté del taburete sin sacarle la mirada.—. Mi esposo me va a conocer en realidad. Así que hazme un favor y ayúdame a contactar a Valerio Lombardi, ¿si? Yo sé que eres una buena cuñada.

Le sonreí, marchándome.

Suspiré frustrado.

Eran las 09:00 de la mañana, me encontraba sentado en el borde de la cama, mirando el gran día que se avecinaba, el sol ingresaba por el balcón del cuarto y dándome menos ganas de pararme. Pero cuando giro a ver a mi lado, ella ya no estaba más, supuse que se encontraba despierta y evitándome, era lo que ha estado haciendo desde que la traje a la fuerza, además, comprendía las razones, normalmente estábamos acostumbrados a tener nuestros encuentros sexuales de una manera no bien vista para el mundo, sin embargo, sabía que lo que hice hace unos días fue una completa violación, aun cuando, ella lo disfrutó.

Pero yo no.

La pasé muy mal, y tenía odio conmigo mismo, porque jamás pensé que sería capaz de hacer una cosa como esa, pero así fue. Después de bañarme bajé al comedor de la casa, notando que estaban la mayoría, menos la pelirroja que tanto me gustaba. Tanto que me aleje de ahí, en la búsqueda de mi esposa, sin embargo, no estaba por ninguna parte de la mansión.

—Señ...

—¿Has visto a mi esposa?—fui directo al grano.—No la veo por ningún lado.

Giovanni Conte hace una mueca que no llegué a comprender muy bien, porque parecía que me lo quería decir, solamente que no encontraba las palabras adecuadas. Hasta que se acomoda en su lugar, viéndome directamente a los ojos y abrir la boca, anunciándome algo que me hizo quedar en shock por pocos minutos.

—Es sobre eso, la señorita Miki cuando aún era joven solía cabrear a su padre de una manera.

—¿Cuál?

—Escapándose.

—¿Ajá?—fruncí mis ojos, ladeando la cabeza.

—Con el hermano de Valentino.

Solté una risa, tocando mi frente.

Me rascaba con frustración, porque si este era su plan, se estaba volviendo completamente loca. Hasta que comprendí que había comenzado con su juego retorcido, miré seriamente a Giovanni. Pidiéndole algo.

—Encuéntrala.

—Señor Hwang, la razón por la cual su esposa siempre se escapaba con él era porque Valerio Lombardi era el espía personal de su padre, es muy bueno escondiéndose.

—¿Me estás poniendo una excusa?

Indague enojado.

Entendía que Giovanni siempre fue la mano derecha del señor Stefano, pero él ya no estaba más en esta casa, tenía que entender que hay un nuevo jefe y las cosas son muy diferentes a cómo las hacía el mayor. Conte se encariñó con la familia y yo estoy por volverme loco si no la encontraba. Miki sabe lo demente que me puedo volver si me llego a enterar que se encontraba con otro hombre que no sea yo, así que debía de buscarla.

—Jefe, tal vez sepa dónde se puedan encontrar.—dijo Valentino Lombardi, apareciendo por el pasillo con una mano sobre su celular. Miré al hombre en forma de que vaya aprendiendo y no buscar excusas. Moví mi cabeza, dándole el permiso de que me cuente más.—Mi hermano puede ser muy bueno escondiéndose, pero como todo hombre tiene una tentación.

—¿En qué jodido prostíbulo está?

—Club Dei Sapori.

—Busquen a mí esposa.

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