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𓏲★. falling into despair.

PÁGINA DIECIOCHO
Cayendo en la desesperación.

Estando delante de la persona que me ama, no soy capaz de decir las palabras te amo y siempre tuve el miedo de que algún día eso lo joda por completo, nunca quise rendirme y dejar que eso mismo arruine la relación que teníamos. Pero tampoco sabía qué carajos debería de hacer sin la necesidad de decirle cuánto la quería, ya que ella ya lo sabía, y es que eso me estaba enojando, ¿por qué decirle te amo cuando ya lo sabía con mis acciones? Porque no podía, no me salía y no se lo iba a decir falsamente.

Pero no sabía que esto pasaría.

Duele como el demonio.

Ni siquiera la tajada que me hizo en la cara me dolía tanto como su decisión en desaparecer de mi vida y de la faz de la tierra, debido a que no hay hombre que la encuentre, nadie podía saber su paradero, siquiera sus amigos se encontraban a mis pasos. Eso me daba a entender de que Miki estuvo planeando todo esto desde un principio. A veces me ponía a pensar que el ser humano es demasiado extraño con sus típicas extrañezas, yo solía no preocuparme, ni arrepentirme de nada, pero en estos momentos me quiero matar, ya que me arrepiento por completo de haberle dicho esas palabras, simplemente, le tenía que haber dicho lo que en verdad sentía por ella y nada de esto estaría sucediendo.

Quizás le tenía que haber dicho lo que me estaba pasando, lo que en verdad me costaba amarme a mí mismo después de todas las cosas que estuve haciendo durante mi vida, no me importaba saber que yo era una basura, con tal de que la pelirroja creyera que era una buena persona ante sus ojos. Empero, esos pensamientos se borraban cuando me encontraba a solas, y mi cabeza empezaba a hacerse preguntas, viendo lo horrible de mí, el haber asesinado y jugar con las personas, únicamente, para poder obtener algo de ellas. Solo quería decirle que era una persona herida y que necesitaba un abrazo de ella, de mi esposa, de la mujer que me ama, y decirle que estos últimos años me estuve ocultando detrás de una máscara, para que sepa que fingía ser un chico fuerte cuando no era así.

La extraño tanto que podría morir.

Odiaba tenerla solo en mi imaginación, tenía que cerrar los ojos para imaginarme que se encontraba a mi lado, dándome el apoyo que tanto quería recibir de ella, Miki fue una hermosa persona conmigo, ella misma me lo dijo la última vez en que nos vimos. Me amaba completamente, sin importarle los defectos que yo tengo, y ni siquiera fui capaz de darle lo que tanto estaba esperando de mí, era por eso que me odio a mí mismo. Pareciera que no volvería más y yo me estaba convirtiendo en una horrible versión de mí, ya ni siquiera sabía descifrar las emociones que llevaba por dentro, era tan triste tener las ganas de poder pintarla para tener un recuerdo vivo de ella en mi cuarto y no esas viejas pinturas, en donde una de ellas era el momento en que me dijo cuánto me amaba y que yo evité.

Ahora es donde mi cabeza me juega una mala jugada y me pone su sonrisa, sus manos juguetonas, ese bello color de pelo impidiendo poder ver con claridad el sol de la mañana al despertar, es que mi mente me odiaba que me ponía sus recuerdos y, entonces, me acuerdo de sus últimas palabras antes de desaparecer para siempre. Tenía razón cuando me dijo que la iba a recordar, ahora tenía una cicatriz en el labio derecho, la cual toqué con ternura, no me importaba lo horrible que eso quedaba en mi rostro pálido, lo único que me importaba era la persona que me lo hizo. Juraría que si pudiera rebobinar el tiempo atesoraría cada minuto, incluso, cada segundo de mi vida con Miki Stefano.

Quiero ver su sonrisa una vez más.

Quiero tocarla una vez más.

Quiero escucharla... una vez más.

Realmente necesito, y me gustaría, poder abrazarla.

4 MESES ATRÁS

—¡Qué mierda me importa!

Lanzó un jarrón cerca de sus pies, ocasionando que el cristal se rompiera y uno de sus pedazos quedara en el cuerpo de algunos de sus empleados, no hay que mencionar que le importa un carajo lo que sentían, únicamente, le interesaba encontrar a su esposa, la necesitaba con urgencia antes de que sea capaz de cometer una gran locura sin el cuerpo de su esposa.

Felix entró a la oficina, encontrándose con el lugar completamente destruido. Empero, no dijo una palabra, simplemente, miró directo a los ojos del pelinegro. Se podía ver a gran distancia de la locura en la cual está entrando, su cabello estaba más largo de lo normal, se podían ver las ojeras, la barba le ha crecido bastante y el despacho olía a cigarro con una mezcla de alcohol.

Un completo desastre.

—¡¿Qué esperan?! ¡¡Largo!!

El nuevo capodecime dirigió a sus hombres en la búsqueda de la esposa del Don de la mafia, al menos, antes de que todos aparezcan muertos si no la encontraban. Cuando ellos se fueron, el chico, de ahora, melena en un tono castaño, se acerca lentamente hasta llegar al escritorio del chico de unos ojazos celestes, pero con un poco de rojo en ellos, por haber llorado tanto la noche anterior. Felix lanza una carpeta.

—¿Qué es?—pregunta Hyunjin sin ganas, dispuesto en abrir una nueva botella de soju puro para sus sistemas.

—Información de mi hermana.

No dudó en agarrar la carpeta marrón, solo que el castaño detuvo aquello, dedicándole una mirada muy seria, era una mirada que denotaba advertencia, por primera vez el pecoso no quería hacer nada en contra de su cuñado.

Por eso habló.

—Escucha, Hwang Hyunjin, es muchísima información de mi hermana. Quizás, lo que leas allí te pueda llegar a molestar demasiado.

—¿Con quién mierda se acostó?

Indagó hirviendo del enojo.

Pero eso logró que el pecoso ruede los ojos, quitando su mano de la de Hyunjin, para que él mismo averigüe de lo que él estaba hablando. Debido a que nunca podría cambiar lo posesivo que él era con su hermana. Entonces, Felix se dedicó a mirar cada reacción del pelinegro, mientras que veía algunas fotografías que se encontraban dentro y algunas hojas, de la misma manera que grabaciones en video y audio. Las cuales no tardó en reproducir en su laptop, en donde se podía oír la voz de su adorable esposa, una sonrisa fue a su cara apenas escucharla, simplemente que la sonrisa se borró cuando escucho la voz de Lee Minho. Un supuesto socio.

—¿Desde cuándo Lee es tan unido a Miki?

«Está hecho.»

«Gracias, Minho.»

«¿Has pensado en lo que te propuse?»

«Sí, sabes que siempre les voy a decir que sí. Es para lo único que fui entrenada en mi niñez.»

«De acuerdo, se lo diré. Pero tienes que ser discreta con estas cosas.»

»¿Piensas qué estás hablando con una niña? ¿Umh? Ya lo sé, Lee. Gracias a mí tienes reunida esa información, así que de nada.»

»¡Oye!—rio.—Está bien, te agradezco, pero es mejor que tengamos esta conversación en persona. Ya sabes, no confío en I.N y es muy unido a tu esposo. Tal vez... Ya se enteró. «

Directamente, se puede escuchar el momento en que Miki Stefano colgó la llamada que tuvo en ese momento con Lee Minho, en donde tenían una grata conversación sobre algunos negocios que tuvo Hwang Hyunjin y que le importaban tanto a ciertas personas, personas que no se pudieron nombrar en el audio.

Pero que él sabía.

Hyunjin explotó, esta vez lanzando la grabación en audio que apenas le ha llegado a sus manos, el pecoso no le quedó de otra que quedarse en silencio, sin decirle lo que en verdad estaba pasando por su cabeza, sin embargo, iba a ser algo que le comentaría en un futuro, cuando él se encuentre más calmado y no tan eufórico. Parecía que el enojo estaba sintiendo lo estaban dejando ciego por completo. La empresa y el estatus que tanto le costó construir a Maurizio Stefano, un simple muchacho con problemas de control de ira podrías joderlo absolutamente todo, sin darse cuenta de que tal vez hay dos personas muy importantes que podrían clavarle un puñal en la espalda con él consciente de eso.

—Tráiganme a Yang Jeongin.

ACTUALIDAD

Me hallaba echando el humo del cigarro que estaba inhalando, mientras tanto mis brazos estaban reposando en mis piernas y mi cabeza empezó a nublarse con recuerdos que me han atormentado desde el instante en que la deje irse para siempre. Me dolía saber que todo lo que creí que jamás se iría, se terminó yendo, simplemente, por mis malditos problemas de impulsividad y no decir una sola palabra que a ella le importa muchísimo. Emplacé el cigarrillo de nuevo en mis belfos, inhalando nuevamente del veneno que ella más aborrecía de mí, siquiera odiaba qué sea cómo soy, sino que tenga vicios que me podrían matar lentamente. Pero lo que ella no sabía era que Miki Stefano siempre fue mi droga favorita. Y la quería otra vez conmigo, estaba seguro de que esta vez haría las cosas adecuadamente, nada y que ni nadie nos podrían separar.

No obstante, suponía que era demasiado tarde querer hacer las cosas correctamente con la italiana que me volvía más loco de lo que ya estaba desde su partida. 

Entonces, una llamada lo arruina todo.

Fue la ocasión de empezar con la marcha de traerla de nuevo a mí, porque no iba a dejar que sea feliz con otra persona que no sea yo, sabía que Yang Jeongin me diría la verdad, él no sería capaz de traicionarme de la misma forma que lo hizo Lee Minho. Tenía todas mis esperanzas puestas en el menor, y la verdad, me sorprendió cuando me comentó absolutamente lo que averiguó de mi esposa. Ahí estaba encaminándome al hotel donde ese tipo se estaba hospedando por mientras, claro que por mientras, porque cuando tengamos una charla, ya no estará más presente en el minuto en que toque el timbre de su puerta.

—Buenas noch...

Extrañamente, cuando me vio se quedó callado, ¿por qué será? Directamente, no dejé que termine de hablar y el hacha quedó en su cabeza. Recogí el hacha, colocándola sobre mi cabeza y bajar con todo a su cuello, decapitándolo. Por suerte solamente me había manchado la cara, supongo que después podría pasar por una tienda y comprarme una camisa de repuesto. Lancé el objeto a un costado, revisando los bolsillos del hombre, observando su billetera y móvil, abrí la cartera notando que tenía una gran cantidad de dinero, también que se llamaba Valerio Lombardi.

Arrebujé mi entrecejo pensativo. Debido a que se me hacía raramente conocido, ¡claro! Tuve que matar a su hermano por haberlo escondido durante mucho tiempo, sin embargo, fui al celular en donde lo desbloqueé con su rostro, notando algo importante, sencillamente que me encontré con el chat de Miki Stefano donde le decía que se vaya del hotel donde se hospedaba.

—Muy tarde, mi amorcito...—canturreé. 

Terminé cubriendo mis huellas del desastre que hice y situé la cabeza degollada en la maleta que el mismo trajo consigo, así fue como abandoné el hotel, esbozando una sonrisa a los trabajadores del sitio.

Seguidamente de 12 horas de viaje, llegué a mi hogar.

Pegué el culo en el sillón, estaba muy cansado, empero, antes de poder prender la televisión para divertirme un poco del aburrimiento que tenía, un objeto va contra la TV que me costó mucha fila conseguir. Podía observar la pantalla rota y yo no podía creer que esto me esté pasando, en eso, giro mi cabeza rápidamente, dejando claramente que no me gustó nada lo que hizo con mi televisión.

—¡¿Qué haces?!—le vociferé.

—Me hago la misma pregunta. 

Rodeé el sillón negro, teniendo de cerca a la mujercita de tez blanca y bronceada, lucía estupenda como siempre, simplemente que con una cara de pocos amigos, suponía que mi advertencia llegó velozmente a su persona.

—Sabes que no te puedes escapar, Miki.

—Sabes que no me importa lo que tú me digas.

Reí sarcásticamente, dando unos pasos a ella.

Ya nada era como la primera vez en que nos conocimos, siquiera su mirada era la misma, porque me conoció realmente por quien era. Desde un principio sabía que eso podría suceder en nuestro matrimonio, exclusivamente que la pelirroja me aseguró que de ningún modo se iría de mi lado, que estaría a mi lado sin importar las consecuencias negativas de estar conmigo, digamos que eso hizo que la quiera con más razón para mí.

Stefano supo sobre eso, que luego empezó a hacer lo que se le venía en gana. Cada vez que hacía algo, lo hacía con rencor, con desganas, con albedrío de verme sufrir, sin embargo, de alguna forma, podía sentir su devoción por mi persona, aun cuando lo haga de una forma que a mí me encantaba. Estábamos lo suficientemente cercanos como para que mis orificios vayan a sus deliciosos labios, los cuales estaban con algunas mordidas, sospecho que fue a causa de mi culpa aquello. Estaba consciente de que le estaba haciendo un daño, pero no me podía alejar lo suficiente de ella, era la máquina que me mantenía con vida, después de todo, me mantenía a salvo.

—Te dije que no me buscaras más.

—Eres mi esposa, siempre te buscaré, y hasta que no estés conmigo, no dejaré de intentarlo. 

—¿Ya ingeriste tus pastillas? Porque estás enfermo, Hwang. ¡Ya deja de acosarme! ¡Con una mierda!—bramó iracunda.

Veo que ella se gira, dispuesta en marcharse, o mejor dicho, en agarrar algún objeto y lanzármelo. Por suerte la detuve, acercándola aún más a mí, ocasionando que sus fanales vayan por un momento a mis labios, pero ¡Dios! Fue tanta mala idea hacer eso conmigo, porque ahí mismo la besuqueé a quemarropa, ambas manos van a su cintura tan perfecta para mis manos. Sencillamente que Miki se remueve, queriendo alejarse de mí, empero, jalé todavía más fuerte de su cuerpo, para que me acepte.

Mordí sus belfos, dando paso a nuestras lenguas, la cual ella mordió fuertemente. La subí a mis brazos, enredó sus piernas en mi cintura, llevándola a la habitación, mientras que nos seguíamos besando, obvio que Stefano trataba de alejarse de mi cara, no obstante, no lo logró.

Cuando la tiré en la cama, arrebaté su vestido rojo, dejándola en ropa interior. Mi lengua fue directo a sus pezones para succionarlos y lamerlos, entre que veía que mi esposa lo estaba disfrutando y odiando al mismo tiempo. Una de mis manos fue debajo de su monte de venus, ingresando a su vagina, entonces, los primeros mascullados se oyen en toda la habitación, y una sonrisa de orgullo va a mis labios, moviendo mi mano cada vez más rápido y mi lengua en su pezón izquierdo, dejando unos chupones.

—Ah-ah... Ya para, b-basta...

Imploró, simplemente, la ignoré siguiendo moviendo mis dedos.

Notando que estaba lo suficientemente mojada, me levanté subiéndome encima de su cuerpo para introducirme bruscamente dentro de ella, sintiendo sus uñas incrustarse en mi espalda. Gracias a eso empecé a embestirla más rápido, una de mis manos van a su cuello, asfixiándola acordemente a sus gustos, que me ponía del mismo modo que a ella. Entonces, gimió mi nombre y eso me puso al palo otra vez, sentía que me desmayaría aquí mismo, nunca soy dulce con mi esposa porque jamás logramos serlo juntos, no obstante, en este preciso momento lo único dulce que pude hacer por ella fue darle un cálido beso.

—Te amo. 

Y volvimos al principio.

¡holis! ¿cómo están? espero que
muy bien, porque yo ando bien
nerviosa, lamento por el capítulo
repetido, sin embargo, es más o menos
para que se vaya comprendiendo algunas
lagunas del principio de la historia.

nos vemos en el próximo
capítulo, que, probablemente,
será mañana o en unas horas
porque ya la estoy terminando.

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