Capítulo 21: Sicario.
Pasaron dos semanas desde que Biagio fue atendido por el cuchillo dentado incrustado en su antebrazo derecho, en ese tiempo él lo ha tenido muy difícil, ya que es diestro, no podía comer bien por sí solo, tampoco podía hacer mucho solo, una persona que por alguna razón no puede usar su brazo dominante, termina siendo increíblemente inútil, aunque lo bueno es, que ha mejorado levemente su control con el brazo izquierdo, logrando ser levemente ambidiestro, pero muy levemente, tan poco que ni siquiera se debe tomar en cuenta, siguió siendo un inútil.
Ahora, por fin Kristen ya puede desarmar la posición relajada en la que Biagio tenía que tener su brazo, que era una flexión del codo a noventa grados en posición neutral, la misma postura que se debe tener cuando tienes el brazo enyesado.
- Bien, ahora puedes comenzar a usar tu brazo derecho, pero no lo sobre esfuerces, ah, por cierto, todavía tienes que quedarte con vendas, pero no es necesario las de gasa. - Dijo Kristen mientras le cambia los apósitos por última vez.
- Me alegro. - Dijo Biagio con una sonrisa de felicidad.
- Aguantaste dos semanas sin herirte, estoy orgullosa de ti. - Dijo Kristen con un tono de voz burlón.
- Jajaja... Te gusta burlarte de mí ¿Eh? - Dijo Biagio levemente avergonzado.
- Me lo merezco. - Dijo Kristen con una leve sonrisa en su rostro.
- Es cierto. - Dijo Biagio mientras suspira derrotado por Kristen.
Mientras que Kristen habla y atiende a Biagio, Alexander y Anikka están sentados en los asientos de madera que tienen en ciertas partes del campamento.
- Ya hace dos semanas nos reconciliamos chicos y chicas, fue algo fugaz, pero a la vez se sintió eterno. - Dijo Alexander a Anikka mientras se rasca la parte trasera de su cabeza.
- Es cierto, todo fue culpa de esa chica y sus subordinados. - Dijo Anikka mientras se enoja levemente por esos malos recuerdos.
- ¿Y qué sucedió con ella y sus subordinados? - Preguntó Alexander con curiosidad mientras mira a Anikka a la cara.
- Ellos siguen aquí, comen de lo que ustedes consiguen y se los ve como si estuvieran armando un plan. - Dijo Anikka mientras suspira irritada.
- No te preocupes mucho, ya no escucharemos lo que ella diga. - Dijo Alexander con una sonrisa en su cara mientras agarra el hombro a Anikka.
- ¡Eso espero! - Dijo Anikka mientras se sonroja levemente y le tira un puñetazo de camaradería a Alexander.
- ¡Ay! ¡Ah, sí! Confía en nosotros. - Dijo Alexander mientras se soba su hombro por el golpe de Anikka que no fue débil.
Mientras tanto el anciano Adler estaba mirando los alrededores del campamento junto con Eduardo y Dmitry, en esas dos semanas que pasaron, el anciano Adler estuvo recuperándose de su desnutrición gracias a Kristen y los enfermeros, ya engordó ocho kilogramos en dos semanas, no es lo más optimo, si estuvieran en la civilización hubiera logrado subir hasta cinco kilogramos por semana, pero igualmente está muy bien, ya no se ven los rastros de debilidad que tenía antes.
- Ya terminé de analizar los lugares, creo que podremos hacerlo. - Dijo el anciano Adler con total firmeza y seguridad.
- ¿¡En serio!? ¿¡Cuándo comenzaremos a trabajar!? - Preguntó Eduardo emocionado mientras mira al anciano Adler.
- Podemos comenzar ahora si quieren, lo primero es ir a buscar los materiales suficientes para construir. - Dijo el anciano Adler mientras hacía señas para que lo sigan.
El anciano Adler junto a todos los demás fueron al sector en dónde estaban Alexander y Biagio, para poder hablar con todos sobre el plan de construcción urbana.
- Oh, señor Adler ¿Cómo está? Veo que está recuperándose muy bien, le dije que Kristen era divina. - Dijo Biagio mientras se levanta y saluda a el anciano Adler.
- ¡Oye! ¡No digas cosas vergonzosas! - Dijo Kristen levemente avergonzada por la estupidez que dijo Biagio.
- Anciano Adler ¿Tiene algo que decirnos? - Preguntó Alexander mientras caminaba a ellos junto a Anikka.
En poco más de un minuto se junta todo el campamento alrededor del anciano Adler, Biagio, Kristen, Alexander y Anikka.
- Si, ya tengo el plan de construcción urbana en mi cabeza, en unas horas tendré listos los planos, así que voy a necesitar que vayan a buscar materiales de construcción. - Dijo el anciano Adler a los demás presentes.
- Perfecto, ya llegó el día. - Dijo Alexander mientras aprieta su mano con fuerza.
- Genial. Señor Adler, solo dinos que materiales necesita y cruzaremos mar y tierra para conseguirlos. - Dijo Biagio mientras se levanta del suelo.
- Recuerda que no puedes hacer mucha fuerza todavía en tu brazo. - Dijo Kristen mientras le agarra del hombro a Biagio con una cara seria.
- Está bien, solo haré la fuerza con mi brazo izquierdo, con el derecho intentaré controlar el equilibrio. - Dijo Biagio con una expresión triste en la cara.
- No, es un no. No discutas. - Dijo Kristen mientras agita lentamente su cabeza en negación.
- Por favor, no haré fuerza en mi brazo derecho, déjame colaborar, te lo suplico. - Dijo Biagio mientras miraba a Kristen con una carita de cachorrito triste.
Kristen intenta ser lo más dura posible, no ceder a sus peticiones para que él pueda recuperarse correctamente, pero cuando la mira con esa cara de que se le cae el mundo encima, ella no puede evitarlo.
- Está bien, puedes colaborar, pero yo te estaré observando constantemente. - Dijo Kristen mientras hace el ademán de agarrar la cabeza en resignación.
- ¡Muchas gracias! - Gritó Biagio de felicidad por poder participar en la actividad masculina.
- Bien por ti amigo. - Dijo Alexander mientras le agarra el hombro a Biagio.
- Claro que si amigo. - Dijo Biagio mientras se para en frente de Alexander.
Los dos se saludaron con un estrechamiento de manos bien fuerte, aunque fue una muy mala decisión por parte de Biagio.
- Ungh... ¡Auch! - Dijo Biagio mientras se agarra el antebrazo derecho del dolor.
- ¡Te dije que no hagas idioteces! - Dijo Kristen mientras va a revisar a Biagio.
- ¡Ah! Lo siento hermano. - Dijo Alexander mientras se arrepiente de su accionar.
Kristen revisa su brazo y su movilidad y no había sucedido nada que comprometa su antebrazo nuevamente, el dolor fue por la vibración que produjo la onda de choque entre sus manos.
- No ha sucedido nada, que alivio. - Dijo Kristen mientras suspira aliviada.
- Biagio, si sigues así, pronto le darás un ataque a Kristen ¡Se más considerado! - Dijo Anikka a Biagio para que recapacite.
- Si, lo siento, lo siento Kristen. - Dijo Biagio arrepentido de sus acciones autodestructivas.
- Jaja, hermano, siento lastima por ti. - Dijo Alexander mientras se ríe mientras sacude su cabeza en negación.
- ¡Tu cállate también! - Regañó Anikka a Alexander por ser participe en sus acciones autodestructivas.
- Si, lo siento mucho. - Dijo Alexander arrepentido de sus acciones de cómplice.
Todos se ríen de la situación que provocaron este par de parejas, hasta que se acerca a ellos Agustina y sus cuatro subordinados
- Chicas y chicos, escúchenme un segundo, ahora que soy la líder quiero establecer unas reglas. - Dijo Agustina confiada de que era la líder.
- ¿Qué? - Dijo Anikka confundida ya que nunca aceptaron que ella fuese la líder.
Agustina se acerca y se para en frente de todos para poder establecer sus reglas en la mente de todos.
- Primero que nada, a partir de ahora un ente regulador administrará el dinero de todos, así que todos tienen que pasarme todas sus monedas para invertir entre todos por igual, así todos somos iguales, todos disfrutan de lo mismo y nadie está en desventaja. - Dijo Agustina mientras le entrega su teléfono celular a sus subordinados.
Entonces cada uno comenzó a pasar por cada miembro del campamento, pero cuando llegó al primero de todos, recibieron una respuesta que ellos no esperaban.
- No te voy a dar mis monedas ¿Tú estás loca? - Dijo Eduardo con una expresión enojada en su cara.
- Cállate, debes hacerlo porque soy la líder, una vez que ustedes los hombres cisgéneros heterosexuales me pasen sus monedas deben desaparecer de nuestra vista, son peligros andantes para nosotras. - Dijo Agustina con un tono enojado por hablar con un hombre cisgénero heterosexual.
- ¿¡Ah!? - Preguntó Alexander totalmente impactado por lo que está diciendo Agustina.
El no tuvo ni el tiempo de reaccionar porque estaba en shock, ya que se suponía que él era líder del campamento.
- La segunda regla es esa, los hombres cisgéneros heterosexuales deben alejarse nuevamente de nosotras, desde un principio no debían acercarse otra vez, si no estuviéramos en este horrible lugar, ya hubiera denunciado a todos por todas y también hubiera hecho una denuncia pública en las redes sociales. - Dijo Agustina con una gran confianza en sus palabras.
En ese momento todos los chicos sintieron un gran escalofrío recorriendo por sus espaldas, ya que ellos saben que una denuncia y una denuncia pública por redes sociales, es sinónimo de arruinarte la vida.
Las chicas del campamento vieron la reacción de los chicos y se dieron cuenta que ellos no podrán hablar como en la vez pasada otra vez, así que es el momento de ellas.
- Eso está muy mal, ellos son inocentes y no lastimarían ni a una mosca, solo les arruinarías la vida, no digas esas cosas tan a la ligera. - Dijo Amelia intentando confrontar a Agustina y sus secuaces.
- No puedo creer que mis hermanas de otras madres estén defendiendo a unas bestias salvajes... - Dijo Agustina mientras se agarra de la cabeza incrédula ante la situación.
- ¿Qué dices? Deja de insultarlos, ellos también tienen sentimientos y pueden sentirse tristes ¡Cierra esa sucia boca tuya! - Gritó Eun-ji más que enojada, enojadísima a Agustina.
- Bueno, dejemos esto por ahora, solo centrémonos en las monedas, esperaré diez minutos para que me las pasen. - Dijo Agustina mientras suspira como si estuviera tratando con idiotas y luego se fue.
Se quedó Klaus con los demás, para recibir las monedas en el celular de su jefa. Biagio, que estudió economía, sabe lo terrible que es este sistema que quiere implementar Agustina, es literalmente dar a otros lo que uno se esforzó consiguiendo, en contra de tu voluntad, es proveer a otros con el bolsillo ajeno, es claramente un robo a mano armada.
- Nunca aceptemos entregarles nuestras monedas, sé que ese modelo económico que ella quiere implementar no es viable, más que nada porque se ve que ella es corrupta. - Dijo Biagio con una expresión seria.
- Tiene razón el joven Biagio, es claramente un intento de robo, como lo hacen muchos gobiernos, no hay que ceder. - Dijo el anciano Adler.
- Exacto señor Adler, que cada uno administre sus monedas que consiguieron con esfuerzo, nadie puede meterse en el bolsillo ajeno sin el consentimiento de esa persona. - Dijo Biagio mientras pone una expresión enojada.
- Biagio, tú estudiaste economía ¿Cierto? Entonces te escucharemos a ti, debes saber más que ella seguro. - Dijo Alexander mientras le agarra del hombro a Biagio para mostrarle confianza.
De repente, todos los demás del campamento estaban de acuerdo con Biagio, para todos es sentido común, el dinero que conseguiste tu con esfuerzo, es tu dinero y solamente tuyo, nadie se puede meter en tu bolsillo, a menos que te obliguen, como un ente regulador como el estado.
- Genial, si me escuchan a mí, nadie podrá meterse en sus bolsillos sin el consentimiento de ustedes. - Dijo Biagio mientras levantaba el brazo motivando a todos.
Todos estaban hablando y riéndose entre todos, hasta que Klaus, que estaba escuchando todo, se fue enojado con su jefa los demás subordinados.
- Jefa, ese chico, que tiene el antebrazo vendado, dio un discurso de odio en contra de nuestro sistema económico objetivo, provocando que nadie nos de sus monedas ¿Qué hacemos? - Preguntó Klaus a su jefa Agustina.
- Ese maldito, además que es el tipo que mi mujer está enamorada, tendré que eliminarlo pronto, es una molestia. - Dijo Agustina mientras se muerde las uñas.
Biagio y Kristen se fueron juntos a buscar los materiales para sus casas improvisadas, el anciano Adler explicó que, en el pasado, en España, Alemania y varios países europeos, construían sus casas en las montañas, formadas por piedras, barro y madera, necesitan esos materiales para fabricar las casas en las que se pueda vivir más cómodamente que vivir en el aire libre, ya que las pocas veces que llovió mientras estaban en la montaña, fue una odisea.
Anikka y Alexander también fueron a buscar sus materiales juntos, los demás también se separaron en grupos junto al anciano Adler y fueron a buscar materiales, con esto, podrán asentar mejor el campamento de ellos, ya que, por el otro lado, se están matando gente cada cierto tiempo, en el campamento de Alexander, hay una cantidad de veintinueve chicas y veintiún chicos contando al anciano Adler y sin contar al grupo de Agustina.
En total hay una cantidad de ciento veinti y cinco personas vivas en el entretenimiento mortal ahora mismo de las doscientas que eran al inicio, cincuenta personas en el campamento de Alexander, cinco personas en el grupo de Agustina, cincuenta personas y en descenso en el grupo del sicario mexicano Jesús Miguel García López y veinte personas en el grupo del chino Chen Mao, que son altamente capaces, aunque sean pocos.
Varias veces el grupo de Chen Mao y el grupo del sicario Jesús Miguel García López, se han enfrentado, ganando por mucho el grupo de Chen Mao, ya que son muy bueno peleando y tiene buenas estrategias para pelear en el bosque, arrinconando a los locos subordinados de Jesús Miguel García López, por eso su grupo está en descenso, ya que es en dónde más gente muere, además de que ese loco mata a sus subordinados por cada pequeña cosa, pero es gracias a que estos dos grupos están en constante conflicto bélico, que el grupo de Alexander puede vivir una vida relativamente pacífica y avanzar como sociedad, ya que no tienen guerras ni conflictos, como máximo tienen problemas con el grupo de Agustina.
*******
En el otro lado del bosque, un hombre que estaba sudando frío de los nervios y el miedo, actualiza la situación de su misión a su desquiciado jefe.
- Jefe, encontré a los tres recaderos... Estaban muertos, sus cadáveres estaban en descomposición y tenía rastros de que fueron comidos por animales. - Dijo el subordinado que estaba sudando frío del miedo a su desquiciado jefe.
- Mmm... ¿Y sus monedas? - Preguntó el desquiciado jefe del hombre con miedo.
- Parece que fue arrebatado por alguien. - Respondió el subordinado temblando del miedo.
- ¿¡Qué!? - Gritó preguntando el desquiciado jefe.
- L... Lo siento supremo jefe. - Dijo el subordinado temblando de miedo casi orinándose.
- Já... Te mataría si tan solo no tuviera pocos subordinados ¡Ahora vete! ¡Antes que cambie de opinión! - Gritó el desquiciado jefe mientras apunta con una pistola al subordinado miedoso.
- S... Si, lo siento. - Dijo el subordinado mientras salía corriendo despavorido del miedo y orinándose encima.
Ese jefe desquiciado era el mismísimo sicario mexicano Jesús García López, es un hombre de cuarenta y seis años, mide un metro sesenta y siete centímetros, pesa noventa kilogramos con panza cervecera, su color de piel es color mestizo, su color de cabello es marrón oscuro y es calvo en la parte de arriba y no a los costados y lleva un combo de ropa de vaquero/Cowboy, bota de cuero artesanales, sombrero de vaquero, el resumen, ropa del norte de México.
- Es más que obvio que mataron a mis recaderos. Juro que los que los mataron y se robaron mis monedas, los encontraré, los torturaré y los mataré. - Dijo Jesús Miguel García López, mientras pone una cara psicópata y desquiciada, pero muy seria, con los ojos eyectados de sangre.
Cuando el desquiciado jefe se pone así, todos sus subordinados se alejan de él, ya que se pone increíblemente peligroso y destructivo.
Fin del capítulo 21.
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