𝟬𝟭𝟵 the bitter taste of honey
CAPÍTULO DIECINUEVE: EL SABOR AMARGO DE LA MIEL.
Una vez que la vampira logró salir de la mansión Sakamaki a escondidas, se dirigió a la dirección dada por Yuma Mukami, descubriendo que vivían en su propia mansión. Recordó con un ceño fruncido todas las veces que el vampiro de cabello largo había hecho comentarios sobre su diferencia de clases, pero aparentemente todo esto había sido un acto. Sin embargo, igualmente ingresó al lugar, sabiendo que estaba yendo directo a la boca del lobo. Pero la curiosidad le ganaba, obligándola a tomar el riesgo.
Después de todo, ella seguía siendo una sangre pura. Lo que significaba que era más fuerte que los Mukamis en sí. Además, tenía a su ventaja que había pasado años sobreviviendo con los Sakamakis; estaba más que segura que eso valía de algo.
—¡Pero miren quién es! —Kou le dio la bienvenida, y la chica ya estaba arrepintiéndose de su decisión—. ¡Ei! ¡No pongas esa cara! ¡Deberías estar contenta porque yo te reciba! Si quieres puedo traer a Yui, ella te mostrará el lugar y--.
—Kou —Yuma lo interrumpió, bajando un par de escaleras. Negó hacia su hermano, antes de mirar a Yusuki—. Sígueme.
Yusuki se teletransportó al lado del vampiro, y entonces lo siguió a paso lento escaleras arriba. Supuso que la estaba guiando hasta su habitación, con la intención de tener privacidad. Sin embargo, no dejó que eso la engañara. Todavía no sabía si el resto de los Mukamis también conocían a KarlHeinz, y no permitiría que solo ese hecho le confirmara que no era así. Hasta donde ella sabía, todo podía estar planeado.
Yuma cerró la puerta tras él una vez que se encontraron en su habitación. Al girarse, su rostro demostraba lo seria que era la situación—. Debes tener cuidado con KarlHeinz.
La pelirosa alzó las cejas, esperando que eso no fuera lo único que tenía para decirle—. Eso es noticia vieja, Mukami.
Sus propios hijos no confiaban en él, claramente ella no lo haría. Mucho menos cuando sabía todo lo que les había hecho pasar a los hermanos.
Yuma la tomó por los hombros cuando se percató que no le estaba tomando en serio—. Hablo en serio, Yusuki —su voz se tornó más baja—. Tu presencia en la mansión Sakamaki no fue coincidencia. KarlHeinz siempre supo de lo que eres capaz y, ahora más que nunca, debes ser precavida.
Yusuki frunció el ceño, inspeccionando el rostro del vampiro para asegurarse que no le estaba mintiendo—. ¿Qué quieres decir? Pero... ¿cómo conoces a KarlHeinz en primer lugar? ¿Por qué debería creerte?
El castaño inspiró por la nariz antes de responder todas sus preguntas, pero no tuvo la oportunidad de hacerlo porque la puerta de su habitación se abrió, revelando a Ruki. El azabache brindó una sonrisa amable, y Yuma se tensó notablemente.
—Hola —Ruki se acercó a Yusuki, dando una pequeña reverencia—. Me temo que no hemos tenido el placer de conocernos como se debe. Soy Ruki Mukami, el hermano mayor de Yuma. Es un placer conocerla, Sakamaki-sama.
La vampira negó inmediatamente—. Es Kouko. Uh... soy Yusuki Kouko. Solo vivo con los Sakamakis.
—Entonces usted es la última de los Kouko, Kouko-sama.
La mirada de Yusuki decayó un poco—. Uh, sí... yo--.
—Oh, ¡perdón! ¡Eso estuvo fuera de lugar! Lo lamento mucho, Kouko-sa--.
—Basta con eso —interrumpió Yusuki—. No es necesario. Solo llámame Yusuki.
Ruki asintió, brindando otra sonrisa agradable—. En ese caso, Yusuki, puedes llamarme Ruki —aseguró, y Yusuki le envió una sonrisa apretada. Entonces, Ruki observó a su hermano—. Pero, ¿Yuma? ¿Qué hace ella aquí?
—Uh, yo--.
—¡Él me invitó! —irrumpió Yusuki, acercándose a Ruki y tomando sus manos entre las de ella para brindarle una sonrisa tan cálida como las que él le había estado dedicando. Quería demostrarle que él no era el único que sabía actuar—. Solo vine a disculparme por el comportamiento que han tenido los Sakamakis con ustedes, y Yuma fue tan amable de dejarme pasar.
—Ah, suena a Yuma. Él siempre ha sido muy comprensivo, en el fondo.
La vampira rió—. Qué coincidencia, yo estaba pensando lo mismo —comentó, y miró de reojo a Yuma para descubrir que éste seguía tenso por la aparición de Ruki. Aquello captó su atención, pero no iba a mencionarlo en ese momento—. Bueno, creo que ya debería irme.
—¿No quieres quedarte a comer? —invitó Ruki y, antes de darle la oportunidad a la chica de responder, agregó—. Insisto. Estaría encantado de conocer a una amiga de Yuma.
¿Qué eres? ¿Su madre? Si había algo que le decía la actitud de Yuma era que debía irse lo más rápido posible. Pero aquel vampiro de cabello azabache y ojos azules parecía decidido a seguir hablando con ella.
Pero, antes que Yusuki pudiera responder, sintió una presencia en la que no había pensado que tendría que enfrentar aunque sabía que estaba residiendo allí. No supo si fue que escuchó los pasos, o captó su aroma tan característico, pero sus ojos instantáneamente se giraron a la puerta aún abierta, y un momento después Yui se paró allí.
—¿Yusuki-san? —balbuceó la rubia, sus ojos abiertos con sorpresa—. ¿Qué haces aquí?
Antes que alguno de los otros dos vampiros pudiera reaccionar, la pelirosa se paró al lado de Yui. No había duda que ella era mucho más rápida que ellos, mas no se habían percatado de aquello hasta ahora.
—¿Estás bien?
Yui asintió. La confusión y la sorpresa aún nadaban en las piscinas rosadas que resultaban ser sus ojos antes de tomar con indecisión el brazo de la chica—. ¿Tú estás bien?
Aquello sí que la desestabilizó. Yusuki contuvo su respiración un momento antes de asentir—. Sí, ¿por qué no lo estaría?
La humana observó su rostro con atención—. Luces pálida.
Yusuki pestañeó, entonces apretó la mandíbula. Se giró a los Mukamis, no dedicándole otra palabra a la humana—. Ya debo irme. Gracias por invitarme —soltó y desapareció tan rápido que dejó a Ruki diciendo "espera" después de que ya se había ido.
Por unos segundos, el silencio se posó sobre la habitación. Entonces, Ruki miró a Yuma y entrecerró los ojos—. ¿Por qué le estabas hablando sobre KarlHeinz?
──────────────
Yusuki cruzaba el pasillo de la escuela, en camino a su siguiente clase, cuando divisó a Shu en el camino. Sabiendo que tenía minutos de sobra, decidió acercársele. No obstante, su buen humor se disipó en cuanto notó a Yuma bebiendo la sangre de Yui frente al rubio.
Shu suspiró antes de levantarse del suelo y caminar hacia ella—. Qué desagradable.
—Yuma, ¿serías tan amable de no hacer eso a mitad del pasillo? ¿O tan necesitado estás? —recriminó Yusuki con una sonrisa coqueta.
—¿Triste porque logré demostrar que no todo sale como la realeza lo desea?
Yusuki apretó los puños, y le disparó una mirada que demostraba que estaba lista para pelear. Pero se detuvo cuando Shu tomó su puño y lo envolvió con su mano, y ella lo miró. La mirada que le dedicó el rubio dejaba en clase que quería que se vaya con él, y la pelirosa vaciló por un momento en si seguirlo o no.
Últimamente, Shu estaba actuando raro. Bastante raro. Había adoptado el hábito de mantenerse alejado de ella, solo estando cerca en momentos en los que estaba obligado a hacerlo. Aunque sabía que si lo cuestionaba por ello, Shu lo negaría, para ella era obvio que el chico la estaba evitando. El detalle era que no sabía el por qué detrás de la razón.
Además, estaba más malhumorado que de costumbre. Tendía a pelear más con sus hermanos, y sus ojos a veces se oscurecían tanto que le hacía creer que no había bebido sangre en meses.
Meditó que, si lo seguía, tal vez tendría la oportunidad de hablar con él. Preguntarle por qué la evitaba, y qué le pasaba.
—¿Ya se van? Qué rápido se rinden.
Yusuki se giró a Yuma y le dedicó una sonrisa cruel—. Me iré después de meter mi sangre por tu garganta.
Yui jadeó, aparentemente sorprendida porque la pelirosa lo estuviera amenazando. No obstante, todos ignoraron su reacción excepto por Yusuki, quien la miró con curiosidad por un momento. Tal vez la chica había creído que eran amigos solo porque la había visto en la mansión Mukami...
—Deja de intentar provocarme o terminarás muerto —advirtió Yusuki, mientras que Shu se marchaba para ocultarse en la sala de música.
—Oh, pero si a ti todo te provoca —la sonrisa de Yuma creció—. Realmente creo que te excita que te traten como mierda.
—Yo creo que te excita molestar —contestó Yusuki, haciendo un puchero—. O tal vez, eres un virgen niño de mami. Oh no, espera un momento, ¡lo olvidé!
Yuma corrió hacia ella y golpeó su estómago. La pelirosa voló contra una de las paredes del pasillo y escupió sangre en el suelo. Fue tomada por sorpresa cuando descubrió la fuerza que poseía su golpe, no había duda que era más fuerte que el vampiro convertido promedio. Pero igualmente sus labios se doblaron en una sonrisa, que él le golpeara había sido su intención.
—¡Yuma! —la voz de Kou provocó que el musculoso vampiro se detuviera al instante. La sonrisa de Yusuki desapareció tan rápido como apareció. Se concentró en escupir sangre en el suelo, cayendo al suelo sobre sus rodillas.
Yusuki tocio mientras levantaba la cabeza con dificultad, encontrándose con Azusa y Kou. Ella frunció ligeramente el ceño, preguntándose dónde se encontraba Ruki, pero prefirió no preguntar nada—. Menos mal que llegaron. Temía que fuera a hacerme daño.
Yuma apretó los puños y, con sus dientes mostrándose y su mano alzada en su dirección, gritó—. ¡Ella comenzó todo! ¡Ella misma se lo buscó!
Yusuki se levantó con dificultad, a lo que Kou se le acercó y la ayudó a levantarse—. Azusa, avísale a--.
—Eso no será necesario —aseguró Yusuki, y giró su rostro hacia el vampiro de cabellera gris verdosa para dedicarle una sonrisa sangrienta—. Dime, Azusa. Tú también, Kou. El otro día sus hermanitos me contaron una linda historia... díganme, ¿ustedes también conocen a KarlHeinz?
Ninguno de los dos respondieron, pero sus reacciones fueron suficientes para la vampira.
—Eso pensaba —sonrió la vampira—. Bueno, no sean tímidos. Cuéntenme, ¿cómo lo conocieron? Acaso... ¿fue él quien los transformó?
—Yusuki, si quieres hablar sobre esto, podrías haberme preguntado —intervino Yuma, pero guardó silencio cuando recibió una mirada asesina.
—¿Y rogar que el gato no te haya comido la lengua? —se mofó Yusuki—. Yuma, eres demasiado cobarde para decir la verdad y lo sabes.
Yuma frunció el ceño, listo para comenzar a pelear, pero cerró la boca en cuanto sus ojos divisaron por sobre el hombro de Yusuki. La pelirosa frunció el ceño y fue a girar la cabeza, pero antes de hacerlo, la voz delató de quien se trataba.
—¿Qué sucede aquí? —inquirió Reiji, apareciendo de repente al final del pasillo junto con Kanato y Ayato. La pelirosa rodó los ojos y se separó del grupo de vampiros que la rodeaban.
—Nada —contestó, pasando a su lado y siguiendo su camino sin detenerse. Se limpió la sangre lo más rápido que pudo con el reverso de la manga de su uniforme, justo antes que Reiji la tomara por la muñeca y la girara.
—¿Por qué huelo sangre, Yusuki? Me imaginó que no intentaste otra vez--.
—¡No! —interrumpió la chica, y se mordió la lengua cuando se percató que lo había interrumpido—. Perdón, Reiji. Pero no lo hice, solo... me lastimé.
Reiji alzó la ceja e inspeccionó sus ojos. Después de un momento, pareció estar satisfecho y se marchó. En cuanto se alejó, fue Ayato quien se le acercó. Pero ahora fue el turno de Yusuki para desaparecer.
—Yu —llamó Ayato, pero la chica no se detuvo mientras ocultaba la manga de su chaqueta.
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