Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟬𝟭𝟭 demons are logical


CAPÍTULO ONCE: LOS DEMONIOS SON LÓGICOS.



      —Su rostro se ve muy pálido —señaló Kanato mientras observaba a Yui desde el borde del sofá. Apretaba a Teddy contra su pecho con fiereza, mientras todos rodeaban el cuerpo de Yui.

      —Podría despertar en cualquier momento —habló Reiji, intentando relajar a sus hermanos, aunque sirvió de poco.

      —¿Pero despertará Yui o ella? —Yusuki esbozó la problemática que abrumaba su mente. Aunque no era una pregunta dirigida a nadie. Más bien, era un pensamiento en alto, nadie tenía la certeza de quién triunfaría—. Deben estar luchando entre ellas mientras hablamos.

      —¿No hay manera de sacarle esa zorra de adentro? —preguntó ahora Ayato, mirando directamente a Shu. Pero su medio-hermano no le contestó, ni siquiera se molestó en mirarle antes que el pelirrojo volviera a posar su mirada en el cuerpo estático.

      Había pasado un rato. Ayato se había sentado en el reposabrazos del sofá en el que el cuerpo de Yui yacía, mientras Shu ocupaba un sofá de un cuerpo a su lado. Subaru era el que se encontraba más lejos, recostado contra una pared con los brazos cruzados en un intento de crear una barrera. Yusuki acompañaba a Kanato de pie detrás del respaldo. 

      Las miradas de todos se encontraban perdidas. Estas se posaban en puntos indefinidos mientras las ideas que albergaban sus mentes los llevaban a otros lugares. Lo único presente en la habitación eran sus cuerpos físicos, porque las interrogantes de lo que sucedería eran demasiadas como permanecer allí.

      No obstante, cualquier hilo de pensamiento que llevaran los vampiros en sus cabezas fueron interrumpidos por los quejidos de dolor de Yui (o Cordelia). Kanato y Yusuki se hincaron sobre el respaldo, asomando las cabezas por sobre la barrera para observar con cuidado el cuerpo previamente inerte. El pelilila juntó las cejas—. Eso se ve muy doloroso.

      Ayato se acercó y se agachó al lado de ella—. Oye, ¡despierta! —pidió, pero no sirvió de nada. Los quejidos se intensificaron, y comenzó a mover la cabeza de un lado al otro.

      —¿Qué le está pasando? —preguntó Subaru.

      —Seguramente, el despertar ha comenzado —contestó Shu.

      —No existe antecedente de mujeres mortales ordinarias que despiertan con el poder de un vampiro, ¿no es cierto, hermanos? —inquietó Kanato.

      —Así es. Porque ninguna receptora ha sobrevivido el proceso.

      —Pero esta vez es diferente —habló Ayato, hablando casi sin consciencia mientras observaba a la chica con los ojos bien abiertos en busca de cualquier señal—. Yui tiene el corazón de esa mujer dentro de ella.

      Kanato cubrió la mitad de su rostro con Teddy, y se acercó más a Yusuki—. Entonces, ¿morirá de verdad?

      —¿No hay una manera de salvarla?

      —La hay, pero está incompleta —mencionó Reiji. La atención de todos se posó en él con la idea de tener una mera esperanza—. Hice un remedio que matará a esa mujer de una vez por todas.

      —Es inusual que vengas a nosotros con un producto sin terminar. ¿Qué necesitas para terminarla?

      —Creo que necesito un trozo de esa mujer —contestó Reiji.

      —Pero no queda nada de ella que podamos usar —rebatió Subaru, aún cruzado de brazos.

      —De hecho, tengo algo —reveló Kanato. Él arrancó la cabeza de Teddy y sacó de entre su relleno un pequeño frasco de un color morado. A su lado, Yusuki arrugó la nariz, imaginándose lo que era aquel contenido—. Ya no lo necesito, nunca más.

      Kanato le dio el frasco a Reiji y él lo abrió, mirando su interior—. ¿Esto es lo que creo que es? —preguntó, pero no tuvo respuesta mientras colocaba las cenizas del cuerpo de Cordelia dentro de su remedio y lo mezclaba.

      De un segundo al otro, el líquido cambió de color. Ya no era más de ese oscuro color morado, sino que pasó a ser cristalino, similar al agua. Los labios de Reiji se estiraron en una sonrisa, y rió victorioso.

      —¿Sí funcionó? —preguntó Ayato con esperanza. La sonrisa infantil del chico solo fue contagiada hacia el rostro de Yusuki a pesar que le dolió. Pocas veces le había dedicado esa sonrisa a ella. Sin embargo, era tan infecciosa que no pudo evitar replicarla.

      Después de haberle dado el remedio a Yui, el silencio volvió a apoderarse de la habitación. Yusuki percibió un olor a quemado en el aire, y fue entonces cuando descifró a qué se refería Laito cuando le prometió que iría a demostrar que nadie podía maltratarla. 

      Ayato se acercó al sofá nuevamente y miró un momento a Yusuki, como si le pidiera permiso. La pelirosa asintió muy ligeramente, mirando a otro lado cuando Ayato se acercó a los labios de Yui y colocó los de él encima.

      La roja mirada de la vampira se topó con la de Shu, quien le sonrió de forma reconfortante sin mostrarle los dientes y Yusuki inspiró por la nariz. Recordó cómo el rubio le había dicho que el final de su reino había llegado junto con la aparición de la chica humana, pero ella se negaba a aceptar que esta sería la culminación.

      —¿Ayato? —balbuceó Yui al despertar. Una gran sonrisa se posó en el rostro del vampiro pelirrojo mientras ella alzaba su mano y movía los dedos—. Estoy viva... no lo creo. ¿Qué estoy haciendo aquí?

      —Yui, no te preocupes por ello. No necesitas saberlo —habló Ayato, su voz siendo demasiado melosa como para que Yusuki lo soportara. Laito ingresó en la habitación en ese instante, tomando la mano de la pelirosa y apretándola mientras con su otro brazo rodeaba su cintura. Ella posó su cabeza en el hueco entre su hombro y cabeza mientras miraba a Yui, quien los miraba a ellos.

      —Todos están aquí —observó a los vampiros a su alrededor antes de sentarse—. Tengo mucha sed, no sé por qué.

      Laito ronroneó una carcajada—. Genial, bitch-chan está bien después de todo. Ahora —alzó la voz, girando la cabeza en dirección a Shu—. Shu, ¿tienes algo que decir en tu defensa antes que barra tus cenizas?

      Yusuki frunció el ceño—. ¿Laito? ¿Qué--?

      —Pervertido de cuarta —Shu bufó por la nariz—. Solo está así porque bebí tu sangre.

      Antes que alguien pudiera hacer algo, Laito desapareció de al lado de Yusuki y apareció al lado de Shu, volviendo a tomarlo por el cuello de la camisa y levantándolo—. Llámame lo que quieras, no puedo creer que--.

      Shu bostezó.

      Laito apretó la mandíbula. Alzó el puño, a lo que Shu solo lo miró con desinterés, casi como retándolo a hacerlo. Lo que, por supuesto, solo provocó más al castaño. No obstante, antes que la pelea se desatara, Yusuki intervino, envolviendo el puño de Laito con su mano.

      —Laito, escúchame. Yo —se interrumpió, tomando una corta respiración por la nariz antes de continuar—. Yo lo dejé hacerlo. No lo hizo por la fuerza. Fue... consentido.

      —¿Qué? —la mirada que el vampiro le envió la dejó perpleja. La chica dio un paso atrás, y abrió la boca para explicarse, pero pronto alguien más intervino.

      Ayato empujó a su hermano, provocando que éste soltara a Shu, para poder mirar a la vampira—. ¿Shu hizo qué? —vociferó.

      Yusuki posó sus ojos escarlatas sobre Ayato. Colocó sus manos a sus costados, formando puños, mientras su ceño se desfiguraba—. ¿Y tú quién te crees que eres para reclamar ahora que--?

      La chica se cortó a sí misma cuando fue tomada por sorpresa. Shu envolvió sus brazos con un brazo, y con el otro bajó el cuello del vestido corsé que llevaba puesto, revelando la piel de su cuello y las marcas de viejas mordidas. Entonces, observando a los trillizos sonrió con malicia, luciendo sus colmillos.

      —Bastardo, suéltame ahora —chilló Yusuki, luchando contra su agarre.

      Pero Shu estaba ido, demasiado complacido con el enojo que estaba ocasionando en la habitación—. ¿Uh? Pero si te encanta cuando lo hago, Yu. Siempre gimes mi nombre...

      —¿Puedes terminar con esto? —irrumpió Reiji, captando la atención para que todos descubrieran que éste estaba sosteniendo a Subaru, que lucía poseído por el enojo. Ante aquello, Yusuki frunció el ceño con confusión, y Subaru se apartó de Reiji y desvió la mirada a otro lugar, intentando actuar desinteresado.

      >>Claramente, esto es otro problema con el que tenemos que lidiar —continuó Reiji. Su mirada se paseó por los rostros de sus hermanos, hasta que se detuvo finalmente en la fuente de la discordia. Acomodó sus lentes por sobre el puente de su nariz en un gesto de hastío—. Solo voy a decir lo obvio: nadie tiene permitido tomar la sangre de Yusuki a partir de hoy.

      —¿Y quién te crees que eres para decidir eso, mayordomo otaku? —rugió Ayato.

      Reiji apenas lo miró antes de posar su atención en Yusuki—. ¿Estás de acuerdo con mi sugerencia, Yusuki?

      La chica miró a su alrededor, percatándose en ese mismo momento del hambre que descansaba detrás de los ojos de cada vampiro que la rodeaban. Incluso Reiji, que intentaba ocultarlo, la miraba con un nuevo deseo: probablemente porque tener más poder sería lo que finalmente lo llevaría a ser reconocido como mejor que su hermano.

      Yusuki tragó saliva—. Sí, estoy de acuerdo.

      Reiji asintió—. Ya escucharon, hay una nueva regla —musitó, y le disparó una mirada llena de repeluz a su hermano—. ¿No escuchaste, bueno para nada? 

      Shu chasqueó la lengua, finalmente soltando a la chica. Y en cuestión de segundos, todos desaparecieron en la habitación. Yusuki pestañeó al darse cuenta que estaba sola pero, tan rápido como lo notó, escuchó el sonido de alguien moviéndose sobre el sofá.

      Yui asomó la cabeza por sobre el respaldo con timidez, posando sus ojos rosados sobre ella con preocupación—. Yusuki... ¿estás bien?

      La vampira gruñó, indignada porque la humana le estuviera preguntando algo así. Y no tardó en desaparecer al igual que el resto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro