𝟬𝟬𝟯 bite the apple
CAPÍTULO TRES: MUERDE LA MANZANA.
Una silla vacía, con un plato aún dado vuelta y los cubiertos sin tocar demostraba la ausencia de Yusuki Kouko durante la cena. Se había negado a asistir, no molestándose en levantarse cuando Reiji les llamó anunciando que la comida estaba lista. Se suponía que era una cena familiar especial para darle la bienvenida a Yui, y la única razón por la que Reiji dejó pasar su falta fue porque no guardaban un lazo de sangre en realidad. Por lo tanto, su asistencia no era obligatoria de acuerdo a sus propios principios.
Nadie mencionó palabra durante el banquete sobre la falta de la chica. No era necesario, ya que todos sabían que probablemente era su berrinche porque Ayato había besado a Yui. La relación entre los dos más ruidosos de la mansión siempre había sido caracterizada por sus altibajos, donde Yusuki haría berrinche tras berrinche hasta que Ayato cumpliera con cada uno de sus caprichos, y el vampiro sería tan posesivo con ella que solo lograba molestar al resto de los hermanos.
—¿Por qué no pude disfrutar de tu compañía en la mesa? —cuestionó Laito, apareciendo en la habitación donde Yusuki se encontraba. Ella permanecía en silencio en el salón de juegos, observando las bolas de pool mientras pensaba en cuál sería la mejor manera de proceder para volver a obtener lo que era suyo.
—Porque no tenía ganas de recompensarlos con mi presencia —contestó con simpleza. Envió una bola rodando por sobre la mesa, metiéndola en uno de los agujeros, antes de levantar la cabeza para mirar a Laito. Se sentó sobre la mesa antes de hablar, arrojando su cabello por detrás de su hombro—. No se la merecen.
Laito alzó las cejas, pasando sus brazos por la cintura de la chica para sostenerla. La acercó a su cuerpo, presionándola contra su pecho mientras sus brazos la arrinconaban—. ¿Y a qué se debe el repentino cambio de opinión, Yusuki?
—Puede deberse a su repentino cambio de comportamiento, Laito.
Ante aquello, Laito frunció el ceño. Ahora sí no comprendía lo que sucedía, sentía como si se hubiera perdido una parte de la conversación. Su agarre sobre ella se ablandó, confundido. Él no había cambiado su comportamiento en lo absoluto... ¿o sí? El único cambio que había ocurrido había sido la llegada de la humana a la mansión, pero eso no podía ser. Ella dijo su cambio, suyo.
—Temo que no comprendo —acabó admitiendo, y sus mejillas se ruborizaron ligeramente.
—Ella está celosa —habló Shu desde el sofá, sin abrir sus ojos en ningún momento.
—¿Qué? —Laito miró a Shu, esperando una explicación que nunca llegaría. Entonces, volvió a mirar a la chica, descubriendo que ésta le disparaba una mirada de disgusto al rubio—. ¿De quién estás celosa?
Yusuki volvió a mirar al chico a su lado, y rodó los ojos—. No le hagas caso, solo me está molestando —le sonrió para ser más convincente. Entonces, volvió a mirar al chico que permanecía con los ojos cerrados—. Shu, ¿por qué no te callas y vuelves a dormir o lo que sea que hagas?
Shu sonrió ligeramente. Separó sus labios para contestarle, pero volvió a presionarlos juntos cuando la puerta de la habitación se abrió con un gran estruendo. Laito y Yusuki se giraron hacia la conmoción para ver a Ayato entrar hecho una furia y, a su lado, Yui. El pelirrojo se dirigió directamente a Shu, sin reparar en la presencia de los otros vampiros, mientras Yui miraba a todos con temor.
—Shu, ¿quieres empezar una pelea conmigo? ¡Oye! ¿Puedes oírme?
—Puede oírte, Ayato —contestó Yusuki, irritada—. Todos podemos hacerlo.
El pelirrojo miró contrariado a la chica. Últimamente, ella lo había evitado en todo aspecto. No tenía una justificación para hacerlo, y que para lo único que le dirigiera la palabra fuera para molestarlo lo irritaba más. Quería hablarle, pero siempre dejaba el problema para otro momento al pensar en saciar su sed con Yui.
De todas formas, no era como si supiera qué decir. No había hecho nada malo, por lo menos no que recordara. Y, por mucho que Yusuki pudiera ser una malcriada, nunca se había molestado sin tener una razón válida. Estaba intentando descifrar en ese mismo momento cuál había sido su error cuando finalmente se percató de lo cerca que se encontraba su hermano a ella.
Laito se encontraba de pie entre las piernas abiertas de Yusuki, y sus brazos la rodeaban hasta lograr acercarla de forma que su cuerpo era casi absorbido por el de él. Mostró los dientes, a punto de gruñirle a su hermano para que se separara de la chica, pero entonces fue apartado de su impulso con una respuesta.
—Baja la voz, por favor —pidió Shu.
Entonces, Ayato lo miró y decidió desquitar toda su furia con él. Apretó los dientes, y cerró las manos, formando puños—. Mierda, ¡te reto a un juego de dardos!
—Ay, qué pesado —suspiró el rubio, aún descansando imperturbable sobre el sofá.
Ayato chasqueó la lengua—. Maldito.
Laito comenzó a aplaudir, captando la atención de los presentes—. Suena bien, y el premio para el ganador del juego será bitch-chan, claro. Grandioso.
—¿Premio?
Yusuki resopló por la nariz—. Y todo tiene que girar alrededor de la tartamuda, ¿no? —comentó. Shu abrió un ojo para mirarla, a lo que ella rápidamente agregó—. Podrían darle un respiro a la chica, ¡no es una bolsa de sangre! Pueden hacerle daño de verdad.
Yui la miró. Sus ojos guardaban esperanza, y su boca cayó ligeramente abierta al escuchar a la vampira preocupada por su bienestar. Por otro lado, la de cabellera rosa apartó su mirada, casi indignada con que la humana fuera capaz de siquiera considerar que ella pensara en su bienestar.
Muere de una vez, quería gritarle. Pero, por el contrario, mantuvo su espalda enderezada y su barbilla en alto, mirando a Laito cuando éste le brindó una sonrisa que sugería que tenía una idea.
—Oh, ¿entonces tú quieres ser el premio? Voy a jugar también, en ese caso.
Yusuki soltó una carcajada, mirando a Laito con incredulidad. Podía sentir la mirada de Ayato sobre ella, y quiso reír más ante la idea de que se encontraba esperanzado por poder obtener una oportunidad en que ella no lo evitara ni lo insultara por un rato—. No soy un objeto que ganas en una feria, Sakamaki.
—¡Suficiente con tanto ruido! —calló Reiji, irrumpiendo en el lugar—. ¿Cuál es el significado de esta conmoción? —inquirió, a lo que Ayato procedió a explicarle lo sucedido. Descubrir que el altercado solo se debía porque Shu había mordido a la humana hizo a Yusuki querer levantarse y arrancarle la cabeza. ¿Esto era en serio?
—Ni siquiera piensan en ella. Cállense y déjenme dormir —Shu arrastró las palabras.
Yusuki se estiró hacia atrás, apoyando sus manos sobre la superficie de filtro de la mesa de pool y extendiendo su abdomen hacia atrás para poder mirar mejor al chico—. Ya intenté hacerles entender eso, Shu, no funcionó.
—Claro, como si realmente fuera eso lo que intentabas hacer —replicó Shu, y Yusuki guardó silencio, aunque no pudo evitar volver a rodar los ojos. El rubio tenía razón, ambos sabían que era cierto. Pero no lo admitiría nunca. Por lo tanto, prefirió hacerse la tonta e hizo un pequeño puchero como si fuera una niña que acababa de ser regañada.
—¿Por qué no estoy sorprendido? —exclamó Reiji y Yusuki se removió. Estaba segura que, si Reiji provocaba a su hermano, Shu acabaría aceptando el reto. Intentó detenerlo, pero Reiji continuó—. Siempre se acobarda con cualquier desafío. Si buscan la frase "sin carácter" en el diccionario, encontrarán una foto suya. No puede hacer nada sin ayuda. Es un inútil.
Yusuki apretó los dientes, observando desde su lugar a Shu levantarse. Se sentó sobre el sofá, luciendo amargado con tener que rebajarse a un desafío tan estúpido. Pero igualmente allí estaba, no había forma en que permitiría que su hermano menor tuviera razón para criticarle—. Ayato, jugaré tu juego.
—¿Qué sucedió con pensar en ella, Shu? —acusó Yusuki, casi desesperada por encontrar una excusa válida para acabar con toda la tontería.
El rubio finalmente se levantó de su lugar y siguió a Ayato en dirección a la diana. Al pasar al lado de Yusuki, se le acercó lo suficiente para susurrar a su oído—. Cierra la boca. Voy a ganar por ti.
Ella lo miró, y él le devolvió el gesto, claramente diciéndole "ya sabes que es lo que quieres." Y nuevamente, él tenía razón. Parecía que Shu siempre llevaba la razón. Yusuki simplemente se cruzó de brazos, observando el juego, y permaneció callada durante la partida.
Al cabo de la competencia, Shu cumplió con su pequeño acuerdo. Yusuki se quedó en silencio, él ganó, y la vampira casi quiso saltar en celebración. El rubio volvió a pasar a su lado en dirección a la salida, pero ésta vez no le dijo nada. Ella apenas lo miró cruzar la puerta antes de girarse a los gemelos, lista para burlarse de Ayato. Sin embargo, fue incapaz de hacerlo cuando lo vio bufar y quejarse, luciendo tan afectado como si hubiera perdido un dedo de la mano.
Entonces, la alegría que la embargó se disipó tan rápido como apareció. Porque, si bien Ayato siempre había odiado perder (¿quién no?), era fácil de ver que su molestia no era por haber perdido el juego, sino porque había perdido a Yui.
──────────────
Yusuki estaba fuera de la mansión Sakamaki, en el medio del jardín mientras buscaba un par de murciélagos que fueran a quitarle un poco de su malhumor. Finalmente, alcanzó un gran árbol en el que encontró que, desde la rama más baja, colgaba un murciélago que claramente tenía solo un par de días de vida.
Tuvo que colocarse sobre la punta de sus pies para poder alcanzarlo, y acarició su cabeza con cuidado. El pequeño animal extendió ligeramente sus alas, pero se calmó en cuanto se percató que la chica no planeaba hacerle daño. Entonces, el murciélago se quedó allí, colgando de la rama mientras movía ligeramente su cabeza con placer ante las caricias.
De un momento al otro, sin previo aviso, el murciélago salió volando. Yusuki sintió una presencia a sus espaldas, y no tuvo que girarse para descubrir quién era. Podría identificar su aroma con facilidad en cualquier lugar. Además, podía escuchar los gemidos a todo volumen escapando de sus auriculares. De un momento al otro, los gemidos se detuvieron, Shu les había colocado en pausa.
—Espero que estés dispuesto a ser mi bola desestresante ya que provocaste que el murciélago se fuera volando —espetó ella, girándose sobre sus talones y volviendo a posar la planta de sus pies sobre el suelo.
—Supongo que puedes acariciar mi cabeza mientras me cobro mi recompensa —sugirió Shu, acercándose a ella. Yusuki frunció el ceño, teniendo que torcer su cabeza hacia arriba cada vez más a medida que se le acercaba—. No es como si no lo hubieras hecho antes.
—¿Recompensa? —repitió, aunque ya sabía a dónde se dirigía todo esto.
—Gané a la humana, ¿no? Hicimos un trato.
—Sí, y consistía en que mantuviera la boca cerrada. Nada más.
Shu se agachó, colocando su rostro a la misma altura del de ella, y la miró fijo a los ojos—. Por favor, Yu, no creíste que eso sería suficiente —instó y, cuando Yusuki no cedió, agregó—. ¿Realmente quieres que lo haga por las malas?
La vampira infló sus mejillas, pero finalmente cedió ante su pedido. Shu volvió a enderezar su espalda, y dejó que ella se preparara. Arrojó su cabello hacia atrás, rebelando su cuello y hombro desnudos. Aún bajo la luz de la luna, podía ver que los ojos del rubio se oscurecieron, y casi pudo escuchar sus encías abriéndose para dejar que los colmillos se abrieran paso.
Shu la aferró por la cintura y la atrajo a su cuerpo, enterrando su rostro en su cuello. La olfateó por un momento, disfrutando la esencia que brindaba su cuerpo.
—Veo que aún ninguno de mis hermanos te mordió... bien.
Yusuki enterró sus dientes en su labio inferior, mentalmente preparándose para la sensación que la embargaría en cuestión de segundos. Shu la olfateó por otro momento, antes de finalmente clavar sus colmillos en su cuello.
Las mejillas de ambos se ruborizaron al instante, y Yusuki enterró sus manos en la cabellera rubia, sus dedos enredándose entre los mechones. No pudo evitar empujar su cabeza contra su cuello cuando el éxtasis la abrumó. El veneno de los colmillos cobró efecto sobre su cuerpo al instante, haciendola sentir nada más que placer mientras Shu succionaba su cuello sin control.
Después de un par de minutos, Shu finalmente se separó de su cuello. Él la miró, relamiendo sus labios para atrapar cualquier gota de sangre que intentara escapar a su lengua. Y Yusuki quiso golpearlo cuando le dedicó una mirada puramente presumida.
—Exquisita, como siempre.
—Cállate.
Una sonrisa ladina se apoderó del rostro de Shu cuando sus ojos bajaron hasta su cuello—. Buena suerte ocultando eso.
Yusuki se llevó la mano al cuello. La ira se apoderó de ella en cuanto notó que la mordida estaba mucho más alta de lo que normalmente lo hacía, lo que obviamente lo haría más difícil ocultarla—. ¡Lo hiciste a propósito!
—No, por supuesto que no —musitó Shu, pero su sonrisa lo delataba—. Nos vemos luego, Yusuki —se despidió, ya dirigiéndose de vuelta a la mansión.
La mandíbula de Yusuki se tensó, observando al chico con los ojos entrecerrados—. ¡Idiota!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro