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𝟎𝟐𝟗 survival of the fittest


CAPÍTULO VEINTINUEVE: LA SUPERVIVENCIA DEL MÁS APTO.



     Yusuki conocía perfectamente la habitación a la que se habían dirigido, porque era el estudio de KarlHeinz. Aunque, a pesar que llevara el nombre de estudio, estaba lejos de lo que uno normalmente se imagina. No había un escritorio ni una biblioteca, tampoco un montón de papeles por doquier o algún sofá en algún lugar. Por el contrario, era un espacio completamente blanco. No había ningún mueble, ni un cuadro, ni nada que diera señales de que alguien moraba allí.

      Un lugar espacioso, con columnas de mármol y suelo de marfil. Tanto blanco que casi resultaba encandilante. Ese era el estudio de KarlHeinz.

      —Sabía que ibas a ser mi Perdición —musitó Yuma contra su oído antes de devolverla al suelo.

      Yusuki le dedicó una pequeña sonrisa, en parte inocente y en otra de disculpa. Pero antes que tuviera oportunidad de responder, los vampiros la rodearon para bañarla con preguntas. ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Para qué te querían? ¿Qué te hicieron? ¿Sabes qué planean? Cabe destacar que ninguno esperó para hablar, por lo que dejaron a Yusuki mirándolos casi desorbitada. Claro, esto solo la puso de mal humor.

      Estaba a punto de gritarles, pero Yui intervino al notar lo que se avecinaba.

      —Denle espacio —pidió la rubia, su voz alta y clara aunque fuera más aguda que la de los demás—. Ni siquiera puede responder.

      La pelirosa les envió una mirada a los vampiros, prácticamente diciendo con ella "¿son estúpidos o se golpearon la cabeza?" Entonces, se acomodó la ropa y prosiguió a contestar.

      —No sé para qué me quieren, tampoco sé cuál es su plan —reveló—. Solo sé que me necesitan. Mientras me tuvieron, no dejaron de chuparme sangre. Dijeron algo así que me tenían que "limpiar", pero no sé a qué se referían exactamente.

      Shu y Reiji intercambiaron una mirada.

      Yusuki arqueó una ceja, aquella interacción no pasando desapercibida—. ¿Ustedes saben?

       Las cabezas se giraron a los dos hermanos.

      Reiji acomodó los lentes sobre el puente de su nariz, desviando su mirada a un lado—. No estoy seguro. He escuchado el término antes pero...

      —Es un término antiguo —mencionó Shu, cruzándose de brazos—. Solo lo vi en libros que lo mencionaban a la ligera, y es una práctica utilizada por los Fundadores con receptáculos que fueron contaminados por el veneno de otras especies, como nosotros, los vampiros.

      —¿Receptáculos? —repitió Yusuki, frunciendo el ceño

      —Eso no tiene sentido —protestó Ayato—. Yusuki es una vampira.

      —La última sangre pura además de nosotros —agregó Laito, acariciando la cabeza de la vampira como si fuera un gato. Yusuki apartó su mano de un golpe—. No está contaminada, ella es la contaminación.

      —¿Y si Yusuki no es una de nosotros? —sugirió Kanato, bajando la mirada—. Una vampira sangre pura...

      —No seas estúpido —rugió el pelirrojo—. Ella es como nosotros.

      —En realidad, creo que tiene sentido —intervino Kou de repente, captando las miradas de todos—. Ella no parece tan afectada por el eclipse como ustedes —sus ojos se centraron en Yusuki—. ¿Me equivoco?

      El frunce en el ceño de la aludida se intensificó—. Tuve que golpear el piso de madera dos veces para romperlo, créeme que estoy más débil.

      —Pero hoy empujaste a esos dos aristócratas cuando se bebieron tu sangre —señaló Yuma—. No pareció que ejerciste mucha fuerza pero igual los arrojaste al suelo.

      Ayato abrió los ojos, sorprendido—. Espera, me dolió cuando me golpeaste en la cabeza. Y nunca me duele cuando me golpeas.

      —Ahora solo estás lastimando mi ego —se mofó Yusuki antes de dirigir su mirada a Yuma—. Eso no significa nada. Puede que haya sido porque estaba enojada, y ellos lo sintieron por el efecto del eclipse.

      —No tienes una cicatriz, ¿no? —Azusa alzó la voz, sorprendiendo incluso a sus hermanos. Yusuki lo miró confundida, no entendiendo a qué se refería. Entonces, el vampiro de baja estatura se le acercó y tomó su muñeca, inspeccionándola—. Entre el efecto del eclipse y todas las veces que te cortaste para darnos tu sangre, debería haberte quedado una cicatriz. Pero no hay nada.

      Yusuki observó su muñeca antes de mirar a Reiji, expectante a que confirmara su teoría. De mala gana, el azabache asintió.

      —Tiene razón. Me temo que no lo noté antes porque estaba demasiado concentrado en el resto de las cosas. Me disculpo.

      Yusuki fue a decirle que no era necesario, pero se detuvo cuando se topó con su mirada. Sus ojos magenta denotaban que honestamente lamentaba no haberse percatado antes, y le comunicaban que solo aceptara su disculpa. Entonces, así lo hizo. Asintió y le dio una pequeña sonrisa.

      —Entonces, la pregunta es: ¿qué eres? —Shu retomó la palabra, condenándolos a todos a un silencio espectral.

      —¿Ha? ¿Creen que tienen tiempo para hablar? —la voz de Shin resonó contra las paredes, haciendo eco. Inmediatamente, los vampiros se colocaron a la defensiva, rodeando a Yui y colocándola en el medio del círculo improvisado que habían formado.

      —Este sería el momento perfecto para que me cuenten el plan —musitó Yusuki en voz baja.

      —Sobre eso... —Laito rió.

      —Nuestro plan llegaba hasta aquí —sentenció Ruki.

      Yusuki suprimió el grito de frustración que quiso soltar. Por supuesto que no habían planeado a largo plazo. Tampoco podía reclamarles mucho. No cuando ella no había hecho prácticamente nada y ellos se encargaron de todo. Aunque lo reconocía, no podía evitar sentirse molesta.

      —¡Beban la sangre! —exclamó la pelirosa de repente.

      —¿Qué?

      —¡Que beban! ¡Shin y Carla tomaron, si no toman--!

      —Qué linda —clamó Shin, finalmente apareciendo delante de la puerta del lugar y sonriéndole a la chica—. Solo porque tomen un poco de tu sangre, no van a superarnos. Ustedes, escoria, deberían darse cuenta de su lugar. Tal vez si te arrodillas y pides perdón, considere no matarte.

      Los vampiros rápidamente aprovecharon la oportunidad para vaciar los frascos que colgaban de sus cuellos. Claro que algunos lo hicieron más dispuestos que otros pero, en cuestión de segundos, todos los vampiros en la sala habían tomado su sangre.

      —Preferiría morir a arrodillarme frente a ti —escupió Yusuki, observando a Shin.

      El Fundador sonrió con sadismo—. Qué lástima, creí que serías una bonita esclava —suspiró y entonces sus ojos pasaron por sobre su hombro, reparando en Yui—. ¡Oh! ¡Tal vez ella quiera ser mi esclava! Hola, linda, ¿cómo estás?

      La pelirosa se adelantó, colocándose frente a Yui y entrecerrando los ojos sobre Shin—. Sobre mi cadáver.

      La sonrisa de él se agrandó—. Eso podemos arreglarlo.

      Shin se lanzó contra Yusuki, pero Yuma se interpuso y, tomándolo con la guardia baja, lo lanzó al otro lado de la habitación. No obstante, antes que pudiera chocar contra la pared, el Ancestro se colocó de pie y frenó el impulso con su propia fuerza. El suelo bajo sus pies quedó marcado.

      —Shin, creí que te dije que no te involucraras hasta que no recibieras mis órdenes explícitas —la voz de Carla rebotó en las paredes y, al igual que su hermano lo había hecho anteriormente, permaneció oculto a los ojos del grupo.

      —Aw, Carla —canturreó Yusuki—. Tú y yo bien sabemos que el pequeño Shin es demasiado impulsivo para su propio bien.

      —Perra —siseó el de cabellera salmón, ya hincándose para volver a saltar en su contra, pero Carla lo detuvo. Haciendo aparición de una vez, apareció detrás de su hermano y lo tomó por el hombro.

      —Shin.

      —Hermano, debemos actuar —instó el menor—. ¿Vas a permitir que siga hablando así de nosotros?

      —Paciencia, hermano mío —musitó Carla, girando su cabeza hacia el grupo de vampiros—. Aún podemos terminar con esto de forma pacífica.

      Las orejas de Yusuki se animaron ante esto, pero no dejó que aquellas emociones fueran reflejadas por su rostro. Por el contrario, permaneció quieta en su lugar, y sus ojos se posaron sobre el Fundador mayor.

      —¿Cómo? —cuestionó.

      —Tú vienes con nosotros, sin pelear —la señaló, y luego hizo un ademán hacia el resto de los vampiros—. Y los dejaremos ilesos. Tú decides.

      Yusuki apretó los labios pero, antes que pudiera responder (o siquiera pensar en si aceptar su propuesta o no), Ayato se lanzó contra los Ancestros. Shin fue el primero en reaccionar, lanzando al pelirrojo contra una pared y riéndose con sorna. No obstante, prontamente fue alcanzado por Laito, que logró atinarle un golpe, solo para ser rápidamente descartado a un lado.

      Shu fue contra Carla, peleando de par a par aunque el Fundador lucía aburrido. Entonces se le unió Yuma, y Carla pareció haber tenido suficiente porque se deshizo de los dos en un segundo.

      Ruki, Kanato, Kou, Reiji, Azusa, Subaru. Todos estaban peleando.

      Pero a pesar de todo, los Ancestros parecían seguir teniendo la ventaja.

      Aunque todos habían tomado su sangre, aunque estaban trabajando en equipo... todos esos factores parecían ser de poca importancia. 

      El rostro apaciguado de Carla y el burlón de Shin dejaban en claro que ellos no eran nada para ellos.

      Y en ese momento se percató que, de hecho, no podía derrotarlos. No había forma que pudiera siquiera soñar en hacerlo. Solo había sido una niñita ingenua que creyó que era especial porque su mamá se lo dijo. Podía ser una sangre pura, ¿pero qué era su linaje en comparación a los Ancestros? ¿Y frente al Rey de los Vampiros? Ella no era nada. Y la nada solo puede llegar a hacer nada.

      Después de todo, la supervivencia siempre fue posible para el más apto. Y generalmente, el más apto es el más fuerte.

      Además que ya ni siquiera estaba segura de si era una vampira. Los vampiros que la rodeaban tenían argumentos válidos para ponerla en duda, y su identidad había sido colocada en cuestión tan sencillamente que le hervía la sangre. No porque tenía un apego a su vampirismo o algún tipo de orgullo por ello, sino que sabía que sus padres eran los descendientes de dos de las familias de vampiros sangre pura más antiguas. Si ella no era una vampira, ¿entonces sus padres no eran sus padres? No. Eso sí que no iba a aceptarlo. Se negaba a hacerlo.

      Estaba lista para aceptar su muerte. No le importaba. Pero no para que cuestionaran que era hija de sus padres.

      Y entonces, una luz la envolvió y la cegó. Yusuki se llevó un brazo a sus ojos para frenar la fuerza con que la golpeó, mas fue en vano su intento por abrir los ojos. Pero, tan rápido como había aparecido, la luz había desaparecido y la dejó en un lugar que asemejaba ser el espacio. Miró a su alrededor, la oscuridad infinita iluminada por lo que parecían ser estrellas lejanas. Bajó la mirada al suelo, para descubrir que no había ninguno y que parecía estar flotando en el aire como si no hubiera gravedad.

      Con otro destello de luz, ésta vez más suave y corto, apareció frente a ella el hombre que le revelaría la verdad. Le daría las razones tras todo lo que había pasado, y le diría lo que tanto quería saber al igual que lo que no quería saber.

      —Querida mía, hace tanto que no te veo.

      KarlHeinz le sonrió a la chica que había visto por última vez años atrás, de vuelta a cuando se convirtió en su héroe al salvarla de su final. Sin saber que la estaba condenando a otra clase de existencia que nunca se hubiera imaginado.

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