𝟬𝟭𝟴 rome is in ruins
CAPÍTULO DIECIOCHO: ROMA ESTÁ EN RUINAS.
—¿Te molesta si me siento?
Yusuki le disparó una mirada de molestia a Yuma, su ceño fruncido mientras mantenía los brazos cruzados por sobre el libro que usarían en esa clase—. Bien sabes que sí.
Yuma sonrió—. Entonces tomaré asiento, gracias por tu amabilidad.
La vampira suspiró de mala gana. Sus hombros se derrumbaron ante la perspectiva de pasar toda la clase de literatura con el chico de sonrisa molesta y actitud aun más molesta. Sin decirle nada, abrió el libro y buscó la página que la profesora indicó que debían leer.
—Uh, ¿niña rica? ¿Te molestaría compartir tu libro con este humilde plebeyo?
El castaño no obtuvo respuesta, pero la chica cedió y colocó el libro en medio de la mesa. Después de unos segundos, se decidió a romper el silencio —. ¿Ni siquiera te molestaste en traer el libro?
Yuma la miró, pero Yusuki seguía manteniendo los ojos sobre el texto. Siguió observándola, sonriendo—. Al menos yo sí vengo a clases.
La pelirosa alzó la mirada, y frunció el ceño. Ella atendía esta clase con Ayato, pero ésta vez el chico no había asistido a la escuela. ¿Cómo supo que así era? Saber que el pelirrojo no había asistido era fácil ya que estaba la esencia de su aroma, además que sería suficiente con preguntarle a cualquier chica en la escuela. Sin embargo, ¿cómo sabía que se sentaba con Yusuki en literatura?
—¿Qué hiciste?
Yuma alzó las cejas—. Y finalmente tengo tu atención. Yo no hice nada —aclaró y, ante el cambio en la mirada de Yusuki, agregó—. Mis hermanos tampoco. No somos tan malos como nos quieres creer, ¿sabes?
La vampira rió—. Yo no soy la que se anunció provocando que nuestro auto choque. Las primeras impresiones lo son todo, ¿no lo sabías?
—Y es por eso que los plebeyos estamos en desventaja contra la aristocracia como tú, ¿no?
—Ya basta con eso —resopló Yusuki—. Deja de hacerte la víctima solo porque no tienes la sangre pura. No es por eso que estamos a la defensiva con ustedes, es por lo que hicieron.
—¿No? ¿Y qué fue lo que hicimos tan malo que causó esto?
Yusuki rodó los ojos y, cansada de discutir, volvió a centrar su visión en el texto frente a ella. Posó su rostro sobre una mano con la intención de crear una barrera, aunque fuera pequeña, entre ella y Yuma.
—No tienes respuesta, ¿cierto? Es porque tengo razón —comentó Yuma con amargura.
La chica apretó la mandíbula y lo miró—. ¡No! ¿Qué hicieron de malo? ¿Además de destruir la limo en la que íbamos?
—No es como si no tuvieran el dinero suficiente para reemplazarla —interrumpió.
—¡Ese no es el punto! —Yusuki arrugó los labios, suspirando antes de agregar—. Y raptaron a Yui.
Yuma se mofó—. Creí que estábamos haciendo un favor. Esa noche parecías bastante disgustada con ella.
Yusuki volvió a girar la cabeza, aún apoyada sobre su mano, para volver a mirar el libro—. Eso no es lo que importa.
—Entonces, ¿qué importa?
—Que Yui está a salvo con nosotros, más que con ustedes —señaló la vampira, pasando la página sin molestarse en preguntar si el chico había terminado de leer—. Ustedes terminarán matándola, y lo saben. No tienen el auto-control.
Yuma se hubiera ofendido si no fuera porque estaba demasiado sorprendido por el descubrimiento. Alzó las cejas, observando con atención el perfil de ella. Lucía relajada, como si no estuviera diciendo la gran cosa, mientras sus ojos se movían alrededor de la página.
—¿Te importa la humana?
Yusuki giró la cabeza con tanta velocidad y fuerza que se hubiera roto el cuello si fuera humana. Sus ojos se abrieron de par en par, y todo su rostro se arrugó con indignación—. ¡No! ¡Baka! ¿Qué dices?
El vampiro soltó una carcajada solitaria y seca, antes de negar ligeramente con la cabeza—. En serio, me rindo. No puedo entenderlos, aristocráticos. Primero, el agresivo y ahora tú.
La chica lo miró con curiosidad—. ¿Qué pasó con Subaru?
Yuma no señaló lo divertido que le parecía que ella sepa de quién hablaba sin necesidad de hacer más aclaraciones, y por el contrario, respondió a su pregunta—. No sé de qué estaban hablando, pero de alguna forma tú saltaste en la conversación. Kou le dijo que se moría por chupar tu sangre, y el agresivo le dijo que lo mataría si lo intentaba —musitó con naturalidad—. Pero cuando Kou le dijo que al que debería matar es al pervertido, el agresivo se volvió loco y empezó a gritar. Casi como tú recién, solo que con menos golpes y la voz más baja.
Yusuki guardó silencio, hundiéndose en su mente en un instante. El vampiro la observó un momento, torciendo la cabeza a un lado ante su comportamiento y, justo cuando estaba a punto de preguntarle qué le pasaba, la chica pareció escapar de su trance.
—Ninguno de ustedes puede beber mi sangre —declaró.
Yuma alzó una ceja—. ¿Es un chiste? Ayer te me estabas ofreciendo como--.
—Morirán si beben mi sangre —continuó Yusuki. Entonces, decidida a no dejar salir el secreto de su sangre por completo, optó por mentir—. Mi sangre es pura. Para un vampiro convertido, la pureza sería letal. Te volvería loco y terminarías muriendo en cuestión de segundos.
El castaño permaneció en silencio unos segundos, reconociendo la honestidad en sus palabras. No entendía por qué le contaba cuando el día anterior había insistido tan fervientemente en que la tomara, lo que significaba que había intentado matarlo. No obstante, ahora le estaba advirtiendo. Los aristocráticos sí que son raros. No los entiendo.
Se rió con un tono burlón—. Los plebeyos somos demasiado inferiores como para siquiera probar tu sangre —murmuró, y Yusuki iba a contestar, pero él continuó sin darle tiempo—. Está bien. Gracias por decirme.
Incómoda, Yusuki se limitó a asentir.
Fue así como el resto de la clase transcurrió. Ninguno emitió palabra, mientras que la profesora retomaba la atención de la clase para explicar el tema y hacer algunas preguntas. Finalmente, cuando el timbre sonó, Yusuki tomó su libro y se levantó, lista para marcharse. Sin embargo, se detuvo cuando Yuma la llamó por su nombre.
—Tengo... uh--. ¿Por qué no vas a mi casa después de clases? Tengo algo que decirte.
La pelirosa frunció el ceño—. ¿Crees que voy a ir a tu casa después que admití haber intentado asesinarte? No soy tan estúpida como crees, Mukami.
Yuma volvió a reír, ahora con humor—. Es para pagarte el favor. Creo que sé una cosa o dos de KarlHeinz que tú no.
Yusuki abrió los ojos. Automáticamente, sus músculos se tensaron, y enderezó su espalda mientras se acercaba a él con velocidad sobrehumana. Ya todos se habían ido del salón, por lo que no había problema, pero ella no se había detenido a pensar en eso.
—¿Lo conoces?
El último timbre de advertencia sonó, y Yuma se levantó de su lugar. Los labios del vampiro no pudieron evitar estirarse en una sonrisa cuando volvió a encontrarse con esos ojos escarlata—. Debo ir a mi siguiente clase. Pero podemos hablar luego, ¿por qué no vas a mi casa después de clases? —repitió.
La chica apretó la mandíbula, decidida a seguir cuestionándolo, pero el chico colocó un pedazo de papel contra su pecho que ella tomó por reflejo, y entonces abandonó la habitación. Confundida, Yusuki bajó la mirada hasta el papel para encontrar escrita una dirección que asumió era la de su residencia.
Con los músculos aún tensos y millones de teorías rebotando en su cabeza, Yusuki salió del salón con la cabeza en alto, ignorando los susurros que la siguieron ya que los presentes en el pasillo se percataron que ella y Yuma habían estado solos todo este tiempo.
Últimamente se había estado sintiendo tan débil, tan indefensa. Pero ahora tenía la oportunidad de averiguar más información sobre Karlheinz, lo que consecuentemente significaba más poder.
Si bien Yusuki siempre había comparado al reino que construyó para sí en la mansión Sakamaki con Roma, no hace mucho Shu le había dicho que estaba comenzando a desmoronarse. Aunque se había negado a darle la razón en ese entonces, ahora lo reconocía. Incluso peor, solo quedaban las ruinas de su anterior reino. Y si ahora Roma estaba en ruinas, entonces ella estaba tomando los pasos necesarios para su reconstrucción.
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