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𝟎𝟐𝟖 trapped in a concept


CAPÍTULO VEINTIOCHO: ATRAPADA EN UN CONCEPTO.



      Su cabeza arrojada hacia atrás, sus brazos colgando a sus costados, y sus piernas estiradas sobre el suelo. Yusuki Kouko parecía muerta, excepto porque sus ojos escarlata seguían abiertos, mostrando que solo estaba muerta en vida... aunque no sabía qué era peor.

      El Fundador de cabello rosado finalmente se separó de su cuello, pasándose la manga contra los labios para limpiarse, y reflejando una mueca de puro hastío—. Tu sangre es tan asquerosa. En serio, ¿cuánto tiempo permitiste que se alimentaran de ti? 

      Yusuki apenas lo miró, su rostro no permitiendo que ningún sentimiento o pensamiento fuera reflejado. Estaba sentada sobre una silla, sujeta a ella solo por una soga que cruzaba su cintura. No que fuera necesario, escapar de los Fundadores estaba cerca a lo imposible.

      —Si soy tan asquerosa, ¿por qué no me dejan ir de una buena vez?

      Shin sonrió con malicia, posando un dedo bajo su mentón—. En vez de eso, preferiría matarte.

      La vampira volvió a echar la cabeza hacia atrás—. Adelante —musitó con un tono aburrido—. No es como si realmente fueras a hacerlo. Obviamente, por alguna razón, soy importante para ustedes. ¿Por qué más me tendrían aquí?

      El Fundador chasqueó la lengua, su molestia evidente en su rostro. Yusuki no tardó mucho en darse cuenta que el pelirrosa, que se presentó como Shin, no tenía mucha paciencia. Además, era impulsivo, llevándolo a tomar decisiones sin pensar, y su narcicismo y complejo de superioridad lo hacían subestimar a los vampiros. Por lo tanto, ahora que Carla (el Fundador de larga cabellera blanca) había desaparecido, tenía una oportunidad para escapar.

      Ahora tenía la ventaja.

      —Por favor, solo eres un arma. No te sobreestimes.

      Sus orejas cosquillearon ante la nueva información. Para ser honesta, no tenía idea del por qué estaba allí. Si bien su primer hipótesis fue por el poder que otorgaba su sangre, rápidamente fue descartada cuando los Fundadores mismos le recordaron que ese efecto solo era eficaz con los vampiros.

      Si seguía presionando a Shin, lograría hacerlo hablar. Solo unos minutos más...

      —Si soy un arma, entonces lo único que tengo que hacer es dispararle a ustedes dos, ¿no?

      Shin gruñó por lo bajo, apretando su mandíbula.

      Yusuki sonrió con arrogancia—. No suena a una proeza desafiante.

      El Fundador apretó la mandíbula, y su mano bajó al cuello de Yusuki. Sus dedos fácilmente lo rodearon, y su pulgar se movió de arriba a abajo en un gesto burlón.

      Bingo.

      —Eres bastante estúpida, ¿no te das cuenta de tu posición? —sus dedos empezaron a cerrarse lentamente, ejerciendo presión y cerrando su garganta—. No solo eres una vergüenza para los Fundadores, sino que--.

      —Shin —apareció Carla, y solo eso fue suficiente para que Shin la soltara y retrocediera.

      Pero Yusuki había logrado hacerlo hablar. ¿Por qué podría ser una vergüenza para los Fundadores? Eso no tenía sentido. Ni siquiera los había conocido hasta este mismo día. Tal vez estaba diciendo mentiras para confundirla.

      A menos que... ¿ella misma fuera una Fundadora?

      Carla notó a dónde estaba yendo su mente, por lo que decidió interrumpir su reflexión llegara más lejos.

      —Estás demasiado atrapada en el concepto —aclaró, captando la mirada de la vampira—. Piensa un poco más allá, las armas no solo sirven para lastimar.


──────────────


      Yusuki ya no sabía cuánto tiempo había pasado sola en la habitación. Los Fundadores se habían marchado en un apuro, sin explicarle nada, y solo con Carla ordenándole que permaneciera allí, enlazando la orden con magia para que se convirtiera en ley sobre el cuerpo de la vampira.

      No puedes cruzar ninguna puerta o ventana que te permita salir de la habitación.

      Esas habían sido sus palabras exactas, repitiéndose constantemente en la mente de la chica mientras intentaba encontrar la forma de escapar sin quebrantar la regla. Debía haber un hueco, algo que le permitiera mover su cuerpo.

      Era consciente que no le había dicho directamente que tenía prohibido moverse en caso que hubiera un accidente. Después de todo, Yusuki tenía razón y ellos la necesitaban viva por algún motivo que desconocía, por lo que tenía que tener permitido escapar en caso de emergencia. Sin embargo, para poder salir debería...

      Crear su propia salida.

      No podía cruzar ninguna ventana o puerta que la llevaran fuera de la habitación, pero si hubiera un hueco en el piso, no estaría desobedeciendo su orden.

      Con un aire triunfal, Yusuki se levantó de la silla después de fácilmente romper la cuerda que rodeaba su cintura. No obstante, aún no estaba fuera. Gracias a que Shin había estado bebiendo de su sangre sin parar para, de acuerdo a ellos, "limpiarla", no estaba en su momento más fuerte. De más está decir que el eclipse seguía en efecto, iluminando con los rayos rojos la habitación a través de las ventanas.

      Formando un puño, golpeó con todas sus fuerzas el suelo y un siseo de frustración escapó de sus labios cuando la madera no cedió bajo su toque. Pero sí se hundió considerablemente, por lo que con un segundo golpe o tal vez un tercero, dejaría de obstaculizar su paso.

      Sin perder tiempo, volvió a golpear. Mas, la madera debía ser antigua, porque en cuanto el hueco se formó bajo su puño, la estructura chilló y el cuerpo de Yusuki cayó al piso de abajo. Por supuesto que, por sus reflejos, aterrizó de pie; pero la nube de polvo que la envolvió, la cegó.

      Permaneció de pie hasta que el polvo se marchó, y su estómago dio un vuelco cuando divisó a los Sakamakis, los Mukamis y a Yui a un par de metros de distancia. Creyó que debía estar de suerte y les dedicó una pequeña sonrisa. Mas, lejos de lucir aliviados, los rostros de los vampiros y la humana se constorsionaron en preocupación. Antes que Yusuki pudiera alcanzarlos o siquiera reclamarles que por qué reaccionaban así al verla, unos brazos rodearon su cintura.

      Ya sabía el por qué de sus reacciones.

      Carla volvió a hundir sus colmillos en su cuello, mirando fijamente a los vampiros al otro lado de la habitación con la única intención de provocarlos.

      —Es bueno ver que te nos unas, Yusuki —musito a su oído, dando una sonrisa escarlata ya que sus dientes estaban empapados en su sangre. Por un momento pareció haberse ahogado tomando, suprimiendo una tos que sonó rasposa y dura contra su pecho. No obstante, lo ignoró y continuó tomando.

      Yusuki escuchaba los gritos de protesta de los vampiros en el lado contrario del lugar. Identificaba sus gruñidos de ira y sus bufidos de impotencia, mezclados con los jadeos de preocupación de Yui. Pero no podía pensar en ellos cuando era ella la que estaba actualmente en peligro, y más cuando sabía exactamente lo que Carla tenía en mente.

      Quería beber su sangre hasta que perdiera el conocimiento, así solo provocaría a los otros a estallar en furia. Pero nuevamente, aquel que se deja llevar por su enojo cae en errores estúpidos. Errores estúpidos que en esta situación significaría su fin. Entonces, decidió que se adelantaría a él.

      Comenzó cerrando los ojos, sus respiraciones volviéndose más lenta, hasta que su cabeza cayó a un lado y su cuerpo pareció caer inerte con todo su peso. Carla retiró los colmillos de su cuello, alzando sus ojos en dirección a los vampiros.

      —Miren eso, resultó ser mucho más débil de lo que creía.

      Y ahora, Yusuki tenía que improvisar. Esperaba que Carla bajara la guardia y la soltara, o al menos debilitara su agarre sobre ella, pero no lo hizo. Sino que sus manos se mantuvieron fuertes sobre sus brazos como las cadenas que representaban, y no se deslizaron ni un centímetro.

      Se estaba quedando sin tiempo. Si no escapaba pronto, los vampiros reaccionarían y sabía que eso era lo último que quería que pasara. Sus pies se arrastraron por sobre el marfil a medida que Carla se movía, y podía escuchar a Shin riendo al lado de su hermano. Probablemente se había burlado de los vampiros y su aparente inferioridad, pero ella no lo había escuchado puesto que estaba demasiado ocupada friéndose el cerebro en busca de un plan.

      Por un momento, la amarga idea de que era imposible surgió en su mente. Después de todo, ya habían intentando armar un plan antes entre todos, y no habían llegado a nada. ¿Qué la hacía creer que ella podría hacerlo sin la ayuda de los demás? Doce cabezas habían estado trabajando juntas y no lograron formular un plan, ¿ahora ella sola podría cuando estaba corta de tiempo? Si bien sabía que no era tonta, nunca se había considerado la persona más lista en la habitación.

      Ojalá lo fuera.

      Frío. Las alarmas se encendieron en su cabeza cuando sintió su cuerpo caer y golpear una superficie fría, que asumió que era el suelo. Su cuerpo permaneció inmóvil, temiendo que fuera un plan de los Fundadores, que tal vez hubieran visto a través de su acto y supieran que estaba fingiendo estar inconsciente.

      —¿Yu?

      La vampira abrió los ojos, y juró que nunca había estado tan feliz de ver a Yuma. 

      —¿Estás bien?

      Ella asintió—. Solo estaba actuando —explicó, colocándose de pie rápidamente.

      —¡Yuma! ¡Apúrate! —gritó Kou al otro lado de la habitación.

      —¿Qué--?

      —Tenemos un plan —informó Yuma, tomándola en un pestañeo entre sus brazos para salir corriendo tras sus hermanos, los Sakamakis y Yui.

      Yusuki no estaba segura de si estaba más sorprendida porque de alguna forma habían logrado escapar de los Fundadores, o porque los Sakamakis y los Mukamis habían logrado poner sus diferencias a un lado para trabajar juntos. Probablemente era la segunda.

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