↷ 𝐆𝐨𝐨𝐝 𝐄𝐧𝐝𝐢𝐧𝐠
PRÓLOGO: FINAL BUENO.
El final del año escolar se acercaba, y eso significaba los exámenes finales. Yusuki se encontraba en la biblioteca de la escuela, su rostro reposando sobre su mano mientras sus ojos escaneaban un libro en busca de una mejor explicación en lugar de la que le había proveído su profesor de biología. Mientras tanto, Shu se encontraba a su lado durmiendo, su cabeza sobre una pequeña pila de libros que usaba como almohada, y su mano aferrándose al muslo de la pelirosa.
El rubio murmuró entre sueños, y Yusuki lo miró para descubrir que él ya la estaba mirando.
—¿Sigues con eso?
La vampira miró de reojo en el reloj que colgaba de una de las paredes y volvió a tornar su atención a su novio con una sonrisa burlona—. Solo pasaron quince minutos desde que llegamos.
Shu resopló, levantándose para estirar los brazos en el aire. Miró alrededor, bajando sus brazos y colocando uno sobre los hombros de su acompañante—. Esos vagos todavía no llegaron.
—Te dije cuando llegamos que estábamos viniendo temprano —le recordó Yusuki, sabiendo que se refería a la pequeña reunión de estudios que había arreglado con Yuma y Yui. Observando el rostro adormilado y los ojos aburridos del rubio, se acercó y acomodó el cuello de su uniforme—. Puedes volver a casa si quieres. No me ofendo. Yui vendrá en cuanto termine sus clases de Literatura, y no creo que Yuma esté muy lejos de aquí.
Sabía que el chico quería marcharse, más que nada porque quería dormir ahora que sí estaba asistiendo a sus clases (una vez a la semana, pero eso ya era demasiado para él) por lo que, según él, estaba muy cansado y se merecía su siesta reparadora. Y aunque él mismo había dicho que la acompañaría para volver juntos porque quería dormir con ella, Yusuki se sentía culpable de hacerlo quedarse cuando podía irse. Pero tampoco tenía otra alternativa. Con todo lo que había pasado, estudiar había estado en las últimas de sus preocupaciones y, con los exámenes encima, tenía que ponerse a estudiar o luego debería lidiar con la ira de Reiji. Además que tampoco quería repetir. En cuanto antes terminara con esto, más rápido estaría libre.
—No, voy a esperarte —insistió Shu, volviendo a apoyarse en la mesa pero esta vez descansando sobre sus brazos cruzados. No obstante, poco duró así, y pronto colocó la cabeza debajo de la mesa para reposarla sobre las piernas de la pelirosa.
Yusuki se detuvo de tomar notas para bajar los ojos hacia él, y se mordió el labio al notar las miradas horrorizadas de los estudiantes alrededor que le daban rienda suelta a sus imaginaciones.
—¿Estás cómodo?
—Las almohadas no hablan, shh —suspiró, girándose para que ahora su respiración golpeara contra su estómago.
Una de las manos de ella bajó hasta su cabeza para acariciar su cabello, mientras seguía tomando notas del texto del manual. Alzó la cabeza cuando escuchó la puerta abrirse, y le sonrió como saludo al recién llegado.
Yuma lanzó su mochila sobre la mesa con poco cuidado, consiguiendo así una mala mirada por parte de la encargada de la biblioteca. Entonces movió la silla, haciendo más ruido del necesario, y finalmente se sentó.
—Hola linda —saludó, ya comenzando a sacar las cosas de su mochila—. Neet.
—Entonces sabes que estoy aquí y aún así coqueteas con Yuu —gruñó Shu por lo bajo—. ¿Es valentía o estupidez?
Yusuki rodó los ojos—. Pretende que está dormido.
Yuma se carcajeó—. ¿Entonces es eso lo que se supone que está haciendo y no haciéndote se-?
La vampira lo pateó por debajo de la mesa, su rostro tornándose rojo.
Shu la observó aún desde su posición—. Pervertida, ¿en qué estás pensando?
—Estaba estudiando perfectamente antes de que llegaras —Yusuki miró mal a Yuma, pero él no pareció afectado en lo más mínimo.
—Mentirosa, te escuché hablando con el Neet antes de que llegara.
Yusuki abrió la boca para protestar, pero fue interrumpida.
—Creí que dijiste que iban a estudiar —murmuró Ayato a Yui, que permanecía detrás de la humana con una mano en la nuca y sus ojos desviados hacia otro lado.
Las mejillas de Yui se encendieron ante el comentario del pelirrojo y le pellizcó en el brazo como regaño antes de sentarse en el lugar libre al lado de Yuma—. Perdón, la profesora estaba dándonos unos consejos para el examen. Uhm, Ayato está interesado en unirse si ustedes están de acuerdo.
La pelirosa arqueó una ceja, mirando al vampiro que seguía de pie incómodo—. ¿Vas a estudiar? ¿En serio?
Ayato frunció el ceño—. ¡Shu está aquí así que no me puedes decir nada!
—¿Shu? —repitió Yui, confundida.
Entonces, Shu se levantó y asomó la cabeza por sobre el borde de la mesa, haciendo a la única humana entre ellos saltar en su lugar. Conteniendo la sonrisa por haberla asustado, el rubio terminó de sentarse en su lugar y posó sus ojos entrecerrados sobre su hermano.
—Si crees que voy a dejarte a solas con Yuu, estás muy equivocado.
El pelirrojo resopló—. Ni siquiera se suponía que iba a venir.
—Vine por Yuma —Shu se encogió de hombros, a lo que el aludido rió.
—Oh, ¿entonces confías en mí? —preguntó Yui pero, cuando los ojos fríos de Shu se giraron a ella, alzó las manos al aire como en rendición—. ¡Solo era una broma!
—Shu va a quedarse porque está durmiendo, ¿no es así? —aclaró Yusuki, fijando los ojos sobre el vampiro rubio. Este prosiguió a volver a su posición anterior, acomodando la cabeza sobre las piernas de la chica. Entonces, Ayato finalmente se sentó al lado libre de Yui.
—¿Cuál dirían que es su peor materia? —preguntó Yuma.
Yusuki se encogió de hombros—. Ninguna. Solo tengo que repasar las cosas que vieron al final, pero estoy bien —respondió, y era la verdad. Para evitar tener que estudiar todo como una condenada antes de los exámenes, tenía la costumbre de aprender y practicar las cosas durante el trascurso del año. Para cuando llegaba fin de año, solo tenía que memorizar los conceptos que por alguna razón no recordaba y estaba salvada.
—Inteligente y bonita.
—Basta —siseó Shu, a lo que Yuma y Yusuki rieron. Aunque el rubio se quejara, era consciente que el Mukami solo hacía esos comentarios para molestarlo. Últimamente se estaban llevando mejor, no se llamarían amigo el uno al otro, pero sí actuaban como unos.
—Para mí es lo mismo, estoy bien con todas —asintió Yuma, sorprendiendo a los presentes. Ante las miradas que recibió, frunció el ceño—. ¡Idiotas! ¿Por qué me miran así?
Yui fue rápida para cambiar de tema—. Uh, mi peor materia es historia.
—¡Historia es la mejor materia! —Yuma fue rápido para girarse a Yui, y eso fue suficiente para que los dos comenzaran a trabajar juntos.
Los ojos de la pelirosa viajaron a Ayato—. ¿Necesitas ayuda en algo?
Ayato desvió la mirada a un lado, avergonzado—. Literatura...
Yusuki tomó la silla que tenía a su lado libre y la movió para señalarle que se sentara, y así lo hizo. Los cuatro permanecieron trabajando así, murmurando en voz baja para que no los echaran de la biblioteca y ayudándose entre sí. Lo único que no sabían era que Shu estaba lejos de estar dormido y, al contrario, solo simulaba hacerlo mientras sus orejas estaban agudizadas sobre una de las parejas.
—¿Leíste los cuentos que teníamos que leer este año? —Yusuki entrecerró los ojos, sospechando.
El pelirrojo resopló—. Obvio que no. Son todas aburridas.
—Cuando volvamos no vas a dormir hasta que no termines de leer todo.
Ayato frunció el ceño—. ¿Por qué desperdiciaría mi tiempo en eso?
—Porque más de la mitad del examen solo son preguntas de análisis sobre los cuentos —explicó ella, entonces agregó—. Y te haré takoyakis cuando termines de leer todo.
Justo como si fuera un niño, el vampiro se animó ante la propuesta de takoyakis y asintió efusivamente—. Voy a leer todo cuando volvamos a casa.
Yusuki no pudo contener la carcajada que cayó de sus labios. Ayato siempre era tan sencillo de leer. Incluso cuando eran niños, ella aplicaba técnicas similares para convencerlo de jugar a lo que ella quería. Si bien no podía ofrecerle takoyakis porque no sabía cómo cocinar, sí podía sobornarlo con caramelos y chocolates.
Sin embargo, su risa fue interrumpida cuando sintió dos colmillos enterrarse en su muslo. Inspiró aire por la nariz e intentó no reaccionar, pero rápidamente el aroma de su sangre inundó el lugar. Yuma dejó de hablar con Yui para mirarla, dejando a la ignorante humana preocupada porque se podía percibir que algo iba mal en base a su reacción. Ayato gruñó por lo bajo, llevándose una mano a la boca para ocultar así sus colmillos crecientes.
—¡Joder, Shu! ¿Tienes que hacer esto aquí y ahora? —se quejó el pelirrojo.
—¿Qué... pasa? —balbuceó Yui, sus ojos paseando por los vampiros antes de posarse sobre la pelirosa que se mantenía extrañamente callada y con los labios apretados—. Yu, ¿estás bien?
La vampira abrió la boca para calmarla, pero en ese mismo momento Shu enterró sus dientes aún más, haciendo que inmediatamente apretara los labios y se removiera en su asiento. Solo asintió, forzando una sonrisa que parecía más una mueca antes de ocultar su rostro con sus manos. Lejos de calmar a Yui, solo la puso más nerviosa.
Yuma miró a Yusuki a los ojos, preguntándole si debería intervenir, pero ella negó ligeramente con la cabeza por lo que permaneció en su lugar. Finalmente, Shu dejó de morderla y un suspiro escapó de sus labios antes que pudiera evitarlo.
—Hipócrita —murmuró Shu, alzando los ojos hacia su hermano—. Tú hacías exactamente lo mismo.
—Besar y morder son distintas cosas —argumentó Ayato.
—No cuando la haces por la misma razón.
Yusuki bajó la mirada a su falda para observar a Shu, comprendiendo a lo que se refería. Cuando Ayato la besaba frente a los demás, siempre era para remarcar que era suya. Y ahora él estaba haciendo lo mismo, solo que yendo un paso más allá y mordiéndola.
—Uhm, ¿deberíamos volver a la mansión? —sugirió Yui.
—No, está bien —Yusuki habló de una vez, tomando sus cosas para guardarlas en su mochila. Yui le pasó un pañuelo que ella aceptó para presionar sobre los dos puntos que habían quedado en su muslo. Shu ya se había levantado de sus piernas y solo la observaba en silencio, sentado en su lugar. Después que guardó todas sus pertenencias, la pelirosa se levantó y miró a su pareja—. Vamos.
Shu suspiró, pero igualmente se levantó—. ¿A dónde?
—A casa.
—Agh, qué fastidio —se quejó, pero se acercó a ella para quitarle la mochila de la mano y cargarla él.
En silencio, los dos se dirigieron al baño y, de allí, se teletransportaron a la mansión Sakamaki. Ya de vuelta en la habitación de Shu, el chico le miró con diversión.
—¿Por qué viniste a mi habitación? Pervertida.
La vampira rodó los ojos, no dispuesta a actuar como si nada—. ¿Por qué hiciste eso?
Shu desvió la mirada y se arrojó a la cama, provocando que Yusuki bufara ya que sabía que no iba a obtener una respuesta directa. Entonces, la chica se sentó a su lado, solo para que Shu se girara sobre su hombro y le diera la espalda.
—Shu, sabes que no puedes hacer eso en un lugar así —comenzó—. ¿Y si nos ven?
—No me importa que nos vean.
Yusuki sintió sus mejillas tornarse rojas, pero continuó—. Ese no es el punto.
Con un suspiro profundo deslizándose por su nariz, Shu se volvió a girar para mirarla—. Solo me aseguraba que no le hayas dado tu sangre a alguien más.
La chica frunció el ceño, confundida. Al mismo tiempo, le hizo recordar al tiempo atrás en donde nadie sabía de las cualidades de su sangre ni del plan de KarlHeinz ni que no era una vampira sino que más bien un experimento... al igual que todos los que habitan en esa jodida casa aparentemente. De vuelta a ese tiempo, cuando era un secreto que Shu tomaba su sangre, él siempre insistía en ese pequeño detalle: que ninguno de sus hermanos tomaran de su sangre.
No obstante, más allá del recuerdo que trajo a su mente, no lo entendía. Estaban en una relación. Aunque ninguno de los dos llamaba al otro amor o algún apodo cursi por el estilo, igualmente estaban juntos. Ellos lo sabían. Sus hermanos lo sabían. Incluso los Mukamis lo sabían. Por eso mismo no entendía a qué se refería.
Shu suspiró—. Olvídalo —y volvió a darle la espalda.
Pero la vampira no se rindió con eso. Shu podía ser bastante infantil, y aquello solo era peor cuando estaban solos. Ya estaba acostumbrada a esto, por lo que prosiguió a tomarlo por el hombro y tirar de él para insistirle que volviera a girarse.
—Vamos, dime. Sé que lo hiciste por una razón —insistió, pero entonces su mano dejó de tirar y solo se mantuvo sobre su hombro con suavidad—. No... no estás sediento otra vez, ¿no?
—No —aseguró el rubio.
—¿Entonces por qué-?
—Ayato y tú siempre estuvieron juntos —soltó de una vez—. Recuerdo verlos juntos en todos lados desde que éramos niños y... —resopló—, supongo que no me gusta ver que te hace reír. No me gusta saber que hay tantas cosas que no sé de ti y que él sí, cosas que probablemente nunca sabré porque son parte del pasado y--.
—Pero él no sabrá el futuro —interrumpió Yusuki—, y tampoco el presente, por cierto. Ayato y yo... tenemos mucha historia y, sí, sabemos muchas cosas uno del otro, pero eso no significa que yo —tragó saliva—. Eso no significa que te amo menos.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Shu al segundo que escuchó esas palabras, y finalmente se giró en la cama para mirarla. La sonrisa de él solo incrementó al observar las mejillas rojas de la chica.
—Di algo, idiota.
—También te amo, Yuu —respondió, sentándose en la cama para unir sus labios en un beso dulce y gentil, lleno de sentimiento. Una de sus manos acarició su mandíbula, mientras que la otra permanecía apoyada en el colchón para mantener el balance.
—Eres tan lindo cuando estás celoso —se burló la pelirosa una vez que se separaron.
—¿Quién dijo que estoy celoso? —gruñó Shu pero, ante la mirada que recibió, su rostro se suavizó—. Solo... no le hagas takoyakis a Ayato.
—¡Pero se lo prometí!
—Solo compráselos en alguna tienda y dile que los hiciste.
Yusuki torció la cabeza, una sonrisa entretenida en su rostro—. ¿No es lo mismo?
—No, no es lo mismo.
—Como digas —murmuró y se levantó de la cama, acomodando su ropa—. ¿Vienes conmigo o te quedas?
—Ugh, qué molestia —chistó pero igualmente se levantó de la cama.
Yusuki rodó los ojos con diversión y se dirigió a la puerta, Shu detrás de ella, pero dio un pequeño salto cuando sintió un pinchazo en su trasero.
—¡Shu! Pervertido —lo regañó.
—¿Yo soy el pervertido? Tú te la estabas buscando cuando te pusiste una falda tan corta.
──────────────
Horas más tarde, entrada la tarde, Yusuki regresó a la habitación de Shu después de corroborar que Ayato realmente había leído los libros y darle su takoyaki. No se sorprendió de encontrar las luces apagadas y al chico en la cama, por lo que en silencio marchó hasta allí y se acostó a su lado.
No pasaron más de diez minutos cuando él apretó su trasero.
—Shu, basta. Intento dormir.
—Heh, fue tu idea dormir aquí, ahora estás pagando las consecuencias.
Otro apretón. Un dedo hundido en su cadera. Un pellizco de su brazo. Un apretón extra en el trasero.
—¡Shu! No me voy a mover de aquí —Yusuki ya lo había convertido en un desafío en su cabeza: no podía ceder a sus caprichos. Sabía que solo buscaba hacerla reaccionar, por lo que se limitó a cerrar la boca e intentar conciliar el sueño.
Por supuesto, Shu no se detuvo.
No tardó en notar que lo físico no estaba teniendo resultado, por lo que la tomó por la cintura y la acercó a su cuerpo. Yusuki se relajó, creyendo que había ganado y ambos dormirían abrazados. Shu tenía otros planes.
—¿Dormir aquí es una excusa para obtener algo más? —susurró a su oreja—. Admítelo, viniste aquí porque me deseas.
Yusuki se giró, ahora sus rostros enfrentados y con meros centímetros que los separaban. Mientras que ella tenía el ceño fruncido, él tenía una sonrisa ladina.
—¿Alguna vez te dijeron que puedes ser realmente molesto?
—Sí —dijo fácilmente—. ¿Alguna vez te dijeron que no vienes a la cama de un hombre si no quieres cumplir con sus deseos?
Yusuki entrecerró los ojos—. ¿Y tus deseos son...?
Shu guardó silencio un momento, aparentemente sorprendido por su pregunta. Entonces, con la sonrisa confiada de vuelta en su rostro, continuó—. ¿Puedo usar tu trasero como almohada?
—¿En serio?
—En serio.
Yusuki suspiró pero lo complació, acostándose boca abajo. Hundió su cabeza en la almohada, mientras que Shu se acomodó (feliz como un niño en dulcería) para apoyar su cabeza en el lugar que tanto apreciaba.
—Ah, ahora sí puedo dormir.
—¿Desde cuándo tienes problemas para dormir? —se mofó la vampira.
—No tengo, pero con mi almohada personal duermo mucho mejor.
Una sonrisa tomó poder del rostro de la pelirosa, pero mantuvo su rostro enterrado en la almohada—. Solo duérmete.
No obtuvo respuesta.
Yusuki volvió a despertarse cuando era la hora de ir a la escuela. Abrió los ojos con vagancia, apenas saliendo de su ensueño, cuando dos colmillos se enterraron en su nalga derecha. Soltó un pequeño chillido de sorpresa.
—¡Shu!
—¿Mhmm? —murmuró mientras se alimentaba.
—Avisa primero, idiota —se quejó la chica, y tuvo que enterrar las manos en el colchón cuando sintió sus colmillos hundirse. Apretó los labios y mantuvo su rostro contra la almohada.
—Estás terriblemente callada, Yu —comentó el rubio una vez que se detuvo. Posó su mentón sobre el mismo punto en que la había mordido para mirarla, enviando un pequeño pinchazo de dolor.
Yusuki levantó la cabeza para mirarlo, sus ojos entrecerrados y su rostro acalorado—. ¿Te mataría avisarme antes de hacer eso?
—Sí —Shu se encogió de hombros—. Tu reacción no va a ser la misma si sabes lo que voy a hacer, y eso es lo mejor de todo.
—Púdrete.
Shu colocó sus manos sobre su cintura y la giró, para entonces colocalarse sobre ella. Sus manos inmediatamente viajaron a las de ella y entrelazó sus dedos, solo para colocar sus manos sobre su cabeza. Yusuki lo miró mal, sus manos luchando contra su agarre aunque sabía que no tenía oportunidad de superarlo en fuerza cuando él acababa de beber su sangre.
—Shu —murmuró en un tono de advertencia.
—¿Sí? —preguntó, fingiendo inocencia.
—¿Qué estás haciendo?
—Tanto ayer como ahora ocultaste tu rostro de mí —explicó, sus ojos oscureciéndose con anhelo. Cuando sonrió, sus colmillos brillaron bajo la tenue luz de la luna que se colaba por entre las cortinas de la ventana—. Solo quiero ver tus expresiones.
El rostro de Yusuki se había tornado rojo, y sus ojos se desviaron a un costado—. Solo hazlo rápido.
—Ah, ¿en serio, mujer? —se rió por el doble sentido.
Yusuki volvió a mirarlo—. Vamos. Hazlo.
—Qué necesitada —se carcajeó él mientras levantaba sus manos y las llevaba a su boca. Sus ojos estaban pegados al rostro de ella, y lamió su muñeca antes de morderla. Yusuki se retorció bajo su cuerpo. Aunque las muñecas eran un buen exceso directo a las venas, dolía como la mierda. Sin embargo, el veneno vampiro que le brindaba placer hacía efecto más rápido.
Su rostro enrojeció más, y se vio forzada a apretar los labios para contener los sonidos que no quería soltar. Pero Shu soltó su otra mano y la colocó bajo su mentón, llevando su pulgar a sus labios y colocandolo entre ellos.
—Aw, abre la boca, Yuu —pidió—. Quiero escuchar tu música.
Pero Yusuki se negaba a hacerlo, sabiendo que todos en la casa estaban más que despiertos a esta hora y lo suficientemente cerca para escucharla a la perfección ya que todos seguían en sus habitaciones preparándose. Por lo que cedió a abrir la boca, pero atrapó su dedo para apretarlo. Shu no pudo evitar carcajearse al ver su expresión, un ligero rubor cayendo sobre sus mejillas.
—Mierda, Yuu. Eres una pervertida de primera.
La puerta se abrió, y las luces se prendieron. Los dos giraron sus cabezas para encontrarse a Reiji bajo el marco de la puerta, quien resopló al encontrarse con esa escena y se acarició la sien mientras miraba a otro lado. El de ojos magenta ya tenía colocado su uniforme, y los dos sobre la cama sabían que iban a ser regañados.
—¿Por qué esto ya no me sorprende? —musitó Reiji en voz alta para sí mismo antes de volver a mirarlos sin vergüenza. Ingresó a la habitación como si fuera una madre metiche y abrió las cortinas de par en par—. ¡Arriba los dos! Si no están listos en cinco minutos, vamos a dejarlos aquí.
Shu se dejó caer en la cama a un lado de la vampira—. Entonces, nos quedamos.
Reiji lo miró mal—. Eso no va a pasar. Yusuki tiene exámenes la semana que viene, va a ir. Tú eres libre de quedarte.
—Pero acabas de decir —el rubio bufó, cortándose a sí mismo—. Como sea, ya vamos. Vete.
—Yusuki, voy a arrastrarte a la escuela si es necesario —advirtió Reiji, ahora mirándola a los ojos.
La aludida asintió, cansada—. Lo sé, lo sé. No lo pongo en duda.
—Entonces, los quiero ver en la limusina en cinco minutos.
—¡Sal de una vez! —farfulló Shu.
Efectivamente, cinco minutos después (o siete según Reiji, ¿pero a quién le importa?) los dos se encontraron en la limusina. Fueron los últimos en llegar, por lo que fueron recibidos por los comentarios de Laito.
—Y la parejita llega —canturreó mientras se sentaban—. ¿Reiji volvió a encontrarlos en pleno acto? —rió—. En serio, ya ¿qué? Perdí la cuenta después de las cien veces.
Yusuki rodó los ojos—. Tú no eres el más indicado para hablar.
—Al contrario, princesita, yo tengo mucho más derecho —replicó antes de llevarse una mano al pecho—. Me están robando mi lugar. Me siento ultrajado.
—No te estreses, estamos muy lejos de llegar a ese punto —la pelirosa negó.
—Sí, para al menos ser comparados contigo deberíamos llegar con una orgía atrás nuestro un par de veces, ¿no crees? —intervino Shu. Entonces, giró su cabeza a Yusuki—. ¿Te parece si hacemos eso ho-?
—No te atrevas —ladró Yusuki.
Shu sonrió y pasó su brazo alrededor de su cintura, acercándola a su cuerpo para susurrar a su oído—. Solo bromeaba.
Ella lo miró de reojo—. Ajá.
—Shu —llamó Reiji—. No creas que no me enteré de lo que hiciste ayer en la biblioteca de la escuela. Déjame decirte que estás en la cuerda floja. Espero no escuchar nada cercano a que rompas las reglas, o--.
El rubio echó la cabeza hacia atrás, y alzó su brazo libre para taparse los ojos—. Agh, nunca termina.
──────────────
Yusuki salió del salón acompañada por Ayato y Yusuki, y divisó a Shu y Yuma esperándolos ya que ese era su último examen. Mientras que el rubio estaba sentado en el suelo, sus ojos cerrados y su espalda reposando contra los casilleros; el castaño estaba de pie, también con su espalda recargada contra los casilleros y sus brazos cruzados sobre su pecho.
—¡Oficialmente somos libres! —celebró Ayato.
—Yusuki, ¿qué pusiste en la última pregunta? —cuestionó Yui.
—C —contestó la pelirosa, estirando sus brazos hacia el cielo—. Era C, de esa no tengo dudas.
Las mejillas de la humana se encendieron—. Marqué B.
—Bueno, no te culpó. La B era un poco tramposa, pero la A estaba completamente mal.
Ahora fue el turno de Ayato de ruborizarse, y se rascó la nuca—. ¡Wa, dejen de hablar del examen! Acabo de decir que somos libres, no quiero pensar más en literatura.
Yusuki le sonrió, dándose cuenta que estaba nervioso por los resultados—. No te preocupes. Cuando hicimos el repaso, te sabías casi todo. Apuesto a que te fue bien.
Ayato se relajó ante aquello, brindándole una sonrisa de agradecimiento. Fue a hablar, pero Shu se le adelantó.
—¿Y qué apuestas? ¿Tus pantis rojas?
La pelirosa inmediatamente se llevó las manos a su falda, aplastándola y dando unos pasos atrás.
—¿Pantis rojas? —ronroneó Laito, cruzando el pasillo y uniéndose al grupo—. Eso es tan caliente, princesa —fue a tomarla de los hombros, pero Shu leyó sus intenciones y fue rápido para aparecer entre los dos. Laito se detuvo, riendo por su reacción—. Mierda, Shu. Cálmate.
Shu le dedicó una mirada tajante, y su brazo envolvió la cintura de la pelirosa con la misma letalidad que una boa. Yusuki colocó una mano sobre la de él, acariciándola en un intento de brindarle un poco de tranquilidad.
Tal vez tomaría un poco más de tiempo para que todos se acostumbren a esta nueva dinámica. Pero al menos, Shu y Yusuki estaban dispuestos a trabajar duro para que funcione.
──────────────
[TRES AÑOS DESPUÉS]
Yusuki dio las gracias a la persona que le pasó los dos vasos de café y retomó su camino hacia la mesa. Su cabello ahora reposando por sobre sus hombros fue soplado hacia atrás cuando nuevos clientes ingresaron al lugar, permitiendo que la brisa fresca de invierno entrara por un momento. Esquivó a un niño que pasó corriendo antes de finalmente alcanzar la fila de mesas que se encontraba al fondo de todo, al lado de las ventanas. Este era el lugar más privado puesto que la mayoría prefería ocupar las mesas más alejadas de las ventanas por el frío que las atravesaba, pero aquello no era un problema para los vampiros.
Shu levantó la mirada de sus hojas llenas de notas y borrones para darle las gracias y tomar un sorbo rápido del café antes de seguir anotando. La chica lo observó con atención, una sonrisa agraciando sus facciones.
—¿Estás inspirado? —preguntó, acomodando los anteojos que ahora utilizaba para aparentar una edad más adulta. Si bien muchos calificarían como una ventaja el nunca envejecer, a veces podía llegar a serlo: como cuando querías ir a la universidad pero tu cuerpo seguía aparentamente el de un adolescente joven.
—Últimamente no dejo de estarlo —murmuró Shu, levantando la cabeza un momento para sonreírle—. La música que estoy escuchando es sumamente inspiradora.
Yusuki entrecerró los ojos ante su tono y se acercó, robando uno de los auriculares para pegarlo a su oreja. Su rostro se tornó rojo cuando reconoció su propia voz en... bueno, una situación específicamente acalorada. Ella dejó caer el auricular, y Shu rápidamente lo tomó para devolverlo a su oído.
—¿Cuándo grabaste eso?
—Siempre hago notas de sonido cuando--.
—¡Idiota!
Shu no lucía ni cerca de estar afectado por esto, y se limitó a tomar un sorbo de su café con calma antes de anunciar—. Estaré contigo en un minuto. Solo quiero anotar unos detalles.
Yusuki sacudió la cabeza, intentando olvidar lo que había escuchado segundos atrás—. Está bien, mientras voy a adelantar mis trabajos.
Ella tomó la laptop de su mochila y chequeó su correo, solo para encontrar un mail de Laito que contenía todas las fotografías que le había prometido enviarle. Ya llevaba cuatro meses viviendo en Amsterdam, aparentemente viviendo su mejor vida. Les echó un vistazo rápido antes de enviarle como respuesta una foto de Shu tocando el violín, a lo que Laito rápidamente le respondió: "deja de alardear."
Hacía dos años que Yusuki y Shu se habían ido a Londres, donde consiguieron un pequeño departamento cerca del centro y que mantenían a flote gracias a la vasta fortuna de los Sakamakis. Shu estaba en un renombrado conservatorio de música, e incluso había tocado un par de conciertos y ya tenía un chico pero leal grupo de fans. Mientras, Yusuki estudiaba Diseño de Indumentaria y trabajaba en una pequeña boutique.
La pelirosa sonrió, siendo rápida para mandarle una foto de ella tras bambalinas, con Shu en el fondo tocando sobre el escenario.
—¿Por qué sonríes? —preguntó Shu, y Yusuki giró la computadora para mostrarle la pantalla.
—Solo alardeo de mi novio.
Shu rió, antes que sus ojos repararan en las fotos que había enviado Laito—. No cambia nunca.
—¿Qué esperabas? —Yusuki rió, tomando la computadora para cerrarla y ponerla a un lado. Tomó el vaso de café entre ambas manos, disfrutando del calor que emanaba, y se la llevó a los labios—. Entonces, ¿qué querías hacer?
—Tener una cita —musitó, sus ojos dirigiéndose a la ventana mientras un suave rubor espolvoreaba sus mejillas—. Hace tiempo que no tenemos una.
—Hemos estado ocupados —asintió Yusuki, estando de acuerdo—. Entonces, ¿qué quieres hacer?
El rubio se rascó la nuca—. Hagamos lo que tú quieras.
La chica arqueó una ceja—. ¿En qué estabas pensando?
Shu la volvió a mirar y se encogió de hombros—. Dormir.
—Mira quien no cambia nunca —se mofó—. Pero, en realidad, estaba pensando en lo mismo. Estoy agotada.
—Pero... no es muy romántico —señaló Shu, volviendo a desviar la mirada—. Digo, es lo mismo que hacemos siempre.
Yusuki lo observó, tomando un sorbo de café para darse tiempo para pensar. Dejó el recipiente sobre la mesa y deslizó su mesa por sobre la superficie para alcanzar la mano de él y entrelazar sus dedos. Shu apretó su mano y la miró, ella le sonrió—. Si quieres hacer algo romántico, podemos hacerlo siempre que quieras. Pero, si lo dices por mí, no me molesta. Soy feliz mientras que estemos juntos.
—¿Estás segura... que no te molesta? —preguntó, Yusuki se percató que se estaba esforzando para no mirar a otro lado.
Ella asintió, dándole un apretón a su mano—. Completamente segura. Entonces, ¿por qué no volvemos a casa y dormimos diez horas?
Shu guardó las hojas de notas en su mochila y se levantó, tomando el café para llevar—. ¿Podemos pasar por la tienda de música antes?
Yusuki sonrió con perspicacia—. ¿El que está al lado de Chanel?
El rubio la miró de lado mientras salían de la tienda, el viento frío recibiéndolos en cuanto cruzaron el umbral—. Solo no estés tres horas.
—¡Lo dices como si tú no pasaras tres horas en la tienda de música! —se defendió rápidamente.
Shu frunció el ceño, ofendido—. ¡No paso tres horas-!
—Sí, lo haces. Ni siquiera intentes negarlo —Yusuki alzó la mano, callándolo con solo ese gesto. Entonces, lo miró y rió—. Solo mantengamos en mente que, cuanto más tiempo estemos allí, menos dormiremos. Eso debería ser suficiente para que no estemos más de una hora.
—Yuu —la llamó de repente, y la chica alzó la cabeza.
—¿Uh?
—Yo tambien soy feliz mientras que estemos juntos.
!! hay otros dos finales: bad ending y secret ending
así que por favor no se vayan todavia ^^
espero que este final les haya gustado <3
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