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La ciudad del Pecado

—Tal vez te preguntes, ¿porque la vida te trata como si fueras una basura?.

No has hecho nada que amerite semejante destino; tu no robas, matas, ni violas; no eres maligno...

¿Quizás te preguntes el porque Dios te odia?... La respuesta es ridícula e injusta, tienes mala suerte, no naciste para ser feliz y en cuanto a Dios... el no te odia, aquello que no existe no puede odiar o amar...

Jack

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La luna suele ser testigo de eventos interesantes, su pálida luz juzga a quienes recorren el sendero de la oscuridad.

Un modesto automóvil convertible avanzaba por el desierto con suavidad, cubierto bajo la fantasmagórica luz de luna.

—¿Era necesario salir antes del amanecer?—preguntó Christopher tallando sus ojos y bostezando, nadie se tomó la molestia de responder.

—No dejo de darle vueltas a todas las interacciones para ver qué ha fallado y a quien he ofendido.—Le decía Marcus a Saya; él viajaba en el asiento del copiloto y la asiática conducía. En el asiento trasero se encontraban Willie, María, Billie y Chris.

—Estamos un poco apretados aquí...—se quejó Christopher. En ese momento Billie le invitó un poco de lo que fuera que estuviera fumando, pero al igual que Willie lo rechazó; María por otra parte acepto con una sonrisa.

—Me paso la noche preocupándome por si he dado un paso en falso o dicho algo que no debía...—continuó Marcus mientras miraba el oscuro desierto.

—Hay quienes te llamarían, "Subnormal social"—le respondió Saya sin mucho interés.

Marcus se limitó a reír por lo bajo.
—La interacción humana es una danza manipuladora. Una forma de conseguir lo que quieres de los demás. La gente popular es la que mas miente.

—Les sirve de razón para ser unos hijos de puta...—replicó Saya.

—Eres increíblemente psicótica y arbitrariamente demente.—finalizo Marcus sonriendo, su amiga le devolvió el gesto

—Soy la persona más funcional de este auto.

—Eso podría debatirse...—Murmuro Chris.

—¿La gente funcional va de excursión drogada y usando carnets falsos para apostar ilegalmente?.—Pregunto Marcus levantando la ceja.

—Si, así es.

Mientras tanto una conversación diferente se llevaba a cabo en el asiento trasero.

—Yo no perdí la virginidad con Becky Cruz—decía Billie—Use un dedo pero ella no me recompensó.

—No seas cerdo—se quejó María.

—Lo que digo es que si llega a esos extramos y me deja tan caliente... ¿Se hubiera muerto por sacarle el veneno a la serpiente, y que me corriera en una servilleta?

Willie, María y Chris lo miraron con asco y negaron con la cabeza.

—¿Que? No sean santurrones, ¿Acaso, nunca se han puesto cachondos?— preguntó Billie a sus compañeros.

—Las chicas que se me acercan me suplican que les dé duro.—Contestó Willie sin dar más detalles.

—Eso es porque solo sales con idiotas... ¿Quien? Ruthie?

Willie suspiró—solo fue una vez, y habla mucho.

—Habla como pendeja...—soltó María.

—¿Intentan darme consejos sentimentales?—el joven afroamericano miró a otro lado con molestia.

—¿Que hay de ti Chrisopata, has salido con alguien además de las zorras Nero?—inquirió Billie.

El muchacho rodó los ojos, no estaba acostumbrado a hablar de estos temas.
—No... Les parecerá ridículo pero Alessandra es lo más cercano que he tenido a una novia... he tenido una vida solitaria.

—¿Entonces eres virgen?—le cuestionó María.

Chris resopló.
—Oh... Ya me hablas, si María, soy virgen. Supongo que puedo ser sacrificado a Lucifer u otro dios pagano.

—Lamento si fui hostil contigo, los ojos aún me lloran por lo de la salsa.—le recriminó la morena.

—Esta bien, lamento eso.

—María, cuando chico se enteré de que te has escapado, se pondrá violento—intervinó Willie.

Pasados unos minutos hicieron una pequeña parada en una tienda de autoservicio para cargar combustible e ir al sanitario. Las chicas se quedaron más tiempo en este último.

—Si que tardan...—protestó Christopher medio dormido, aún estaba fatigado luego de lo ocurrido en detención.

Dentro del baño de mala muerte, María y Saya cortaban algo de polvo blanco, las chicas se dedicaron una mirada ansiosa antes de inhalar la nociva y autodestructiva sustancia.

Las pupilas se dilataron, un relámpago de adrenalina eufórica recorrió el cerebro y cuerpo de las estudiantes. Ambas sonrieron de forma antinatural y se dieron un fuerte abrazo. Entonces la droga habló por ellas.

—¡¡Eres mi mejor amiga!! Lo sabes, ¡¿Verdad?!—Saya sentía que su cuerpo era una bomba de vida a punto de estallar, excitada casi hasta el extremo del orgasmo y eufórica como un tiburón en un mar de sangre.

—¡¡Claro!! ¡¡Tu eres totalmente chingona y genial, Saya!! ¡¡Seamos siempre amigas!!, ¡¿Si?!—gritó su amiga saltando y bailando.

En ese momento, Marcus tocó la puerta—...eh, vámonos antes de que...

Sus palabras fueron interrumpidas y por poco le rompen la nariz con la puerta, la responsable fue Saya, quien abrió de golpe y salió corriendo a toda prisa dando brincos como un correcaminos.
—¡Si!, ¡Si!, ¡Si!, ¡Estamos en llamas!

María tomó al nicaragüense por sorpresa le rodeó el cuello con los brazos; él se estremeció.

—Marcus, vamos a divertirnos, ¿verdad?, tienes que prometerlo.—decía la mexicana con un tono y énfasis demasiado excitado y sugerente para la sensibilidad del oyente, quien de inmediato comenzó a sudar frio.

—Ah... si, seguro. —Le respondió el muchacho entre tartamudeos.

—¡Eres adorable!

La asiática llegó al automóvil, gritando que iban a tener la mejor fiesta de sus putas vidas.

—¿Que te metiste, Saya?—inquirió Christopher mirándola como si estuviera loca.

—¡¡Todo y más, galán psicópata!!—le respondió al tiempo que lo tomaba por las mejillas y le daba un beso, dicho acto le congeló la sangre a Chris.

—¡Hey, ¿que demonios?!—se quejó el muchacho apartandola. —Aghh, sabes a cigarrillos y alcohol.

Ella rompió a reír.
—Así sabe el paraíso.

Completamente fuera de sí, Saya encendió el auto, gritó a Marcus y María que se dieran prisa. Sin lugar a dudas sería un viaje lleno de la más negligente locura.

....

De regreso en la carretera, Christopher estaba a punto de sufrir un ataque cardíaco al ver a la inestable Saya conduciendo a 180 por hora.
—Creo que yo o Willie deberíamos conducir, eso sí queremos llegar con vida a las Vegas.

—No seas tan marca, Chris; estamos en medio de la nada—le reprochó María con un leve jalón de orejas y dándole un beso en la mejilla.

—Si, y si volcamos nadie va a ayudarnos...

—Relajate viejo, solo se vive una vez —dijo Marcus con tranquilidad, ganándose una sonrisa de Saya.

Otro automóvil se movía por el desierto con rapidez, persiguiendo a los jóvenes vándalos, se mantenía a una distancia considerable; de esta manera la medio drogada Yakuza no notaría el enorme problema que los acosaba. El conductor maldijo cuando una motocicleta invadió su carril.
—¡Pinche cabron!

.....

Ya amaneciendo, los chicos hicieron una parada en un apestoso campamento hippie. Su plan era comprar suficiente ácido como para matar a 30 elefantes y triplicar el dinero vendiendo esa misma porquería a sus compañeros del Dominio.

Billie le dió un pequeño golpe a Christopher.

—¿Hueles el sudor y la actitud buena onda?

—Por desgracia, si...

—Bueno, solo puede significar una cosa, que hemos entrado en los turbios dominios de los hippies.

—Oye, oye yo me apunté para ir a las Vegas—se quejó Willie—para conocer chicas y divertirme. ¿Esto que mierda es?

—Si, yo también. —Lo apoyó Chris.—Este sitio es asqueroso.

Billie frunció el sueño, no estaba de acuerdo. —Por favor, no es tan malo, confíen en mi.

Saya estacionó el auto junto a unas casas rodantes.
—Los hippies se reúnen aquí cuando no andan siguiéndo a Jerry García...

Sus amigos la miraron extrañados, ni siquiera sabian quien era Jerry García.

La Yakuza rodó los ojos, con excepción de María los veía como a un montón de idiotas.
—Osea que tienen drogas, genios.

—No sabía que eras de... esas— dijó Billie decepcionado.

—Creci con los Yakuza, tenía un club de lujo antes de los 13 años... y de los buenos, nada de esas mierdas para niños novatos, como ustedes, me gane el apodo de "Doctora carmesí"  era famosa por mutilar a quien se pasaba de listo en mi club.

—¿Sabes cual es tu problema? — le cuestionó Chris bostezando y estirando los brazos.

Ella le dedico una sonrisa falsa.
—Por favor, ilustrame...

—Eres demasiado violenta, y si te lo digo yo es porque realmente tienes un problema.

—Aghh, ya cierra la boca. Yo me encargaré de esto, no se puede confiar en la brigada de trogloditas hippies— advirtió la asiática.

—Ja, ¿Creés que no se cuándo quieren venderme droga falsa?—interrumpió Marcus encarando a su amiga.

Saya lo miraba con una sonrisa.
—Tu déjamelo a mi—tras decir eso, ella y María fueron en busca del tan preciado tesoro en polvo.

Christopher bajó del auto para estirar las piernas, su mano derecha estaba envuelta en vendas y aún podía sentir el sabor ferroso de la sangre en su boca.—Aun luego de tres duchas me siento sucio.

Mientras tanto, Marcus y Billie discutían sobre si realmente iban a matar al policía corrupto.
—¿Vamos a hacerlo?

—¿Matar a mi padre? Si, es obligatorio. El hijo de puta le debe tanto a la mafia que si no se muere y pronto, mi hermano terminará en el Dominio y mi mamá muerta.

—¿Pero estas seguro?, 100%.

—Solo estoy seguro de una cosa... que en la vida importan quienes amas y lo que haces por ellos.

—Piensa bien lo que estás a punto de hacer Billie, matar no es un juego, esto te cambia para siempre y no para bien...—le advirtió Christopher.

—No se preocupen por mi...

—¿Vamos a quedarnos aquí hasta que nos ofrezcan las drogas?—inquirió Willie—vamos por ellas para largarnos de aquí—dijo saltando fuera del auto.—Este lugar es mierda.

Sin más se adentraron en el campamento hippie. Los apestosos individuos estaban allí para vender drogas en el concierto de "Grateful Death" a las afueras de las Vegas.

Los chicos caminaban entre los hippies hablando y criticando el inusual estilo de vida pacifista. Escenas bastante asquerosas y particulares se presentaron ante ellos; sujetos tan drogados que corrían desnudos mientras orinaban, otros bailando igual que apaches, además de otras cosas tan repulsivas como delirantes.

Christopher no prestaba mucha atención a sus compañeros o a su entorno, estaba perdido en sus propios pensamientos y preocupaciones sobre las hermanas Nero.

—¿Que carajos voy a hacer con ese par de locas?—se preguntaba a si mismo sin encontrar una solución en la que no acabara muerto.

Billie observó a una chica hippie bastante linda.—Muchos temas llenos de drama, los vere luego; en la próxima sesión tal vez—sin mayor reflexión fue tras ella, como un perro persiguiendo un filete.

—Hey, ¿Buscan una dosis?—un sucio hippie apareció frente a Willie.

—¿Que?.

—Ácido. ¿Quieren comprar ácido?

—¿Cuanto por la mierda?—le preguntó Marcus de frente y sin miedo.

—Tres grandes, mi amigo.

Por algún motivo Marcus creyó en las palabras del sujeto pagando al instante. Willie y Christopher se miraron algo confundidos, eso iba a terminar mal, ese dinero no era solo de él, la mayoría era de Saya y María.

—Yeah, gracias...—le agradeció el sujeto antes de desaparecer en el tumulto de idiotas drogados.

—Y bien, ¿Quieren ácido?...

Willie negó con la cabeza
—Mierda, no... ¿has probado esa basura antes?, te deja como a un vegetal.

—No gracias, pero disfrutalo mientras puedas, cuando la princesa Yakuza se entere que gastaste su dinero va a matarte—completó Chris.

—Claro que no, porque no son falsas, lo sé.

Su amigo suspiró.
—Como digas, pero hablando en serio, sea falsa o no, no te recomiendo consumir esa mierda, es peligroso y te volverá idiota... más, sin ofender.

Marcus sonrió
—Eres un hijo de puta, ambos lo son. Voy a mostrarles algo niños, un detalle sobre mi que había mantenido en secreto.

—¿Que cosa?. —preguntó Willie.

—Qué soy el rey del ácido—les aseguró con orgullo antes de ingerir una dosis.

30 minutos después

—¿Ya sientes algo, Rey del ácido?.

Marcus estaba recostado sobre el cofre del auto. —No, diablos, creo que eran falsas...

Saya regresó, traía puestas sus gafas de sol y fumaba un cigarrillo, junto a ella estaba María.
—¡¿He oído bien?! ¡¿Compraron drogas falsas?!

—Tal vez...—respondió Marcus algo nervioso.

La asiática parecía hechar humo por las orejas—Les avise, les dije sobre los hippies y sus mierdas, pero no me escucharon—dijó golpeando el pecho de Marcus con su dedo índice—han tirado todo nuestro dinero, trío de imbéciles buenos para nada. ¡¿En donde mierda esta billie?!

—Pasándola en grande con una hippie—dijo Chris en un bostezo.

—Marcus fue quien las compro, no nos metas en la misma canasta...—soltó Willie con molestia.

—¡Pudieron haber evitado que comprara cualquier cosa!—volvio a protestar Saya.

—Lamentamos no tener tanta experiencia con droga como tú. —le respondió Marcus.

—No seas tan dura con ellos y dales un respiro. No es como si tú pudieras diferenciar que papeles con dibujos tienen droga y cuáles no. —justificó María en un infrustoso intento por defender al nicaragüense.

Ella gruñó, parecia querer matar a alguien.
—Hay formas de diferenciarla, ¡Por eso le dije a estos putos idiotas de mierda que me dejaran comprar a mi!

—Hey ¿Buscan una dosis?...—Otro hippie apestoso apareció frente a ellos, de cabello rubio y vistiendo un polvoriento jumper.

—Vengan mis pequeñas estrellas, tengo papel cristalino del bueno. Esto les dará un viaje que los centrará en una aventura sobre la armoniosa madre tierra.

No paso ni un segundo para que Marcus lo mandara al carajo.—Lárgate de aquí con tus drogas falsas, hippie de cagada.

El sujeto frunció el seño.—¿Que?, amigo necesitás relajarte. Esta mierda es buena, muy visual—dijo ofreciéndoles ácido.
—Vamos, tomen una tira de 10, la casa invita. Si les gusta vienen por más.

Los jóvenes aceptaron el regalo, Saya ingirió uno, María igual, a Willie lo engaño Saya para tomar uno y con Chris habría pasado lo mismo pero él se alejó.
—Alguien debe conducir el auto...

En cuanto Marcus tuvo la tira con siete dosis en su mano sintió que los estaban estafando de nuevo—¡Ya hemos sido estafados por un hippie, viejo! A la mierda con tus drogas falsas—dijó devorando las siete dosis de golpe, esto sorprendió a todos y ocasionó que el mugroso hippie se fuera corriendo.

—Suerte...

—Son falsas, ¿Verdad?— preguntó Marcus.

—Reza por ello—respondió María.

33 minutos después

Marcus miraba como las montañas digitales se acercaban lentamente para infectarlo, su perspectiva era algo incómoda debido a que se hallaba debajo del auto, pero el se sentía más seguro así.

—Las montañas digitales vienen por mi, rodean todo y lo infectan con sus conciencias digitales, son un virus tecnorganico. Debi saberlo antes, tenía que haberlos advertido, ellos nos consumirán, pronto la humanidad dejará de existir y será mi culpa...

Saya y los demás sólo podían verlo con preocupación.
—Las montañas están bien, pero tú estás jodidamente mal.

—¿Vamos a estar mucho tiempo esperando a que las montañas se vayan?—se quejó Christopher—Siento decir esto, pero si sigue así, su siguiente parada será la morgue. Deberíamos...

—¡Callate pendejo!—le gritó María. —Va a estar bien.

Chris bufo molesto.
—Iba a sugerir que fuéramos al hospital o a algún lugar donde puedan desintoxicar al rey del ácido.

—No creo que muera—intervinó Willie—Mi primo una vez tomó 20 y si, quedó un poco idiota pero sobrevivió, si tiene suerte, Marcus solo tendrá un muy mal viaje...

El enojo de Saya había disminuido por el sentimiento de ver a su amigo en ese estado.

—Marcus, cariño, las montañas no se moveran y no te infectaran con sus conciencias digitales, lo prometo. Tienes que salir. —le decía preocupada.

—¡He vuelto!—gritó Billie abriéndose paso entre sus amigos—¡Me la ha chupado una chica por un par de entradas para ver a Steve Miller!, estos hippies no son tan malos.

—Ahora no viejo, Marcus esta de viaje...—le interrumpió William.

El joven Punk se agachó encontrándose con el desafortunado estudiante.—Tienes la cabeza llena de drogas ¿Verdad, pequeñín?. No te preocupes, te sacaremos de ahí, te buscaremos una cama y algo de comer, ya reserve una habitación.


Las Vegas

Una ciudad repleta de anuncios estrafalarios se presentaba ante los irresponsables jóvenes.

Christopher conducía mientras los demás gemían y se sorprendían ante los llamativos carteles neón que iluminaban las Vegas, el ácido les daba una perspectiva muy diferente a la del conductor.

Los carteles neón se transformaban en alucinaciones pintorescas y mórbidas, atraían al pecado y a los excesos. Como mosquitos a una brillante luz que terminará por quemarlos.

—¿Cómo estás?—Le preguntó Chris a Marcus. Este último volteó a mirarlo y comenzó a reír, sus ojos eran rojos y sus pupilas estaban dilatadas.

—Eres un reptiliano...—en su mente, Marcus veía a su amigo con piel escamosa.

—¿Que es eso?.

Luego de todo un viaje repleto de aberrantes y extrañas alucinaciones llegaron al hotel, "Circus Circus" El sitio era un poco lujoso, incluso tenía un amplio casino en la planta baja.

María fue quien sacó a Marcus del automóvil.—Ya estamos aquí, vamos a tener una gran noche ¿Ok? Recuerda que prometiste que nos divertiriamos.

—Necesito descansar, vamos directo al cuarto.—interrumpió Chris bajando del auto.

En el camino a la habitación pasaron por el casino de la planta baja, esto alteró más a Argüello quien empezó a decir cosas extrañas y temblar.
—El tiempo se congelo durante mil millones de años. Estaba solo, sin morir, en un mundo de estatuas, claro que en una ocasión el tiempo volvió, no notaste la diferencia pero yo si. Yo lo viví...

—Lo que digas.—comento Billie.

María llevó al drogado Marcus de la mano hasta la habitación.—No, creo que no soy el rey del ácido.

—Marcus, no necesitas ser el rey de nada.. todo está bien, yo cuídare de ti.

Saya gruñó, tomó por el brazo a María y se la llevó fuera del cuarto—Esta bien, no necesitas preocuparte tanto por él.

Willie, Saya y María fueron a buscar algunas provisiones, lo cual aquí significa que necesitaban cigarrillos y alcohol. Christopher y Billie se quedaron cuidando a Marcus, que veía televisión enajenado.

—¿A DÓNDE FUE TODO EL MUNDO? ¿DONDE ESTOY?—preguntó sin dejar de mirar la televisión.

—Por décima vez, Saya y los demás fueron a comprar provisiones, María mencionó algo de ir a la piscina—le dijo Chris tumbandose sobre la cama.
 
Mientras tanto Billie daba vueltas de un lado a otro mientras tomaba de una media botella de whisky que Saya había robado de la recepción.

—Mi padre está aquí a lado y Marcus sigue de viaje. Necesito actuar ya.

—Esperemos a que el rey del ácido no muera por sobredosis y luego vemos que hacer con tu padre ¿si?—soltó Chris cerrando los ojos, estaba muy cansado.
—Tranquilo, todos los problemas tienen solución, incluso el más grande.

Hart se quedó dormido, había aceptado ir a las Vegas para disfrutar y descansar un poco de lo horrible que había sido su vida hasta entonces.

....

Poderosos golpes en la habitación contigua despertaron a Chris, ni Billie ni Marcus estaban en el cuarto.
—Carajo, ¿En dónde?...

Los golpes y gritos se hicieron más fuertes. Sin perder un solo segundo, fue a ver qué demonios estaba ocurriendo. Solo bastó una mirada dentro para ver a sus amigos intentando suprimir a un obeso y desagradable sujeto en ropa interior.

—¡¡Ayudanos!!—gritó Billie mientras intentaba asfixiar a su propio padre con un cinturón.

—Puta madre...

Marcus fue golpeado de lleno y lanzado al otro extremo de la habitación. Al mismo tiempo Billie perdió el agarre. Su padre lo tomó por el cuello y lo estrelló contra el piso.
—¡Hijo de puta! Todo lo que quería de ti era obediencia. Pero ni eso puedes hacer ¡Y vienes con este par de putos a joderme!—con sus grandes puños, le estaba dando una paliza munumental.

Christopher embistió al tipo con la suficiente fuerza cómo para derribarlo, pero este tomó a su inesperado atacante por la camisa y lo lanzó contra la televisión causando un verdadero desastre, su fuerza era casi increíble.

—¡¿Y ustedes quienes son?, los novios del chupapenes!—exclamó enfurecido.

Marcus destrozó una silla en la espalda del policía corrupto, pero no le hizo nada, y se trabaron en un forcejeo mortal. Tras unos golpes colocó sus manos alrededor del cuello de Marcus, quien al sentir que le faltaba el aire tomó la primera cosa que vio y se la reventó en la cara, un cenicero.

Chris apareció por detrás colocando su brazo alrededor del cuello para cortar el aire al papa de Billie, pero el sujeto embistió hacia atrás cayendo sobre una mesa que se hizo trizas, el dolor fue insoportable para el joven asesino, en consecuencia el enloquecido atacante quedó libre.

Billie se acercó para ayudar, pero fue recibido con un puñetazo que lo lanzó unos metros.
—¡Hijo de puta!, ¡voy a matarte, a ti y a estos maricones!, ¡No eres mas que una mierda, un puto fracasado, igual que la zorra de tu madre y la mierdecilla de tu hermano!

Marcus atacó por detrás, sin embargo no fue lo suficiente rápido y terminó con las dos manos del policía corrupto en el cuello, el color de su rostro pasó a morado y las lágrimas brotaron mientras era estrangulado. A pesar del dolor y los fragmentos de vidrio enterrados en su espalda, Christopher se levantó, salto por encima del sofá y le reventó una botella de cerveza en la cara antes de que pudiera asfixiar a Marcus.

El golpe aturdió al padre de Billie, que tropezó y cayó golpeándose la cabeza en la esquina de una mesita. Luego de un instante el charco carmesí se formo alrededor de su cabeza. El gigante había caído.

—No...

Billie quedo anonadado, se arrastró en dirección contraria, su mente no podia procesar la escena.

—¿Papá?—pregunto acercándose con lentitud, lo veía ahí tirado, la sangre empapaba el suelo aterciopelado y el silencio parecía quebrar su cordura. Dos palabras resonaban en su mente, se repetían una y otra vez a una velocidad anormal e imposible, palabras horribles y sinuosas "Está muerto"

No pudo soportarlo, rompió en llanto. No importaba que tan malo había sido su padre, él lo quería ya sea por mera humanidad o por algún breve recuerdo de la infancia, en el fondo aún amaba a su viejo.

—Yo... Nunca te pedí nada... Entonces ¿Por que?—le decía al cadáver entre tartamudeos—¿Por qué? ¡¿POR QUÉ?! ¿Por qué no pudiste quererme?... ¡¿Que tenía de malo para que no quisieras a tu propio hijo?!—las lágrimas caían sobre el pálido rostro.

—Tenemos que ocultar el cuerpo, hicimos demasiado ruido—dijo Marcus poniéndose de pie.

Chris cayó de rodillas y se quito la camiseta.
—Necesito que me saquen los pedazos de vidrio de la espalda...

Marcus se inclino para ayudarlo.
—¿Listo?

—Solo hazlo...

Christopher ahogo los gritos de dolor. Ir a las Vegas había sido una pésima idea.
—Soy un pendejo...

Luego de un momento los chicos arrastraron el cadáver hasta el armario. Aún con la sangre congelada por el terror, salieron del cuarto.

—Lo matamos... Matamos a mi padre...—Billie estaba transtornado, muchas pesadillas lo acompañarían después de ese momento.

Marcus estaba igual de alterado.
—Al menos ya no puede hacer más daño...

Por otra parte Christopher estaba tranquilo, si, también algo nervioso y molesto, pero a diferencia de sus amigos en ese momento él era Gandhi.

—Oh... diablos, la puerta se cerró y Saya tiene las llaves.—Señaló Marcus.

—Mierda, nos quedamos fuera de la puta habitación cubiertos con la sangre de mi padre, bien hecho, viejo....—maldijo Billie.

Christopher suspiró.
—Mi culpa, voy a buscar a la japonesa y recuperar las llaves, soy el único que no parece un manojo de nervios. Ustedes quédense aquí.

—A la mierda, olvídalo, iremos contigo—le respondió el punk—luego de lo que hicimos, si nos quedamos quietos vamos a enloquecer.

—¿Vamos a ir allá abajo, al casino?... No será fácil para mí tratar con gente luego de... lo que pasó —comento Marcus rascando su cabeza con ansiedad.

—Acabamos de matar a mi padre, en comparación un casino repleto de gente es un paseo por el parque...

El casino

Los asustados adolescentes avanzaban entre las constantes oleadas de jugadores.
—Será imposible encontrarlas con tanta gente, deberíamos separarnos para cubrir más terreno. Billie, tú y Marcus busquenlas aquí, yo iré a la piscina para comprobar si María sigue por ahí, nos vemos en 30 minutos en el cuarto.

El joven punk aceptó de mala gana, alejándose junto a Marcus.
—30 minutos, ni más ni menos.

Christopher corrió a la piscina, luego de buscar y buscar, dió con su compañera, quien nadaba con tranquilidad disfrutando del momento y la belleza del lugar.

—¡Hey Maria, por aquí!

Christopher le explicó parte de la situación, omitiendo que habían matado a una persona, solo mencionó que tenían un problema y debía regresar cuanto antes a la habitación. María asintió agobiada y dijo que Saya había ido a ver a un tipo saltar en motocicleta.

—Ire a buscarla, tu espera a Marcus y Billie. ¿Tienes las llaves?

—Si, Saya me las dio.

—Bien, los vere ahí.

—Lo que sea—respondió molesta. —Hicieron una pendejada, ¿verdad?, estas nervioso y tienes sangre en la camiseta...

—Es posible...

Christopher sintió como su pulso se descontrolaba al ver a su compañera salir de la piscina en traje de baño, María era mucho más atractiva de lo que había imaginado. Al notar la reacción del muchacho, ella se le acercó hasta una distancia  que resultaba incomoda.

—¿Te gusta lo que ves?—le preguntó en tono de burla, más sugerente que de broma.— Tu estas bastante bien, si no fueras un pinché psicópata...

—¿Que?. —preguntó nervioso.

—Te cogeria...

Él sabía que el ácido estaba afectando a María, aún así esas palabras aceleraron la sangre en sus venas y lo hicieron estremecer. Chris dijó lo primero que se le vino a la mente.
—Tr-trata de no llamar mucho la atención, ya tenemos suficientes problemas.

Dió media vuelta y hecho a correr, su velocidad era tal que tropezó con un mesero tirandolo a la piscina, pero lo ignoro y siguió sin mirar atrás.

...

A unas cuadras del hotel un espectáculo iluminaba la ciudad del pecado. Sobre una gigantesca rampa, Jhonny, un hombre de traje de cuero se preparaba para atravesar los obstáculos, aros de fuego, el enorme espectacular a su espalda lo presentaba como: Jhonny Ride, el temerario.

Saya estaba al frente, brincando con emoción.
—¡¡Salta!!—gritaba junto a la eufórica multitud. Este tipo de espectáculos eran sus favoritos.

Jhonny tomó aire, hizo rugir el poderoso motor y se lanzó sobre la rampa, necesitaba llegar a cierta velocidad para sortear los 4 aros de fuego que se reducían en tamaño. El salto fue perfecto atravesando los primeros tres con increíble precisión.

El público gritaba enloquecido, pero esos gritos de emoción se tornaron en alaridos de horror cuando el piloto chocó con la parte superior del último aro. Cayendo 15 metros con la mitad del traje en llamas; la distancia entre los obstáculos estaba errada, no importaba lo bueno que fuera el salto, el último aro era demasiado pequeño y se encontraba en una posición más elevada que el anterior.

La ayuda llegó, pero la espalda de Jhonny estaba destrozada y parte de su ropa se había derretido sobre la piel.

—Mierda... —al igual que los demás Saya terminó conmocionada, todo a su alrededor era silencio y mormullos temerosos.

Christopher la tomó por el hombro.
—Tenemos un problema.

Ella dio un respingo.
—Hijo de... no te aparezcas así, ¿que ocurre?

—Matamos al papa de Billie...

...

—¡¡Imbéciles de mierda!!—le gritó la asiática a Chris—¡¿Como pudieron hacer algo tan estúpido?!

Ambos corrian de regreso al hotel.

—No debiste dejarnos solos.

—¡No soy su maldita niñera!—

Saya parecía un volcán en erupción.
—Los dejo solos por un momento, ¡un puto momento!.

—Sabias que Billie quería matarlo...


—Si, pero no pensé que realmente fuera a hacerlo, crei que era una excusa para venir aquí. Ya sabes como es.

—¿Punk?

Ella puso los ojos en blanco.

—Hablador...


Entonces se toparon con María, a medio vestir y fuera de sí, detrás de ella corrian Willie y Billie.

—¡Lo va a matar!—gritó cruzando la calle.

—¡¿Que, María que está pasando?!—replicó Saya corriendo tras ella.

—¡¡Chico, va a matar a Marcus!!

   ....

Puedes intentar separarlas, pero las acciones y sus consecuencias siempre terminaran por encontrarse. La luz de luna iluminaba un sucio callejón; Marcus estaba en el piso, sangrando, al borde del colapso físico y mental, había un revólver a tan solo centímetros de su mano.

—Si lo tomas y me metes un tiro, entonces podrás hacerlo con María.—le decía Chico a Marcus.—Vamos, rata. Construye una reputación.

Toda una ironía dramática había hecho que Chico descubriera a un muy drogado Marcus teniendo relaciones con María o más bien, a punto de tenerlas. Las sospechas de Willie habían sido acertadas y superadas, Chico los había seguido y estaba más que furioso.

Dentro de su mente, bastante afectada por el ácido y sus diabólicos efectos. Marcus veía el arma como si fuera una caricatura.

Vamos inténtalo, lo haremos como en el viejo oeste—el nicaragüense estiró el brazo—Ya casi... solo unos centímetros más y nos vamos a casa. ¡Mata al tipo malo! ¡Consigue a la chica!— decia la alucinación.

—¡Se acabo el tiempo!—Chico aplastó la mano de Marcus con su pie antes de que pudiera tomar el revolver.

—¡Vamos, rata! ¿A eso le llamas rapidez?

Su agonizante compañero intento levantarse, pero recibió otra paliza de inmediato.
—¡Dame algo, hijo de puta!, ¡Defiendete!

—¡Alto, Chico! ¿Que has hecho?. —Maria y compañía llegaron corriendo.

—Chico, viejo cálmate—le decía Billie—no puedes matar a otro estudiante, Lin te descuartizará—te entiendo ¿Ok? estás jodido, pero solo míralo ya ha aprendido la lección.

El joven Punk se acercó, lo tomó por el hombro—esto solo fue un gran error—decía en tono conciliador.

Eso era una pésima idea, no puedes hacer que alguien como Chico entienda, esas personas están acostumbrados a tener y joder todo. Sin titubear, el pandillero le metió un puñetazo a Billie en el estómago.
—Lo que fue un error es haberme tocado, pendejo.

—¡Billie!—gritó Saya, este cayó al suelo, sin aire.

—¿Es cierto María, fue solo un error? ¿El pene de esa rata cayó en tu mano?

—Eres un puto idiota—le respondió la mexicana, ambos iniciaron una discusión complicada. Luego de algunos gritos y revelaciones, Chico abofeteo a Maria.

—¡¡Yo te quería!!.

Willie levantó el revólver del piso.
—¡Alto, hijo de puta!, ¡Lárgate o te mato!

—¿Tu? Willie, el gran pandillero de Hampton—Chico volvió a patear a Marcus.

—¡Detente, o te meto un puto tiro!

—Pues adelante, hazlo ¡Mátame!.—él se acercó colocando el cañón en su propia frente.

—¡¡Hazlo Willie, disparale!!—le gritó Saya.

Los segundos pasaron y al igual que Angelique, Willie titubeó y bajó su mirada, no podía hacerlo. No era un asesino.

—Willie no puede, siempre supe que eras un puto cobarde—se burló haciendo el arma a un lado.

Christopher no quería intervenir, eso le traería a un más problemas, pero el destino lo había llevado ahí por un motivo, era el único que podía detener el insensato drama.

—Lárgate, Chico, no compliques mas las cosas—dijo Christopher con seriedad.
—Se acabó, vete. Ya has hecho suficiente daño.

—Pero si es mi gran amigo el psicópata—volvió a patear a Marcus en el rostro.
—¿Porque te juntas con estos pendejos, para sentirte aunque sea un poco normal? ¿Para disimular que no eres un puto asesino loco?

Hart entrecerró los ojos, se acercó al pandillero, no tenía miedo, ni a él ni a la navaja que sostenía. —Si eso soy, "un puto asesino loco" pero quien eres tu, ¿la madre Teresa?, cuando me infiltre en el cartel de los cuervos escuché rumores sobre ti y tu familia; secuestro, tortura y muerte a quien no cediera sus tierras a tu padre. Decían que su hijo, el buen "Chico" se encargaba de todo el proceso.

Su interlocutor gruñó.
—No sabes nada, pendejo.

—Se más de lo que puedes imaginar, como lo que le pasó a tu hermanito, lo descuartizaron "Los Señores Jefes" , como parte de una venganza, ¿cuantos años tenía 6, 7?

Chico lo atacó con la navaja.
—¡Callate hijo de la chingada!

Su adversario se movió a tiempo y le puso el pie, el hijo del diablo cayó al piso, sobre un charco de agua putrida.

—¿Porque tan sentimental?, tu padre le hizo lo mismo a los hijos del Jefe, tu mismo los colgaste de las pelotas y degollaste a sus hijas, claro antes de violarlas, ¿o no?

—¡Qué cierres el puto hocico!
Chico se lavanto y atacó hacia adelante, Christopher le torció el brazo y desarmó, luego le estrelló la cabeza contra el contenedor de basura a su espalda, el pandillero cayó aturdido, Chris tiró la navaja a la basura.

—Deja en paz a Marcus o te mato, yo no soy como Willie, sabes que lo haré...

Él lo miró con odio, sus ojos ardientes brillaban como el infierno.
—Estas muerto, cabron... ya entiendo porque los Cuervos mataron a la puta de tu madre. Era periodista, ¿no?, ¿cómo se llamaba?, "Esther Hernández" —dejó escapar una risa sádica al mencionar el nombre—El Cuervo mandó a 16 culeros por ella, y cada uno tuvo su turno...

Christopher dio un paso atrás y se tambaleó como si lo hubieran apuñalado por la espalda.

Chico sonrió con malicia al ver la reacción de su contrario.
—No eres el único que sabe cosas, pendejo. Nunca encontraron la cabeza de tu padre, ¿verdad?.

En un instante la actitud calmada y metódica de Chris desapareció, como un relámpago pateó al pandillero, se abalanzó sobre él y comenzó a golpearlo en el rostro con toda su fuerza, en un instante sus nudillos se tornaron rojos. María, Saya y Billie intentaron detener la masacre Christopher estaba fuera de control, no cedía, incluso golpeó a Billie con un revés y derribó a Saya con un fuerte empujón.

María empuño su abanico de dagas,
—¡Chris, ya dejalo!.—lanzó un tajo al brazo del muchacho, quien retrocedió al sentir el corte y fijo su atención en la mexicana; antes de que pudiera hacer cualquier cosa, Saya se asió al cuello de Chris por detrás utilizando una llave que le había enseñado la maestra De Luca para someter a adversarios grandes, en consecuencia su compañero cayó hacia atrás gesticulando por oxígeno y dando golpes al aire.

—¡Ya basta, calmate!
La Yakuza se detuvo al notar que su víctima ya no luchaba, lloraba con amargura. Saya le dio un abrazo, él se aferró a ella y siguió con el llanto, completamente devastado.
—Tranquilo, todo está bien...

María ayudó a Chico a levantarse, su cara era apenas una mancha roja.
—¿Estas bien?

De manera inesperada el sujeto le dio un puñetazo, ella cayó con violencia.
—¡Maldita puta, no traes más que problemas! —dió media vuelta y se fue cojeando.

—¡Están muertos, perros!, ¡Mi familia vendrá por ustedes, pendejos!

Para bien o para mal, los constantes abusos, la frustración, el miedo y la furia obligaron a María a hacer algo que quería hacer desde hacía tiempo. Utilizando su abanico de cuchillas corrió hacia él y le cortó la garganta en una embestida filosa. Un torrente escarlata salpicó la pared.

Chico cayó al piso ahogándose con su propia sangre. María lo miraba con ojos llorosos.
—Chinga a tu madre, tu y toda tu familia de mierda...

Tras unos segundos, el degollado individuo dejo de moverse y la luna se reflejó en la sangre.

María ayudó a Marcus a levantarse.
—No soy el rey del ácido...

Toc, Toc.

—Por la gran mierda, eso fue asombroso.

Una figura oscura apareció detrás, sostenía una escopeta y hablaba en tono difícilmente comprensible.

—Vaya espectáculo. —El extraño se acercó; la luz blanquecina que derramaba la luna reveló a un tipo asqueroso. Tenía la ropa sucia y despedía un olor insoportable, la mitad de su rostro estaba destruido, como si hubieran vertido ácido sobre el tejido vivo.

—Supongo que es un buen momento para hacer mi aparición, ahora que a ninguno se le ocurra hacer alguna estupidez. Soy el mayor hijo de puta que conocerán en sus vidas. —decia amenazandoles con el arma, en tono jocoso y estremecedor.

—Tira el abanico, enchilada—le ordenó a María, está obedeció sin dudar, sabía que ese imbécil deforme podía matarla solo por la emoción de hacerlo.

El vociferante maniático le arrebató la pistola de Chico a Willie. Marcus temblaba solo de ver al desagradable sujeto.
—No, el no...

El agresor ahora le apuntó a Saya y Chris. Sus facciones, como de muñeco derretido reflejaron una sonrisa homicida.
—Ahora, por lo que he visto, todos ustedes son unos hijos de puta; matando padres, veterinarios, vagabundos, policías... los he visto a todos matar, excepto a este marica—decía señalando a Willie. —Es por mierdas como tú que me aparto.

«Pero los animales... oh los animales, ellos no pueden mentir o decepcionarte. Ma y Pa no eran perfectos, tenía una familia disfuncional. Los animales eran mis únicos amigos, yo los quería, tenía un par de gatos cuando era pequeño, eso hasta que mi padre los descubrió y los mato con una 22. Despertando en mi algo furioso. Matar al viejo me llevo al reformatorio allí conocí a mi gran amigo, Marcus»

Tras las horribles palabras se acercó a su ex compañero, tomándolo por el pelo.
—¡¿Te acuerdas de mí, idiota?

—¡No! ¡Yo no!...

—¿Que pasa? ¿Te doy miedo?—
Gracias al nada venerable efecto de las drogas. Marcus veía a ese tipo como si fuera una pintura de arte abstracto, hecha con cadáveres y sangre podrida.

El aterrador lunático volteó para mirar a los otros chicos, todos ellos estaban expectantes ante su siguiente acción.

—Sera mejor que entrenen a este hijo de puta hasta que esté listo para defenderse solo. Soy un sádico, un bárbaro reprobable al que le gusta tirarse ovejas y la tortura, soy su enemigo mortal. Lo quiero en forma para un baile nivel Hollywood...—luego de decir estás locuras sin sentido, se acercó al cadáver de Chico.

—Me llevaré al viejo Chico...—y así como así se llevó el cadáver del pandillero. —Nunca sabes cuándo necesitarás a un frijolero muerto.

El desagradable subnormal se perdió en la noche, escapando con el cadáver. .

FuckFace se hacía llamar, un psicópata con severos problemas mentales, además de una obsesión enfermiza por los animales; con el singular pasatiempo de matar por mera fama. Un problema tamaño familiar para los adolescentes.

—¿Que mierda fue eso?—protesto Saya, totalmente confundida, sin entender que demonios había presenciado.

No tenían tiempo para debatir lo que habían visto, debían salir de ahí cuanto antes, algunos curiosos ya se estaban asomando al callejón.
—Vamonos antes de que llegue la policía...

La carretera

Las cosas siempre pueden empeorar, tan solo con estar cerca de Marcus y compañía, Christopher había sido cómplice de dos homicidios y se había ganado a un loco zoofilico como enemigo.

—A veces me pregunto porque lo sigo intentando...—pensó mirando el desierto de Mojave. Él era el copiloto, Saya conducía.

Chris y Marcus trataron sus heridas en una clínica clandestina que encontraron en un manual del gremio, luego enterraron el cadáver del padre de Billie en el desierto. El fin de semana termino alejándose mucho de lo que tenía planeado.

Saya le dio una palmada en el hombro y le dedicó una sonrisa triste. No hablaron en el camino de regreso, los ánimos estaban por los suelos. Lo único que ayudaba a estos jóvenes, afligidos y rotos por el dolor era el viento en el rostro y la ilusoria promesa de un amanecer en el horizonte.

.........

Nota del autor

Como ya habrán notado, la historia dio un giro más acorde a los cómics, pero creo que es más sencillo trabajar así y me permite desarrollar la trama de una manera diferente a como se ve en la serie de televisión.

¡Nos leemos para la próxima!.

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