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Capítulo 5: Enemigo de los Dioses

- Lu...ffy.

Aquel susurro lanzado a la solitaria enfermería captó la atención de Law. Dejó la jeringuilla donde estaba sacando un líquido de otro bote sobre la encimera y se dirigió al paciente. Ace dormía pese a que le costaba respirar. Escuchaba claramente las bocanadas rápidas que tomaba de aire, intentando llenar sus pulmones con esfuerzo. Esa fisura en la costilla debía estar destrozándole en dolor, pero seguía manteniéndose. La medicación debía estar dejando de hacer efecto, pero todavía le faltaba una hora para la siguiente dosis de morfina. Tendría que aguantar con ese dolor una hora más.

Quiso volver a su trabajo, intentando realizar con éxito una vez más el antídoto para el plomo ámbar. ¡Recordaba la formula a la perfección! Él la creó y era posible que cuando la dio a conocer al mundo, le hubieran dado alguna dosis a su hermana si aún seguía viva. Aun así, necesitaría algunas dosis más, había visto restos de la enfermedad en sus brazos todavía, ¡no estaba al cien por cien recuperada! Pero él la salvaría. ¡Jamás volvería a separarse de ella! Iba a protegerla a toda costa. Se estaba girando cuando algo captó su atención. ¡Una lágrima!

Ace estaba llorando, dormía aún, pero aquella lágrima había brotado, resbalando por su hinchado pómulo buscando la ruta más rápida para desaparecer.

- Lu...ffy – repitió aquel nombre – lo... sien...to.

¡Eran iguales! Así lo vio Law en ese instante. Protegía a su hermano como él intentaba proteger a su hermana. ¡El fatídico destino de los hermanos mayores! Pensar en ello le hizo lanzar una ligera sonrisa. ¿Cuánto hacía que Ace no vería a su hermano? Lami le había dicho que no le permitían a Ace pedir a su hermano tras las victorias, seguramente, porque los nobles sabían que no era para satisfacer sus necesidades sexuales.

¡Portgas D. Ace! Ni siquiera se había molestado en ocultar la maldita "D" o es que nadie le había dicho lo peligroso que era darla a conocer. ¡Los enemigos de los dioses! Así les conocían, aquellos que eran capaces de morir con una sonrisa en sus labios, aquellos que luchaban hasta el final por sus objetivos, los que eran capaces de crear la mayor de las tormentas a los considerados "Dioses", ellos serían los que acabarían juzgando a los nobles. Les temían y aunque Law jamás había mencionado que su nombre portaba la tan temida "D", entendía la situación perfectamente. Nunca antes había coincidido con otro "D" hasta ahora. Esos dos hermanos la llevaban con orgullo en sus nombres. Sin duda alguna, Ace era especial, indiscutiblemente, un superviviente, un hombre capaz de convertir su dolor y cansancio en voluntad para seguir luchando. ¡Sorprendente! Era la única palabra que le venía a la mente a Law al verle. Un luchador.

La puerta de la enfermería se abrió dejando ver a un par de guardias que traían a otro luchador de la jaula. ¡No estaba tan mal como Ace! Pero Law abrió los ojos impactado al ver de quién se trataba. Jamás en su vida esperó encontrarse a la persona que le enseñó estrategia cuando era un niño. ¡Doflamingo! Con su típica sonrisa y superioridad hacía presencia en la sala.

Sentía odio por ese hombre. Él era parte de su pasado, tras marcharse desolado de su ciudad devastada, acabó entrenando con ellos. Fueron los años más duros de su vida, pero aprendió a defenderse, a ser el sicario que hoy era, a no fiarse de nadie. Hasta su propio grupo le había intentado asesinar y Doflamingo... asesinó a sangre fría a su propio hermano cuando intentó salvarle a él. ¡Le odiaba!

- Trafalgar Law – sonrió Doflamingo al verle – no esperaba verte por aquí.

Sus ojos se desviaron de ese chico al que una vez acogió y le enseñó a combatir. El mejor cirujano que había conocido, también el mejor sicario, él mismo le estaba guardando un hueco junto a ellos, quería que fuera su primer comandante en la mafia de criminales que él lideraba, pero Corazón, su propio hermano... le traicionó. Law jamás le perdonaría un acto como aquel. Ahora estaba esclavizado, luchando en una jaula y ese chiquillo al que una vez salvó y enseñó tácticas de combate, estaba libre frente a él.

- Así que eres tú el que trata a puño de fuego – sonrió Doflamingo – nunca ha perdido un combate todavía.

- Sólo me pagan por mantenerle en la jaula.

- Es irónico que tú vayas a ser mi médico.

- Si por mí fuera, te mataba en este mismo instante – susurró Law con claro enojo en sus ojos.

La tos de Ace hizo que Law apartase la vista de su enemigo para intentar ayudar al chico en la camilla. Aun así, no parecía estar despierto todavía.

Doflamingo conocía demasiado bien a Law, había sido casi como un hijo para él. Era un sicario que asesinaba a todo el que se cruzaba en su camino. Lleno de odio y sed de venganza por lo ocurrido en su ciudad, era un crío que estudiaba la más alta medicina con su padre, capaz de hacer milagros en las enfermedades más raras, pero se le daba igual de bien matar que salvar.

- "El cirujano de la muerte" – pronunció Doflamingo - así te conocen en el mundo. Te han llamado para acabar con Ace.

- Ojalá te pudras en esa celda. No sabes el placer que siento al saber que has sido esclavizado por esos nobles – sonrió Law – es casi mejor que asesinarte ahora mismo.

La sonrisa se borró del rostro de Doflamingo ante aquellas palabras, pero se subió a la camilla esperando a que Law tuviera que ir a revisar sus heridas. Luchar contra Kid había sido una mala idea, era otro gran boxeador, pero finalmente, le había podido vencer y salir victorioso. Su rostro hinchado y casi deformado era testigo del gran combate. Aun así, miró hacia Ace. ¡Quería combatir contra Ace! El chico que había salido invicto durante todos estos años.

Law intentó hacer caso omiso a Doflamingo, sacando de un sobre grande las radiografías que le habían hecho a Ace de su costilla. Las elevó sobre su cabeza frente a la ventana para que la luz pasase a través de ellas y observó la fractura.

- No tiene buena pinta, ¿verdad? – sonrió Doflamingo – ese chico no podrá seguir ganando eternamente con las heridas que tiene. Lo sabes bien.

- Cállate.

- Yo de ti, apostaría por mí.

- He dicho que te calles.

- Esa lesión ya lleva tiempo arrastrándola – sonrió Doflamingo.

- ¿Qué sabes de esto? – preguntó Law con enfado – cuéntamelo.

- ¿Ahora sí quieres que hable? Como sicario ya sabes que en sitios así no se puede tener debilidades, pero Ace tiene una demasiado grande. Es un buen chico que siempre intenta hacer lo correcto. Aquí dentro ahora mismo sólo sobrevive porque es una leyenda, no pueden tumbarle en la jaula.

- ¿Qué luchador le hizo esto? – preguntó Law.

- Ve a investigar.

- Dímelo ahora mismo – se enfadó Law, acercándose hacia Doflamingo.

- ¿Y qué gano yo hablándote de ese chico y el otro boxeador? ¿Vas a curarme?

- Puede que no te mate ahora mismo – le amenazó.

- No puedes matarme, ambos sabemos que te pagan por ser médico aquí, no por tu trabajo de sicario.

Dejó las placas encima de la mesa y caminó con rapidez hacia Doflamingo. Mucha gente confundía su nodachi con una katana, pero por desgracia para él... hoy no la llevaba encima, pero tampoco le hacía falta para asesinar a alguien. Sus manos desnudas eran suficientes para él.

Tomó el cuello de Doflamingo con fuerza, privándole de oxígeno antes de agarrar su mano derecha con fuerza y dejarla junto a él, cerrando su mano entorno a sus dedos dispuesto a romperlos uno a uno si fuera necesario.

- Empieza a hablar. ¿Qué boxeador le hizo esa lesión?

- Vete al infierno, Law – sonó con su respiración entrecortada.

- Respuesta incorrecta – fue la contestación de Law antes de que se escuchase un "crack" y el grito estremecedor de Doflamingo al sentir su dedo índice romperse – lástima que necesites la mano para boxear en la jaula – sonrió Law – volvamos a intentarlo. ¿Qué boxeador le hizo la lesión a Ace?

- Eres un demonio, Law, habrías sido un gran comandante en mi organización, no tienes ni pizca de remordimientos, sólo eres un asesino egoísta y sin escrúpulos.

Un segundo "crack" se escuchó y otro terrible grito que hizo que Ace abriera los ojos al instante y tosiera con violencia.

- Te he hecho una pregunta. Responde ahora mismo – dijo tomando un bisturí de la mesilla – la próxima dolerá mucho más.

El oxígeno empezaba a apremiar. Law lo sabía por el tono rojizo que estaba tomando su piel, por la forma en que su mano libre dejaba de apretar la mano con la que tenía preso su cuello y cuando se cansó del silencio, movió su mano con rapidez para clavarle el bisturí, siendo detenido por la voz de Doflamingo.

- Shiliew, se llama Shiliew – respondió, consiguiendo que Law le soltase.

- Ey... cúrame la mano – se quejó, pero Law le lanzó unas vendas junto a unas tablillas - ¿Estás de coña? ¿Cómo voy a curarme yo mismo?

- ¿Qué ocurre? – preguntó Ace al ver aquella escena.

- Ni te muevas – casi le amenazó Law al ver que Ace trataba de incorporarse – tu lesión tiene que reposar. No hagas movimientos bruscos.

- Maldito bastardo, ¡Law! – gritó el nombre de éste Doflamiengo, pero ya estaba revisando en un casillero los nombres de todos los boxeadores para encontrar al que le había hecho la lesión a Ace.

- No está – susurró.

- Claro que no está, aquí sólo están los esclavos del mismo propietario. Shiliew es propiedad de otro noble – le dijo Doflamingo – ahora cúrame la mano.

Al ver que Law pasaba de él y buscaba entonces la ficha de Ace, decidió que si no podía captar la atención de Law por la vía diplomática, lo haría a lo malo. Sí parecía estar cuidando la herida de Ace y es porque le pagaban mucho para que ese chico se repusiera de sus heridas. ¡Le había dicho que se quedase quieto o podría hacerse más daño! Y él sabía cómo mover a Ace de esa camilla, sabía el punto más débil de Ace.

- Ace... - sonrió Doflamingo – voy a follarme a tu hermano.

La reacción no tardó en hacerse esperar. Ni siquiera a Law le dio tiempo a detener a ese chico que se levantaba de la camilla y se dirigía con enfado hacia Doflamingo. ¡Estaba muy enfadado!

- Maldito hijo de puta – gritó Ace, siendo detenido por los brazos de Law antes de que pudiera llegar hasta Doflamingo para matarle él mismo – si le pones un dedo encima, te mato. ¿Me oyes?

- Ace – se quejó Law – ya está bien, vuelve a tu camilla. ¿Qué no entiendes de reposo absoluto?

Doflamingo reía desde su lugar. Sabía de sobra que Ace era un sufridor, le daba igual lo que a él le ocurriera pero su hermano... su hermano era lo más importante y siempre le protegería todo lo que pudiera. Los rumores contaban que había matado a un boxeador cuando se enteró que pidió a su hermano. Tenía mucho carácter y no negaba que eso precisamente, le excitaba en ese boxeador.

Pese a las palabras y órdenes de Law, Ace sólo luchaba por llegar hasta Doflamingo, por lo que no le quedó más remedio que volver a inyectarle un sedante y dormirlo.

- Joder – susurró Law tras ver cómo caía sobre él como un peso muerto, teniendo que subirle nuevamente a la camilla.

- Voy a follarle un día – sonrió Doflamingo mirando a Ace – estoy ansioso por combatir contra él, le ganaré y le pediré como recompensa. Dicen que es virgen – rió aún con mayor énfasis – no ha perdido ningún combate así que nadie le ha pedido aún, excepto tú, Law... pero te conozco tan bien como para saber que no te fías de nadie lo suficiente como para habértelo follado.

- Deja de hablar de una maldita vez.

- Entonces... cúrame la mano – casi le ordenó.

¡Virgen! Esa palabra se le había quedado a Law a fuego en su mente. La noche anterior cuando le dijo que "lo hiciera rápido" que parecía tan seguro con que se la metiera y ya está... ¿Era todo fingido? Quizá tenía miedo, pero fingió frente a él por orgullo. ¡Realmente era un chico raro! Si hubiera sido otra persona... ese chico ya no sería virgen y por las palabras y la provocación de Ace, no lo habrían hecho de forma cautelosa con él.

- Idiota – susurró Law hacia un dormido Ace – no provoques a la gente cuando tengas miedo de algo – dijo de forma inaudible, evitando que Doflamingo le escuchase.

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