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Capítulo 21: ¡Mentiroso!

¡Destrozado! Era lo que Marco veía desde su celda. No se atrevía a hablar con Ace, pero su rostro cabizbajo le decía que no estaba en su mejor momento. Había aceptado un trato peligroso y no podía culparle, sabía demasiado bien que Ace siempre haría lo que fuera por su hermano, sin importar lo que le pudiera ocurrir a él.

Suponía que algo debía haber ocurrido con Law pese a que su mejor amigo no le había contado nada. Estaba tan feliz, tenía un brillo especial en sus ojos, esa clase de brillo que le decía que se había enamorado, pero hoy... hoy sólo veía desesperación, tristeza y desesperanza. ¡Se hundía! Puede que saber que liberarían a su hermano, le diera la última alegría de su vida, porque lo que Marco sabía era que ese chico ya no volvería a pelear.

- Ace – Marco susurró su nombre, viendo el cabello de Ace ocultando su rostro cabizbajo.

Debía hablar con Law y debía hacerlo urgentemente, pero siendo un esclavo, un boxeador, no tendría acceso a él a menos que estuviera herido. ¿Cómo iba a poder decirle que Ace había aceptado un trato miserable? ¿Cómo decirle que Ace iba a ocultar su dolor? ¿Cómo decirle que se había enamorado y su corazón se rompía en pedazos ahora?

Ese chico estaba muerto, así lo veía Marco. Liberar a su hermano era su perdición completa. Desde su celda podía ver que su fuerza se marchaba. No pensaba en él, ni en las consecuencias, sólo se dejaría morir en aquel infierno del que casi nadie escapaba. De hecho... ningún boxeador había sobrevivido o escapado de allí.

- Ace – le llamó esta vez, consiguiendo que levantase la cabeza -. ¿Por qué, Ace?

- Por Luffy – susurró con una sonrisa en su rostro.

- No tienes que fingir conmigo. ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué ocurre con Law?

- No es nada – sonrió de nuevo.

- ¡No me mientas! – gritó Marco, sobresaltando a Ace - ¿Qué narices es? Creía... que te gustaba.

- Y me gusta – sonrió Ace con cierta tristeza – pero... con eso no basta, Marco.

- ¿Qué está ocurriendo? Cuéntame qué ocurre, Ace.

- Él... - sonrió de nuevo pero Marco supo que lo hacía para evitar llorar – él está ocupado.

- ¿Ocupado? – preguntó Marco extrañado de aquella palabra.

- Ocupado con alguien, ya tiene pareja.

- ¿Un sicario con pareja?

Marco estaba confuso, muy confuso. No se esperaba algo como aquello, pero aun así, para él la respuesta era simple.

- ¿Y qué? – preguntó Marco – si le excitas es por algo, ¿no crees? Además, vi cómo te miraba cuando bajó aquí preocupado por ti, esa mirada no se puede fingir, Ace, sentía algo por ti, estoy seguro.

- Te equivocas. Sólo he sido un montón de química que le excitaba.

- ¿De qué hablas?

- Que soy un bicho raro, un monstruo con el que experimentaron, sólo soy eso. Una excitación pasajera. Le he visto con otro chico y... sé que no puedo gustarle, él nunca me querrá.

- ¿Por qué estás tan seguro de eso?

- Porque nadie puede quererme – susurró.

¡Era un dolor interno! No conocía todo el pasado de ese chico, pero sí lo necesario para saber que ese dolor que sentía, sólo podría quitárselo una persona y no estaba en esas celdas.

- Le gustas, Ace – susurró Marco – yo vi algo en su mirada y no suelo equivocarme en estas cosas.

- Marco, por favor, déjalo ya. Estoy bien, no necesito que me animes. Todo está bien. Estoy feliz por él, de verdad.

- No es cierto, no puedes estar feliz cuando tu corazón se rompe.

- No tiene nada que ver. Todo está perfecto. Luffy saldrá de aquí y Law... Law se ha reencontrado con su hermana y tiene a alguien muy especial a su lado. Además... es... es Sabo.

- ¿Quién? – preguntó Marco con confusión.

- Sabo. Él era mi mejor amigo, creí que estaba muerto, pero cuando vi a Law con ese chico, estoy seguro de que era Sabo, recuerdo que él decía que tenía un muy buen amigo en su ciudad. Sólo veraneaba en nuestra ciudad, ¿sabes? Pero era increíble. Nos pasábamos todo el verano juntos aunque sus padres odiaban que se juntase con gente como yo.

- Era un noble, imagino.

- Sí. Venía de muy buena familia. ¿Qué más puedo pedir? Es mi mejor amigo y está...

- Con el chico que te gusta a ti, no es bueno, Ace. Sólo significa dolor.

- Estoy contento por ellos. Amo a Law y Sabo es... como mi hermano. Todo está bien.

¡Tocado y hundido! Era lo que Marco sentía en ese instante. Ace nunca había sabido lo que era el amor y ahora que conocía un resquicio de él, le destrozaban el corazón de la peor de las formas. ¡Su mejor amigo! Ace jamás lucharía por lo que él quería si tenía que arrebatarle la felicidad a alguien querido. Iba a dejarse hundir y eso le dolía también al propio Marco. No quería perderle allí, pero lo estaba haciendo. Law necesitaba saber todo aquello, necesitaba saber que Ace mentiría, fingiría que todo estaba bien cuando en realidad, se ahogaba un poco más cada día.

***

Tres días para entrar a la jaula de nuevo. Es el tiempo que faltaba para dejarse perder contra Doflamingo, para que su hermano fuera libre finalmente. Tres días, sólo eso. Después ya nada importaría. Todo su cuerpo estaba entumecido por estar demasiado tiempo encadenado contra aquella pared en la misma posición.

Las puertas del calabozo se abrieron y Marco abrió los ojos para mirar qué ocurría. Venían en busca de alguien. Las pisadas se escuchaban en el recinto pero se detuvieron junto a su celda, mirando a Ace antes de abrir su reja. Se lo iban a llevar a alguna parte y seguramente, sería a la enfermería para intentar curar su lesión. Lo que Law no sabía era que ya daba igual si le curaba la lesión, Ace no iba a luchar. Esperaba que simplemente, Law sintiera raro a Ace, que se diera cuenta de lo que ocurría, pero cuando sacaron a su compañero, tirando de las cadenas de sus muñecas, le vio sonreír.

El muy idiota iba a fingir, iba a hacer lo posible para que nadie se enterase de su dolor. Eso alarmó a Marco. Se puso en pie enseguida, acercándose a los barrotes para intentar ver a Law en el pasillo del fondo.

¡Hablaban! Pero no era ése el problema, Ace sonreía. Sonreía con tanta intensidad que le dolía a él mismo verle cargar el sufrimiento en solitario. Law no iba a enterarse si fingía de esa manera. Estaba más sonriente que nunca, pero Marco sabía que su corazón se rompía también a marchas forzadas a cada sonrisa.

Ace lanzó una mirada hacia atrás, se la dedicaba a Marco y él veía su dolor, pero estaba claro que nadie iba a percatarse de él. Debía decírselo a Law, tenía que avisarle que Ace no estaba bien, que iba a morir allí, ya no pelearía más.

- ¡ESTÁ MINTIENDO! – gritó Marco con todas sus fuerzas, agarrado a los barrotes de la celda y consiguiendo que los guardias se girasen hacia él al verle tan alterado - ¡ESTÁ FINGIENDO! ¡NO VA A PELEAR! ¡LAW! ¡ÉL MIENTE!

Intentaba avisarle, pero no parecía llegar su voz, al menos no las palabras. Law se había girado hacia él, escuchaba gritos, pero seguramente no entendía lo que estaba diciendo. ¡Quería salvarle la vida a Ace! Y aunque Ace sonrió, casi agradeciendo ese gesto, supo que no llegaría a nada.

Los guardias entraron con mayor fuerza por el pasillo para contener a Marco y su arrebato, Law intentaba mirar entre los huecos para saber qué ocurría, pero Ace se apartó, caminando por el pasillo y agachando el rostro para aguantar las ganas de llorar.

- ¿Ace? – preguntó Law al verle caminar, lo que hizo que se detuviera, respirase hondo para aguantar las lágrimas y se giró con la mayor sonrisa que pudo fingir.

- ¿Vamos a la enfermería? – preguntó.

- S-Sí – susurró Law, algo confuso pero sintiendo que quizá él veía cosas raras. Ese chico estaba como siempre – oye, Ace, ¿estás bien?

- Perfectamente. ¿Crees que me recuperaré para la próxima pelea?

- Eso espero y si no, al menos recuperar lo máximo posible para que no te moleste. ¿Te han dicho algo de tu próxima pelea?

Ace, que había comenzado a caminar nuevamente, se detuvo en seco. Tenía muchos datos sobre esa pelea, pero no podía contarle demasiado a Law. Debía fingir que todo estaba bien, liberar a su hermano y luego... ¡Dejarse ir!

- Creo que es contra Doflamingo – susurró Ace, pero aquello hizo que Law se tensase.

- ¿Estás de coña? No puedes luchar contra él, sabe tu lesión y...

- Todo estará bien, Law, cálmate – sonrió Ace.

- Ace, conozco bien a Doflamingo, nunca juega limpio y si está aquí encerrado es porque quiere conseguir algo. No puedes relajarte con él.

- Lo sé. No pasará nada, tranquilo.

***

¡Raro! Era realmente extraño todo aquello. No quería acercarse a Ace pese a que deseaba tanto ir y decirle tantas cosas, darle un abrazo pero... debía seguir metido en su papel. Recaudar información para los Revolucionarios era su trabajo allí. No podía distraerse y ya tenía bastante con Law rondando.

- ¿Cómo está su lesión? – preguntó Sabo escondido tras una de las paredes del fondo de la enfermería, lo que hizo que Law se sobresaltase al escuchar su voz.

- ¡Joder! Sabo, por Dios, no hagas esas cosas.

- ¿Va a estar bien?

- Su costilla se está recuperando. Estará bien para la pelea.

- ¿Estás seguro de que está bien?

- Sí – susurró Law -. ¿Qué ocurre?

- No sé... hay algo que no me cuadra. Le conozco desde que éramos niños y... no sé.

- Le haré más pruebas si te quedas tranquilo. Ahora lárgate y déjame trabajar.

- Qué mal genio tienes hoy. Ni siquiera un beso – sonrió Sabo con una gran sonrisa.

- Sabo... no te pases.

Sabo dejó resbalar su cuerpo hasta el suelo en un tenso silencio. Law miró hacia atrás, Ace estaba en la camilla del fondo, con el hielo puesto y no debería ser consciente de que ese chico estaba allí tan cerca. Se levantó del escritorio y llegó al pasillo donde su amigo estaba sentado en el suelo. Se sentó a su lado y esperó a que dijera algo.

- Ace es mi mejor amigo, al menos lo era antes de todo esto. Llevo tanto tiempo buscándole y ahora que está tan cerca, no puedo abrazarle.

- Tendrás que ser paciente para sacarle. Ya te lo dije, no puedes sacar a Luffy sin matar a Ace. Si quieres salvarles, tiene que ser a la vez.

- No tengo un plan para esto. El padre de Luffy está desesperado, sabe que está aquí y va a venir a por él.

- Ya pues impídeselo – se quejó Law – ya te lo he dicho, necesitáis sacarles juntos, si sacas a Luffy, Ace perderá su fuerza para luchar.

- No dejaré que le ocurra nada a Ace, ¿vale? He venido a sacarles a los dos.

- Y yo te estoy diciendo que tu plan es una mierda.

Unos pasos se escucharon viniendo por el pasillo, lo que hizo que Sabo se tensase, alzando los brazos hacia el cuello de Law para acerca su rostro al del médico. Estaba realmente cerca, respirando sobre sus mejillas.

- ¿Cuánto tiempo fingirás que tienes algo conmigo? – preguntó Law con una ligera sonrisa.

- Hasta que los libere – aclaró – voy a necesitarte y para que me ayudes con el plan, tengo que tenerte informado. No quiero que los guardias sospechen que hablamos, es mejor que piensen que tenemos algo.

- No me gusta ninguno de tus planes – se quejó Law, viendo cómo pasaban de largo los guardias antes de ponerse en pie y marcharse de nuevo al interior de la enfermería – tengo cosas que hacer. Ya nos veremos.

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