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Capítulo 19: ¿Enamorado?

Había una mínima posibilidad de que fuera Luffy quien le atacase y por eso mismo, no quería perderle ojo de encima. Si Ace era capaz de hacer lo que fuera por su hermanito, estaba convencido de que Luffy sería igual y eso le asustaba en esas condiciones. Podría pensar que se estaba pasando con su hermano, pero en cambio, ver aquellos ojos atemorizantes sobre él, hizo que un sudor frío recorriera todo su cuerpo.

Luffy se echó hacia atrás al verse descubierto, apoyando la espalda contra la pared pese a que todavía podía escuchar los jadeos de su hermano. No entendía el motivo por el que su hermano se entregaría a un hombre como él. Law era un sicario, le habían contratado para matar a su hermano y aunque la mirada que le había dedicado a él era terriblemente terrorífica, también había visto la de su hermano. Él le miraba con cierta dulzura, le miraba... sin temor, como un chico enamorado y eso le hizo alejarse del aseo. Quizá no era un problema que tuviera sexo con Law, no le había visto sufriendo, ni asustado, sino todo lo contrario.

Él, que había vivido lo que era el temor al ser entregado a hombres y esclavos a los que odiaba y detestaba, sabía identificar ese sentimiento... y su hermano no lo tenía. Lo estaba haciendo voluntariamente. Con esa idea y pese a no entender el motivo, volvió a la cama y trató de dormirse. ¡No pudo! Y casi media hora después, finalmente sintió la calidez del cuerpo de su hermano junto al suyo. Había regresado a la cama con él y lo abrazaba. ¡Se sentía bien estar con su hermano! Le echaba de menos.

Law, en cambio, no pegó ojo y aunque por la mañana desayunaron los tres juntos, tanto Law como Luffy no apartaban la mirada el uno del otro, sabiendo perfectamente lo ocurrido anoche pero sin decir ni una palabra. No fue hasta que vinieron los guardias a por Ace, que Luffy empezó a recoger sus cosas para marcharse.

- ¿Por qué no hiciste nada? – resonó la voz de Law en la habitación, frenando el caminar de Luffy – pudiste haberme atacado y quizá no habría podido defenderme.

- Ace no te tenía miedo – susurró Luffy.

Aquellas palabras sorprendieron a Law. Sabía que el carácter de Ace era complicado, un chico duro, un guerrero, no se dejaba doblegar pero que su propio hermano pequeño hablase del tema, le desconcertó un poco.

- La primera vez que me entregaron como... "premio" – intentó suavizar la palabra – tuve mucho miedo y... dolió. Fue horrible. He odiado este sitio, a todos los que están aquí, me habría gustado matarlos y mentiría si te dijera que no he ideado mil formas para acabar con ellos, sobre todo cuando están entretenidos con el sexo, es cuando bajan la guardia pero... Ace no tenía esa mirada, quería estar ahí, quería hacerlo contigo por algún motivo que desconozco y me da igual, pero te advierto una cosa... no le hagas daño.

- Tu hermano es muy fuerte.

- No tienes ni idea de lo débil que es – una lágrima resbaló por su mejilla como si hubiera recordado algo.

Law intuyó enseguida que no estaba hablando de su carácter, tampoco de su forma física, era algo mucho más profundo, estaba hablando de un dolor psicológico, casi como si le pidiera que no traicionase esas emociones. Quizá era algo referente a su pasado, pero él no conocía nada acerca de esos temas.

- Él no es como los demás – siguió Luffy – tiene un buen corazón, no se lo rompas. Puede parecerte un chico muy duro pero no tienes ni idea de lo que sufre en realidad. Confía en ti, no sé por qué ni me importa pero.... no le decepciones.

***

Las celdas estaban en silencio y al mover las piernas intentando encontrar una mejor posición, las cadenas se movieron rompiendo la tensión. Fue la voz de Marco la que hizo que levantase la cabeza y le mirase. Estaba al otro lado del pasillo. Desde que había vuelto de la habitación de Law, no habían hablado, ni siquiera le agradeció por haber llamado a un médico anoche, pero esperaba la oportunidad para hacerlo, cuando se llevasen a los boxeadores a la jaula. Ahora apenas quedaban unos pocos y ni siquiera estaban cerca de ellos. Nadie oiría su conversación.

- Ace, ¿cómo estás? – preguntó con preocupación en su voz.

- Estoy bien. Gracias por haberle llamado ayer.

- Lo contrataron para matarte. ¿Es así? – preguntó Marco pese a temer que fuera una respuesta afirmativa.

- ¿Qué más da eso, Marco? De aquí sólo hay una forma de escapar y es muerto – sonrió con melancolía.

- Me asustaste ayer, tu fiebre era demasiado alta.

- Sabes que me pasa a menudo.

- No tan bestia como esta vez, Ace, estás empeorando, antes no necesitabas medicación para bajarte la fiebre, pero ahora... me preocupas.

- Estoy bien, Marco, de verdad. Law bajó la fiebre, es un buen médico – sonrió.

¡Una sonrisa! ¡Un brillo extraño en sus ojos! Eso es lo que Marco observó cuando ese chico le miró y trató de calmarle. ¿Estaba viendo bien?

- ¡Dios mío! – susurró Marco. Había visto esos síntomas antes y no era nada bueno – Ace... ¿Te gusta Law? – preguntó casi en un susurro para asegurarse que los pocos boxeadores que quedaban no le escuchasen.

- ¿Eh? No – se sonrojó Ace, apartando la mirada hacia otro lado.

- ¡Joder, Ace! No puedes enamorarte – volvió a susurrar hacia ese chico.

- Yo no estoy... ¿Por qué crees que...?

- Tus ojos, ese brillo... ¿Has tenido relaciones con él?

¡El silencio otorgó! Que Ace no respondiera a su pregunta y en su lugar girase la cabeza tratando de ocultar el sonrojo, hizo más obvio lo que Marco ya se temía. Enamorarse de un sicario era una maldita locura, esos hombres cambiaban de planes e ideas, podría matarle en un segundo con tan sólo que le ofrecieran más dinero. Conocía a Ace desde los doce años, desde que le esclavizaron y una cosa tenía muy clara, era un chico muy inocente en algunos temas. El amor se escapaba de sus manos y su control, él era un completo inexperto en ese campo, iban a destrozar su corazón. ¿Qué ocurriría cuando le decepcionasen? ¿Se sumiría en la peor de las depresiones? ¿En una tristeza de la que no podría sacarle? ¡Law no era de ese tipo de personas que se enamoraban! Así lo veía Marco. Con él sólo había un camino y era de total sufrimiento.

- Ace, escúchame, no puedes enamorarte de un sicario, no de Law. Esa clase de hombres no tienen corazón, harían lo que fuera por dinero. Para él sólo eres un montón de números. Quiere el dinero que pagan por ti, nada más.

- Sé que es raro pero... no... no he visto maldad en sus ojos cuando me mira – susurró Ace a su mejor amigo – siento paz y tranquilidad cuando lo hace. ¿Es raro sentirme un poco querido cuando estoy con él?

- No lo es, Ace.

¿Podría ser que Law se hubiera enamorado? Era la pregunta que se cuestionó Marco. Sí era un sicario, sí se vendía por dinero pero... también era humano. Podía fallar, podía cometer errores y Ace era realmente atractivo, ya no sólo físicamente, todo en él lo era. Su carácter indomable y a la vez infantil le hacía único. ¿Quizá había conseguido llegar al corazón del sicario? Bajó enseguida a ayudarle, se quejó al guardia, le daba igual lo que los nobles dijeran... siempre estaba allí intentando ayudar a Ace y eso le hizo pensar por un momento que podía ser posible que Law sintiera algo, aunque fuera mínimo. No era sólo un negocio.

El primer amor, Marco lo recordaba bien. Era inocente y no conocía barreras. Esa clase de sentimiento que crees que podría con todo, de los amores que creen que duran toda la vida. Sonrió, porque por mucho que le hubiera dicho, Ace no le habría escuchado. Así eran los adolescentes, así pegaba de fuerte ese primer amor.

- Ace... sólo ten cuidado, ¿vale? Pero... si te sientes bien con él... entonces disfruta lo que puedas en este infierno.

Era lo único que podía recomendarle, porque Ace tenía razón, aquello era un infierno del que sólo saldrían muertos. No había nada malo en disfrutar un poco de algo que pudiera ofrecer ese sitio. Ace parecía feliz, ese brillo en sus ojos le delataba. ¿Quién era él para quitarle esa ilusión en ese infierno? Era mejor dejarle disfrutar al menos el tiempo que pudiera.

¿Enamorado? Era una palabra que por más que Ace la repetía en su mente, no le llegaba nada. Él sólo era un chico que no conocía el amor. Ni siquiera estaba seguro de lo que sentía por Law, lo único que hacía era vivir y tomar decisiones. Había decidido darle su virginidad a Law por puro egoísmo, porque no quería pasar por un momento aterrador con cualquiera y ahora... quería creer que sólo era agradecimiento por haberle permitido ver a su hermano, pero tampoco podía estar seguro del todo si había algo más tras sus acciones.

Por momentos, quería creer que Law sentía algo por él, posiblemente no lo hacía, pero pensar en ello le hacía sacar una sonrisa. Puede que no supiera lo que era el amor, puede que sonriera cuando pensaba que Law podía sentir algo por él, pero... ¿Estaba mal tener algo de esperanzas e ilusión en aquel lugar?

***

- ¿Qué piensas hacer? – preguntó Trébol ante aquella situación tras haberle explicado las últimas noticias a su señor.

- ¡Law! Ese chico habría sido un gran comandante. Supongo que no puedo conseguir que regrese a nosotros, al menos no tan fácilmente como creía – sonrió Doflamingo – pero quizá... si es cierto lo que creo, aún podríamos intentar atraerle. Quitémosle su juguete.

- ¿Crees de verdad que le importará ese chico?

- Estoy convencido de ello. Nosotros le enseñamos todo a Law, lo conozco bien.

- Law no parece tener debilidades.

- Sólo lo parece – sonrió con arrogancia Doflamingo – es bueno ocultando la verdad, pero sigue ahí. Ese chico... Ace... estoy seguro que tiene algo con él, al menos le preocupa y eso podría jugar a nuestro favor.

- Si le quitamos a Ace, es seguro que no regresará.

- No lo haría de todas formas y siendo sincero, también a mí me interesa ese chiquillo en cierta forma.

- ¿Cómo vas a conseguir tenerle?

- Eso es fácil... utilizaremos a su hermano.

- Pero... su hermano es un esclavo igual que Ace.

- ¿Qué crees qué haría Ace si le prometo liberar a su hermano?

Aquella sonrisa fue la más siniestra de todas pero Trébol entendió enseguida lo que ocurría. Doflamingo era un gran noble, estaba allí simplemente por sus propios intereses pero nadie ponía en duda quién era. Si alguien podía comprar la libertad de Luffy, era él.

- Destaparía su tapadera.

- No importa si obtengo lo que quiero. La fórmula para el experimento...

- Sabemos dónde está, sólo hay que ir por ella.

- Estupendo. En cuanto la tengamos, no necesitaremos quedarnos más aquí. El "Smile" será nuestro, haremos una tecnología superior, crearemos soldados invencibles.

- Entonces empezaré a preparar el plan para que usted pueda llevarse a Ace.

- Sí, inicia los preparativos. Law no va a esperarse esto, a él ya no le quedan demasiadas cartas que jugar, perderá irremediablemente, Ace tendrá que darme todo lo que quiera si realmente quiere salvar a su hermano. Yo puedo darle la libertad... siempre a cambio de un precio.

- ¿Seguro que lo pagará?

- Es su hermano. Ace haría lo que fuera por él. Law no puede competir ahora mismo contra lo que yo puedo hacer por ese chico. Aceptará seguro.

Los dos hombres se miraron con complicidad, sonriendo ante la idea. El plan estaba en marcha y no había vuelta atrás. Todos sus planes se harían realidad, era momento de ponerlos en práctica finalmente.

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